LA EMIGRACIÓN EN FUENTE ÁLAMO DESPUÉS DE LOS AÑOS SESENTA
Aniquilla, Loli, Merce y amigas extranjeras en Hotel Mercé (Pineda de Mar) 1977)
SEGUNDA PARTE
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Un hito muy importante en la emigración en Fuente Álamo se produjo en el año 1973, fue a raíz de la captación de una docena de jóvenes fuentealameños y grajereños, para trabajar en la planta cervecera que la marca Skol tenía en Breda (Gerona), entre ellos Francisco Pérez, Juan y Vicente Aguilera, Pedro y Rafael Arenas, Aurelio Vera, Antonio Pérez, ect… y que por diversos motivos, entre ellos el ir tres menores en la expedición o no aceptar las condiciones en la contratación y el lugar de alojamiento, hizo que exploraran la geografía catalana, llegando hasta Playa de Aro o a Pineda de Mar, pese a que tuvieron que regresar la mayoría, ello supuso, en el caso de los que se quedaron, poner una pica en esas zonas, acarreando después a otros familiares.
Paco, Pedro, Quisco y Antonio de camarero en Costa Brava 1978 |
Colección cerillas de la Costa Brava. 1980 |
Quisco, Domingo, Juan y otro en "Mas Candell" Playa de Aro. 1985 |
En muchos casos estas emigraciones temporales resultaron ser definitivas, se quedaron a vivir en la zona para siempre, siendo sus hijos catalanes e integrados totalmente en una cultura, que hay qu e decir, se nos resistió, sobre todo porque no se entendía o no se quería entender otro idioma que no fuera el castellano, con la excepción de los idiomas extranjeros. Lo de “Suc de toronja” fue bueno, eh Marc?
También en algunos casos el rechazo venía de los propios catalanes, y nos impactaba muchos ver pintadas aisladas en las carreteras donde se podía leer “andalusos fora”.
Fuentealameño de adopción de jefe de barra. |
Las condiciones de trabajo no eran realmente tal y como se contaba cuando se regresaba, si bien, las condiciones eran menos duras a lo que estaban acostumbrados en la vendimia, en la plantación de pinos o en acondicionamiento de carreteras donde se hacía casi todo manual, lo cierto es que se echaban muchas horas y que algunos casos la habitabilidad de los lugares que la empresa hotelera proporcionaba al trabajador no reunía las mejores condiciones, en muchos casos los sótanos de los propios hoteles, donde la humedad y las goteras eran compañeras del corto sueño, pues no había en muchos casos, ni día de descanso. El emigrante tenía que aguantar en estas condiciones pues al gasto de viaje y preparativos que suponía el marcharse, había que sumar el problema de no tener dinero para el viaje de regreso y no sólo eso, sino los prejuicios que había en la aldea, pues no se entendía que no se aceptaran las condiciones con las necesidades que había en las casas y el volver suponía un cierto fracaso del joven que buscaba trabajo y su reputación laboral quedaba marcada, injustamente, en una sociedad rural acostumbrada a pasar dificultades.
Era habitual que en las vacaciones de veranos volviesen los emigrantes ya establecidos definitivamente en Cataluña, para visitar a los familiares que les quedaban en la aldea y aprovechasen para llevarse aceite, salchichones, chorizos, ect… por lo que cariñosamente se les llamó “limpiaorzas”.
En Navarra, en la recolección de espárragos, en los años ochenta se aprendió un nuevo sistema de cultivo bajo tierra, era una emigración de personas de distintas familias que formaban un gran grupo humano.
A La Macha, a la vendimia, en destinos entre otros, como Puebla de Almuradiel, Corral del Magret, Arenas de San Juan, ect…, fuimos a parar durante los años ochenta diferentes grupos de ambos sexos y que establecimos también grandes lazos de convivencia y amistad, donde las bromas entre los jóvenes eran constantes, (se le recomendó a Juan Carlos q.e.p.d., que había que tragar el líquido de enjuague bucal para el dolor de muelas y sino aguantas la broma, vete; eh, Felix?), y donde dormíamos 10 ó 12 vendimiadores en la misma habitación y alguno “hecho un cuatro” en el nicho. Tras la queja de los fuentealameños, por haber echado la cocinera manchega al arroz, la cabeza del conejo sus respectivas orejas y ojos, el arroz con pollo se convirtió en la dieta diaria de los vendimiadores, en donde los turnos para entrar a la sartén se sucedían, a la vez que salían las moscas y solía quemarse el “cielo de la boca” el primer día y así estaba hasta el final de la temporada o por el contrario “te quedabas con la boca abierta” mientras esperabas que se enfriara el arroz.
Estas emigraciones en ocasiones no eran rentables, pues los gastos de los jóvenes eran superiores a los ingresos y en a veces apenas quedaba dinero para el viaje de vuelta, de tal forma que el tren los dejaba en Alcaudete y asomaban por la Piedra Gorda andando y con la maleta a cuestas, sino que se lo digan a Francisco Pérez “Quisco”.
Estas emigraciones en ocasiones no eran rentables, pues los gastos de los jóvenes eran superiores a los ingresos y en a veces apenas quedaba dinero para el viaje de vuelta, de tal forma que el tren los dejaba en Alcaudete y asomaban por la Piedra Gorda andando y con la maleta a cuestas, sino que se lo digan a Francisco Pérez “Quisco”.
La prolongación de la temporada de aceitunas se solía hacer en Lucena (Córdoba), donde aprendimos nuevos términos para llamar a los utensilios, como “zaranda” a la criba, la “cisca” a la vara larga para derribar las aceitunas que quedan muy altas, el “zueco”, a la base del troncón del olivo, ect…El vino de la Venta del Contadero era peleón. Pedro Luis, el niño del patrón, era el medio de regañar a los demás obreros, pues cuando le decía, Pedro no hagas esto o lo otro, ya sabíamos los demás lo que teníamos que hacer o no hacer.
La emigración a países europeos fue fundamentalmente a Alemania, Suiza y Francia, en el primer caso eran emigraciones más largas en el tiempo, mientras que a Francia era de temporeros de ambos sexos que iban a la uva, fresa o manzana, y que el idioma no fue un gran problema, puesto que eran por grupos de fuentealameños y la comunicación era entre ellos, pero en momentos puntuales como para pedir huevos al patrón tenían que llevar el huevo en la mano.
Se podrían contar miles de anécdotas como la ocurrida a Mercedes Ramírez y a Mariana Pérez, que estando cortando fresa en Francia, se levantó una tormenta, por lo que la patrona les llamaba diciéndoles “là-bas”, là-bas”, entendiendo ellas que la patrona quería que fueran a lavar y además con lo que estaba cayendo.
El saber idiomas te puede salvar de una tormenta.
El saber idiomas te puede salvar de una tormenta.
El caso de Pedro Cervera Ortega, que en el trasbordo de trenes en la frontera francesa, veía como todo el mundo corría para coger el nuevo tren francés, pero él que estaba un poco sordo no sabía el motivo de la estampida, y a la vez que corría, sólo dijo: “como esto no sea ná, a otro no, pero a mi sobrino Eduardillo, le voy a dar una”.
El caso era echarle la culpa, de lo que pasase al más joven.
Dicen que el Antonio Ortega “Cojo Rayo” se fue a trabajar fuera unos meses y cuando volvió en bicicleta y con gafas de sol, al llegar a la curva de Hoya Vázquez, situada a unos cien metros de Fuente Álamo, preguntó con cierta guasa a Teodora Pérez Vera: ¿Señora, queda mucho para llegar a Fuente Álamo? Respondiendo Teodora: Cojo vete a la m….”
Lo que hace el cambiar de aires, hasta se pierde la memoria.
Esta entrada queda abierta a todos los fuentealameños que quieran contar su experiencia emigratoria, que a través de los comentarios que quieran realizar se irá ampliando y enriqueciendo la historia.
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