La elaboración manual y
artesana de los instrumentos navideños para tocar villancicos era una tradición
en Fuente Álamo que se fue prolongando en el tiempo, y trasmitiendo de familia
en familia, no solo la elaboración del instrumento, sino el instrumento en sí
iba pasando de mano en mano, de generación en generación. Todavía se ven en las
murgas actuales algunas carrañacas, panderetas o zambombas que utilizaron
nuestros tíos o abuelos. Hay en Fuente Álamo, carrañacas, que pueden tener casi
un siglo y que se han transmitido de mano en mano. (Carrañaca de los hijos de
Mateo Pérez Lizana).
Carrañaca
Su elaboración era lenta pero sencilla, bastaba
un simple palo de madera de una longitud aproximada de la distancia que va
desde la mano al hombro, formando el brazo un ángulo recto. Solía tener una
circunferencia de entre 6 u 8 cms. La madera fundamentalmente era de olivo, que
es materia prima abundante en la zona, pero no necesariamente, pues se podía
utilizar cualquier madera resistente al roce. Se iba moldeando manualmente con
herramientas (serruche y lima), haciéndole estrías paralelas sobre la madera. Entre
estría y estría solía haber normalmente 1,5 cms., aunque durante mucho tiempo estuvo
sonando por las navidades de los 70 en Fuente Álamo, aquella carrañaca color
oscuro de múltiples estrías, una seguida a otra, que Pepe Luis Montes encontró en el pajar de
su abuelo, que si bien no se podía tocar con aquellas cañas rajadas, cuando se
implantaron los palillos o castañuelas, el sonido era muy fino. Como hemos dicho,
el complemento de la carrañaca, en un principio era la caña rajada y
posteriormente una castañuela. Las primeras castañuelas fueron aquellas negras
que vinieron del Norte, pero no recuerdo quien las introdujo en Fuente Álamo,
quizás Paulino Aguilera desde Navarra.
Pandereta
Se cortaba una tabla de madera, que podía ser de una puerta rota o de una caja de bebidas, formando un rectángulo de 30x15 cms. aproximadamente, a la que se le dejaba unos 10 cms. de mango. Sobre ella se iban colocando en puntos equidistantes unas puntas, donde previamente se habían pinchado unas chapas de las bebidas que se habían aplanado en forma ligeramente curva, para que el contacto de unas con otras dejase un sonido metálico que completaba al sonido más grave de la carrañaca. También llegaron a Fuente Álamo las innovaciones, y la parte trasera se protegió con gomaespuma recubierta de eskay que amortiguaba mejor los golpes sobre la tabla y le daba incluso mejor sonoridad. Este instrumento siempre me recuerda que fue el maestro D. Leovigildo, quien nos enseñó a cantar el villancico: “Una pandereta suena…” y que se hizo popular en las murgas de los años 70. Dejaban de tocar todos los instrumentos y las panderetas hacían un solo acompañadas de la voz, salvo en el estribillo: “San Mirandillo, arandandillo, San Mirandillo arandandán…” que entraban todos los instrumentos.
El material principal para
su elaboración ha sido muy variado y se ha recurrido a cualquier objeto hueco
con entrada y salida abiertas pero de diferente circunferencia. Desde pequeños
bidoncillos, orzas rotas por la base, las vulvas de las pitas (pitones) ect… a
las que se hacía unas muecas alrededor para el posterior atado del pellejo u
otro material en donde se colocaba el carrizo. El material que recubría la
circunferencia más grande ha variado según el tiempo, desde los pellejos de
conejo, pellejos de las mantecas del cerdo, plásticos, pana, ect… La
preparación del pellejo de conejo era mediante la cocción en un recipiente con
agua hirviendo, una vez seco y terso se le colocaba el carrizo al que se le
hacía una mueca y se le introducía un imperdible o alambre para que no se
escapase del pellejo o plástico al que se ataba con guita de las morcillas. Una
vez preparado el pellejo se colocaba en la parte ancha del objeto en forma de
uso abierto y se tensaba lo mejor posible, para ello se agarraba con las manos
unos tres jóvenes tirando fuertemente de los extremos del pellejo hacia abajo,
mientras que otro joven lo ataba alrededor. El pellejo se dejaba terso con una
buena refriega de ajo. Cuando llegó el plástico la elaboración fue más
sencilla, sólo se necesitaba un saco del abono, pero era menos fiable, lo que
hacía necesario llevar tres o cuatro recambios. Los murguistas de La Rábita o
de Las Grajeras, introdujeron en Fuente Álamo el sistema de la pana, pero no
funcionaría muy bien, pues no se prolongó en el tiempo. Una vez terminada la
construcción se le ataba una cuerda a cada extremo de las asas de la orza que
servía de colgante. La orza aguantaba hasta que se rompía y pegaba el orzazo.
Algunas olían todavía al chorizo que habían tenido guardado en pringue. El
sonido de la zambomba grave hueco era la base rítmica de la murga. Actualmente
se está volviendo a la elaboración de instrumentos con los materiales antiguos.
Botella
Anís
No
faltaba la botella de anís de Rute, con aquel sonido agudo estridente, que
completaba a los sonidos graves del zambombeo y del rascañeo. Sólo hacía falta
beberse el anís y coger una cuchara, tenedor o algo metálico y a seguir el
ritmo de la carañaca, a la que completaba con su agudeza.
Almirez
En casi todas las casas de Fuente Álamo había
los típicos almireces dorados hechos de una aleación de metales, con su
correspondiente mango. Solo necesitábamos que nos la dejaran nuestras madres,
con la obligación de devolverlas al día siguiente. El sonido acampanado daba la
terminación a los villancicos.
COMPONENTES
Esos instrumentos eran
tocados por murguistas cada cual especializado en uno. Fuente Álamo ha tenido
buenos zambombistas, buenos carrañaquistas, buenos pandereteros, buenos
maestros y buenos aguadores.
La murga “regaera” de los años 70, comenzaba los ensayos a primeros de
diciembre en la corraleta de los cochinos de Antonio Aguilera Valverde, una vez
evacuados y habiéndole dado su destino final, pero aún manteniéndose el olor
característico de una zahúrda, que mezclado con el humo que desprendía el
aceite requemado de la torcía de algodón que servía de mecha para el candil,
creaba un perfumen ambiental “típico navideño”. Los componentes eran Paco
Aguilera, Pepe Luis Montes y Manolo Escribano a la zambomba, Benito Vera,
Julito La Rosa a la pandereta, José Antonio Serrano y Antonio Ramírez a la
carrañaca, y como aguadores Manolín Aguilera y Miguel La Rosa y a la batuta el
que relata y algún que otro componente eventual como Antonio Jiménez, José Luis
Arenas y otros, que venían según el día y los ensayos. Los murguistas se
colocaban en círculo alrededor del maestro, agrupados por instrumentos, a
excepción de las zambombas que se situaban estratégicamente en las esquinas de
las casas para alcanzar mayor sonoridad.
Se
llamaba en Fuente Álamo “murga regaera”, aquella murga de niños, que le faltaba
cierta formalidad, en sus componentes o en sus instrumentos.
COMPLEMENTOS
En cuanto a los complementos, hay que hacer mención a
los gorros de cartón, forma quepí o terminado en cono o cucurucho. Se
necesitaba el cartón de una caja de zapatos, papel de celofán o aquel papel
fino de colores y una masa de harina líquida o pegamento elaborado con las
semillas de los membrillos. Su confección era sencilla, se le iba dando forma y
forrando, a la vez que se le colocaban unas tiras de aquel papel fino de
colores en la parte alta, que al viento mezclaba los colores, dando un colorido
especial; siempre que Regaliz no las pillara y las arrancase como le hizo a
Julito.
REPERTORIO
Eran tres días de
actuación: el 22, 23, y 24 de diciembre. El primero para los cortijos y los dos
siguientes para recorrer el pueblo, salvo la Navidad de 1973, que algún vecino
nos dijo que se había declarado luto oficial por la muerte de Carrero Blanco
para que no tocásemos en su casa. Comenzaba la actuación en la calle en la
entrada de la vivienda con el villancico “A esta puerta hemos llegado…”, le
seguía “Buenas noches familia, ahora que estamos en dentro…”, a continuación un
popurrí de villancicos; conforme iba avanzando la actuación y para dar un toque
de atención cantábamos y tocábamos: “No venimos a por el rosco…” pero en
seguida venía la que solicitaba el aguinaldo:
“En un portal oscuro…” aprovechando la música de la Marcha Real, para “que no
den la regalía que nos vamos a marchar”, y para finalizar “Echamos la despedida
con un ramito de albahaca…”, pero si se portaban bien las familias, podíamos
hacer algún bis, o cantar aquella “De aquí no nos vamos porque no queremos…” o
si se portaban mal y no nos abrían la puerta aquella “Esta casa está hecha de
hierro y las ventanas de alambre, la gente que hay dentro está…”
Las
murgas en la Nochebuena recorrían los cortijos y la aldea de casa en casa
cantando villancicos toda la noche y pidiendo el aguinaldo, pero siempre caía
alguna copilla, algún rosco o algún mantecado que solía pegarse en el cielo de
la boca y hasta que no era tragado por todos los componentes no se podían reanudar
la actuación. Sobre todo, lo que más deseábamos era coger en alguna casa a la
murga de las niñas, porque las murgas estaban diferenciadas por sexo, con el
fin de hacer notar el poderío de nuestros instrumentos.
Cantábamos y tocábamos villancicos, como aquel Villancico popular de Fuente Álamo
“Corriendo por los cortijos iban todos los chavales” que en su versión original
decía: “Cantando por los caminos iban todos los zagales…
Corriendo
por los cortijos
Todos le
llevan al niño
Sus
quesos y sus pañales
Un
pastorcillo inocente
Que no
tenía que llevarle
Saltó una
noche al corral
Oveja que
más quería
Le llevó
para mamar.
Cantan y
bailan todos al compás
Porque ha
nacido
Y un
pastor será.
La Navidad la pasaba en Clavijo mis tíos tenían todos comparsas y como dice el villancico corrían todos los cortijos terminando donde el Santo Manuel ya de madrugada,aquí se canta poco aunque nosotros aun lo hacemos algo,muy buenos recuerdos aquellos. !haces un trabajo fabuloso!
ResponderEliminarFeliz Navidad a todos los
Fuentelameños.
Gracias por tu comentario, con estas publicaciones lo que se intenta es que esas tradiciones no se pierdan y que sean recordadas por generaciones futuras. Tus familiares de Clavijo han contribuido a mantener esas tradiciones y por esos haces bien en recordar aquellas navidades que pasaste junto a ellos.
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