De entre los escasos datos encontrados en los
tratados generales de aguas minerales de España referentes a los dueños de los
Baños de Ardales de Fuente Álamo, encontramos como primer
propietario a Don Joaquín Suárez, “vecino de Alcalá la Real”, que fue quien en
1827 comenzó a beneficiar las aguas, construyendo los baños (canalización y
pilas). Don Diego Suárez Barriga, abogado residente en Sevilla, sería
quien en 1831 levantó el edificio primitivo, posteriormente reformado. A
él pertenecían las aguas, baños y hospedería. Don Miguel Suárez Barriga,
hermano del anterior y vecino de Sevilla, era el propietario en 1846,
y tenía como administrador a Don Manuel de Córdoba y Torres, residente en
Alcalá la Real. A partir del estudio de los informes,
manuscritos y diversos documentos públicos, hemos encontrado como
propietario a D. Francisco Javier de Córdoba Baquero, sucesor de su padre
Manuel de Córdoba. Por último, analizadas las escrituras públicas conservadas
por la familia que nos ha facilitado D. Tomás de Córdoba Ruiz, nieto de
Francisco Javier, hemos podidos identificar a sus sucesivos propietarios,
también miembros de la familia De Córdoba, y a la cual siguen perteneciendo
actualmente.
MANUEL
DE CÓRDOBA y TORRES
Nació a principios del siglo XIX en Alcalá la
Real, hijo de Manuel de Córdoba y de Manuela de Torres. Su padre consta
inscrito en el padrón de Alcalá la Real de 1801, donde se refleja que vivía en
la Calle Veracruz y que era soltero. Se casó con la sevillana María Francisca
Baquero Fernández a finales de los años 30 del siglo XIX, con la que tuvo tres
hijos: María de la O, Manuela (1840), y Francisco Javier (1843). Las dos
hijas consagraron sus vidas a Dios dentro de la orden religiosa de las Madres
Dominicas, profesando en el Convento de la Encarnación de Alcalá la Real
(desde el año 1858). Tomaron como nuevo nombre religioso el de Sor María de la
O de Santa Rosa y Sor Manuela de San Miguel. Francisco Javier sería el
encargado de administrar las fincas familiares.
Son escasos los datos que hemos encontrado
sobre su personalidad, obtenidos básicamente de las escrituras
públicas guardadas por la familia y de los testimonios de sus
descendientes. Según su biznieto Tomás de Córdoba, su bisabuelo solía viajar a
menudo desde Alcalá la Real a Sevilla en base a su cargo de administrador de la
posesiones de una familia sevillana de la nobleza (Marqués de la
Granja), y nos dice que sus padres le contaron que también debió ser
militar de carrera, pues recuerda las medallas o galardones que encontraron en
la casa familiar de la calle Veracruz de Alcalá la Real.
Criado en el seno de una familia
profundamente religiosa, siendo Hermano Mayor restauró la Ermita de San
Marcos que acoge la imagen de la Virgen de la Cabeza, tal y como rezaba en una
placa. Así mismo donó los barrales y una pequeña imagen en plata de la
Virgen de la Cabeza, según nos informa su referido biznieto.
En
1838, Don Lorenzo de Sousas como administrador principal de D.
Tulio O’Neill (residente en Paris), Mariscal de campo de los Ejércitos
Nacionales, padre y legítimo administrador y curador de su menor hijo don Juan
Antonio O’neill y de Castilla, Márquez de la Granja, Caltójar,
Valdeoseras, Conde Benagiar; otorgó y
confirió amplio y bastante poder a D. Manuel de Córdoba (vecino de Alcalá la
Real) para que pudiera administrar sus propiedades en Alcalá la Real, Martos y
Castillo de Locubín. En 1847 es ratificado dicho poder por D. Lorenzo de
Sousas.
Según
consta en el Diccionario Geográfico Estadístico Histórico de España y sus
posesiones de Ultramar. Diccionario literario-tipográfico de Pascual
Madoz y l, Sagasti. Segunda Edición (1846), Manuel era el administrador
de los Baños de Árdales, que por entonces eran propiedad de Diego Suarez.
En
una escritura pública que se otorgó en 1902 (a la muerte de Francisco Javier de
Córdoba, su hijo), se describe que
Manuel compró a la familia sevillana de los Suarez las tierras de Baños
de Ardales (pudo ser a finales de los años cuarenta del siglo XIX o principio
de los cincuenta), con hipoteca constituida en garantía de las 4.250 pesetas
que constituían el precio aplazado de venta, y de las que debían satisfacerse
2.500 pesetas a finales de septiembre de 1852 y el resto en junio de 1853. Los
vendedores fueron los hermanos Suarez, en concreto Félix Suarez Barriga, en
representación de sus hermanos Miguel, Diego,
Amparo, Juana y Esperanza. Diego ejercía la abogacía, como hemos dicho
anteriormente. La finca estaba grabada con un censo a favor de Propios del
Ayuntamiento de Alcalá la Real que le resultaba del título y que fue redimido
según consta de la escritura de 31 de enero de 1857 otorgada por el Juez de
primera instancia de Jaén D. Rafael de Vargas y Vélez ante el escribano Mayor
de Rentas D. José Almendros.
Manuel
tenía otro hermano llamado Francisco de Córdoba y Torres, nacido en 1809. Adquirió en Fuente Álamo
terrenos de la zona de la Torre en 1860, heredados posteriormente por su
sobrino Francisco Javier en 1891. Falleció el 6 abril de 1891 y estuvo casado
con María Dolores Rosales López con la que no tuvo descendencia.
Cuando
Manuel falleció el 10 de mayo de 1855, (su esposa Francisca lo había hecho poco
antes: el 26 octubre de 1854), sus tres hijos heredaron los Baños de Ardales y
demás posesiones. Al ser menor de edad, Francisco Javier (11 años) y al haber
tomado los hábitos de monja sus dos hermanas, debió ser su tío Francisco quien
gestionara el Balneario hasta la mayoría de edad de Francisco Javier.
FRANCISCO JAVIER DE CÓRDOBA y
BAQUERO
Nació el 4 de diciembre de 1843 en Alcalá la Real. Era el único hijo varón fruto del matrimonio entre Manuel y María Francisca.
Francisco
Javier, a la muerte de su padre en 1855, y siendo aún un adolescente, heredaría
los Baños de Ardales conjuntamente con sus dos hermanas.
Se casó a los
21 años de edad, el 10 de septiembre de 1864, con Dª María del Carmen
Villuendas Arjona, instalándose el matrimonio en una casona situada en la calle Espinosa, por la zona del Juego
Pelota de Alcalá la Real, según nos informa su nieto Tomás.
En
1868 confecciona, como propietario del balneario, la Memoria de los Baños Hidrosulfurosos de
Fuente Álamo, que firma conjuntamente con el agrimensor, quien era también alcalde o teniente alcalde
de Alcalá la Real D. Eusebio Rodríguez Ramos, y que había diseñado un plano del
Balneario. En 1877 aparece como propietario, firmando el informe manuscrito de
esa temporada, junto con el alcalde de Alcalá la Real D. Gregorio Abril y
Ávila y el Médico Director D. Luis Ramón
Trinidad Gómez de Torres. En los
informes de las temporadas de 1878 y 1879 también aparece como propietario. En
1895 y en 1897 aparece como propietario del Balneario en la publicación de la
Gaceta de Madrid.
Francisco
Javier, al fallecimiento de su tío Francisco en 1891, se había convertido,
gracias a los bienes heredados o transmitidos en venta real, en un gran
terrateniente con numerosas yuntas de labranza y con tierras en el término de
Alcalá la Real, en concreto en la zona de la Mata con 100 fanegas aproximadamente,
en el Cortijo del Rosalejo con otras 100 fanegas, Fuente de la Encina Baja de 353 fanegas (su hermana
Manuela lo había comprado el 21 mayo 1864 a D. José Albarracín Pérez de Vargas
y D. José María Valenzuela y Lassús, Marques de Puente de la Virgen), las
tierras de Ardales de unas 400 fanegas, además de las tierras en la Pontanilla,
las Peñón de los Empiristas, San Bartolomé... En Fuente Álamo, sus propiedades
abarcaban desde la salida de la aldea dirección al Balneario, incluido el
molino de aceite (construido y explotado por él mismo a finales de siglo XIX),
la Torre y los Baños de Ardales, hasta los límites con la Colonia.
Él sería quien, al haberse ordenado monjas sus
hermanas, explotaría el balneario hasta su fallecimiento.
Falleció
el 27 de febrero de 1902 y, según testamento que había otorgado el 25
septiembre 1895, los hijos de Francisco Javier y María del Carmen (ya
fallecida) heredarían las tierras de Árdales y por ende su Balneario: Manuel,
Francisca, Eulalia, María del Carmen, María Teresa (fallecida al momento de
abrir testamento y casada con Adolfo Carrillo Luque), Asunción (Monja
dominica), Tomás (sin descendencia) y Francisco (Paquito de Córdoba). La zona
específica del balneario la heredaron Francisca
y Asunción.
En
su testamento ordena que su cuerpo, vestido con ropa y colocado en una caja de
madera, sea sepultado en el cementerio público de esta Ciudad.
Nació
en Alcalá la Real en 1882, hijo de Francisco Javier y de María del Carmen. Se
casó en marzo de 1903 con Dª Trinidad Belver Guerrero con la que no tuvo
descendencia. Murió en 1928 a la temprana edad de 46 años.
Desde
1902 hasta 1928 sería Tomás de Córdoba Villuendas quien gestionara el Balneario
de Ardales, pues su hermana Sor Asunción de Córdoba Villuendas le vendió en
1902 su parte de tierras del Baño por 1.250 pesetas, incluido el Balneario. Por
tanto, Tomás sería el último propietario que explotara y regentara el balneario
de una forma activa, aunque ya en declive. Así reza en escritura pública del
repartimiento de la herencia de Francisco Javier, que “la tercera parte proindiviso con el resto adjudicado a las herederas
Sor Manuela de San Miguel y Sor María de la O de Santa Rosa de Córdoba Baquero,
de la Casería nombrada Baños de Ardales, con cuatro fanegas de tierra o sea una
hectárea cuarenta y dos áreas y sesenta y cuatro centiáreas de dotación,
plantados de olivos y álamos y en ellas enclavado un establecimiento de baños
fríos sulfurosos, constituido por una edificación con dos puertas y patio
central, habitaciones para los bañistas, de ellas, las destinadas a pobres fuera del recinto,
pero adosada al edificio, y el director, locales de baños, pilas y cuadras.
Linda toda la finca al Este y Norte con la vereda real, al Sur con el olivar de
los hijos de Doña Teresa de Córdoba Villuendas y al Oeste con los de estos y de
D. Francisco de Córdoba, antes todos los terrenos propios de Don Francisco
Javier de Córdoba”.
Tomás
participó activamente en la política local dentro del partido conservador, y
tal y como nos cuenta su sobrino Tomás, era generoso en el pago de votos, pues
era el que más caros los pagaba, a duro.
Al
morir Tomás en 1928 sin descendencia, pasó su herencia a sus hermanos. La
desaparición de Tomás vino a coincidir con el declive casi total del Balneario,
que coincidió desde mi punto de vista con la entrada en vigor del Real Decreto,
de fecha 25/4/1928, que aprueba el Estatuto de la Explotación de Manantiales de
Aguas Minero-medicinales.
Nació
el 31 de enero de 1886 en Alcalá la Real, siendo hijo menor de Francisco Javier
y de María del Carmen Villuendas Arjona.
Se
casó en Murcia con María de las Mercedes
Ruiz Belbel con la que tuvo siete hijos:
Jerónimo, Manuel, María Eulogia, María Teresa, Francisco, José María y Tomas de
Córdoba Ruiz.
Francisco
se dedicó fundamentalmente a la explotación de las tierras familiares, pero
también, con Cayetano Sierra, regentó una tienda de muebles y camas. Fue el
representante en Alcalá la Real y
Alcaudete de la empresa “Unión
Española Explosivos” dedicada a la producción
de abonos de labranza.
Francisco
compró a su hermana Francisca la parte del Baño que ésta había heredado de su
hermano Tomás, pasando la propiedad a
aquel. Sin embargo, el balneario ya no tenía actividad y solo servía de recreo
para la familia y de habitáculo para los trabajadores de las tierras, donde
también se encerraban los animales de carga.
Antes
de la Guerra Civil, Eustaquio Moreno le cuidaba las tierras de la Vega. Durante el periodo que duró la
contienda, sus tierras fueron incautadas y pasaron a formar parte de la
Colectividad. En el Balneario se estableció, formando parte de la retaguardia,
una brigada del Ejército Republicano, que según nos cuenta Tomás de Córdoba
Ruiz, lo dejaron todo arrasado, e incluso se perdió la campana de la pequeña
ermita. Sin embargo, la pila de agua bendita la sigue conservando él.
Cuando
terminó la Guerra, fue él quien nombró al primer alcalde del Régimen en Fuente
Álamo: José Carrillo Rufián; a su hijo
Feliciano le encargó las funciones de
guarda de sus tierras. El último casero que tuvo en el Baño fue Antonio Vega
“El Bañero”. En el Cortijo de la Vega el
encargado era José Rosales.
Francisco,
una vez acabada la contienda y devueltas sus posesiones incautadas (no así el
abono de la cosecha previa a la Guerra Civil), arregló el balneario para recreo
familiar y el mantenimiento como cortijo de labranza. En aquellos tiempos la
familia iba a beber agua de la frescal, y usar aguas gaseosas y sulfurosas para curarse; al tiempo que la
gente del pueblo acudía para curar sus enfermedades cutáneas y venéreas.
También se hacían visitas escolares (la mía fue en el curso de 1969).
Murió
el 16 de octubre de 1970; su hijo José María lo haría poco antes, el 7
septiembre de 1970.
A
su muerte se hizo cargo de las tierras su hijo Tomás de Córdoba Ruiz, pasando a ser propietario del Baño de
Ardales, si bien el balneario ya estaba en un estado de ruina casi total, por
lo que procedió a retirar las tejas y venderlas en Sevilla para que sirvieran
de tejados anticuarios.
TOMÁS
DE CÓRDOBA RUIZ: ÚLTIMO PROPIETARIO DEL BALNERARIO.
En
la ciudad de la Alhambra, morando en un ático con vistas al Hotel Palace, al
Carmen de los Mártires, al Auditorio Manuel de Falla, a la Fundación Rodríguez
Acosta, a alguna Torre de la Alhambra…y vista lateral a Sierra Nevada, en el
conjunto del Barrio del Realejo, nos aguardaba sentado en su butacón nuestro
anfitrión. ....CONTINUARÁ
Ese trabajo está dedicado a Tomás de Córdoba Ruiz, por su especial colaboración y por haberme ofrecido su amistad, al igual que toda la familia.
Rs bonito que haya alguien que te explique historia, de tu tierra, de tus raices.
ResponderEliminarFelicidades Domingo
Muchas gracias José Luis por seguir la historia de tu pueblo. Eso estamos intentando, por eso se agradece que desde la distancia se valore este trabajo, y así esas raíces se hagan más profundas, y se trasmitan a generaciones futuras.
ResponderEliminarComparto el análisis que hace José Luis Arenas.
ResponderEliminarNo es fácil el organigrama testamentario a través de más de un siglo, sobre todo cuando se trata de familias con posición afortunada por su riqueza rústica, urbana o financiera.
Yo, que me pasé tardes y tardes, durante más de un año en la década de los años ochenta en el Registro de la Propiedad y en el archivo del Ayuntamiento de Andújar, tomando anotaciones de los libros y de los cuadernos de contribuciones, buscando conocer el reparto de la riqueza local, porque sin ese conocimiento cualquier historia, de cualquier ámbito, no tendría fundamento científico la investigación, puedo afirmar que esta aportación de Domingo Pérez a la historia de Fuente Álamo, (una aldea olvidada, ayer como hoy) es además un aporte documental enriquecida por una de las fuentes orales que pertenece al organigrama que hacía referencia antes. Por tanto, mi felicitación a Domingo como a su fuente.
Independientemente de lo anterior, pero referenciando la guerra civil, hago una puntualización:
Las guerras, todas las guerras triviales en la antigüedad y civiles, como la nuestra en 1936, la vida del contrario no vale nada, sea azul o rojo; menos valen las cosas, sobre todo cuando se carece de esas cosas y son del adversario. No puedo dar testimonio de nuestra guerra civil, porque no tengo suficiente edad (nací cuatro años después), pero sí conozco la experiencia de la guerra civil y trivial directamente cuando en la década de los años sesenta era profesor de español e historia en la República de Benín (antigua colonia francesa: en menos de un mes un golpe de Estado tras otros y en las calles cientos de muertes a machetazos (hombres, mujeres y niños); calles, casas y coches arrasados por el fuego y la artillería. Por tanto, cuando trasladas un comentario de tu fuente, -“En el Balneario se estableció, formando parte de la retaguardia, una brigada del Ejército Republicano, que según nos cuenta Tomás de Córdoba Ruiz, lo dejaron todo arrasado, e incluso se perdió la campana de la pequeña ermita”-, no añades nada nuevo a lo que sucede por la “lógica terrible de toda guerra”. Siendo cierto que fue una “Brigada del Ejército Republicano”, esta mención y contraposición de cómo quedó todo (“arrasado”), sobra desde mi punto de vista…, o se puede redactar de otra forma para que diciendo lo mismo no origine salpullido mental.
Hasta esa frase, el relato sobre los “PROPIETARIOS DEL BALNEARIO DE FUENTE ÁLAMO: FAMILIA “DE CÓRDOBA”. (I. PARTE), era una aportación significativa no sólo tuya como autor, sino también de tu fuente, con la que comparto sólo el primer apellido, aunque mi cuna (que conozco desde primeros del siglo XIX), sea humilde, de campesinos y albañiles hasta llegar a una pequeña empresa familiar de construcción.
No quiero decir con el párrafo anterior que tu aportación deje de ser una aportación significativa, que sigue siéndolo por tu parte y la de tu fuente oral, sino que, como supongo, habrá una segunda parte sobre la familia propietaria del Balneario de Fuente Álamo y, supongo también, tendrá que ver con lo sucedido a partir del 30 de septiembre de 1936, o las consecuencias de la guerra civil que la provocó una parte privilegiada del Ejército africanista...; precisamente esa parte privilegiada de militares fueron los que provocaron, como dije antes, al “lógica terrible” de la guerra: destrucción hasta que haya un vencedor y un vencido...Y todos sabemos lo que pasó porque, según Fraçois Mauriac, en las múltiples guerras de la vieja Europa nunca hubo una más injusta y un final más injusto que el de la guerra civil española.
Un abrazo desde Andújar.
Querido Santiago, nuevamente tengo que expresarte mi agradecimiento personal y me permito hacerlo también en nombre de mis paisanos, a los cuales algunos ya conoces personalmente, y creo que también de parte de José Luis Arenas, que desde las Costas Catalanas ha contactado recientemente conmigo a través de la oportunidad que nos ha dado este blog, pues hacía unas cuantas décadas que no tenía noticias suyas.
EliminarComo siempre tu aportación sirve de complemento a estas publicaciones, pues al tener conocimiento de lo laborioso que son estos trabajos, hace que los que lo leen puedan valorarlos mejor.
Es verdad que la fuente oral sirve de complemento al trabajo documental, y que sin esos testimonios nos queda incompleta la información. Pero también a veces queremos darle tanta veracidad a lo que nos están contando que no reparamos en que pueda ser todo totalmente fidedigno y en este caso creo en la fuente de información con la que he trabajado durante muchas horas, aunque me ha ido transmitiendo recuerdos que alguno de ellos a su vez le fueron contados, pues el final de la guerra le sorprendió con 11 años de edad y en Alcalá la Real y no en la aldea, y según contaremos en la siguiente parte, sería con esa edad cuando llegó por primera vez al balneario y una vez finalizada la contienda. Es verdad que cuando me lo estaba contando enfatizó exageradamente y de forma enérgica en el hecho de que había quedado “arrasado”, lo cual yo tal y cual, transcribir lo expresado, sin hacer matices. Ello porque si lo matizaba, lo mismo desvirtuaba la fuente, y no dejaba claro su posición al respecto. Si yo hubiese utilizado otro término sería una apreciación subjetiva, que sin duda alguna la tengo, pero tampoco sé si sería lo más apropiado. Yo ya tenía constancia del hecho de que el Balneario sirvió de pequeño cuartel para las tropas republicanas y la desaparición de la campana de la pequeña ermita, también que las tierras de la familia De Córdoba fueron incautadas, y que una vez finalizada la guerra tanto el balneario como las tierras volvieron a sus propietarios, desconociendo el estado en que fueron devueltas, y por cuyos hechos pagaron muchos fuentealameños.
Es cierto que una vez que publiquemos la segunda parte y lo pongamos todo dentro de un mismo contexto se pueda entender mejor la posición de nuestra fuente. Que dicho sea de paso hemos debatido mucho “on de record” sobre la guerra una más injusta y un final más injusto como fue descrita por François Mauriac, con las evidentes discrepancias, pero siempre con mucho respeto. Le llevé el libro que me recomendaste de Antonio Carmona sobre la Guerra Civil en Alcalá la Real y sus Aldeas y le pregunté qué tal le había parecido y me contesto que le había gustado mucho y que a casi toda la gente que aparece en el mismo la conocía y seguimos hablando de las injusticias cometidas, que por la parte que a él le tocó también las hubo, sobretodo aquel 12 de septiembre en Las Parras, al igual por mi parte. Es evidente que existen muchas diferencias,
Un abrazo afectuoso, pero no caluroso, que de esto ya tenemos mucho este verano.
Hola Santiago, mi prima Mª José, hija de Tomás, me ha facilitado el enlace a esta publicación, la cual me ha interesado muchísimo, siempre me interesa conocer mis orígenes. Mi abuela paterna era Carmen de Córdoba Martínez, biznieta de Manuel de Córdoba y Torres y prima hermana de Tomás. Bueno, estoy reconstruyendo mi árbol genealógico, alguna de mis ramas se remontan a los años 1600. Me gustaría conocer tus ascendientes y descendientes y como entronca con los "de Córdoba". Si quieres me puedes localizar en facebook, o te puedo dar mi mail.
EliminarUn abrazo.
Antonio Aguayo Ferreira (por cierto, que también reidí en Ándujar 2001-2005)
Hola Antonio. Muchas gracias por tu comentario y tu interés por los temas que en él público especialmente por esta dedicada a los propietarios del Balneario de Fuente Álamo, entre ellos tus antepasados. Me permito contestate por mi amigo Santiago de Córdoba, pues no sé si ha llegado a leer el comentario. Tan sólo sé lo que un día me comentó y es que el "de" de su apellido fue añadido por error y por tanto no está entroncado con los De Córdoba. Muchas gracias.
EliminarEstimado Antonio, aunque Domingo ya lo ha aclarado, por cortesía a tu comentario te informo.
ResponderEliminarProcedo de una familia de labriegos o campesinos, según he podido comprobar en los censos de Andújar desde mediados del siglo XIX. Mis padres se llamaban Santiago Córdoba Martínez y Dolores Ortega Cardeña.
En mis tiempos de estudiante en Francia (1963), en el Consulado Español de Nimes me renovaron la documentación (pasaporte, carnet y una tarjeta por mi condición de estudiante) en la que añadieron el "de". Después, cuando residí en las repúblicas africanas francófonas de Benín y Senegal como profesor de español e historia, así como a mi vuelta a España, la renovación de la documentación continuó con el "de" en todos los documentos, incluso por la lógica documental de cualquier Administración también heredaron el error mis hijos y nietos...
Como escribí una vez a Domingo Pérez, mis raíces son plebeyas y de origen judío, según me afirmó un genealogista madrileño en 1969.
Independientemente de no tener raíz familiar común en tu árbol genealógico, ha sido un placer confirmar lo dicho por Domingo Pérez y también responder a tu comentario en este blog, que sigo desde hace años como vecino virtual de Fuente Álamo.
Como anécdota final, en mi tarjeta sanitaria rezo como Santiago Córdoba "de" Ortega. En definitiva, la preposición “de” me ha adoptado. Espero que no me suceda (creo que imposible a mis 77 años) lo que dijo Voltaire: “Una palabra mal colocada estropea el más bello pensamiento”.
Gracias por vuestras respuestas, y mis disculpas por la demora, no las he visto hasta ahora.
ResponderEliminarGracias Domingo por recuperar, evitando que queden en el olvido, estas vivencias pasadas de nuestra gente, de nuestra historia y de nuestra tierra, las fuentes orales son muy, muy, valiosas, pero si no hay quien las acaba recogiendo se acaban perdiendo. Mi enhorabuena, y quedo esperando la parte II.
Santiago, también muchas gracias por tu respuesta. He leído algunas de tus publicaciones/investigaciones, todas muy interesantes para mi. Referente al "de" añadido, no creo que sea significativo en cuanto al origen, el apellido Córdoba proviene de los "Pérez de Trava / Fernández de Témez". Uno de sus descendientes, Alonso Fernández de Córdoba, fue el primero de esta familia en usar el apellido Córdoba, apellido que traía por su casa solariega y por la ciudad de que fue su padre conquistador. A partir de ahí, hubo quien se quitó el Fernández, quien escribía Cordoba o Córdova, el que se quitó el "de", etc....
Saludos.
Muchas gracias Antonio por participar con tus comentarios en la historia de la Aldea que tanto vínculo tiene con tus antepasados. Gracias por tus felicitaciones y en cuanto a la segunda parte ya se publicó y aquí te dejo el enlace: https://historiadefuentealamo-jaen.blogspot.com/2019/08/tomas-de-cordoba-ruiz-ultimo_3.html . De todas formas el tema lo expuse en el IV Congreso de Historia homenaje a Antonio Heredia Rufián, que se celebró el año pasado en Alcalá la Real y que si quieres copia solo tienes que facilitarme un correo electrónico. Por cierto he conseguido la partida de matrimonio de Manuel de Córdoba.
ResponderEliminarEn cuanto a lo que concierte a D. Santiago de Córdoba, espero que lo pueda leer y contestarte debidamente.
Un abrazo.
Estimado AAF, ¡Cuánto se aprende participando en el blog de Domingo, comprometido tenazmente para que el lugar de su cuna, Fuente Álamo, no sea olvidado, vaciado o "vacilado" como él afirma en otra entrada!
ResponderEliminarGracias por la aportación que haces sobre el apellido Córdoba, cuyo valor patrimonial ─como el de cualquier otro apellido─ es conocer la ascendencia de tu sangre, que hereda y transmite de generación en generación el ADN. La canción de Serrat dice:
Todo pasa y todo queda
Pero lo nuestro es pasar
Pasar haciendo caminos
Caminos sobre la mar
Sin embargo, la genealogía cambia el final de la última estrofa:
Pasar haciendo caminos
"que nos llevan al primer hogar".
El verso es un ripio, pero ¡qué maravilloso sería conocer a nuestro primeros ancestros, aquellos que para calentar el hogar usarían el pedernal y vestirían las pieles de la caza!
En definitiva, gracias por tu respuesta y enseñanza.
Santiago
Gracias Domingo y Santiago, me gusta leeros, y coincido en que las fuentes orales son, no sólo las más importantes, también las mas fidedignas. La historia siempre la escribe el vencedor. Recordar esa otra historia, la que no está escrita, la que nos han contado nuestros abuelos generación tras generación, es una forma de no dejarlos morir.
ResponderEliminarUn afectuoso saludo.
Aporta datos muy intetesantes conocidos oficiosamente sobre la restauración de la ermita de San Marcos y la especial implicacion de don Manuel de Córdoba y Torres y haber sido Hermano Mayor de la Cofradía alcalaina de la Virgen de la Cabeza. Seria muy interesante saber su año de mandato y determinar la fecha exacta de esta restauracion de la ermita. De especial importancia sería confirmar su donación del centenario cetro de plata del Hermano Mayor, que ha llegado a nuestros dias, y determinar igialmente la fecha y autoría.
ResponderEliminar