lunes, 27 de enero de 2020

GENTE DE FUENTE ÁLAMO EN EL AÑO 1960. SESENTA AÑOS DESPUÉS LA HISTORIA CONTINUA. MERCEDES PÉREZ PÉREZ.


         Durante el año 1960 se fue confeccionado el Padrón Municipal de los vecinos domiciliados (presentes y ausentes) y transeúntes que se inscribieron en  Alcalá la Real y sus aldeas a 31 de diciembre de ese año. Un censo de habitantes que presenta novedades respecto a los anteriores, pues por primera vez no se inscriben a los vecinos por orden alfabético, sino por barrios o cortijadas, distinguiendo de una forma demasiado extensiva tan solo a cinco grupos poblacionales: La Fuente, Escuelas, Horno, Dehesilla y Colonia. Las inscripciones siguen un orden determinado en la localización en el espacio, van casa por casa o cortijo por cortijo.  También, como novedad, no se anota la edad de los habitantes, sino que se pone el año de nacimiento; si bien es verdad que, como en los anteriores padrones, también hemos detectado algunos errores en el año de nacimiento. Casualmente no recoge a ningún nacido en este año 1960, sino que los reseña como nacidos en el año 1959. Se observan además, algunos errores en nombre y apellidos, caso de Santiago Cano Muñoz, que por error lo renombra como Santiago Arenas Pérez…
Otra novedad sería que en este padrón se registra la renta, sueldo o jornal diario. La gran mayoría son trabajadores del campo, denominados de diferente manera: jornaleros, obreros agrícolas, O.J. (obrero jornalero con renta), agricultor o labrador. En este grupo se reseña como labrador a Antonio Collado Álvarez (arrendador del Cortijo del Coscojar Alto) con renta anual de 200.000 pesetas; a Manuel González Palomino con una renta de 100.000 pesetas, a Custodio Pérez La Rosa, José Sánchez León y Antonio Haro Sánchez, 80.000 pesetas, a Pedro González Ruiz y José Pérez Lizana con 60.000 pesetas, a Benito Fuentes Moyano con 50.000 pesetas... El más rico en renta era Antonio Ramírez Sánchez con 400.000 pesetas, hay que recordar que justo a finales de 1959 (se eleva  a escritura pública el 10 de diciembre de 1959) vendió el molino de aceite, junto con sus socios la familia González por la cantidad total 1.025.000 pesetas.
 Los jornaleros tenían un sueldo medio diario que oscilaba entre las 30 y 70 pesetas, si bien lo normal eran 50 pesetas, con las excepciones de Brígido Ruíz Calvo o Antonio Pérez Jiménez, que llegaban a las 80 pesetas. Realmente existían pocos jornaleros con sueldo diario, pues lo normal era peonadas eventuales. Los pensionistas o jubilados a partir de los 65 años de edad obtenían una renta muy variable que podía moverse entre las 12.000 pesetas al año como Mercedes Vico Ruiz o Vicente Ramírez, y las 4.800 pesetas de Matías Aguilera Anguita o Araceli Zuheros; Vicente Aguilera Castillo tenía una pensión de 8.800 pesetas, lo cual podría ser debido a su discapacidad en una pierna, pues aún no había alcanzado los 65 años.
Lo curioso era que el sueldo del empleado de correos Matías Bailón Serrano era de 30 pesetas día, inferior a un jornalero del campo. Sin embargo se trataba de un sueldo diario, mientras que los jornaleros del campo, salvo los fijos, cobraban eventualmente. Tampoco se hace constar el sueldo del maestro de escuela, si bien D. Manuel López Martín, en octubre de ese año de 1960 fue destinado a Maracena, marchándose con la familia a vivir a Granada.
Como hemos dicho, casi todos los hombres trabajaban en el campo o eran jubilados-rentistas; las mujeres se dedicaban a sus labores, y como excepciones se encontraban al maestro de escuela, el empleado de correos  o Faustino Fuentes Aguilera con renta de 35.000 pesetas y su hijo Antonio Fuentes Nieto, que eran los panaderos. La profesión que figura para Antonio Atienza Mayas era la de jornalero, cuando en realidad realizaba actividades de carpintero; Crescencio Aranda Aguilera también se anota como jornalero, pero era el tabernero y el chófer. Daniel Aranda Villén, quien no figura tener renta, era el alcalde, aunque ya estaba aquejado de una grave enfermedad que se lo llevaría en mayo del año entrante. En el padrón se reseña como profesión con una “F”, que  se supone de funcionario.
En el Padrón Municipal de 1960 se reseñan los  habitantes que viven en Fuente Álamo y sus anejos: 225 casas o cortijos habitados. Recoge una población de 823 residentes y 4 ausentes; en total, 827 habitantes, de los cuales 443 son varones y 384 son mujeres. Los ausentes eran cinco: José Ibáñez Nieto, quien tenía un pie en la Academia de la Guardia Civil donde ingresaría el 14 enero de 1961, Juan José Carrillo Pérez, quien prestaba el Servicio  Militar en Granada, y los hermanos Gabriela, Ventura y Manuel que se encontraban estudiando en Granada, donde se trasladarían este año definitivamente. Lo triste será la pérdida progresiva de habitantes en las próximas décadas, pues en tan solo una década, descendió la población en 318 habitantes (1.145 habitantes padrón de 1950), descenso que ya no pararía hasta nuestros días. Algunas de las familias que se marcharon durante esa década fueron las formadas por Agustín Ocaña Fuentes, Antonio Aguilera Calvo, Cipriano Ávila García, Antonio Cano Delgado, Teodoro Castillo Bailón, Juan Jiménez Pérez, Pablo López García, Gregorio Martín Pérez, Carmen Ortega Moyano, Antonio Osuna Ordoñez, (panadero), Eduardo Rey Aguilera… Aunque algunas nuevas familias llegaron (hacía dos años) desde Valenzuela (Córdoba) como Celedonio Aguilera Ortiz “Satélite” casado con Hipólita Pérez Vera, donde nacería su hijo Antonio durante este año.
La familia más numerosa la formaban Ceferino Aguilera y Urbana Cano con 12 miembros, incluidos los progenitores: Luis, Julia, Matilde, Francisco, Antonio, Carmen, Ceferino, Lourdes, Josefa y Paulino; sin contar los ya emancipados: Juan, Vicente o Dolores. Cada vez había menos familias supernumerosas, siendo lo normal unos cuatro ó cinco hijos, si bien con  8 hijos aparece el matrimonio formado por Domingo Ortega Serrano y Gregoria Pérez Díaz. También juntaron 8 hijos el matrimonio de segundas nupcias entre José Escribano y María León, aunque lo cierto es que  los hijos procedían de sendos matrimonios, más una en común.
Nos encontramos nombres curiosos como la pareja formada entre Restituto y Fabiana Pérez Fuentes.
Sin duda alguna, el acontecimiento del año ocurrió el 29 de octubre con la boda entre Antonio Anguita y Francisca Capilla, una joven apuesta llegada desde Fuente Vaqueros, que se casaba con un fuentealameño flamenquito pero de mayor edad que ella. Así nos cuenta Paquita que: “Celebraron la boda en la Taberna de Crescencio Aranda “El Chofer”. El menú eran platos de jamón, patatillas, aceitunas, alcaparrones… y vino hasta hartarse. El acto estuvo amenizado por la música de los Hermanos Perote: Mateo y Ángel, clarinete y tambor. Su familia se trasladó desde Fuente Vaqueros en coches. Invitaron a todo el pueblo; algunas mujeres como Crescencia Pérez aún de lactancia de su hijo Francisco y también Consuelo de Juanito, de su hijo Juan. Regalaban unas pesetas y los que más, 5 duros”. Paquita, que se encontró en el año 1960 con un mundo rural más atrasado que de donde venía, nos recuerda que no había luz eléctrica en las calles y estaba hasta mal visto que las jóvenes llevaran la manga corta por encima de las axilas; sin olvidar el machismo abusón que tuvo que soportar en sus primeros años como tabernera y que hizo que en alguna ocasión tuviera que poner a más de un hombre en su sitio. Recién llegada a la aldea establecían un negocio en un local que habían alquilado a María Ramírez. Lo alquilaron por un duro al mes, y pusieron una pescadería, con un barreño que aún conserva y unas tablas de madera. Antonio “Braguetas”, su marido, tenía un  burro e iba por los cortijos y pueblos vendiendo pescado. Después compró un carromato y comenzó a traer lechugas, espinacas, naranjas y frutas, vendiendo más en la temporada de aceitunas. El carromato les duró poco al romperse cargando escombro de la cooperativa, recientemente construida. Posteriormente, rompieron el tabique y pusieron un bar con su salón, donde traían músicos y hacían bailes. Instalaron un televisor prestado por Antonio Puche, que era técnico de televisiones, y al mes se lo llevaba y les traía otro de prueba. En él se podía ver sobre todo los toros. Por la compra de una gaseosa tenían derecho toda la familia a presenciar el espectáculo.
Don Cristóbal Merino Almagro ejerció el sacerdocio en la Aldea desde 1959-1966 por lo que debería ser el cura que casara a Santiago Cano y María Haro en el año anterior, y no lo hizo porque los novios se retrasaron y se marchó a San José de la Rábita. Tuvieron que echar mano a nuestro cura local Don José Zamora Jiménez, el hijo de Blas, quien fue el que al final les echó las bendiciones.
José Ibáñez Nieto “Pepe Praillo” decidió echar los papeles para la Guardia Civil. La primera vez le caducaron los antecedentes penales porque no estaba seguro de irse, pero para él, el campo no era una salida. Se preparó durante este año y no le hizo falta ayuda ni recomendaciones de nada, aprobó por su propio valer y el 14 enero de 1961 entró en la academia.
La Cooperativa Nuestra Sra. del Rosario siguió sumando socios en su segunda temporada de funcionamiento.
Poco a poco iban llegando las motocicletas marca Ossa a Fuente Álamo como la de Manuel Arévalo, que se compró la Modelo-160 por 20.000 pesetas, o la de Pepe Aguilera Vico con matrícula J-14515 de este año 1960…
También se produjeron acontecimientos importantes como el nacimiento de varios niños y niñas fundamentalmente durante los meses de agosto y septiembre: Mercedes Escribano León, Mercedes Pérez Pérez, Rafael Cano Vera, Mercedes Fuentes Aguilera, María Luisa Pérez Aguilera, José Luis Montes Cobo, María Josefa Jiménez Pérez, Eduardo Aguilera Cervera, Francisco Martín Arévalo, Juan Pérez García, Antonio Aguilera Pérez, Juan González Cano, Carmen Cano Carrillo, Antonio Manuel Expósito Pérez…, y quizás también Juan Aguilera Pérez, pues hizo la primera comunión con ellos, sin embargo no aparece censado en este año.
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MERCEDES PÉREZ PÉREZ.
Como hemos dicho, durante ese año de 1960 tuvo lugar el nacimiento de muchos niños y niñas en la aldea. Vivieron una infancia, adolescencia y juventud muy unida. Hay bastantes momentos de sus vidas que se entrecruzan, y encontramos muchas similitudes en esta generación. La circunstancia más destacada ocurrió en sus juventudes con la apertura que les proporcionó la emigración, bien temporal o definitiva. Casi todos ellos en algún momento de su vida salieron de la aldea buscando nuevos horizontes, un soporte económico para la familia y, en algunos de ellos también encontraron, un soporte sentimental. También hubo relaciones afectuosas entre muchos de ellos que no fructificaron; después cada uno hizo su vida en diferentes lugares de manera que actualmente tan solo dos siguen viviendo en la aldea.
Por poner alguna de ellas de referencia y en base al conocimiento de causa que tengo, el 1 de septiembre de ese año de 1960 nació Mercedes en el seno de una familia, como casi todas las de aquel tiempo, humilde, trabajadora y pobre, formada por Marcelino Pérez y Mariana Pérez, siendo la cuarta en el orden de nacimientos, y la tercera en supervivencia de los cinco hermanos. Su infancia transcurre como el resto de las niñas de aquellos años 60: una corta etapa de juegos en aquellas calles, comba, rayuelas, escondite, cromos… y una breve estancia escolar que apenas llegó hasta los 12 años. El 30 de mayo de 1967, junto con casi todos los niños y niñas de su generación, tomó la primera comunión. Entre medias de esos años de corta infancia, con 8 ó 9 años, tuvo que superar una grave enfermedad renal, sobre la que, a veces, anteponía las ganas de jugar a su curación. Lo cierto es que la tuvo que superar en su propia casa, en su propia cama y en el periodo de recolección de aceituna, casi sola.  La escuela la inició a los 6 años reglamentarios con Dª Ángeles y Dª Visitación, hasta que el curso 1969-70, junto con otros niños y niñas de la aldea, fue escolarizada en los Colegios Nacionales Comarcales “El Coto”, nº1 de Alcalá la Real, donde por necesidades familiares y falta de motivación inducida no llegó a superar el 5º curso de E.G.B. La emigración la reclamaba con tan solo 12 ó 13 años de edad, acontecimiento que la ha llevado hasta nuestros días. Pero durante todo este tiempo, la vida le ha ido sonriendo, y esa infancia que apenas tuvo la ha podido recuperar con sus nietos. Mercedes se casó en el año 1983 con José Antonio Bermúdez, estableciéndose en la aldea vecina de La Rábita por un periodo corto, pues la emigración temporal la convirtieron en definitiva en las Costas del Maressme, en concreto en Pineda de Mar (Barcelona). Sus dos hijos nacieron en Granada, cuando aún vivían en La Rábita, pero con corta edad acompañaron a los progenitores. Ya en tierras catalanas, formaron una gran familia, ahora ampliada con nietos.
El hacer esta breve biografía de una persona sobre la que tienes muchos lazos de afecto y con la que has vivido la época que más te marca, resulta poco objetivo y sería muy largo el contar tantas experiencias vividas juntos y tantas anécdotas. Pero la realidad no se puede disfrazar; pese a llevar mucha carga afectiva,  todos los que la conocen saben que es toda una luchadora, muy trabajadora, con mucho afecto por la familia y un profundo arraigo con su Fuente Álamo natal. Es luchadora porque ha sabido sobreponerse a circunstancias adversas como momentos de salud delicada, trabajo y otras circunstancias, especialmente la que actualmente están viviendo en Cataluña y que tanto le preocupa. Es trabajadora porque siendo una niña se inició en el mundo de la hostelería y después de más de 40 temporadas le llegó hace unos años una especie de jubilación anticipada. Tiene fuertes afectos familiares porque siempre está pendiente de los suyos, hijos, nietos, madre o hermanos y demás familiares. Amante de la lectura y de los paseos por el campo, se refugia los fines de semana en un pequeño terreno a las orillas del río Torderá.  Interesada por los acontecimientos de su pueblo y bien adaptada a la nuevas tecnologías, sigue fielmente las publicaciones de este blog y cualquier información sobre sus familiares, amigos y vecinos fuentealameños que le proporcionan las redes sociales. Mantiene sus vínculos con Fuente Álamo, pues siempre que puede no deja de hacer una escapada y disfrutar de su pueblo con los suyos.