jueves, 24 de diciembre de 2020

MURGAS NAVIDEÑAS EN FUENTE ÁLAMO EN LOS AÑOS 40 y 50: “MURGA DE LA COLONIA”


                                                                                                                                                                                            Cantar villancicos y coplillas ha sido una tradición que tuvo fuerte arraigo en Fuente Álamo, fundamentalmente a finales de los 40 y 50 del siglo pasado. Durante esas décadas tuvieron gran protagonismo las murgas o comparsas cortijeras, especialmente la formada por las familias de Floríos, Cerinos, Remigios y Cagarrutos, todas del Paraje de la Colonia, y de ahí su denominación: “Murga de la Colonia”;  a la que se unían  de vez en cuando como invitados algunos integrantes fuentealameños de la aldea.

     Semanas previas a la Navidad, se reunían en algún cortijo, incluso ya abandonado, para ensayar el repertorio de canciones navideñas que ellos mismos habían compuesto. Cada uno aportaba sus composiciones, pero sería fundamentalmente Pedro Pareja “Cerino”, Anastasio Aguilera “Florío” y Rafael Aguilera “Florío”, los compositores, siendo Benito Aguilera “Florío” quien las recopilara en una libreta. La coordinación del repertorio y el enlace de las coplas estaban a cargo de Rafalillo Florío. La murga estaba dirigida por un maestro, que en este caso era Manuel Aguilera “Remigio”, a quien acompañaba su hermano Antonio.

 

También ellos mismos fabricaban sus propios instrumentos. La zambomba la montaban con una orza de barro que el tiempo (y a veces con cierta ayuda también) le había desprendido la base o parte trasera. También se hacía de vulva hueca de la pita, que era mucho más ligera de peso. Sobre la parte ancha o boca se colocaba la piel de las mantecas o de la vejiga del cerdo, también un trozo de pellejo de conejo o de choto cocido en un recipiente con agua hirviendo para quitarle el pelo, que una vez seco y terso se le colocaba el carrizo, al que se le hacía una mueca y se le introducía un imperdible o alambre para que no se escapase del pellejo, y al que se ataba con guita de atar las morcillas. Una vez preparado el pellejo, se colocaba en la parte ancha del objeto en forma de uso abierto y se tensaba lo mejor posible; para ello se agarraba con las manos de unos tres jóvenes, que  tiraban fuertemente de los extremos del pellejo hacia abajo, mientras que otro joven lo ataba alrededor. El pellejo se dejaba  terso con una buena refriega de ajo. Una vez terminada la construcción se le ataba una cuerda a cada extremo de las asas de la orza que servía de colgante. Algunas olían todavía al chorizo que habían tenido guardado en pringue. El sonido de la zambomba grave y hueco era la base rítmica de la murga. En la murga de la Colonia los zambombistas eran Pedro Pareja (Cerino) y Francisco Aguilera (Florío).

La elaboración de la carrañaca era lenta pero sencilla, bastaba un simple palo de madera de una longitud aproximada de la distancia que va desde la mano al hombro, formando el brazo un ángulo recto. Solía tener una circunferencia de entre 6 u 8 cms. La madera fundamentalmente era de olivo, que es materia prima abundante en la zona, pero no necesariamente, pues se podía utilizar cualquier madera resistente al roce como la de chaparro. Se iba moldeando manualmente con herramientas (serruche y lima), haciéndole estrías paralelas sobre la madera. El complemento de la carrañaca era, en un principio, la caña rajada, y si se disponía de unos palillos o castañuelas mucho mejor. El carracañista era Custodio Jiménez (Remendao), que a la vez cantaba los estribillos a lo flamenco.

Para elaborar la pandereta se cortaba una tabla de madera, que podía ser de una puerta rota o de una caja de bebidas, formando un rectángulo de 30x15 cms. aproximadamente, a la que se le dejaba unos 10 cms. de mango. Sobre ella se iban colocando en puntos equidistantes unas puntas, donde previamente se habían pinchado unas chapas de las bebidas que se habían aplanado en forma ligeramente curva, para que el contacto de unas con otras dejase un sonido metálico que completaba al sonido más grave de la carrañaca. Un buen panderetero era Rafael Pareja (Cerino).

Los platillos pequeños los tocaba Benito Aguilera (Florío), a la vez que cantaba los estribillos.

Durante estas décadas, los integrantes de las murgas fueron variando, en algunas navidades  Antonio Aguilera “Florío” tocaba un tambor que habían hecho ellos mismos, incluso se unían algunas mujeres, como Inés Aguilera “Florío”.

El clarinete y coordinador de los villancicos era Rafael Aguilera (Florío).

No faltaba la botella de anís de Rute, tocada con una llave, con aquel sonido agudo estridente, que completaba a los sonidos graves del  zambombeo y del rascañeo. Sólo hacía falta beberse el anís y coger una cuchara, tenedor o algo metálico y a seguir el ritmo de la carrañaca, a la que sumaba  su agudeza.

 En casi todas las casas o cortijos de Fuente Álamo había los típicos almireces dorados hechos de una aleación de metales, con su correspondiente mango. Solo se necesitaba el permiso maternal, con la obligación de devolverlas al día siguiente. El sonido acampanado daba la terminación a los villancicos.

Otros integrantes eran los hijos de Fernando Arjona (Cagarruto): Lorenzo y Antonio; otros años, los hermanos menores Víctor y Pablo. Durante algún tiempo se comentó que Lore murió de una pulmonía de aquellas noches de frío, pero realmente la causa del fallecimiento fue meningitis.

Ellos mismos adornaban sus vestimentas, con cartón formaban las viseras de las boinas y con papel de flores de colores decoraban los instrumentos. Algunos años se pusieron al cuello pañuelos celestes, y otros años iban con la misma indumentaria de color blanco.


El inicio del repertorio consistía en cantar en el silencio de la noche y, por sorpresa, unos villancicos en la puerta de la casa o cortijo. Si la familia se resistía un poco a abrir la puerta había que alargar el repertorio con otro villancico. Una vez que la entrada estaba franca, la murga se iba introduciendo en el interior a la vez que cantaban villancicos que hacían alusión a ese momento y agradecían el gesto en aquellas noches de frío. En interior se cantaba el grueso del repertorio que incluía la petición de limosna al final, pues el concepto de aguinaldo todavía no se usaba. Se finalizaba con par de villancicos de despedida. El premio o aguinaldo eran unos dulces acompañados de una copa de anís, algunos incluso unas monedas.

Por las noches, durante una semana previa al Nacimiento, iban de cortijo en cortijo, a la propia aldea (Bar del Pelón o de Ranaco)   e incluso a las aldeas vecinas de las Caserías o las Pilas de Fuente Soto. En esta  última, en la panadería de Rosendo, coincidieron con una murga de la aldea de Los Ríos, con la que mantuvieron un enfrentamiento artístico que consistía en aturullar a la comparsa contraria; en ese caso llegó a algo más. Ni el frío, ni las heladas, ni la lluvia impedían que la celebración se viese interrumpida. Fueron muchas anécdotas e incluso sucesos adversos o peleas las que se organizaron. Por lo general, en todas las puertas se les abrían. En una ocasión, en la Dehesa, llevaban tanto barro en los zapatos, que Costo les dijo que en otra ocasión.


Sobre esta murga se comentó en su tiempo y posteriormente se ha ido haciendo leyenda de que no hubo otra igual en Fuente Álamo. Tuvo como variedad u originalidad el haber introducido en el repertorio unas coplillas a las mocitas, que gustaban mucho en aquel tiempo. Si bien, como nos dice Rafael Aguilera “Florío”, no era el momento de cantarlas puesto que la conmemoración estaba dedicada al Niño recién nacido, por lo cual se pedía permiso a la familia de la casa y se cantaban composiciones propias, con una letrilla que aludía de forma respetuosa para aquel tiempo a las jovencitas casaderas, a sus formas de vestir, sus peinados, sus complementos... Sobre todo al ser los componentes los mozuelos, siempre se dejaba notar la hegemonía reinante en aquel tiempo del hombre, aunque a la hora de la verdad eran las mujeres las que solían elegir al hombre adecuado para ellas.

Pero no siempre todo fue paz y amor. Así nos cuenta Manuel Arévalo que en una Navidad hicieron una comparsa formada entre otros por Antonio Anguita “Braguetas”, Amador “Cigarrica”, Costo “Remendao” y los hijos de Ceferino Aguilera. Cuando se encontraban cantando en la casa de Pedro “Catorce”, los hijos Eusebio el Zapaterillo, que era por aquel tiempo el guarda de las tierras de Don Paco, echaron por debajo de la puerta una cubeta de agua, al tiempo que se apagó la luz, por los que las hijas de Pedro salieron corriendo y se subieron a las cámaras. Entonces, como Antonio “Braguetas” había estado en la legión, empezaron a zarpazos, Costo “Remendao” con la carrañaca y los Zapaterillos con una carabina, y se lió una buena gresca. Después se fueron cada uno a sus casas y, al día siguiente, cuando estaba trabajando en la aceituna en Cuatrovientos, se presentó la Guardia Civil y le preguntaron si había participado en la murga, conduciéndole luego al cuartel. Tuvieron que presentarse cada noche durante quince días en el cuartel de la guardia civil de San José de la Rábita. ¡¡¡En fin, cosas de la vida!!!!

Otras murgas eran las formadas en la Aldea por  Antonio “Caejo”, que era el maestro, quien se ponía muy serio y muy gesticulante. En una ocasión ambas murgas se encontraron en la Colonia y hubo competición, se oyó decir: “Ya nos han echado la noche por alto”.  En otra ocasión el encuentro fue en Fuente Álamo y quedó como coplilla:

 “La comparsa de Fuente Álamo

 al ver a la de la Colonia,

 se metieron ase Ranaco

 y rompieron la zambomba”

 


             Mi agradecimiento a la familia Aguilera Valverde por su colaboración y predisposición, sin ellos no hubiese podido hacer esta magnífica recopilación de villancicos y coplillas. Especialmente a Rafael y Benito, a sus hijas y su sobrina Loli Sánchez. La libretilla de Benito Aguilera, guardada más de 70 años, ha sido esencial.

¡¡FELIZ NAVIDAD  PARA LOS SEGUIDORES DEL BLOG!!

8 comentarios:

  1. Querido amigo Domingo, el 2020 ha sido un año horrible, de pérdidas y miedo. El pasado marzo, el Covid-19 interrumpió nuestras vidas, nuestros proyectos y sueños, pero también nos mostró nuestras limitaciones.

    En unos días entraremos en el Nuevo Año. Mi deseo para ti y para los vecinos de Fuente Álamo es que la vacuna inyecte esperanza para continuar con los sueños interrumpidos el pasado mes de marzo porque, como decía el poeta e historiador estadounidense Carl August Sandburg, no sucede nada bueno que no haya sido alguna vez un sueño.

    ¡FELIZ NAVIDAD! ¡FELIZ AÑO 2021!

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    1. Buenos días querido Santiago. Intentaremos no recordar lo malo que ha sido este año 2020, pero sin dejarlo en el olvido absoluto debemos mirar con la esperanza de que esta pesadilla acabará y hará verdadero la frase de Carl August Hemos aprendido de esto, como se dice en Fuente Álamo cuando alguien se nos va: "¡No somos nadie!". Muchas gracias por tus buenos deseos para los fuentealameños y que la vacuna sea el regalo de Reyes Magos para todos. Un abrazo

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  2. Eran unas navidades magníficas no las olvidaré nunca...

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    1. Buenos días Loli, son recuerdos de infancia que perdurarán toda la vida. Felices Fiestas.

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  3. Eran unas navidades magníficas esperando que llegase la noche y oírles cantar
    Feliz Navidad

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  4. Que recuerdos más bonitos Domingo.
    Cuando estaba leyendo me ha transportado totalmente a los años 50, en los que cada invierno estábamos pendientes de, si había Murga o no. Eran tiempos en que las fiestas estaban escasas pues, avía pasado la primera que, con las cruces se salvaba la situación.
    En fin recuerdos preciosos.

    Felices Fiestas

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    1. Buenos días Esteban, esa es la intención de estas publicaciones, el transportarnos a aquellas épocas que con su limitaciones y sus faltas, hacía se estuviese pendiente de algún acontecimiento festivo que las paliara. Como bien dices, las Navidades eran el final y el principio de las festividades durante el año, y que había que esperar carnavales o cruces para volver a disfrutar. Felices Fiestas y me alegro de tu recuperación. Un abrazo.

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