En la primera
parte[1]
vimos como Rafael y la música siempre han estado unidos, y como dijimos aprendió
a tocar primero la flauta y después el clarinete de oídas,formando incluso un grupo musical con su
primo Benito que tocaba la batería y al violín, Pepe Aguilera el hijo de
Víctor, hermano de Bonifacio. Tocaron en Cañahonda, en la Cruz de la Setilla y
otros muchos festejos que se formaban por aquellas cortijadas. Amenizaron bodas,
junto a Mateo “Perote”, entre ellas la de Custodio Zuheros y Mercedes Aguilera.
En 1951 se
alistó en el ejército, la quinta de este año hicieron la fiesta en la taberna
de Francisco “El Pelón”. De su quinta eran José Jiménez Pérez, Antonio Montes
López,Pedro Ibáñez Nieto, entre otros,
además del grajereño Román Aguilera “Romanillo”. Todos fueron destinados a
Barcelona. Hizo 16 meses de servicio en el Cuartel de Lepanto en el cuerpo de
Ingenieros Zapadores en el 41 batallón, donde coincidió con el fuentealameño
Pedro Arenas Aguilera, que era de una quinta superior y recuerda y reconoce que
le ayudó mucho. Allí también coincidió
con otro de su quinta, Juan Aguilera Cano “Cascorro”, a quien le escribía las
cartas para la novia y era el encargado de los jardines.
Otro
acontecimiento que le sobrecogió fue en 1954 el fallecimiento de una amiga de
la juventud, llamada Flore, quien se quitó la vida a temprana edad y él
acompañó a la familia en su triste despedida, cargando en sus hombros el ataúd,
fue todo un triste acontecimiento que sobrecogió a familiares y amigos.
En la temporada
1956-57 estuvo trabajando en la reforestación de pinos en la provincia de
Burgos, en concreto, en Agüera de Montija, Villasana de Mena, Irún de Mena.
Allí coincidió con Manuel Aguilera “Remigio” ysu primo Julián de Valenzuela, Manuel, Antonio y Francisco Jiménez
“Remendao”. Después estuvo unos cuatro meses en una fábrica de fundiciónen Arga-El Berrón. Paraba en una pensión con
Manuel Jiménez. Se vino con la intención de volver a la fábrica, solo se quedó
allí Manuel “Remigio”.
El 9 de diciembre
de 1957, se casó con Rafaela Pareja Valverde, de los Cerinos, (familia a la que
siempre estuvieron muy unidos los Floríos). Se unieron en matrimonio en la
Iglesia de San Antonio de Padua de Fuente Álamo.D. Santiago Cozar ofició la
ceremonia yla boda la celebraron en la
era del cortijo de Los Cerinos. Como quiera que hacía poco tiempo del
fallecimiento del abuelo Lorenzo, costumbres de la época, se casaron de luto,
es decir, ambos con trajes negros.
Siguiendo los
pasos de su hermana mayor Francisca, casada con Mariano Sánchez del cortijo de
los Martillos, y en 1958 se fueron a
vivir aVillanueva de la Reina, donde
él comenzó a ganarse la vida como maestro ambulante[2]
por el campo, mientras que los fines de semana pelaba en su casa y si alguien enfermaba
también ejercía de practicante. Por pelar cobraba de 3 a 5 pesetas. Con aquel
cambio, al principio, le costó mucho adaptarse y se quedó muy delgado. Aún
conserva una casa en aquel pueblo, donde sigue siendo recordándole como “El Maestro” y donde nacieron sus dos
hijas. Fueron seis años de maestro de campo, de cortijo en cortijo en
bicicleta, enseñando a la vez que preparaba a los niños para hacer la primera
comunión. Les enseñaba lo básico, incluido gramática y los llevaba para hacer
la primera comunión a Villanueva. Realizó una verdadera labor humana y
pedagógica, de lo contrario hubiesen quedado muchos niños sin escolarizar en
aquellos campos. Cobraba de 3 duros a 5 duros al mes, llegando a tener hasta 80
alumnos. Algunos se colocaron en la
metalúrgica Santana-Linares y uno de ellos llegó a ser diputado nacional por el
PSOE en una de las primeras Cortes Democráticas (1982), Jorge Francisco
Cremades Sena[3], con
quien después de algún tiempo ha tenido un reencuentro telefónico y quien ha
querido dedicarle estas palabras de agradecimiento:
"Querido
amigo Rafael, mi maestro, el que tanto me ha dado, entre otras cosas a no estar
condenado a ser un analfabeto, quiero que sepas que te agradezco profundamente
todo lo que hiciste por mí y por otros tantos niños condenados entonces en los
campos andaluces a ser víctimas de todo y unos analfabetos recalcitrantes.
Todavía llevo en mi mente y en mi corazón aquella llegada al cortijo en tu bici
para darnos clases en circunstancias tan difíciles......y eso no tiene precio.
La emoción que siento al volver a conectar contigo y saber que estás bien es
indescriptible, aunque ni tú ni yo ya seamos aquel maestro joven ambulante y
aquel chiquillo que era capaz de ver la luz a través de tus enseñanzas (yo
también dediqué mi vida posterior a la educación, salvo un paréntesis que lo
dediqué a la política) y seamos ahora dos personas con mucha edad que tuvieron
la suerte de cruzarse en el momento oportuno para poder seguir adelante en
aquellos años difíciles de los años cincuenta y más difíciles aun en el ámbito
rural en que estábamos inmersos. En fin, maestro y amigo (los maestros siempre
son amigos de los alumnos y viceversa), tendría que escribir un montón de
folios para poder agradecerte todo lo que te debo, todo lo que hiciste por mí,
pero como este no es el espacio adecuado para hacerlo, valga este breve mensaje
de agradecimiento como osada intención de poner en valor lo que a lo largo de
mi vida has representado ya que siempre tuve un infinito agradecimiento por
todas las enseñanzas que pude aprender gracias a ti. Un abrazo inmenso y
cuídate."
Después, en el
año 1964, se fueron a vivir a Linares, comenzó a trabajar en la fábrica siderometalúgica
relacionada con la fabricación de automóviles “Santana-Linares”. Un alumno
llamado Pedro, a quien preparaba para su ingreso, se lo dijo y le rellenó la
solicitud,hizo un examen oral y entró
después de hacer un cursillo de rectificadora de máquinas que hacían las
piezas. Se colocó de rectificador, pero tuvo un accidente con la moto y pasó a
control de calidad. Obtuvo varios reconocimientos, uno de ellos por puntualidad
y no faltar nunca al trabajo. Allí estuvo hasta que se prejubiló en 1990.
Después de su prejubilación llevó una vida muy
tranquila y feliz hasta que el 13 de junio de 2014 falleció Rafaela, su amiga, compañera,
esposa y madre de sus dos hijas, con la que había estado unida cerca de 80
años, es decir toda la vida a excepción de los primeros 12 años, edad en la que
se conocieron. Aquí nos detuvimos un rato para que me contase una preciosa
historia de amor. Como en el horno de yeso que tenía quien luego
fuera su suegro (Benito “Cerino”),debajo
de una piedra, se dejaban las cartas de amor. Allí, me cuenta, que Rafaela le
dejó su primera foto. Aunque
ya habían pasado algunos años de noviazgo, Rafaela no quería que su padre se
enterara. Pues seguían siendo muy jóvenes. Pero ella hablaba por las noches y
su hermana lo descubrió. Y empezó a hacerle un chantaje de hermana: "Si
no vas tú a por el agua al pozo, le digo a papa que tu novio es Rafalillo el Florío".
Y allá que iba ella a por el agua al pozo. Un día ya cansada de esto, le dijo:
"se acabó, si quieres decírselo, se lo
dices, pero yo ya no voy a ir más a por agua sola" La casualidad, o no
tanta casualidad, quiso que su suegro lo escuchara: " ¡Ah! Con que tu novio es Rafalillo el Florío... y ¿por qué no le
dices que venga por aquí un día y habla conmigo?" Ése fue el
principio de lo que entonces se llamaba "una relación formal".
Estos 90 años de vida puede valorarlos por lo
general positivamente, aunque, como hemos visto, ha pasado por situaciones que
le sobrecogieron.
Reconoce que no
tiene fuertes aficiones, salvo por la música, quizás algo por los toros, como
linarense de adopción que es. Es totalmente apolítico. Le gusta estar bien
informado y leer, aunque la vista ya no le da mucho juego. Es muy, muy
familiar, siempre ha intentado mantener los vínculos familiares y sus amistades
de la infancia y adolescencia,permaneciendo aún clavados sus recuerdos en sus Floríos natales.
En
este pequeño resumen biográfico se ha podido ver que la música le ha acompañado
gran parte de su vida. Hemos visto como hacía sus propias flautas de caña, como
le llegó su verdadera flauta y su primer clarinete, como componía las letrillas
de las coplas y las coordinaba, como formó parte de aquellas murgas navideñas y
de aquella agrupación familiar y de amigos que tocaban en las fiestas
fuentealameñas…. Cuando se prejubiló, le regalaron sus hijas un clarinete para
que retomara esta afición, e incluso estuvo dos años estudiando en el Conservatorio
de Música de Linares, disfrutando de esa experiencia. Con el paso del
tiempo se unió a un grupo en el Centro de Personas Mayores de Linares, en este
caso tocando el laúd, actuando en locales de forma aficionada. Pero el destino
hizo que su clarinete lo heredase su nieto Jaime, quien también ha heredado la
misma pasión por la música. Hoy está en el Conservatorio Superior de Música de Granada
estudiando Composición y Clarinete. Es el gran orgullo de Rafael, que ha visto
como su afición se prolonga y se engrandece. Sin olvidar, que a su faceta
pedagógica, también le han dado continuidad sus dos hijas: Josefa y Lourdes, a
quienes agradezco su colaboración.
PD.Desde aquí animo a familiares,amigos yseguidores del blog, (al igual que ha hecho su alumno y amigo, paco
cremades), que en el apartado de comentarios, dejen una pequeña dedicatoria a
Rafael, seguro que le hará ilusión.
[2]También
conocidos por “maestros garroteros”,al
parecer era por el garrote que portaban para defenderse de los ataques de los
perros de los cortijos.
Desde
que falta su mujer, me cuenta que ha perdido mucha ilusión y algunas memorias a corto plazo. Aunque
noto, que conforme avanza la conversación le va viniendo un torrente de
recuerdos, que no cesa de exteriorizarlos, mostrando su agradecimiento a todo
lo que suena a fuentealameño. Desde que pude contactar con él, todo ha sido
bondad, generosidad y predisposición. Se
le nota una fuerte carga emocional hacia lo que fue su aldea natal y sus gentes
y más en concreto al paraje denominado Los
Floríos[1], que le
dio nombre el apellido de su abuela materna. Por ello debemos ser los demás
fuentealameños los que estemos agradecidos a personas como Rafalillo, que
dejaron huella, y que llevaron por bandera nuestro pueblo allí donde
estuvieron. Son el símbolo de aquella época de los años 50, donde las murgas
navideñas y las fiestas por cualquier acontecimiento se vivían de una forma
especial, contribuyendo Rafael con su clarinete hacer la vida más llevadera
después de tanta miseria. Aquella época en la que la familia y los amigos
estaban por encima de todo. Estoy doblemente agradecido, cuando una persona de
90 años me dice: “He leído su libro dos
veces…”, eso da mucho respeto de quien te lo dice y por otra parte
demuestra suinterés por lo
fuentealameño. La sencillez es una virtud de los hombres grandes, y Rafael es
uno de ellos.
Rafael
nació en su recordado paraje de los Floríos, el 17 de abril de 1930,lugar que abandonaría temporalmente a los 6
años de edad con el inicio de la Guerra Civil y definitivamente en año 1958. Sin embargo sus
raíces eran tan fuertes que hasta que pudo, siempre volvía para visitar a
familiares y amigos e incluso los primeros años después de su marcha, cada
temporada volvía a su antiguo trabajo en el molino de la Chinche. Allí se crió
juntocon sus primos, los hijos de sus
tíos Antonio y Anica, (que a su vez eran hermanos de sus padres), aunque las
casas-cortijos estaban separadas, ellos vivían en la loma y sus primos más
cercanos al arroyo. La saga Aguilera-Valverde eran tan grande y todos en edades
similares, que cuando se les aplicaba las vacunas en el llamamiento el apellido
se repetía una y otra vez. Es el menor
de seis hermanos.Hijo de Rafael
Aguilera Flores 1891 y deMaría Valverde
Pulido 1896. Tuvo como hermanos aMaría
Luisa 1917 casada con Mateo “de la Viñuela”, Francisca 1919 casada con Mariano
Sánchez “Los Martillos”, Domingo 1920 con Rufina Zafra, Anastasio 1923 con
Elena Garzón, José 1926 con Josefa Expósito. Cada uno de ellos, exceptoFrancisca que vivió un poco tiempo en Los
Martillos, y José que fue él último que habitó la casa familiar, por diversos
motivos fueron saliendo de la casa-cortijo. Fundamentalmente
erala
necesidad de abrirse caminos en otros lugares, muchas veces porque habían contraído matrimonio con personas de
otras localidades. El mayor de los varones,Domingo, ingresó en la guardia civil en los años 40 y vive también en
Linares. Otros se situaron en las Caserías de San Isidro o en la Viñuela
(Escarrihuela).
Nunca
fue a la escuela oficial, debido a que cuando tenía 6 años estalló la Guerra
Civil, y cuando regresaron a la casa natal, era casi ya un mozuelo en edad no
escolar.Él mismo lo resume con la
frase: “una noche se pasó y otra, nunca
llegó”.Eso no quita que tuviese una
buena formación, pues era aplicado y sus padres pagaban a maestros no
profesionales que iban por los cortijos enseñando las reglas básicas. Él
solamente le pedíaa su padre que fuesen
maestros que no pegasen. Unas veces les daban clases en la casa de sus primos,
otras en la suya, o en el cortijo de los Cerinos. Antes de la Guerra Civil,
durante la II Republica, ganó un premio en la aldea de las Pilas de Fuente
Soto, tendría 5 años. Su primer maestro que se llamaba Julián, quiso llevar a
sus alumnos más destacados a un concurso en la
mencionada aldea. Recuerda que le pusieron encima de una mesa y le hacían
preguntas sobre geografía, me dice: “los
ríos y esas cosas”.El premio fue un
libro de historias. Su prima Inés consiguió también el primer premio de las
niñas, y su otro primo Antonio “El Sordillo”, el segundo. Aquel maestro quería
sacarse el título oficial de maestros yles iban a llevar a Granada, según les
dijo. La Guerra Civil lo truncó todo, se llevó su formación y lo que fue más
grave: a su maestro, del que según le contó Pedro “El Trasperlista”, un
proyectil le impactó de tal manera que no le encontraron ni las botas que llevaba.
Después
de la Guerra tuvo otros maestros de campo, recuerda a Juan Rey Rojano
“Topillo”. También tuvieron como maestro a
Ángel la Calle, de Frailes, que les daba gramática. Pero con quien se profesaba verdadera fe mutua era con Matías Pérez “Borracho” de Fuente
Álamo, quien también iba al cortijo a darles clase y algunas veces les pillaba
guardando los marranos y como estos se le escapasen, la clase se pasaba.
Después, en los años 50, estuvieron trabajando juntos en la recolección de la
aceituna en Bujalance. Élllevaba las
cuentas de la cuadrilla yentre ambos
las ajustaron.
De
los inicios de la Guerra Civil, sus recuerdos no son buenos. Tiene grabado el
hecho de la muerte de una persona ocurrido en las cercanías del lugar donde
vivían, en concreto de una persona de Algarinejo, que un destacamento rojo
asentado en el Cerro del Ayozo mató. Fue enterrado
en la parte baja del Cortijo del Coscojar Bajo, a una distancia de 4 ó 5
hileras de olivos.Pocos días después
les llevaron los milicianos a San José de la Rábita.Fueron al cortijo con mulos y les dijeron que
no se movieran de allí, que no se cambiaran con los fascistas que los mataban,
y al otro día fueron y se los llevaron, cosa que nunca entendió muy bien, pues
eran una familia humilde. En San José estuvieron unos pocos días,
de
allí solo recuerda que había muchas botellas rotas
por el suelo, por lo que podía ser una antigua taberna. Pero como su hermano
Anastasio y su primo Lorenzo se habían quedado
con Antonio Ramírez“Andanas” en el
Cortijo del Ayozo, volvieron a por ellos y se pasaron con los nacionales.
Primero estuvieron unos días enlas casillas de Estaban García en la Dehesa,
después en el Cortijos delEncinar en
casa de una tía materna, y desde allí se marcharon a Alcalá la Real. Estuvieron
parando en una casa en la Calle Ancha y después en una casa grande en el
Llanete del Conde donde se acomodaron con un hombre llamado Tío Jarico que se
les habían marchado sus hijos a la zona roja. En Alcalá permanecieron
aproximadamente un año, pues recuerda que estuvieron la temporada de aceitunas.
Se acuerda de los bombardeos sufridos desde el Puerto del Castillo donde
disparaban los cañones, aún tiene grabado aquel silbido de los proyectiles y su
impacto. En la Calle Ancha no explotaron y lo sacaron los artificieros. Circunstancias de la vida, sin que sepa el porqué, salvo
que se debiera a una visita de enfermos,vio a Antonio Ramírez Vico, hijo de Vicente Ramírez, en el hospital,
muerto, y otro llamado Mere de las Caserías. Pudo escuchar a Vicente decir muy
afectado: “Qué le ha pasado a
mi hijo”.Fue con su padre al hospital, donde había en el
suelo algunos muertos. Reconoció a Mere,
aunque estaba muy negro. De pronto un hombre le dijo: “Niño que haces tú, aquí”. Y le recriminó a su padre: “Hombre, llévese a este chiquillo de aquí,
no hace falta que vea estas cosas”. Piensa que pudo ser en el ataque
a Alcalá la Real en febrero de 1937.Desde Alcalá se fueron a las Lagunillas de Priego. Durante el camino veía cómo los aviones por la Setilla
batían sus alas y cómo los olivares movían sus
ramas. Desde allí a Cabra. Paraban en un cortijo llamado Casilla la Mina a tres
kilómetros de la ciudad. También pudo presenciar otro ataque republicano el 7
de noviembre de 1938 a dicha ciudad, recuerda que estuvieron tres mañanas
seguidas sobrevolando los aviones, y al tercer día los bombardearon. Le pareció que se abría la tierra,muchas de las personas que huyeron llegaron
ensangrentadas al cortijo a refugiarse. Allí no sabían nada de guerra, estaban
tranquilos. Su padre era el mulero mayor y su hermano Anastasio trabajaba con
una yunta, a su hermano Domingo se lo llevaron a la guerra, estuvo en el frente
nacional durante once meses en Peñarroya.
Una
vez finalizada la guerra vuelven a los Florios en el año 1941. No hizo la
primera comunión, la hizo después en la mili. Una vez reasentados, la familia
intentó rehacer sus vidas. Él cuidaba los marranos, hasta que siendo un jovenzuelo,
comenzó a trabajar como jornalero y con las yuntas del Cortijo del Coscojar,
sustituyendo a su hermano Pepe y labrando las 4 fanegas de tierra de la familia.
Trabajos que compatibilizó como contable en el molino de aceite de la Chinche,
a donde volvía cada campaña incluso estando viviendo en Villanueva de la Reina.
Hizo una gran amistada con Juanito el de la Chinche, su empleador, parando
incluso en su casa.
Desde niño se
le despertó la inquietud y la pasión por la música, él se hacía sus
propias flautas con cañas, hasta que su hermano mayor Domingo, que estaba de
Guardia Civil en un pueblo de Granada le mandó con José “El de la Cabrera” una
flauta, que al verla y como no se lo podía creer, solo exclamó: ¡una flauta de verdad! Tocaba de oído,
pues nunca pudo estudiar música,peroeste arte, como veremos, va
ser un continuum en su vida.
Se
inició en la Postguerra una de las etapas más felices de su vida, su familia,
pese a las necesidades, era muy alegre y le gustaba formar fiestas tanto en las
navidades, como en otrosacontecimientos
festivos como arremates de aceituna, hasta el punto que Matías “Candio”, decía
que como ellos no había otros, que era la mejor murga de todos los alrededores.
Fueron muchos años de comparsas, donde su hermano Anastasio era el maestro, su
primo Benito cantaba los estribillos
y tocaba los platillos, y él la flautay el clarinete, que le cambió por un reloj de
pulsera a un hijo del apodado “El Huérfano”. También era coordinador de las
coplillas, para enlazar unas con otras. Su prima Inés era la que llevaba la voz
cantante. La murga la formaban hombres y mujeres, después solo hombres. Se
juntaban con los Cerinos y con los hijos de Fernando “Cagarruto”, de quien un
hijo murió en una navidad de una meningitis. Formaban una gran comparsa en la
Nochebuena, donde primero cantaban villancicos
compuestos por ellosy después pedían
permiso al personal para cantarle coplillas a las mocitas. Aquello le gustaba
mucho a la gente. Era una murga dirigida por el maestro, con zambombas, carrañacas,
panderetas... que eran elaboradas por ellos mismos, incluso con un tambor que
tocaba su primo Antonio “Sordillo”. También las coplillas eran compuestas por
ellos, los más destacados eran su hermano Anastasio y Pedro Pareja “Cerino”, y
una de las coplas comenzaba: “Anastasio
el Florio y Pedro de los Cerinos, han inventado estas coplas para divertir
vecinos”. Cosa que no gustó a algunos por señalarse, pero piensa, que
seguramente fue a los que no componían nada. Como hemos dicho entremedias de
los villancicos se cantaba:
“Señores ya han terminado
las coplas de los murguistas, ahora vamos a empezar con varias de las mocitas (Pedro
Pareja “Cerino”):
“Las mocitas de hoy en día feas no existe
ninguna,
mientras existan cremas, coloretes y pintura”
(Rafael Aguilera).
“Cuando se pintan las uñas, los labiosy los lunares,
y se peinan a lo loco,el demonio las ampare”.
Muchas se ponen de bien
pues que les parta un rayo,
con el peinado tan liso y la cola de caballo.
(Matías Pérez).
Matías Pérez componía estas coplillas cuando estaban en la aceitunas
en Bujalance en la temporada de 1955. Allí formaron una buena cuadrilla con
Mateo, hermano de Matías y sus hijos Antonia y Amador.
Aprendió
a tocar primero la flauta y después el clarinete de oídas,formando incluso un grupo musical con su
primo Benito que tocaba la batería y al
violín,
Pepe Aguilera el hijo de Víctor, hermano de
Bonifacio. Tocaron en Cañahonda, en la Cruz de
la Setilla y otros muchos festejos que se formaban por aquellas cortijadas.
CONTINUARÁ…
[1] Los Floríos es un paraje de unas cuatro fanegas
de extensióndonde estaban ubicadasdos casas-cortijos perteneciente a La Colonia
de Fuente Álamo que se extiende desde de Rajuña hasta la zona alta de Los
Floríos.
El
apellido Vera es uno de los más renombrados y que más ha perdurado en el tiempo
en la Aldea de Fuente Álamo. Casi todos los fuentealameños o gran parte de
nosotros tenemos un antecedente o antepasado de la saga, y lo que es más
llamativo, muchos de nosotros estamos enlazados por la sangre o por cadenas
genéticas y lo desconocemos e incluso mantenemos desacuerdos o diferencias con
gente de nuestra propia sangre. Tanto es así que me atrevo a decir que más del
50 por ciento de las actuales casas de vecinos de Fuente Álamo son
descendientesde los Vera: (Daniel de
Antonia Vera Moreno, Mariana, Antonio y Francisco de Antonio Pérez Vera,
Mercedes Ramírez de Juliana Vera Jiménez,Paqui Pérez de Hipólita Aguilera Vera, Antonia de Asunción Pérez Vera,
Manuel de Isabel Pérez Vera, Mercedes de José Vera Torres, Antonio Aguilera
Valverde nieto de José Benito Aguilera Vera, Julia Pérez Vera hija de Sancha
Vera, Victoria Pérez Vera de Cándida Pérez Vera, más otras muchas generaciones
posteriores como José, Raquel, María Dolores, Antonio, Rafael Aguilera, Josefa
Jiménez, Julia Vera…)
Los
años 50 y 60, incluso los 70 del siglo pasado, la Dehesilla fue el bastión más
fuerte de los Vera, con Quintín Vera Gutiérrez y sus cuatro hijos, entre ellos
Domingo y sus cinco hijos yValentina y
su hijo Francisco García Vera; Rogelio y su hijo Antonio Vera Aguayo a quien
propiamente se le denominaba “Vera” o “Tío Vera” y su esposa Leona Vera. Por
otra parte los hijos de Lorenzo Vera Castillo “Nano”, en concreto Pablo Vera o
Hipólita Aguilera Vera vivían en la Dehesa propiamente dicha. En el Cortijo de
los Floríos los hermanos Antonio y Rafael Aguilera, hijos de José Benito
Aguilera Vera habían formado su propia saga en aquel bastión. La saga se fue
expandiendo entre Fuente Álamo y Las Grajeras y la emigración los fue
dispersando por toda la geografía española.
…
Partiendo
del padrón de 1825, del que podemos decir que es el primero que considera a
Fuente Álamo con entidad propia, pues en el padrón de 1801 a la gente que
habitaba lo que después fuera su partido, se les anota dentro del partido de
campo de La Rábita o de las Caserías. Así tenemos como base o tronco el formado
por el matrimonio de Francisco de Vera,
nacido en torno al año 1773 e Isabel
Montañés nacida sobre el año 1790. Debo
aclarar que los años de nacimiento son orientativos,
dado que los datos están obtenidos de los distintos padrones municipales, y lo
normal es que no concuerden con la fecha real.Por situarnos en el tiempo y el espacio, en el padrón de 1837, Francisco
de Vera aparece como jornalero viviendo en uno de loscortijos de la Dehesa junto a su familia.
Pero ya en el padrón de 1825 del que hemos partido, aparece inscrito el
matrimonio con sus 5 hijos: Antonio de15 años, Isabel (no consta edad), Francisco de 8 años, Josefa (no
consta), Rosario(no consta edad) y
Antonia (no consta edad).
En
el padrón de 1833 su hijo Antonio ya no aparece con la familia, pienso que por
error tampoco se inscribe a su hija Josefa y se cambia el nombre de Rosario por
Rosalía.
Mientras
tanto, en 1837en la Dehesa (cuna de los
Vera) seguía viviendo Francisco con su esposa Isabel y sus hijos: Isabel de 24
años, Francisco de 22 años, Josefa de 20 años, Rosalía de 17 años y Antonia de
14 años. Antonio se había casado con Manuela Aguilera Reyes, y se habían
instalado en el Cortijo de Loma de Zalamea, pero debió fallecer joven, pues en
este padrón de 1837 Manuela ya era viuda haciéndose cargo de sus tres hijos:
Francisco, María y José y sus dos hermanos huérfanos: Benito y José.
También
hay que recalcar que después de 1837 no tenemos padrones hasta 1878, por lo que
perderemos algunas líneas. El Registro Civil comenzó a funcionar a partir de
1870 y los Archivos Parroquiales su consulta es un tanto complicada. No
obstante hemos conseguido seguir las líneas principales que continuaron asentadas
en la Aldea.
Serían
los hijos: Antonio, Francisco y Antonia los que continuaron con la saga en
Fuente Álamo. Los demás hijos no aparecen más en los padrones de Fuente Álamo,
bien porque se trasladaron a otras localidades o bien porque pudieron fallecer
prematuramente.
Ahora vamos
a estudiar los descendientes de Antonio y de Antonia, dejando para otra
publicación los descendientes de Francisco, entre los que me encuentro.
Antonio Vera Montañés 1809, se había casado en los años 30 del
siglo XIX con María Manuela Aguilera Reyes 1810 tuvieron como hijos a Francisco
1831, María 1833, José 1835. A su cargo: Antonia, Ana, Benito 1820 y José 1823
(hermanos de Manuela). De ellos María y José continuarían la saga en Fuente
Álamo, especialmente en la Dehesilla. José
Vera Aguilera 1835 casado con Francisca Gutiérrez López 1833tuvieron como hijos a Antonio 1860, Rogelio
1864, Valentina 1866,Quintín 1869,
Ángel 1873. De ellos Rogelio, Valentina y Quintín dejarían sus raíces plantadas
en la Dehesilla donde proliferaron nuevas ramas, otras semillas fueron buscando
terreno donde germinar en Las Grajeras o La Rábita.María
Vera Aguilera 1833 casada con Tomás Muñoz Torres 1828, pegujalero, natural
de Castil de Campos (Córdoba), residencia en Fuente Álamo desde 1853 tuvieron
de hijos a José 1862,Benito 1866,
Saturnino 1870, Tiburcia 1873). Tiburcia falleció en la Guerra Civily su hijo Miguel ÁvilaMuñoz 1894 casado con Rafaela García Pérez
1897, sería víctima de la Guerra Civil al morir en la cárcel de Jaén. Sus
descendientes Cipriano 1920 casó con Rosario Ávila, Gregorio 1924 y Ramona 1936
quedaron solteros y Carmen 1939 se casó Juan de Dios Anguita. Poco a poco fueron
abandonando la aldea a finales de los cuarenta, algunos se establecieron en
Palma del Río y otros en Alcalá la Real, en la Aldea solo quedó Gregorio Ávila
García “Grigo”, donde falleció finales de los 70 del siglo pasado, sin
descendencia al estar soltero.
Foto: María Anguita Ávila
Antonia Vera Montañés 1823 se casó con José Aguilera Mesa de
las Caserías,hijo de Manuel de Aguilera
y Cecilia Mesa, cuyo hijo José Benito
Aguilera Vera 1851al casarse el 17 de octubre de 1874 con María Dolores
Flores López 1854 formaría la Saga de Los Floríos. Si bien serían los hermanos
Rafael y Antonio casados con las también hermanas María y Ana hijas de Lorenzo
Valverde Díaz y Luisa Pulido Torres, lo que propiamente continuarían saga en
Fuente Álamo. En la Dehesa se estableció Margarita casada con José Pérez López,
siendo su hijo Eugenio quien no abandonaría la casa natal hasta finales los
años 70 del siglo pasado. Estos eran los hijos: María Socorro 1884 (Priego).
Vicente (Caserías). Benito(Caserías). Margarita
1886 & José Pérez López 1887: Higinio 1920, Ramón 1922, Eugenio 1924,
Victoria 1926, Ángeles 1935. Rafael 1891
& María Valverde Pulido 1896: María Luisa 1917, Francisca 1919,Domingo 1920, Anastasio 1923, José 1926,
Rafael 1930[1]. Paula 1894 (Caserías) &Joaquín Fuentes Aranda. Antonio 1896 & Ana Valverde Pulido
1898: Inés 1922, Adoración 1923, Lorenzo 1924, Francisco 1926, Antonio 1928,
Custodia 1930, Clemencia 1933, Benito 1934, María 1938, Carlos 1940.
Será
a Rafael Aguilera Valverde a quien dediquemos un próximo capítulo. Nos recordará aquellas
murgas navideñas, los villancicos y coplillas de las mocitas que se cantaban en
los años 40 y 50 y un sinfín de recuerdo acumulados en 90 años,
especialmente aquellos vividos en sus Floríos natales.
[1]Rafael es un ejemplo de esa saga y al que le dedicaremos un capítulo
especial.
Mariana
sufrió la Guerra Civil desde los 4 a los 7 años, le enseñó los dientes a la
hambruna, conoció la embestida de la polio en un hermano, reparó la pérdida
tierna de una hija…
Después,
preservó a sus hijos contra la tuberculosis, sarampión, varicela y otros males.Se vacuna cada año de la gripe. Creía que los
avances sanitarios habían creado una burbuja que les haría inmunes a las
pandemias pasadas.
Estaba casi segura de que nunca más
vería caerle bombas. Que las guerras de las que hablaban en la tele, estaban
muy lejos. Que a su aldea nunca jamás llegarían, aunque lo de Cataluña le fue
creando ciertas dudas (allí tiene una hija, nietos y biznietos). Que en el
bunker de su aldea, sería difícil que llegara algo malo, porque allí solo había
bondad y lejanía.
No
quería ni pensar quepodría ver una cosa
igual o parecida. Quería creer que ya había visto todo lo malo por venir.Que solo quedaría lo bueno por ver y vivir.
Pese a esa creencia, un tanto
ilusoria, siempre estuvo recelosa. Recelo que les fue inculcando a sus hijos, dejándose
llevar por ese instinto materno protector.Para ellos, un tanto pesimista; para ella, basado en lo vivido.
El día 13 de marzo se enteró por la
tele que había, según ella, que "confitarse" a causa de un “bicho”
que mataba a muchas criaturas.
-Hoy han sido
menos de 200 en España, -anunciaba su hijo, quien intentaba
suavizar la información, para no crearle demasiada preocupación, a la vez que
intentaba concienciarla de que algo malo estaba llegando y debía protegerse.
-!Ay Dios mío!¿
Eso son pocas criaturas?-objetaba ella, un tanto
desconcertada.
Oía
la palabra "alarma" y le
traía recuerdos de guerra, cuando se refugiaban de las bombas en la Mina del
pueblo. “Confinamiento” era ponerse a
salvo, refugiándose cada uno en su casa. Esta
guerra se gana evitando el cuerpo a cuerpo. Veía cómo el parque cercano de
su casa era precintado y cerrado, cómo un policía pasaba por las inmediaciones
(circunstancia que no era habitual), cómo
las calles eran desinfectadas, cómo el
alcalde repartía mascarillas a los más vulnerables…
El desasosiego
por lo vivido, volvía a intranquilizarle. Estaba viendo lo que creía que nunca vería:
que su Comadre Mercedes pudiera salir a
la calle por el simple hecho de tener un perro y ella no.