lunes, 25 de noviembre de 2019

GENTE DE FUENTE ÁLAMO EN EL AÑO 1950. MARIA DEL CARMEN LÓPEZ GONZÁLEZ


Este trabajo está dedicado a mi primo Antonio Pérez Rueda,(anónimo) recientemente fallecido, gran seguidor de ese blog, que con sus acertados comentarios me dio tanto ánimo para seguir contando la historia del pueblo de sus ascendientes y con el que tan identificado se encontraba. Echaré de menos sus comentarios críticos y sobre todo su apoyo, aunque espero que allí donde esté me siga, como yo le seguiré recordando.  Entre otras muchas cosas, echaremos de menos sus comentarios escritos, pues a partir de ahora seguirá enviándome mensajes pero estos solo yo podré leerlos, sabiendo que en cada uno de los artículos que escriba, allí estará su sabio consejo. Un abrazo Tiarrón.
Dejo aquí dos de sus muchos comentarios:
Hola Domingo: mentiría si dijese que no soy un lector avezado (tómese en el contexto de persona que gusta disfrutar de la lengua cervantina, pero también alejado de pedanterías como "traga libros" para demostrar lo que jamás conseguiré; escribir de forma tan solvente y didáctica como la que tu plasmas en cada episodio que nace del teclado, con la innegable ayudada de esas personas de las que emanan los recuerdos y vivencias que narras; luego, las plasmas magistralmente en el blog.
He entrado en varias ocasiones en tus "annales" y no había noticias. Imaginaba que estarías tejiendo una alfombra para así volar y adentrarnos en esos relatos agrios en ocasiones, e irónicos-sarcásticos en otros. Huelga decir que no conozco a los personajes que nos muestras, pero intento colarme en sus interiores y recrear esas vivencias que les llevaron a contar sus realidades para que más tarde tu no las mostraras de forma hilvanada y cronológica.
Estaba esta noche sentado en el sofá, junto a un libro de poesía escrito por un amigo. La tecnología que nos atrae como un imán llamó y abrí el terminal móvil. Con un simple dedo apareció Fuente Álamo. Solemne, con una Torre incitándome a otear lo que deseaba mostrarme. No pude resistirme y heme aquí, en lo alto de ella. Me encontré una historia sobre un sombrero valiente y altivo, pero al mismo tiempo humilde y comprensivo: la lectura no tenía ni rastro de aspavientos (creo que alguna vez he usado el término "estilo Pérez Galdós"); me adentré cada vez más hasta llegar al final. No podía desengancharme de JIPIJAPA y la forma de narrar esa historia: Encaramado como si a un árbol estuviese, era imposible bajar o subir, extraño, algo inaudito que solo se consigue con el sombrero de Paco el Sargento: El Miliciano Mágico como cuando lo lucia en el Frente de Jaén (igual que mi abuelo materno) y el biógrafo que lo recogió cuando un remolino de aire frío intentó llevárselo para siempre después de la tragedia fratricida y jamás hubiéramos conocido sus hazañas si no existiera este blog tan chivato . Un cordial Saludo. Antonio”.
 “Admirado Domingo: si nada más adentrarnos en este capítulo, la imaginación, madre de musas y luces nos llevan a imitar al valiente Dédalo, para desde el cielo poder contemplar esos árboles, plantas y frutas a las que los poetas cantaron desde tiempos remotos, tú, cantor de historias de Fuente Álamo, nos dejas disfrutad de ellos con un lirismo y realismo que una vez acabado el viaje, sólo nos queda dejarnos caer como el hijo de Icaro, con el corazón palpitante y compungido. Gracias por seguir creyendo que la belleza pura existió en otros tiempos en Fuente Álamo. Un abrazo.”

El padrón municipal de vecinos (presentes y ausentes) y transeúntes que se inscribieron a día 31 de diciembre de 1950 en Fuente Álamo, comienza la relación por orden alfabético, a diferencia del padrón del año 1960, que lo haría por barridas y cortijadas. El primero de la lista es  Sinforiano Aguayo Ruiz, continuando con su esposa Pastora Pérez Jiménez y sus 5 hijos hasta el momento: Julio, Francisco, Feliciana, María y Josefa, todos ellos habitantes del Cortijo de las Pozuelas. Finaliza con la inscripción de Araceli Zuheros junto con su hijo Marcelino Ramírez, quienes habitaban una casa de la zona de los Huertos, en el barrio de la Fuente.
Refleja  una población de derecho de 1.145 habitantes (564 varones y 581 hembras) y una población de hecho de 1.070 habitantes, o lo que es mismo, 202 cabezas de familia, que pudiera equivaler a casas o cortijos habitados. Hay que de decir que hemos encontrado un par de inscripciones duplicadas como la de Bonifacio Aguilera y su esposa Bibiana Ramírez, que pueden ser compensadas por algunas omisiones. Incluso podemos decir hoy, que un varón quedó sin contabilizar: Anastasio Mesa Cano, quien se encontraba todavía  oculto en un zulo en el Cortijo de la Encina Baja, si bien sí consta inscrita su esposa Adoración González Cano y sus dos hijos Anastasio y José. También hemos encontrado numerosos errores en los nombres y apellidos,  por ejemplo: a Matías Cándido Aguilera le reseñan como Antonio,  a Cipriano García Zamora por Ceferino, a Cipriano Ávila García le llama Sinforiano, a Sancha se le concibe como Concepción, a  Encarnación Jiménez por error se le pone el apellido de Anguita…
En la década de los años 40 se produjo un aumento considerable de población (en el Padrón de 1940 habían inscritos  876 habitantes),  alcanzándose el punto demográfico más alto de toda la historia de Fuente Álamo,  tendencia que no continuaría, produciéndose un descenso durante la década siguiente de los años 50 debido fundamentalmente a la emigración. Así,  comenzaría a disminuir la población hasta el punto de que en seis años disminuirían 69 habitantes (padrón de 1956) y en una década, unos 218 habitantes (padrón de 1960), descenso  que ya no pararía hasta nuestros días.
Sin hacer un estudio profundo sobre las causas que produjeron aquel aumento demográfico, pienso, que una vez salvado el llamado y mal recordado año de hambre (1945), se reactivó la producción agraria, lo que produjo la entrada en funcionamiento de tres panaderías a plena actividad: la de Faustino y sus dos hijos Rafael y Antonio, la de Valeriano Muñoz Ramírez, y la de  Valerio Osuna Medina; y dos molinos aceiteros: el de D. Francisco Serrano y el de Pedro González - Antonio Ramírez. El hambre se fue paliando con la ayuda del racionamiento de queso americano y la leche en polvo, al tiempo que se mejoraba la asistencia sanitaria, logrando disminuir la mortalidad, aunque todavía se daban numerosos casos de mortalidad infantil como el niño Demetrio González Ibáñez, algún otro.
Es incremento poblacional  se debió también a que durante esta década de los 40 regresaron los que se salvaron de la Guerra, los presos republicanos (incluido  el alcalde pedáneo que volvió del destierro) y los exiliados en 1936 del bando nacional. Todo ello produjo la activación del proceso reproductivo, de hecho, es fácil comprobar cómo familias que durante cuatro años habían paralizado la natalidad por motivos obvios, la reaunudan con nuevos hijos en esta década de los cuarenta. Pero también hemos comprobado a muchas familias, llegadas quizás temporalmente en busca del trabajo que ofrecían los campos fuentealameños, y que no consolidarían su asiento en la década posterior. Así, a título de ejemplo tenemos los cabezas de familia como Valeriano Vico Zamora, Ramón Ruiz López, Eduardo Rey Aguilera, Rafael Rodríguez Aguilera, José Pérez Armenteros, Pablo López García, Valeriano García Muñoz, Casimiro García Pérez, Francisco Cantero Guardia, Antonio García García, José González Pérez, Manuel Pérez Bermúdez, Antonio Expósito López, José Cano Fuentes, Juliana Cano Fuentes, José  Cano Nieto… Son nombres que no los encontramos inscritos en Fuente Álamo en la década anterior ni posterior. Hasta algunos señoritos fijaron su residencia en sus cortijos de Fuente Álamo, como D. Francisco Sánchez-Cañete y su esposa Dª Julia Sánchez Salazar con sus hijos Vicente, Francisco, Mercedes, Julia, Josefa y otra hija más. También llegaron familias de otras profesiones como el carpintero Antonio Atienza Moya y su esposa Dominga González Serrano con su hija Francisca, llegados desde La Rábita. Por lo aquí visto, no siempre los  fuentealameños fuimos emigrantes, también fuimos receptores. Llegaron obreros del campo desde el término de Almedinilla, Montefrío e incluso de Valenzuela (Córdoba) como Luis Gomarín Ucles, al casarse con la fuentealameña Ana Pérez, que se establecieron en la Dehesilla. Gregorio Martín Moyano y Amalia Pérez, pudieron también llegar de la Campiña Cordobesa, estableciéndose en la zona de la Fuente de la Encina.
Todos los cortijos estaban superpoblados: Los Floríos, Las Pozuelas, El Salao con la familia Arenas Pérez y la familia Expósito Nieto. En zonas amplias como La Colonia, La Dehesa o El Peñón no había ni un solo cortijo por habitar.
 Las necesidades de convivencia y supervivencia hacían que se produjeran refundiciones familiares, es decir, que se juntaran viudos con viudas con sus respectivas familias, y con la posibilidad de ir incrementando la natalidad, pese a que tuvieran que soportar  el temido  “cencerraje” dado.
En la nueva escuela que se había construido en 1948 impartiría clases en el curso inaugural 1949-50 Don Manuel López Martín en un aula unitaria y multigrado, repleta de alumnos y alumnas. El maestro, con el alcalde pedáneo, que debió ser Daniel Aranda Villén y el párroco D. Manuel Armenteros Guerrero, constituían la Autoridad aldeana. La familia Aguilera Calvo formaban una unidad influyente, constituida  por el padre Antonio y Francisca, con sus todavía hijos solteros Domingo y Rafael y sus otros hijos emancipados Antonio Aguilera Calvo, casado con Ángeles Ibáñez, José Pedro en segundas nupcias con Fermina Castillo, Juan Manuel con Crescencia Pérez y  Luis con Aurora Frías. Todos vivían aún en la Aldea hasta que en años venideros algunos decidieran buscar otros aires. Mientras que otras familias, entre ellas los Pérez Lizana con Matías, casado Antonia Pérez,  José casado con Bernarda López y  Mateo casado con Josefa Bolívar con sus  8, 7 y 7 miembros respectivamente aun sin emancipar, formaban uno de los clanes más necesitados, que tenían que buscar el día a día, hasta que la emigración le fue abriendo caminos, al igual que a otras muchas familias.
Se trataba de una sociedad con más del 99 por ciento de los varones activos dedicados a las tareas propias del campo y el cien por cien de las mujeres a sus labores y además a las del campo. Solo quedaban unos cuantos que, como complemento, tenían otras actividades, así  Antonio Cano Ruiz también regentaba una taberna, Modesto González Arjona o Pedro Perálvarez Pimentel “Pericanas” se dedicaban con su burra a vender por los cortijos cualquier tipo de producto necesario en aquella época.  Julio La Rosa Talavera era el zapatero,  José Puche Ramírez, mecánico de radios y televisiones, otros como Luis y Juan Díaz Díaz “Los Guardillas” o Antonio Castillo Padilla “Caejo” amenizaban con sus instrumentos los bailes populares, mientras que Pedro Casillo Palomino y Eugenia Bailón Serrano ejercían de sacristanes. Incluso teníamos a un militar en Marruecos: Cayetano Nieto Aguayo. De la quinta del 50 estaba Juan Aguilera Cano “Cascorro”, José Jiménez Pérez, Antonio Montes López, entre otros.
La familia más numerosa la formaba Ceferino Aguilera Castillo y Urbana Cano con 12 miembros,  si bien faltaba todavía por venir algún hijo más. Le seguía Marcelino Pérez Mesa “Torres” y Dolores Aguilera con 11 miembros, al igual que Joaquín Pérez González y Sancha Vera con otros 11 miembros, incluidos los progenitores.
En ese año de 1950 y finales del anterior, debieron nacer entre otros: José Aguayo Cano, Juan Pérez Hinojosa, Juan Gomarín Pérez (1949), Luis Aguilera Pérez, Vicente Padilla Pérez, Ceferino Aguilera Cano, Arturo Aguilera Castillo, (1949) Custodio Vera Pérez (1949) Juan Muñoz Nieto, Mercedes Vera Pérez, Rafael Aguilera Castillo, Mercedes Vera Pérez, Custodia García Peña, Dominga Pérez Vera, María Josefa Aguilera Fuentes, Custodio Aranda Fuentes, María del Carmen López González (*)…
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(*) Respecto a esta última, por poner algún ejemplo de referencia, nació en Fuente Álamo en este año de 1950 cuando por entonces su padre, Don Manuel, impartía clases como maestro y mientras que su madre, Patrocinio,  estaba dedicada a las tareas agrícolas de la familia y al cuidado de sus hijos. Es la cuarta hija de los seis hermanos, quienes gracias al sacrificio y a la ayuda familiar pudieron todos realizar unos estudios y sacar respectivas sus carreras.
Recuerda su infancia  en aquella casa-escuela donde repartía el necesitado queso americano, racionándolo y pesándolo en una balanza, al igual que la leche en polvo; pues era en su casa, la escuela, donde se almacenaba y repartía. Recuerda a sus vecinas mayores, Flora y Tía Pepa, quien le enseñó a coser. Esta siempre andaba pensando en su hijo Vicente, que murió en la Guerra Civil en el frente,  aunque  estaba convencida de que  alguna vez volvería.  En Fuente Álamo hizo sus estudios de primaria tutelados por su padre, teniendo de compañera de pupitre a María Fuensanta Ruíz, de quien recuerda como en una ocasión le negó la goma de borrar, diciéndole que le comprara una su madre que era más rica. No entendiendo muy bien ella el concepto de riqueza, tuvo que preguntarle a su madre si aquel calificativo era verdadero. En el año 1958 tomó su Primera Comunión en la Iglesia de San Antonio de Padua, junto a María Josefa Aguilera Fuentes, entre otras niñas. También recuerda la sana competencia o algún tipo de relación más directa que existía entre su familia y la familia Ruiz.  Cuando tenía unos  9  años de edad, en concreto en octubre de 1960, su padre fue destinado a Maracena, marchándose la familia a vivir a Granada, y prosiguiendo sus estudios primarios en el Colegio Calderón dirigido por las Hermanas de la Caridad, donde estudiaban sus hermanas mayores. Estudió y finalizó sus estudios de bachiller en el Instituto público “Ángel Ganivet” de Granada.
 De su  adolescencia recuerda que tanto los periodos vacacionales de Navidad como los de Verano, regresaba al cortijo familiar del Peñón, colaborando en las tareas agrícolas a la vez que impartía clases de verano a algunos niños de Fuente Álamo. En estos periodos trabajaba en la recolección de la aceituna y en la siega,  así nos cuenta como su madre le regañaba a ella para dar ejemplo a los demás trabajadores, y de esta forma conseguía que no se durmiesen en la elaboración de tareas. Pero también recuerda aquellos amores de la adolescencia con un chico muy apuesto de Fuente Álamo, las verbenas y sus mejores amigas María Josefa Aguilera Fuentes y Mercedes Vera Pérez.
Después de finalizar sus estudios de enseñanzas medias, inició la carrera, licenciándose en Medicina por la Universidad de Granada, y especializándose en Anestesiología, Reanimación y Clínica del dolor. Allí conoció a su marido Juan José, natural de Granada y descendiente de los Fernández de Córdoba “El Gran Capitán”, quien hizo la misma especialidad. En 1980 iniciaron su actividad profesional, consiguiendo ambos, después de algunos intentos, la plaza en propiedad en la sanidad pública, ejerciéndola, su marido unos meses en Mahón y después ambos en el mismo Hospital de Santa Bárbara en la ciudad de Puertollano (Ciudad Real),  como Adjunta y Jefe de Sección durante más de 35 años. A estos hay que sumar 4 años de internista en el Clínico de Granada, hasta su reciente jubilación, como Jefa de Sección. Tuvo alguna vez la tentación de regresar a Andalucía, en concreto a Almería, pero fue descartada y allí se asentó definitivamente.
 Actualmente su vida transcurre en Madrid y, de vez en cuando, hace un viaje a Granada. Es madre de dos hijos, a los que dedica su tiempo completo. Sigue añorando desde la distancia a su Fuente Álamo natal, a sus vecinos y amigas, que tanto aprecio tenían por su  familia.