Hace
unos días me sorprendió la noticia del fallecimiento de Francisco de Córdoba
Marín, conocido como “Paco Córdoba”. Me quedé sobrecogido, aunque seguramente a
él también le cogió desprevenido a sus pocos 68 años. Aunque había recibido
algún aviso, seguramente no estaba preparado, pues la última vez que hablé con
él, tenía ganas de aprender nuevas cosas y proyectos en su cortijo de la Vega.
Según
me informaron nos dejó el día 10 de julio.
Aunque
nuestra amistad se había forjado hacía poco tiempo, tenía conocimiento de su
persona y sus actos a través de mis familiares y otros fuentealemeños, a
quienes profesaba afecto, y les echó algún cable para que mediante su
contratación pudieran percibir las ayudas del campo.
Era
un hombre culto e interesado por la historia de Alcalá la Real y de la aldea de
Fuente Álamo. En el momento que se enteró que había alguna publicación sobre
nuestra aldea, se interesó en localizarme, y en las conversaciones telefónicas
me transmitía sus conocimientos sobre acontecimientos ocurridos en el balneario
de Ardales, propiedad de su familia.
Paco era el último bastión de los De Córdoba en Alcalá la Real. Su vinculación con Fuente Álamo y sus gentes estaba arraigada y era total y absoluta. Era el heredero representante de D. Manuel de Córdoba, su tatarabuelo, propietario del Balneario de Fuente Álamo en sus años de auge. Hijo de José María de Córdoba Ruiz y nieto de Paquito de Córdoba Villuendas. Echó los dientes en las tierras de la Vega, en el paraje de la Fuente de la Encina y en aquel Balneario de Ardales, ya en decadencia y solo refugio familiar. Sin embargo, fue empapándose de cantidad de anécdotas de tipo costumbrista que envolvieron a sus familiares y amigos cuando visitaban el Balneario, y así lo dejó plasmado en la Revista de la Virgen de las Mercedes del año pasado de 2021. En esta publicación, lo cuenta de manera sutil para no herir susceptibilidades, si bien personalmente me las contó con sus pelos y señales y con la campechanía que le caracterizaba. Me contó que su madre siendo una recién nacida (1926) se cayó de la cuna en una de las visitas que sus abuelos maternos realizaron a los Baños de Ardales.
En su artículo fue muy agradecido a mi trabajo sobre la familia, y yo no podía corresponderle de otra manera que dedicándole estas cuatro letras.
Hace
poco más de medio año fue la última vez que le vi en persona. El 6 de noviembre
de 2021 nos acompañó en una visita guiada que organizamos por Fuente Álamo,
llegamos hasta el balneario de sus antepasados y nos ilustró como buen
conocedor sobre los últimos años de su funcionamiento. En la Torre Atalaya
Musulmana, cuyo recinto también perteneció a su familia, me contó que el primer
naranjo que llegó a la zona lo plantó
allí su bisabuelo Francisco Javier de Córdoba. Hizo todo el recorrido, incluido la subida a la Mina, pese a padecer
un esguince de tobillo y cojear ostensiblemente. Nos ofreció lotería de navidad
de la Virgen de las Mercedes, deseándonos suerte.
Finalizando
la jornada, como no podía ser de otra manera, nos tomamos un buen vino, y nos
fumamos un purillo que él me ofreció.
Paco
de Córdoba, aparte de gestionar una correduría de seguros, tenía como pasión el
campo. Acondicionó el Cortijo de la Vega, siendo este lugar su vía de escape.
Fue un empresario agrícola, que siempre respetó a los obreros del campo. Su
cuadrilla la formaban casi siempre jornaleros fuentealmeños. Dio mucho trabajo
a este pueblo. Como me confesó durante la cata de vino, jamás dejó a deber ni
un solo salario, aunque a veces él mismo me reconoció que cuando pasaba por
algún apuro, demoraba el pago hasta final de campaña. Pienso en lo poco que le
llegué a conocer; era un hombre íntegro, que representaba al antiguo “señorito”
ahora más cercano a la gente. Las circunstancias le condicionaron mucho, sobre
todo el tener que honorificar el apellido de una familia tan influyente
en otros tiempos.
Después de aquel día de charla, nos hemos mandado varios mensajes por teléfono y especialmente por Navidad me mandó como mensaje: “Amigo Domingo te deseo Salud y Paz. Un Abrazo”, yo le contesté: “Igualmente Paco para ti y los tuyos. Un abrazo”. A veces los deseos no se cumplen en cuanto a la salud, pero Paco como buen cristiano que era, seguro que se ha ido en Paz.
Domingo tienes toda la razón sobre la publicación de Paco era una gran persona
ResponderEliminarMuchas gracias y me alegra coincidir en la gran persona que era Paco.
EliminarEse día tuvimos el placer de compartir la magnífica visita organizada por tí y estar junto a Paco. Me sentí como paisano vuestro. Mi mejor recuerdo tu madre Fermina, que me cogía la mano y me contaba las vivencias de mis antepasados en Fuente Álamo. Gracias Domingo y por supuesto nos veremos de nuevo.
ResponderEliminarMuchas gracias, José, casi había adivinado que eras tú. Buen ratico echamos aquel día. Fue completo y al final rematamos la faena con Paco, que bien nos ilustró. Considérate como nuestro paisano y familia directa de alguno de nosotros. Mi madre también se acuerda del día y de Paco, fue ella quien me dio la mala noticia. La suerte tanto de la lotería de Navidad como la suya estaba echada. Aquí tienes, tu casa y la de tu familia.
EliminarSoy José Ortega, aunque aparece como anónimo. Un abrazo.
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