lunes, 15 de noviembre de 2021

SANTIAGO CERVERA LÓPEZ. UN FUENTEALAMEÑO DE ALTA MAR


Foto cedida por Esteban García

 De los muchos trabajos realizados sobre la vida y obra de fuentealameños, los cuales después he ido plasmando en el blog en forma de pequeñas biografías, la mayoría han sido en tiempo real, o versaban sobre personas que hacía mucho tiempo que nos dejaron. En algunos casos me descuidé, y cuando he querido obtenerlas de viva voz, ya no ha sido posible.

No obstante, fui tomando notas mentales de las muchas charlas mantenidas con ellos, que después me sirvieron para reflejarlo en el blog, si bien ya a título póstumo. Eso es lo que voy hacer con Santiago, quien nos dejó hace unos pocos años,  2018  en concreto, y siempre viene bien recordarlo.

Muchas de esas charlas que mantuve con Santi, a quien sus amigos conocíamos como “El Tufos” en honor al flequillo juvenil que lucía, eran de contenido político y de actualidad. Casi todas con fundamento y base de un hombre que había viajado mucho. Otras las encaminábamos por una vía graciosa, burlesca y divertida, haciendo referencia a paisanos cuyas historias nos llegaban gracias a su prodigiosa memoria, y que para mí eran conocidas gracias a las referencias que de ellos me habían transmitido personas como él.


Su deficiencia visual, causada por la diabetes, se compensó con los otros sentidos; sus manos eran una máquina de comprobar monedas o billetes y su oído le avisaba del coche del cliente a repostar. Pero sobre todo consiguió la agudeza para ver el sentido de la vida, desarrollado aún más a partir de su penúltima etapa, con la tranquilidad de poder tomarse sus copas, fumarse su buen puro y esa buena barriga echada para adelante. Era una persona muy optimista, sencilla, amigo de sus amigos y familiar, que siempre veía el lado bueno de las cosas, y le quitaba hierro a cualquier problema, pero también con sus defectos y virtudes.


Me confesaba que había trabajado mucho. Aunque siempre le tuve de referencia, por los comentarios de su padre Pedro, realmente yo siempre le vi sentado en una silla gestionando la gasolinera situada al final de la antigua parada de autobuses de Alcalá la Real. Y

o sabía perfectamente que era una percepción falsa, pues no representaba a aquel niño que aparecía en una foto de unos 13 años con unos emigrantes fuentealameños en el pueblo o pedanía de La Coronela en Burgos, y que yo tenía guardada. Pero estas emigraciones temporales iban a ser un aperitivo del duro trabajo que le esperaba antes y después de incorporarse a filas.


Después de varios años de emigración temporal veraniega, y en su afán de regresar en temporada de invierno de aquel año de 1965, (según nos cuenta su querido amigo Estebillas García), para reencontrarse con una amiga, la cual no encontró o no se hizo ver, retomaron ambos el camino hacia el norte. Después de llegar al pueblo donde le esperaba supuestamente una amiga y no encontrarla, fueron acogidos, como otras muchas familias, en casa de Manuel y de Urbana en el pueblo de Balmaseda. Estando allí en un anuncio de periódico vieron que se necesitaba personal, y fueron a pedir trabajo en Telefónica, donde hicieron acto de presencia, con la sorpresa de que el cupo estaba cubierto. Esteban consiguió el trabajo por ser más insistente y bajo alguna mentirijilla piadosa, pero Santiago tuvo que buscar otro destino en los astilleros, que sería su lugar de trabajo un largo periodo de tiempo, hasta que consiguió un trabajo en los barcos de mercancías. Cuando apenas era un mozuelo, se enroló en la marina mercante, que le llevó a embarcarse pese a que no sabía nadar, recorriendo los mares de diversos países. Pero como tenía pendiente el Servicio Militar, fue llamado a filas y no fue hallado. Enterándose que era reclamado, regresó a España y se presentó en El Ferrol, donde tuvo que justificar con su pasaporte, todos y cada uno de los países donde había estado durante el tiempo que fue declarado prófugo, lo que le evitó un arresto.  No obstante en el acto de su presentación sin que le diera tiempo a justificar su ausencia, los mandos se dirigieron a él recriminándole: ¡Qué bien que estaba en casa!  

Como quiera que fuese, su reemplazo ya había hecho parte de la mili, por lo que incluso se liberó en parte de ella. Hizo la mili en la marina en El Ferrol, y allí aprendió a nadar.

Santiago era hijo de Pedro Cervera Ortega (1918) y de Cándida López Castillo (1920), nació en Fuente Álamo un 25 de julio del año 1946, por lo que  ya podemos adivinar el origen de su nombre de pila. Sin embargo, como era habitual en aquella época, lo “apuntaron” cuando sus padres pudieron. Sus raíces paternas le vienen de la aldea de Hortichuela, teniendo como antecedentes familiares su abuelo paterno Domingo y su tío Vicente que fueron víctimas de la guerra fratricida, y su tío Próspero quien fue obligado a enrolarse en la División Azul. Su padre batalló por diferentes frentes durante la Guerra Civil, lo que le hizo ser una persona criada en las fatigas.  Fue, por tanto, una familia duramente castigada por el trabajo y por las circunstancias, si bien al final de su vida Santiago se había logrado reponer con cierta estabilidad económica. Sus raíces fuentealameñas le viene por la línea materna; sus bisabuelos Hilario López Nieto (1868) y Ana Luque Fuentes (1872) tuvieron como hijos a Juana e Hilario López Luque (1893), quien se casó con Brígida Castillo González (1893), hija de los también fuentealameños Rafael Castillo Galán y  Bibiana González Palomino.


Se casó un 25 de noviembre de 1971 con Carmen Aguilera Cano,  siendo ambos unos jovenzuelos muy enamorados. Con la que tuvo dos hijos: Nuria y Santiago. Ella era también descendiente de su misma rama de los Castillo de Fuente Álamo. Nos cuenta su hija Nuria, que cuando su padre quería pedir la mano de su madre, su abuelo Ceferino se perdía del lugar para evitar la petición, pero al final lo consiguió. Aunque al principio tuvieron que estar separados por los viajes navieros que hemos referido, cuando Santiago tomó tierra definitivamente se establecieron en Alcalá la Real y regentaron un negocio llamado Bar Alaska, que seguramente fue una de las muchas regiones que visitó Santiago.

Si queremos buscar ejemplos de fuentealameños decididos o emprendedores, aquí hemos encontrado uno. Siendo un jovenzuelo se enrola en la marina mercante extranjera, y sin saber leer, ni escribir, le reubican en la sala de máquinas con gente de otras nacionalidades donde sólo se hablaba en inglés, lo que le hizo que tuviera que aprenderlo de oídas. Esos conocimientos le servirían después para realizar labores de intérprete de angloparlantes que llegaron en el boom inmobiliario a Alcalá la Real, con los que hizo amistades y cerró algunos tratos. Incluso llegó a ser intérprete en la Notaría.


Santiago atravesó el Triángulo de las Bermudas, contaba que era cierto que desaparecían aviones y barcos. Nos decía que todos los capitanes de barco evitaban pasar por ahí, porque era una zona de muchas turbulencias. También viajó a los Polos (Norte y Sur), dónde se encontró con esquimales y a quienes les cambiaban patatas por pescados. Ha arriado los cabos de los barcos en casi todos los países con puerto marítimo. Consiguió una impresionante  colección de  postales, monedas, sellos de cada uno de los sitios donde estuvo.

Aventuras en la navegación fueron muchas, siempre las contaba a modo de chascarrillos y en clave de humor, con aquella gracia que tenía siempre y que contagiaba a quien estuviera a su lado. Nos contaba que estando en el campo trabajando, le llamaron en cierta ocasión para que se fuera urgentemente a trabajar en otro barco, y como no quería perder el trabajo, salió corriendo y no le dio tiempo ni a cambiarse de atuendo. Resultó que cuando intentó subir al avión no le dejaban pasar, pues aún tenía los zapatos embarrizados. Intentó explicar toda la verdad de lo que le había pasado, y le dejaron subir advirtiéndole que no volviera a viajar de aquellas maneras. También nos contó que en una ocasión se les incendió el barco en alta mar, y un vasco y él, aprovechando el revuelo, no se les ocurrió otra cosa que irse a la cocina a comer un chuletón, en lugar de ir a apagar el fuego.  La bronca que les dio el capitán casi le produce una indigestión.  Creo que él pensó que si iba a morir, mejor sería con las botas puestas; por todos es sabido su buen comer. Pero también contaba cosas dramáticas ocurridas en alta mar, caso de un gallego que en una tormenta cayó por la borda del barco, y su tío intentó rescatarlo atándose a una gruesa cuerda y arrojándose al mar tras él. Los dos perecieron ese día por desgracia. 

Estando en alta mar, solo podía venir a ver a la familia una vez al año, lo cual se convertía en un gran acontecimiento. En cierta ocasión, su esposa Carmen y su hija Nuria, partiendo desde Navarra, cruzaron toda la Península para reencontrarse con él en Cádiz. En aquella ocasión fue su amigo Antonio Esteban quien las trasladó a bordo de su Seat 850. Era tan difícil poder venir a ver a la familia, que en una ocasión no tuvo otro remedio que romperse un brazo a propósito para poder ver su hija recién nacida; lo cual dice mucho de lo que puede hacer un padre por un hijo. Pero de buen nacido es ser agradecido y nos dice su hija: “Sé que tenía defectos, pero para mí, era el mejor padre y el más divertido. Ojalá yo sepa disfrutar de las pequeñas cosas de la vida como él lo hizo”



domingo, 7 de noviembre de 2021

VISITA A FUENTE ÁLAMO EN EL ESPACIO Y EN EL TIEMPO

 https://www.facebook.com/100001149070782/videos/185517033740872/  


                                                                                                                                                                                                           En el sábado, 6 de noviembre, tal y como estaba previsto pudimos realizar la visita programada a la Aldea de Fuente Álamo. Fue un día especial de convivencia, deporte, salud y aprendizaje cultural donde todos los asistentes participaron de forma muy activa. Echamos de menos algunos vecinos que cancelaron finalmente su asistencia, pero hay que entender que lo primero era acompañar a la familia Aguilera, tras la pérdida de un ser tan querido como era Julián, y desde aquí aprovecho para dar públicamente nuestro más sentido pésame.

 Nuestro agradecimiento a todos los que demostraron interés por conocer la historia de lo más característico o pintoresco que guarda nuestra Aldea y sobre todo valorar la actitud de la familia Ortega que se había desplazado desde Palma del Río para conocer el pueblo de sus antepasados, y así dar ejemplo para que otros muchos puedan tomar nota y nosotros encantados de acompañarles. 


Con una climatología bastante apacible, se inició a la hora prevista y en la Plaza de los Álamos, donde hablamos del origen de la Aldea, cómo se fue formando, de la propiedad de las Monjas de la Encarnación, de como Juan Bermúdez León les compró las tierras que confinaban las primeras casas,  hablamos del pilar, el lavadero, la alberca, los bares que rodeaban la plaza, la cruz, los aljibes, el molino de aceite, de los tristes acontecimientos ocurridos en el lugar durante la Guerra Civil…


Como el fresquillo estaba en el ambiente, decidimos calentar haciendo una caminata que nos iba transportando a diferentes épocas. Primero al molino de aceite de 1895, después a la caseta de la luz eléctrica de 1934, volvimos a retroceder dos milenios y nos situamos en época romana para avanzar luego en el tiempo al siglo X-XI y situarnos justo encima de la necrópolis musulmana,  continuando nuestro paseo en el tiempo y en el espacio hasta los siglos XII-XIV para visitar in situ la Torre Almenara Atalaya. Había que seguir calentando motores y decidimos andar 1 km. por el espacio y nos trasladamos en el tiempo al s.XIX donde pudimos ver y oler las aguas sulfurosas del Balneario de Ardales, que pese a sus siglos de existencia aún no han perdidos sus propiedades y junto a Francisco de Córdoba recordamos su historia y años de auge. De regreso a nuestros tiempos actuales volvimos a caminar otro km. hasta llegar a tiempos antiguos y descubrir con nuestros ojos una antigua Mina de Hierro,  donde recordamos aquellas batallas que se pudieron librar entre los distintos pueblos que colonizaron la zona, así mismo recreamos en el lugar con unos palos lo que pudieron ser aquellas luchas. De vuelta, situados ya en el Cerro, hicimos una visita visual por todos los pueblos y sierras que tenemos enfrente. Cada uno de los visitantes optó por bajar en el espacio por cualquiera de las calles que nos retornarían al centro de partida, para situarnos en el tiempo en el siglo XVIII  y visitar la Iglesia de San Antonio de Padua, con el respeto del lugar religioso, comentamos todas y cada una de las obras de arte o inscripciones que posee en su interior, así como las Imágenes que se veneran en el lugar.

         


   Por último nos fuimos  al siglo XX y llegamos a la antigua escuela, dónde también contamos anécdotas y la historia de su construcción. En aquel espacio tuvimos que regresa a la realidad cotidiana y con una canción de futuro, Ana María nos interpretó: “Nana al que vendrá”, letra y música suya y que nos relajó como si volviésemos a nacer, finalizando su actuación, como no podía ser de otra manera, con el “Himno de Fuente Álamo”, donde todos los participantes cantamos el estribillo.

            Agradecer a todos los visitantes, especialmente a nuestro fotógrafo oficial JoseA, nuestro intérprete de inglés, a las ilustraciones de Francisco de Córdoba, a la familia Ortega, a Ana María Pérez por deleitarnos con sus canciones… y sobre todo a Mariana que con sus casi 90 años, no se ahorró ni un solo metro del recorrido.


Animar a las autoridades y no autoridades para que apoyen estas iniciativas. Se puede hacer cosas sin gastar un solo céntimo de euros, sólo hace falta apoyar moralmente iniciativas de este tipo, la cultura y la salud son para todos y darlo a conocer da mucha satisfacción.

https://www.facebook.com/100001149070782/videos/185517033740872/     

https://www.diariojaen.es/provincia/buena-acogida-a-la-ruta-fuentealamena-FA8103887     

 

lunes, 1 de noviembre de 2021

D. FERNANDO DE TAPIA Y D. FELÍX DE ARÉBALO. DOS PERSONALIDADES VINCULADAS CON FUENTE ÁLAMO.

 


D. Fernando De Tapia y Castilla[1], Regidor perpetuo y Decano del Ayuntamiento de la Ciudad de Alcalá la Real con fecha 27 de mayo de 1815  solicita al Rey (Fernando VII) a través del Ministro de Guerra el Excmo. Sr. D. Francisco López Ballesteros (que había sido quien estuvo al mando de las tropas españolas en la zona)  le conceda un  grado honorífico de:…., con fuero militar, y uniforme correspondiente a la Alcaydía de la Torre de Fuente del Álamo que posee[2],  con extensión a sus sucesores y sin gravamen del erario y ello por su actuación o colaboración con las tropas españolas en la Guerra de la Independencia frente a los franceses.

En su solicitud D. Fernando deja en puntos suspensivos el grado honorífico que solicitaba, quizás en un intento de no sobrepasarse, ni tampoco de quedarse corto. Así lo hace constar: “o la distinción que más estime la Real beneficencia” y ello en relación a la Alcaidía de la Torre de Fuente Álamo que ya tenía en posesión. Lo haría con una sola intención: “a que únicamente aspiro para perpetuar en mi casa la memoria de unos servicios hechos a costa de tantos trabajos, sustos y sobresaltos como padecí entonces con mi familia por amor a S.R.P. y a la Patria”, refiriéndose a la ocupación francesa.

En uno de los varios méritos que alega, tuvo gran participación Félix de Arébalo. Aunque tenemos algunas dudas al coincidir su nombre con el de otros coetáneos

[3] en Alcalá la Real, creemos que bien pudiera tratarse de nuestro paisano que vivió en la Cornicabra y dejó sus raíces perpetuadas a través de su hijo José de Arébalo, casado con María Lizana. Parte de sus tierras en el Cerro de la Cornicabra aún pertenecen a sus descendientes, ahora nietos de María Sampedro Gallego Arévalo.

Félix aparece inscrito en el padrón de 1801 como residente en la Cornicabra, con un hijo: José, mayor de 20 años.

Su petición la fundamenta en un escrito de 3 ó 4 páginas, y en ella argumenta que cuando le pidió el General Digeon, que estaba al mando de las tropas francesas de ocupación en Alcalá la Real, que le aportase dos hombres seguros bajo su responsabilidad, para que en la madrugada del 12 de septiembre de 1812 salieran por diversos puntos a observar la situación del General Ballesteros, al mando de las tropas españolas, Fernando le propuso a Francisco Fernández y a Félix de Arébalo, quienes marchan con sus instrucciones secretas. El primero busca al General Ballesteros en Alhama para hacerle presente de lo ocurrido, pero sin encontrarle allí; y el segundo Félix de Arébalo vuelve la mañana del día 13, expresando que el General Ballesteros estaba en Loja, y sus tropas extendidas hasta cerca de Íllora, y que se había introducido con los soldados y había oído que venían a cortar el paso a los de Alcalá por los Quejigares. El  General Digeon creyó a Arébalo  porque lo expresó con su disimulada sencillez, y le regaló ocho duros. El General francés hizo reunir a los de su plana mayor, y llamaron a D. Fernando de Tapia para que les informe del sitio; lo hizo diciéndoles que era muy peligroso, y que si se verificaba el dicho del Sr. Arébalo se aventuraba el equipaje acaso con pérdida de mucha gente por la espesura del monte y aspereza del terreno; y fue la resolución despachar una posta al Conde de Erlon que se hallaba en Martos con su división francesa, provista también de Artillería…


Con esta información malintencionada y falseada, se consiguió distraer a las tropas francesas, teniendo una importante participación nuestro paisano Félix de Arébalo, quien en complot y con las instrucciones del Sr. Tapia, desorientaron al General francés al decirle que los soldados españoles venían a cortar el paso a las tropas francesas situadas en Alcalá la Real. Además recibió ocho duros del general Digeon.



[2] En 1816, 1 de Agosto, presenta Tapia en el Cabildo un expediente en el que consta que ha tomado posesión de la alcaidía de la Torre de Fuente Álamo, el 25 de julio.

[3] En el padrón de 1801 aparecen tres Feliz de Arébalo,  además del de Cornicabra: uno en la calle Cava: Feliz Arébalo, pegujarero, con cuatro hijos, el mayor Felix de 10 años,  Juan de 7 y otros párvulos; Otro en la Calle Los Caños: Felis Arébalo, jornalero, sin hijos; y otro en la misma calle: Feliz de Arébalo, jornalero, un  hijo Felis de 5 años. También consultando el Registro Civil de Alcalá la Real aparece  la defunción de Manuel Arévalo Sánchez en 1872  a los 70 años de edad,  hijo de Félix Arévalo y de Manuela Sánchez, calle Llana. Casado con Francisca Ramírez y con una hija Mercedes. Pero no hemos conseguido enlazar todos estos datos, para identificar al Feliz de Arébalo que colaboró con D. Fernando de Tapia, por eso nuestras dudas de que pudiera ser el de Cornicabra.