Un año después del golpe de estado que instauró la Dictadura de
Primo de Rivera, en una España en estado de guerra, se
realiza el Empadronamiento Municipal de Alcalá la Real, en donde se incluye el Distrito municipal Rosario, Sección 12ª
denominado Fuente Álamo. En concreto se cierra el 1 de diciembre de 1924. Se confecciona mediante la declaración
del cabeza de familia que se recoge en
hojas de inscripción individualizadas. En total se recogen 155 hojas, lo que
equivaldría a 154 casas o cortijos habitados, pues se repite la ficha 43 en la
55 sobre Cipriano García Zamora, Luciana Bailón Serrano y su hija Mercedes
García Bailón. Contados uno a uno resulta un total de 629 habitantes.
Se inicia con la ficha nº 1 correspondiente
a Cipriano Aguayo
Palomino, su esposa Josefa Serrano
Pérez y sus hijos Víctor, Juan, Valeriano y Vicente, y finaliza con la ficha nº
155 de
Araceli Zuheros Cano y sus hijos Rufina, Teodora, Vicente, Marcelino y Dolores.
En estas cédulas de inscripción se recoge en una especie de ficha
personal a toda la familia (comenzando por el cabeza, seguido de la esposa e hijos), el sexo, el año de nacimiento, lugar de nacimiento,
estado civil, parentesco con el cabeza familia, si saben leer y escribir, ocupación principal (que no se recoge en la
práctica), residencia legal, y tiempo que lleva viviendo en el Ayuntamiento. Pero
en la práctica realmente solo se recoge el año de nacimiento, el estado,
parentesco, leer y escribir y años que
lleva viviendo en el municipio, por lo que es difícil hacer un estudio más
detallado al no tener datos sobre la ocupación principal, aunque al igual que en
los estudios realizados en 1909 y 1930, será
el campo la profesión de casi la totalidad de
los varones, pues solo habla de Manuel Aranda Villén (23 años) que se encuentra
en filas, y que fue apodado “Cabo”, lo que supone que tuvo una trayectoria
militar.
En cuanto a los que saben leer y escribir, tenemos a 38 cabezas de familia de las 154, en donde una es mujer: Carmen Ruiz Porras. Son 6 las esposas que saben leer y escribir, descontada ya la viuda. En tan solo cinco familias, todos los hijos mayores saben leer y escribir, que son unos 9 hijos. En números globales de 629 habitantes, si bien hay que tener en cuenta que muchos son menores que aún no han accedido a la escolarización, tan solo saben leer y escribir 53 personas, lo que en porcentajes absolutos representan al 8,40 % de la población fuentealameña.
En cuanto a los que saben leer y escribir, tenemos a 38 cabezas de familia de las 154, en donde una es mujer: Carmen Ruiz Porras. Son 6 las esposas que saben leer y escribir, descontada ya la viuda. En tan solo cinco familias, todos los hijos mayores saben leer y escribir, que son unos 9 hijos. En números globales de 629 habitantes, si bien hay que tener en cuenta que muchos son menores que aún no han accedido a la escolarización, tan solo saben leer y escribir 53 personas, lo que en porcentajes absolutos representan al 8,40 % de la población fuentealameña.
Las
personas de mayor edad son el matrimonio formado por Florencio Pérez Fuentes,
con 84 años y María López Nieto, con 83 años. Le siguen Dámasa López Pérez, con
82 años y Gabino Pérez García, con 80 años de edad.
La familia más numerosa es la formada por Antonio Aguilera
Aguilera y Francisca Calvo Sánchez con 11 miembros, incluidos los progenitores. Lo que sí se aprecia es que no hay muchas familias numerosas, quizás
debido a que la gripe española de 1918, seis años atrás, dejó mermada a las familias.
Una
de las familias que ha desaparecido de la aldea y que en aquellos tiempos era
bastante influyente era los llamados “Ariza”.
Los progenitores eran Francisco Serrano Ruiz (72 años) y Antonia Ariza
Serrano (70 años), con sus los hijos ya
casados. Juan Serrano Ariza (30) casado con Antonia Nieto Serrano, con dos
hijos: Mateo y Antonio; Mercedes Ariza Serrano (23) casada con Juan Serrano
León con sus hijos Pedro y Juan; Antonio Serrano Ariza (28) casado con Adriana
Fuentes Mesa y su hija Antonia; María Serrano Ariza (36), casada con Antonio
Alba Castillo con su hijo Francisco.
Tan solo me he permitido hacer un estudio comparativo para ver de
las 154 familias que se recogen, cuántas tienen aún en la
Aldea raíces a día de hoy. Solo he encontrado 37. Es decir, que después de casi un siglo han desaparecido de la aldea
las raíces de más de un centenar de aquellos
habitantes. Aquí dejo esa relación para que cada uno de los fuentealemeños
residentes actualmente en la Aldea se pueda identificar con sus antepasados de
los años 20 del siglo pasado: Juan Aguilera Arenas, Antonio Aguilera Aguilera,
Dionisio Aguilera Anguita, Enrique Aguilera Vera, Antonio Aguilera Flores, Pedro Arenas Bermúdez, Casimiro Bailón
Gallardo, José Carrillo Rufián, Juan Cano Serrano, Rafael Castillo Galán,
Casimiro Castillo Palomino, Antonio Castillo Nieto, Lorenzo Díaz Valverde,
Manuel Fuentes Sánchez, Cipriano García Zamora, Pablo Gutiérrez Ibáñez, Antonio
Jiménez Gutiérrez, Ciriaco González Rufián, Esteban García Cano, Lorenzo Ibáñez
Jiménez, Simón Ibáñez Cano, Rafael Pérez
Palomino, Pedro Pareja Vega, Amador Pérez Cano, Isaac Pérez Fuentes, Benito
Pareja Pérez, José Pérez Lizana, Sandalio Pérez Palomino, Manuel Pérez Pérez, Juan Ruiz León, Carmen Ruiz Porras, Félix
Salazar Aguilera, María Villén Tirado,
Fernando Vera Aguilera, Francisco Vera Aguilera, Eusebio Vera Castillo, Araceli
Zuheros Cano (37).
La hoja nº 57 recoge a la familia formada por Lorenzo Ibáñez
Jiménez y María Sánchez Arenas con su único hijo Feliciano nacido ese año, y
que a sus 96 años es la única persona viva en la aldea que aparece inscrita en
aquel padrón.
….
Han sido muchas las conversaciones que he mantenido con Feliciano Ibáñez Sánchez a lo largo del
tiempo de convivencia, y espero que sigan siendo unos cuantos años más. En
todas ellas solo he visto prudencia y saber medir las palabras, aunque con una
locución un tanto acelerada que a veces la hacía ininteligible y con una voz un
tanto característica por su gravedad, no de fumador, porque nunca lo fue. Persona
discreta, de su boca nunca se ha escuchado una palabra malsonante y su
convivencia en la aldea es digna de resaltar,
por ello debo realzarla en esta publicación. Se puede considerar un hombre
tranquilo, pacífico, servicial, serio para el trabajo y hombre de su casa y
familiar. Se podría decir que es un hombre de vaso de vino en la taberna en el sentido estricto,
tradición que hasta casi sus 96 años ha seguido cumpliendo. Tener como cualidad
la responsabilidad y la seriedad no quiere decir que no le gusten las bromas,
pues las hacía y las recibía en sus tiempos. Pienso que su vida sufrió un antes
y un después con la Guerra Civil, y algunos otros avatares le hicieron cambiar
su posición social, aunque yo le he conocido siempre con humildad y
siendo el mismo.
Nació el 25 enero de 1924, en el seno de una familia fuentealameña
de toda la vida, tanto por parte paterna, como materna. Su padre Lorenzo hijo
de Juan Jiménez Lara, casado con Francisca Jiménez Bermúdez, vivieron en la
vivienda familiar cercana a la iglesia, y su madre María, hija de José Sánchez
Moreno y Visitación Arenas Bermúdez fueron moradores del Cortijo El Coto.
Recuerda de su infancia que estuvo en la primitiva
escuela, aquella que tenía su entrada por el callejón de
arriba. Tan solo estaría dos o tres años con
D. Manuel López, su único maestro, pues la Guerra Civil interrumpió su
escolarización. Después de la Guerra, mientras se construía la nueva escuela,
se siguió impartiendo clases en las dos casas de enfrente, una que miraba para
la escuela y otra hacia la iglesia. Recuerda que en una de ellas vivió la
familia Alba, en concreto la que miraba para la escuela.
Hizo la comunión cuando se casó, puesto que durante la II
República no se hacían comuniones, y literalmente me dice que en su época: “se hacían en Fuente
Álamo, las mismas comuniones que ahora.”
Recuerda su infancia cuidando a dos cabrillas que tenía con el
conocido como “Matagüeyes”. En Fuente
Álamo estuvieron hasta septiembre de 1936, es decir, cuando él tenía 12 años. La Guerra Civil hizo que tuvieran que marcharse y no
regresaron hasta mayo de 1939. Durante el inicio de la guerra, aún en Fuente
Álamo, no recuerda los revuelos que se
formaron con la quema de Imágenes, pero le dijeron que lo hicieron los
milicianos.
Se fueron a un cortijo de la zona Bracana, al Cortijo Pernales,
perteneciente a Almedinilla, desde allí se marcharon a Castro del Río, donde
permanecieron durante toda la Guerra Civil. No recuerda si después de la
contienda hubo represalias, puesto que él estaba trabajando
todo el día en el campo. Piensa que aquello se pasó y nadie quiso contar lo
ocurrido, pero recuerda que estaba todo racionado, cosa que entiende como
corriente, aunque el pan a veces dependía de que fueran más o menos amigos.
Se fue a la mili en el año 1945, estuvo dos años y unos meses
destinado a Automovilismo en Sevilla hasta marzo de 1948 en que se licenció. Es
de la quinta del 45 (año del hambre); de su quinta son:
Domingo Aguilera Calvo, Eugenio Pérez Aguilera, Rafael Pareja Valverde, José
Vera Torres... Hicieron la fiesta de los quintos en los alrededores de la Cruz
de Fuente Álamo, una que había gigante de cemento, situada enfrente de la
taberna de Francisco El Pelón. Aquel bar no
tenía mostrador, traían el vino en un mulo desde Alcalá la Real.
Cuando volvió de la mili se fue a trabajar con su tío Cayetano al
Cortijo de Montenegro, donde estuvo hasta 1958, es decir, unos 10 ó 12 años.
Recuerda que en la que es actualmente su casa vivían Los
Guardillas, que sabían tocar algunos instrumentos, traían un poco vino y
formaban fiestas.
Se casó en 1962 con Justa
Aguilera Cano, con la que ha tenido 3 hijos. El cura que los casó se llamaba
Don Cristobal. La boda la hizo en el Bar del Chofer, donde pusieron un jamón y vino blanco. Llegaría a juntar 4 ó 5 mil pesetas, siendo 10
duros por persona la contribución más alta.
Estuvo trabajando en las tierras de D. Paco Serrano de mulero unos
4 ó 5 años, luego con Luis Montes “Pacheque” y otros. Siempre se dedicó al campo, por aquella época los jornales valían 6 ó 7 pesetas. Pero su vida profesional
se repartió entre la emigración y el trabajo en el Cortijo de la Cabrera, donde estuvo muchas varadas de aceitunas.
La fortuna y el trabajo le recompensaron y fue uno de los 21
afortunados que recibió una parcela en el reparto del Cortijo de Clavijo, que
junto con su trabajo ha sido el sustento de la familia.
Entre
la emigración, donde salvó la vida en aquel trágico accidente ocurrido en una
noche de la primavera del año 1973, y el trabajo en el campo, transcurrieron
los años de trabajo, hasta que hace tres décadas se jubiló. Retirada de la que
a sus 96 años sigue disfrutando hasta que la salud se lo permita.
Domingo, laborioso trabajo sobre la memoria de los papeles viejos, que son los censos, y la memoria viva de un testigo:Feliciano Ibáñez Sánchez.
ResponderEliminarMuchas gracias Santiago, la verdad es que es laborioso el trabajo, y en este caso más aún, pues hay que ir estudiando de forma individualizada cada una de las hojas de inscripción. Es verdad que Feliciano es memoria viva, actualmente es la persona de más edad que vive en la aldea.
EliminarBuenos días! Seguro que este señor debe recordar a Bernardo Burgos Ortega y su hija !
ResponderEliminarBuen trabajo!
Muchas gracias Rafael. La verdad es que Feliciano recuerda muchas cosas, pero también es verdad que se le olvidan las cosas. No sé si llegó a conocer a José Burgos Ortega y a su hija Aurora, pero está muy mayor, y seguramente sus recuerdos sean vagos. En cuanto a Juan Burgos Ortega he encontrado unas publicaciones que te envío por messenguer. Un abrazo.
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