miércoles, 29 de junio de 2016

EL HABLA EN FUENTE ÁLAMO. I PARTE.



     Aunque el habla o la pronunciación de algunas palabras en Fuente Álamo es muy similar a la de los pueblos de su entorno, siempre hay matices que la diferencian, como ciertas entonaciones características que se han producido por la transmisión oral, y algunas deformaciones en la pronunciación que se han ido gestando a lo largo del tiempo. Esto es debido fundamentalmente a que la transmisión oral no ha ido unida a la transmisión escrita, dada la alta tasa de analfabetismo de nuestros antepasados. Recuerdo que de niño, cuando preguntaba a mi madre qué íbanos a comer me decía: “hoy clanflainas, en lugar de chanfainas; sin saber ni ella ni yo, lo que eran realmente, pero habiendo deformado ya la palabra. Hoy yo por lo menos sí sé cómo se escribe y pronuncia, aunque todavía no sé a que saben.
 A esto hay que unirle el hecho de haber ido recogiendo palabras y entonaciones de los lugares por donde hemos pasado, y que han influido en nuestra riqueza lingüística: la emigración, que fue ampliando, enriqueciendo y variando nuestro acervo lingüístico. Eso sí, siempre le resultó al fuentealameño, pedantes y cursis los intentos de “hablar fino o finolis” de aquellos que volvían de la emigración, pues solíamos meter “la patas” y se nos pillaba en algún fallo o error lingüístico grave, como aquello de “segúnmente”, el “bacalado de Bilbado”, o que en Madrid los perros hacían “guadus”. Sin saberlo, habíamos caído en la ultracorrección.                                                                              Hay que decir que no todos nos adaptamos lo mismo a la pronunciación del lugar donde habíamos emigrado, incluso éramos bastante reacios sobre todo a aprender el catalán. Pero a veces sí que utilizábamos expresiones o palabras sueltas del catalán o del Norte de España, como aquello de “la mare de deus”, “adeu”, “cuyons”, “voy a plegar”, o “la órdiga”, que se emplea cuando algo te sorprende. Digamos que “me cago en la órdiga” es una palabrota suave. También del francés: “Olalá” o Ça bien? con el que me saluda mi vecino Daniel.
Muchas veces ese “habla materna” nos ha llevado a cometer errores de pronunciación “garrafales”, otras veces simplemente se producen variaciones dialécticas. Recuerdo que en una ocasión, y esto me marcó muy mucho, cuando estudiaba 2º de BUP, en una clase de Geografía Económica y Humana, cometí una “grave falta de pronunciación”. En ese empeño de suprimir de mi discurso cualquier “d” en cualquier posición de la palabra en que se encontrase, dije a la profesora Doña Carmina que: “Japón había surgido de la na”, comenzando la profesora a dar votes, como una histérica, haciendo aspavientos y a llevarse las manos a la cabeza, alarmada, a la vez que repetía: “de la nada, de la nada, de la nada…”, impidiendo que pudiera completar mi argumentación a la pregunta que me había hecho sobre la economía del País del Sol Naciente. Lo mismo se me hubiese escapado también “¡hay ca una!”.
Esto no quiere decir que todos los fuentealameños hablen y cometan los mismos errores en pronunciación; hay casos más extremos, sobretodo entre los mayores, pero conforme se ha ido aprendiendo a leer y escribir, los fallos han disminuido, influyendo en esa corrección los nietos o los hijos, ya más estudiados. Esta publicación no es una crítica, pues nada se tiene que reprochar, e incluso habría que valorar esa idiosincrasia que nos hace diferentes y esa transmisión oral de nuestros antepasados. Quiero dar a conocer, más bien recordar, la utilización de algunas expresiones y palabras utilizadas en el día a día en nuestro pueblo, siendo consciente de que son una mínima parte de las utilizadas y de que no se trata de un estudio profundo de la lingüística fuentealameña.
En ese afán de recortar la pronunciación de las palabras, los fuentealameños hemos llegado a casos extremos con la supresión casi total del fonema “d”, no solo la del final de las palabras, sino sobre todo la de sílabas intermedias, caso de “bail”, en vez de badil, “suor” por sudor, “caío” por caído “rueo” por ruedo, “rebaillas” por rabadillas, o la del principio de palabra, como “onde esta’s” y así un sinfín de palabras que todos nosotros conocemos. A veces, incluso  suprimimos “dr” y decimos “pae” o “mae” en vez de padre o madre, o cuando las palabras empiezan por el prefijo des, “esollar” por desollar, y hasta doblemente como “esnuar” por desnudar. Pero no solo lo hacemos con la “d”, también con la “r”: “velo” en vez de verlo, “paece” por parece;  incluso la n en “berejena” y a veces tan exageradamente “b” como “tamién” por también; quitamos la “y” de muy y decimos “mu bien”, que en este caso está “mu mal dicho”. En otras ocasiones, sin embargo, añadimos sílabas, consonantes o vocales y decimos “amoto” en vez de moto, “trompezar” por tropezar, “asín” por así, “escarrigüela” por carrihuela; o las cambiamos por otras “efaratar” por desbaratar. Muchas veces distorsionamos las palabras y las deformamos hasta extremos insospechados llegando a “dalear”, la palabra hasta ser admitida como un vulgarismo del verbo ladear, pero lo que no cuela “otavía”, es “almondiga” por albóndiga, “acendría” por sandía, “estréberes” por trébedes, “muliar” por muladar, “naiden” por nadie, “Alminilla” por Almedinilla, “ruilla” por rodilla, “billota” por bellota, “pisebre” por pesebres, “cuncursilla” por curcusilla  “porfiar” por desafiar… Yo he oído decir hasta “mortelada”, por mortadela, “estógamo”, por estómago.
A veces incluso les quitamos la “d” a los nombres propios  o apellidos y rebautizamos a las personas; en vez de decirle Padilla, decimos “Paillas”, “Caejo” por Cadejo o en vez de Matías Cándido decimos Matías “Candio”, o lo hacemos a nuestro gusto y decimos “Costo”, “Costorillo”,  por Custodio, así como o “Luardo” por Eduardo o “Lonardo” por Leonardo, sin embargo un nombre que está bien dicho como “Mandurria” va el Ayuntamiento de Alcalá la Real y la cambia y pone Calle Bandurria, que también está bien dicho pero no hace honor a Manuel “Mandurria”. Tenemos la costumbre de poner el artículo “la” o “el” delante del nombre propio y decimos “La Conchi”, o “La Loli”, para que no “me se” enfade o “El Quisco”.
El afán de recordar nos hace que la terminación de las palabras con las consonantes “s” o “d” o “z” no se pronuncia. “lapi”, por lápiz, “cali” por cáliz…
Los fuentealameños sin embargo, a diferencia de los alcalaínos o prieguenses, no seseamos, ni tampoco ceceamos, como los castilleros o mureños.
Utilizamos el sufijo diminutivo “illo” o “ico” en vez de “ito”: así decimos “pequeñillo” que no está mal dicho, en vez de pequeñito. Y algunas veces hasta inapropiadamente como para disminuir los efectos de “mismo” o “exactamente”,  “ahora mimitico…” o me da  “exatamentico igual”
La “f” la solemos sustituir por la “j”, y en vez de decir Fuente Álamo, lo hacemos más nuestro y decimos “Juente Álamo”, o “se jue” en vez de se fue…
La “hue” o la “bue” la pronunciamos a veces como “güe”, “güevos” por huevos, “güeso” por hueso, “güeno” por bueno, agüelo por abuelo y si exageramos decimos “Agüelajo”, o “güele” por huele, llegando la deformación incluso a la raíz del verbo “oler” para decir “goler”.
“Haiga”, sin embargo, pese a que estar mal dicho,viene del castellano antiguo y que ha previvido en las zonas rurales, lo correcto es haya. “Hogaño”, está bien dicho, viene del latín “hoc anno”, este año, son tan cultas que parecen incorrectas, así como “vide”, palabra del castellano antiguo y culto
 Decimos yerba, que también está bien dicho, pero los demás “hie” los convertimos en “ye, y decimos “yerro” en vez de hierro, “yelo” en vez de hielo…
La “h” inicial la aspiramos y la sustituimos por la “j” así decimos “jarapos” por harapos, “jongona” por hongona o “jocico” por hocico…
La “v” por la “g” “gorver” por volver. “degober” por devolver. Decimos “Regoltillas” en vez de Revueltillas, para denominar al cortijo que fue de Francisco Expósito.

Esto no se acaba aquí, así que podéis añadir unas cuantas más… 

miércoles, 1 de junio de 2016

TRÁGICO ACCIDENTE EN LA EMIGRACIÓN DE FUENTE ÁLAMO. FRANCISCO MALAGÓN CASTILLO.



    Fue triste y doloroso para todo el pueblo y especialmente para su familia, la muerte trágica de uno de los jóvenes más trabajadores y aplicados en sus estudios que tuvo la aldea. Había nacido en Fuente Álamo el 3 de abril de 1952 en el seno de una familia humilde y religiosa, hijo de Pedro y de Pilar. Vivió su infancia y juventud en una casa que la familia tenía en El Cerro, si bien a principios de los años 70 se marcharon a Alcalá la Real, en concreto a la Calle Real. Como hemos dicho era buen estudiante; se le propuso costear una carrera, y de hecho sus estudios de bachiller le fueron sufragados en la SAFA. Le recuerdo, aunque vagamente, tocando la campanilla en las eucaristías procesadas en la iglesia de Fuente Álamo, siguiendo la tradición de sus abuelos maternos, Pedro y Eugenia, quienes eran los sacristanes del pueblo.
Francisco Malagón Castillo, falleció a los 21 años de edad a consecuencia de un trágico accidente ocurrido en una noche de la primavera del año 1973 (mayo). Sería sobre las 12 y cuarto de la noche, por lo que la mayoría de los viajeros dormitaban, aunque Antonio Aguilera Valverde iba despierto y pudo ver el suceso con la exactitud que le permitió la noche. Juan Ibáñez estaba sentado por la mitad del autobús, durmiendo. Juan Pérez Hinojosa iba despierto y sentado sobre el caparazón que recubría el motor del autocar, hablando con el conductor, y así evitar que éste pudiera dormirse, al tiempo que reposaba unos chorizos que habían comido en un bar de carreteras de la provincia de Jaén. En aquellos años se viajaba de otra forma, la gente se podía levantar y sentarse junto al conductor. Nuestro malogrado paisano ocupaba el asiento individual situado a la izquierda del conductor. En aquel autocar de la empresa de Pepe de Charilla viajaba un grupo 15 ó 20 emigrantes fuentealameños destino al Norte de España (Burgos) para trabajar en el acondicionamiento y construcción de carreteras. El accidente tuvo lugar en una recta de la Mancha, en la antigua Nacional IV a la altura de Valdepeñas, y según recuerda José Pérez Pérez, a la derecha se podía ver la escultura de un ángel (1). Allí ocurrió el impacto con un camión tráiler marca Pegaso procedente de las llamadas por entonces Vascongadas, que viajaba cargado de azulejos destino a Sevilla. El camión circulaba de frente, mientras que un turismo Seat 850, 4 puertas, color amarillo intentó adelantar al autocar, pero como el tráiler venía en sentido contrario, su conductor dio un volantazo para evitar el turismo y se cruzó en la carretera, el turismo se metió debajo en la caja del camión y el chofer del autobús en un intento de evitar el choque frontal tuvo que dar  otro volantazo a la derecha en un instinto de salvarse, chocando el autocar con su parte derecha con la caja del camión. Como consecuencia, Francis quedó atrapado con la puerta del autobús y el asiento. El techo del autocar saltó hacia arriba y se fue hacia atrás y esa fue la salvación de los demás viajantes. En el  accidente también influyó el que la carretera estaba mojada, según comenta Juan Ibáñez. También pudo tener consecuencias más graves si hubiese llegado otro vehículo por detrás, pues el camión se cruzó de carril, quedando éste totalmente atravesado en la carretera, según relatan algunos de los viajeros accidentados.

Aparte de la muerte de Francis, hubo varios heridos graves como Juan Pérez Hinojosa, cuya cabeza se introdujo entre los barrotes del volante quedando atrapada entre ellos, y otros muchos sufrieron heridas leves como Juan Aguilera Cervera, quien recibió varios puntos o grapas, o Antonio Aguilera Valverde, quien iba sentado sobre el medio del autobús y recibió un golpe en la nariz con el cenicero del respaldo del asiento. Algunos resultaron ilesos, pero casi todos con pequeños cortes producidos por los cristales o con hematomas como Juan Ibáñez Sánchez, Feliciano Ibáñez Sánchez, Juan y Miguel La Rosa Rodríguez, José Pérez Pérez, Rafalillo Castillo “Pandehigo”, Juan Aguilera Cano “Cascorro”, Emilio Malagón Ochoa, Luis Valverde Pérez, el Agüelo de Puertollano, Chele de Dorotea, cuñado de la Boni, o el propio padre del fallecido Pedro Malagón Ochoa, “Pere”, ect…. Por el lugar del accidente pasó un primer coche, y su conductor no quiso montar a los accidentados porque no quería que lo mancharan de sangre; la Guardia Civil después les diría que si hubiesen tomado la matrícula, no hubiese conducido más, según manifiesta Juan Ibáñez. Antonio Aguilera cuenta que cuando vio que Juan Pérez Hinojosa no hablaba, comenzó a pedir ayuda para bajarlo y él lo alargó a los que estaban abajo. Pararon un coche y se fue con él al hospital de Valdepeñas. Cuando llegaron al hospital, vieron que había olvidado su carnet de identidad, por lo que la Guardia Civil le pidió los datos. En el cuartel, al otro día, le hicieron unas preguntas sobre cómo habían ocurrido los hechos. Los accidentados fueron evacuados en distintos coches a varios hospitales de la zona, tal y como comenta José Pérez, quien coincidió en el hospital con la esposa del conductor del turismo. Chele, “el cuñado de la Boni”, comentó que al conductor del turismo, quien falleció en el acto, no se le conocía nada de la cabeza. Al ser un choque lateral los que iban situados a la derecha sufrieron el impacto más violento. El autocar se quedó en el lugar y todas las maletas esparcidas por el suelo. Sólo se quedaron allí Juan Ibáñez y Emilio Malagón, hasta que llegó una máquina retroexcavadora para arrastrar el autobús, que a pesar de todo, arrancó a la primera, llevándolo a un aparcamiento cercano. Juan Ibáñez se fue con el conductor de la retroexcavadora hasta hospital, donde le preguntaron si el accidentado grave era familiar, diciendo que era su amigo.
 Francisco no murió en el acto, estuvo cuatro o cinco días en la UVI del hospital, según manifiesta Juan Pérez, quien también tuvo que quedarse en el hospital al menos un mes más. Juan dice que le dijeron (él no recuerda, pues estaba inconsciente) que en su estancia en el hospital, Francis le decía: “Juan no chilles, que yo estoy peor que tú y no me quejo”, pues estaban en la misma habitación.
El mismo día del accidente a Juan Ibáñez y a Emilio Malagón, les dijo Pepe Charilla, que si querían volver no les iba a cobrar nada y  que podían ir a ver a sus familiares. Al otro día fue otro autocar y les trajo a todos a Fuente Álamo, excepto a Juan Pérez y a Francisco Malagón. Estuvieron 3 ó 4 días en Fuente Álamo y después del sepelio de Francis se marcharon de nuevo a Burgos, eso sí, ahora en tren.

(1) En el Cerro de las Aguzaderas, 2 km al norte de Valdepeñas y visible desde la antigua Nacional IV (actual A4), el Ángel de la Victoria y la Paz, un monumento dedicado a «los mártires de nuestra cruzada», obra de Juan de Ávalos. La obra consistía en la figura de un ángel de 15 m de altura con una espada en forma de cruz de 10 m realizada en chapa de cobre repujada recubriendo una armadura interior de hierro, y dos hitos de 25 m de alto que representan una puerta de la paz. El 18 de julio de 1976, 40.º aniversario del Alzamiento Nacional, un atentado con bomba del FRAP destruyó parcialmente el Ángel. Finalmente se dejó la escultura como había quedado, adecentándose los alrededores. Con el tiempo el Ángel fue deteriorándose, perdiendo la espada y quedando solo la empuñadura en forma de cruz.