En Fuente Álamo, como en las demás zonas rurales, la llamada a filas para prestar el servicio militar era la primera salida de los fuentealameños de la aldea, no obstante, ya vimos en la entrada dedicada a la emigración, como en los años 50 y 60, muchos jóvenes salieron para trabajar antes de ser llamados a filas. Se decía, y algunos estaban totalmente convencidos de ello, que se iban para “hacerse hombres”, en este sentido se pueden ver las dedicatorias que Dorotea Lizana mandó a su hijo Matías en 1933 cuando estaba en Melilla, le dice “como hombre de vien” o la de Pedro Vega Ávila en 1958, dice: “un recluta echo un padre”.
Suponía salir del mundo
rural y cambiar de aires, la posibilidad de aprender a
leer y a escribir, y en algunos casos, obtener todos los
permisos de conducir, hasta el del camión. Por poner algunos ejemplos, tenemos
el de Matías Pérez Pérez, conductor de un camión militar R.E.O. y que después
de licenciarse fue camionero. También suponía relacionarse con gente de otras
culturas, ¡que grandes amigos, se hacían
en la mili!
En otros casos, sin embargo, suponía una
auténtica tragedia. Sobre todo para los que ya eran padres y tenían que dejar esposa
e hijos, caso de Matías Pérez Lizana, al cual dicho acontecimiento le provocó
que se embriagara tanto el día anterior a su incorporación que casi no lo hace,
o Marcelino Pérez y salvando las
distancias el mío propio. La incorporación a filas de los jóvenes de la casa, también suponía una merma en la
economía familiar, pues se dejaba de aportar ingresos durante un año o
dos. Pero no solo afectaba a la economía familiar, sino a los inminentes
reclutas, quienes días previos a su incorporación visitaban a familiares y
algún que otro vecino para que le regalasen unas pesetillas, sobre todo para
sufragar los gastos de viajes. Sin embargo, hubo fuentealameños que ahorraron
algún dinerillo, caso de Marcelino Pérez (1954), con las propinas de los
pelados. O el caso de Juan Rafael Aguilera (1978), que en unos años que era
imposible ahorrar con la ínfima paga que se tenía, ahorró 1.000 pesetas, según
él: “limpias de polvo y paga”.
Estas consideraciones abarcan
desde principios de los años treinta hasta principios de los noventa, es decir,
desde mis abuelos hasta mí, unos 60 años de mili en Fuente Álamo y que he
dividido sistemáticamente en dos periodos de 30 años, que vienen a coincidir
prácticamente con la desaparición del Mosquetón Mauser o “Chopo” (1958) y la
entrada en combate del CETME.
Es muy difícil hacer un estudio
sobre el tema, dada la complejidad para obtener datos reales, puesto que cada
fuentealameño tiene su propia historia de la mili, y casi todos afirman haber
estado muy bien, por lo que voy reflejar sólo algunos casos familiares y de
amigos, acompañados de fotos y algunas
vivencias propias.
Para entender el tiempo
que cada fuentealameño dedicó a la prestación del servicio militar, hay que
decir que su duración durante este periodo fue variando. Así, a partir de 1930 - 1 año, 1943 - 2 años, 1968 - 18
meses, 1984 - 1 año y en 1991 - 9 meses.
El año en que se cumplía
los 19 años de edad los fuentealameños recibíamos una notificación para acudir
a afiliarnos al Ayuntamiento de Alcalá la Real. Si superábamos la talla mínima,
entre 1,50 m. y 1,60 m., según época, y no alegábamos impedimento físico, nos
declaraban aptos para el servicio. No valía, como se decía de Esteban González,
librarse porque le olían los pies, (esto es una broma que se le gastaba y que
siempre llevó bien); sin embargo, Luis Aguilera Pérez, de la quinta del 71,
dice que se hizo el sordo, y coló.
La incorporación, después
del sorteo de reclutas, se hacía al año siguiente de entrar en la Caja de
Reclutas de Jaén, donde acudían para tomar destino definitivo, caso (quinta del
55) de José Ibáñez y Pedro Pareja, el primero para San Fernando y el segundo
para su casa andando, pues tuvo la suerte de salir excedente de cupo. Eran destinados
casi siempre fuera de Jaén, salvo que alguno fuera voluntario, o lo que era
peor, ir a servir a Alhucemas, Tetuán, Sidi Ifni, Sahara Occidental, Ceuta,
Melilla o Canarias. Lo normal y después de la pérdida de Alhucemas (1956),
Tetuán (1956), Sidi Ifni (1969) o el Sahara (1975) era que fuéramos destinados
a campamentos de Cerro Muriano (Córdoba), Viator (Almería), Regulares (Ceuta o
Melilla), o Brunete o Goloso (Madrid), ect, y después de la instrucción a los
destinos definitivos, que podía ser el mismo Jaén, caso de Daniel Fuentes. Lo
único cierto es que no podíamos ser destinados a la Marina, por no tener Jaén
litoral, pero sí a infantería de marina. La
Legión era un cuerpo voluntario donde sirvió Antonio Anguita, (quinta del 49). El
hecho de servir en este cuerpo de élite, predisponía al grabado de un tatuaje,
como el que él mismo llevaba o el de Silverio Salazar.
En Fuente Álamo, como en
otros pueblos, se organizaba la "Fiesta de Quintos" con los jóvenes
que ese año se incorporaban a la mili. Por poner algún ejemplo, la quinta del
54 hizo una gran fiesta en el local donde actualmente está ubicada la
Cooperativa Ntra. Sra. del Rosario, en aquel año propiedad de la familia
González Palomino.
La quinta servía como
referencia para calcular la edad entre los fuentealameños, pues se decía que
tal o cual era de la quinta tal, así por ejemplo, los de la quinta del 59
habían nacido en 1938, de tal forma que si se le restaban 21 años a la quinta,
se averiguaba la edad.
Durante la Guerra Civil se movilizaron quintas
forzosas en ambos bandos. En concreto se movilizaron 27 reemplazos, desde el del año 1941 al del 1915,
incluso se incorporó la "Quinta del Biberón" (16 a 18 años) que eran
los fuentealameños nacidos entre 1920 y 1923. Sin embargo, después de la
guerra, muchos tuvieron que volver a hacer el servicio militar, y los vencidos
que estaban en campos de concentración y que no fueron a la cárcel, lo hacían
en batallones disciplinarios durante 24 meses. Con esto enlazamos con el primer
soldado de nuestro trabajo, que fue de los vencidos.
MATIAS
PÉREZ LIZANA. Prestó el servicio militar iniciando el
periodo de instrucción el 19 de Noviembre de 1929, pasando el 1 de junio de
1930 a prestar servicio en el Regimiento de Infantería África nº 68 y formando
parte del Ejercito de España en África (Marruecos) desde el 1 de julio de 1930
en las Fuerzas Regulares Indígenas nº 5
Grupo de Alhucemas, hasta el 19 de noviembre de 1933 en que se licenció con el
grado de cabo primero. En 1938 fue reincorporado, al ser movilizado su
reemplazo de 1929, teniendo que
combatir en el bando republicano. Después de la guerra fue condenado por
un tribunal militar a la pena de doce años y un día, por el delito de Auxilio a
la Rebelión.
FELICIANO
IBAÑEZ SÁNCHEZ. Se
incorporó en el año 1945, el año del hambre, sirviendo en Sevilla en la Unidad de
Automovilismo durante treinta meses.
SANTIAGO
CANO MUÑOZ. Prestó el
servicio militar durante dieciocho meses, entre los años 1948 y 1949 en plena
Posguerra, su quinta es la del 1949.
Hizo el campamento durante tres meses en Seu d ‘Urgell y en Ribas de Freser,
provincia de Gerona el resto de la prestación militar. De la misma quinta
también son entre otros fuentealameños, Luis Cano Nieto, con quien coincidió en
destino, Antonio Aguilera Valverde (Melilla-Cuartel Sanjurjo), Juan Ibáñez
Sánchez, Antonio Anguita Montañez (la Legión), Juan Jiménez Pérez, (Remendao), Francisco
Expósito Nieto, Manolito González Palomino (Cañuelos), Emilio Malagón Ochoa…
LUIS
CANO NIETO. Se fue a
la mili cuando tenía 20 años, es también de la quinta de 1949, haciendo 3 meses
de campamento en Seu d’Urgell (Lérida) y después en Ribes de Freser (Gerona); cumpliendo
un servicio de un total de 22 meses.
Sirvió como hemos dicho con Santiago Cano, “El Alcalde”. De la misma quinta
también son los nombrados anteriormente.
MARCELINO
PÉREZ AGUILERA. Se
incorporó en el año 1954, era de la quinta del 53, casado y con una hija
recién nacida. Durante el periodo militar sirvió en el Cuerpo Caballería en
Sevilla, donde ejerció de peluquero y barbero. Con los pelados y afeitados que
hacía a la tropa y mandos pudo ahorrar dinero para comprar una parcela en los
Eriales. De su quinta son José González Palomino, Juan “el Chato del Guardilla”,
Pepe “Pinea”.
JOSE
AGUILERA CANO. Son de la quinta
del 54 (nacidos en 1933), José Ramírez González, “Cornicabras”, Feliciano
Pérez Vera, Antonio Jiménez Pérez, Antonio Puche Ramírez, Juan Aguilera Cano
“Juanito, el panadero”, Manuel Aguilera el marido de Urbana, otro de quien no
recuerda el nombre del Cortijo del Allozo, que hicieron el
gasto de los quintos en el molino de aceite de Cornicabras. Hizo la instrucción
en Camposoto, San Fernando, y después la mili en Rota, en unos polvorines,
donde estuvo 18 meses, pues se vino 2 meses antes con permiso limitado por
haber sido instructor. Fue en el año en que estaba a punto de iniciarse la
Guerra del Sidi Ifni, por lo que tenía que estar disponible.
JOSE
IBAÑEZ NIETO. Es de
la quinta del 55, compañero de Pedro
Pareja Anguita, quien fue excedente de cupo y no se fue. Fueron los dos a Jaén,
Pedro volvió y él se quedó allí. Le tocó a Jerez de la Frontera en artillería antiaérea donde estuvo 16 meses
desde el día 14 de marzo de 1956 y hasta que se licenció en julio del 1957.
Recuerda que tres días después de incorporarse,
el día de San José, su santo, estuvo todo el día lloviendo, y él se lo
tiró cosiendo botones de la ropa que le habían entregado. El campamento lo hizo
en San Fernando, fue cabo instructor y volvió dos veces a dicho campamento como
cabo instructor, cabo furriel, ordenando las imaginarias. El brigada Iborra, le
animó a hacer el curso de cabo primero, pero si lo hacía tendría que renunciar
al permiso de volver a casa, por lo que no quiso hacerlo. Confiesa que le
tiraba el ejército y eso luego le influyó para su incorporación a la Guardia
Civil.
Nazario Pérez Aguilera,
Francisco Pérez González, “El Capitán”, quinta
del 55, José Ibáñez Nieto, Pedro Pareja Anguita, Custodio Jiménez Pérez.
JOSÉ
PÉREZ PÉREZ. Nacido
en el año en que empezó la Guerra Civil. Es de la quinta
57 siendo llamado a filas en 1958, año en que se declaró reglamentario en
España el fusil de asalto CETME, pero el Mauser no se retiró del todo y de
hecho lo utilizó para el desfile militar. Prestó servicio durante 17 meses en
Madrid en la Base Militar “El Goloso”, infantería motorizada. Trabajó como extra en el rodaje de la
película “Salomón y la Reina de Saba (1959)”, donde le vistieron con una ropa
roja ceñidas al cuerpo y tuvo que correr detrás de unos caballos. De su quinta
era Pedro Vega Ávila.
Las quintas de Fuente
Álamo en los años cincuenta solían ser de 10 ó 12 quintos, así, por poner un
ejemplo, la quinta del 54 (nacidos
en 1933) fueron José Ramírez González, “Cornicabras”, José Aguilera Cano
“Macarrón”, Feliciano Pérez Vera, Antonio Jiménez Pérez, Antonio Puche Ramírez,
Juan Aguilera Cano “Juanito, el panadero”, Manuel Aguilera, el marido de
Urbana, otro joven del Cortijo del Allozo, ect… Posteriormente, durante unas
cuantas quintas, se reduciría el número de quintos por las propias
circunstancias de la Guerra Civil y primeros años de Posguerra, donde los
nacimientos fueron menores.
La
lista queda abierta para que cada uno de los fuentealameños o sus hijos que lo
deseen puedan a través de sus comentarios ampliarla y contar sus batallitas...
Gracias a Domingo . Estamos conociendo la historia de . Fuente alamo y de nuestro ante pasdo una istoria mui bonita
ResponderEliminarMuchas gracias José, de eso se trata de dar a conocer en la medida que se pueda la historia de una etapa de nuestra vida, que en algunos casos duró más de dos años.
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