
La
primera la podéis ver y leer en: https://historiadefuentealamo-jaen.blogspot.com/2022/08/senoritas-de-fuente-alamosenoritas-de_88.html
La
segunda también se puede ver y leer en: https://historiadefuentealamo-jaen.blogspot.com/2022/09/leo-y-justa-de-la-deshesilla-de-fuente.html
La
tercera comparativa corresponde a la imagen que representa a dos niños de unos
10 años de edad tocando un tambor. La profesional fue captada en Ladrillar, las
Hurdes (Cáceres) y la anónima, en una casa de la familia Moreno-Martos de
Fuente Álamo:
NIÑO CON TAMBOR, 1980 de Rafael Sanz Lobato, quien fue Premio Nacional de Fotografía 2011.
Según se recoge en la referida exposición representa a “Un niño de apenas 10 años con cara de haber nacido antes que el mundo
y haber compartido luego con él todas sus miserias”.
ÁNGEL MORENO: “EL BATERÍA DE FUENTE
ÁLAMO”. 1957. Ángel “Perote” ensaya en los
jardines de su casa familiar, que estaba situada en una bifurcación ascendente
de la actual calle Sacristán, que últimamente fue de José “Benino”. Foto: Ángel Moreno Martos.
Ángel,
desde que era un niño, tenía tanta afición a la percusión que siempre estaba
tocando sobre latas y cartones. Tampoco se perdía una sola
actuación de los músicos que llegaban a la aldea. Le entró la batería tanto por
la vista como por el oído. Después, pudo comprarle su hermano Mateo la batería
a Manolo “Canuto”, un profesional alcalaíno de la percusión. Aquella batería la
transportó amarrada con una correa al cuerpo, cargada en la espalda desde
Alcalá la Real (unos 12 km); y no solo el
bombo, sino también una caja con los platillos y demás herrajes. Su hermano
veía que tenía mucha afición porque tocaba con las latas y unos palos y quería también que le acompañase al
clarinete. Pero toda esa ilusión quedó frustrada cuando su padre le dijo a
Mateo que la llevase donde la había traído y que tenía que devolverla, porque
el niño no tenía que tocar nada, que lo que tenía es que ir a la escuela, con el consiguiente disgusto para Ángel. Ante
la insistencia de su hermano, diciéndole a su padre que era para tocar en las
fiestas de Fuente Álamo con él (que tocaba el clarinete), su padre cedió. Ángel
enseguida montó la batería y comenzó a acompañar a su hermano en la
interpretación de la canción: “Que bichito”, entre otras populares de la época.
Ángel
Moreno Martos es el menor de siete hermanos, fruto del matrimonio entre Rafael
Moreno Ibáñez “Perote” y Encarnación Martos Saez “Perejila”. Era una familia unida
a los acontecimientos sociales y políticos de la Aldea, así como a la cultura
musical de los años 60, junto con su hermano Mateo “Perote”, un apodo que para ellos, era todo un orgullo llevarlo. Nació en
Fuente Álamo el 7 de abril de 1947 en la referida casa familiar.
En
su rostro se muestra la alegría del regalo recibido y la ilusión de poder tocar
el instrumento profesional que tanto añoró. El fotógrafo no podía dejar el
decorado tan austero y, si bien es cierto que faltan los platillos en el cuadro
fotográfico, rodeó al bombo, la caja, al músico y a la silla
entre geranios y sampedros, plantados en maceteros que anteriormente
habían servido de cubos (metálicos) para acarrear agua. El tiempo y el uso los había dejado inservibles para esa
función, no así para maceteros con su agujero ya incorporado. Al ser la
fotografía en blanco y negro no resalta el colorido que quisieron darle a la
imagen con las flores naturales.
En
cuanto a la comparativa, tenemos a dos niños de unos 10 años, localizados en
entornos rurales pobres, que querían mostrar a la posteridad el arte que
llevaban dentro. De hecho, a ambos le pilla el fotógrafo en plena acción, como
se aprecia en el trazo borroso de las baquetas y el mazo con los que se golpea caja y tambor. Quizás esto se
deba a la solicitud del artista fotográfico o a iniciativa del propio
percusionista.
El
niño extremeño está situado en un fondo oscuro y lúgubre como parece ser un
ventanal bajo o la boca de un pajar, que contrasta con su vestimenta clara, mientras que Ángel, como
hemos dicho, se engalana con en el entorno que le rodea y el fotógrafo busca la
perspectiva que le contraste la camisa blanca con el fondo oscuro de la flor de
San Pedro.
La seriedad
que muestra el niño extremeño puede ser fruto de la foto improvisada, mientras
que Ángel muestra su sonrisa a la cámara y al mundo, diciendo lo que él quería
ser en el futuro.
Es
cierto que hay dos décadas de diferencia entre ambas fotos, pero parece el
tiempo parado en la desdicha, humildad y pobreza de sus vestimentas.
No sabemos el destino que le devino al niño de las Hurdes. De Ángel sabemos que triunfó en el mundo artístico formando parte de varios grupos musicales en Cataluña.
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