Los naturales de Fuente Álamo, llevamos el sobrenombre o gentilicio de “fuentealameño”, a diferencia de los habitantes de Fuente Álamo de Murcia que son “fuentealameros”. El sufijo “eño” es más adecuado para la formación de gentilicios, aquí les hemos ganado la patente.
Como dije
en la primera parte de la publicación, con este trabajo no quiero que nadie se
sienta ofendido o menospreciado en su persona, ni en la de su familia y si
alguien se sintiera como tal, con el simple hecho de comunicármelo
inmediatamente, se rectificaría la publicación. Quiero insistir que todas las
personas que se reflejan en esta publicación tienen para mí el máximo respeto y
el hecho que se le llame por el apodo a alguien, es para mí un trato de cariño
y no de ofensa. Quien me conoce sabe que no me gusta utilizar este recurso y
cuando lo he hecho ha sido con la sana intención de distinguir; de otra parte,
se pierde mucho tiempo en las conversaciones para hacer referencia a alguien,
sino se identifica por su apodo. Los apodos son nuestras sombras, forman parte
de nuestra historia y nuestra identidad, perdurando incluso después de nuestra
muerte, pues también se heredan. Llevan intrínseco las características o
cualidades generales de una estirpe, así como los prejuicios y los estereotipos
de ella, como sí todos los que se apodan “Torres” o “Borrachos” fueran iguales,
para lo bueno y para lo malo. De hecho, en la Facultad me apodaban “Maradona”,
que por cierto se me olvidó decirlo en la anterior publicación, por eso
apodarse “Maradona” ¿es bueno o malo? ¿Fue bueno, pero ahora no tanto? Ya no me
queda ni un solo rizo en el pelo, por eso ya no puedo apodarme “Maradona”, y
además al balón le doy ahora con la uña. Hay apodos que el tiempo los va
borrando y con esta publicación vamos a intentar refrescarlos.
Si digo
Juan Ibáñez Sánchez, seguro que casi nadie le conocería, pero si digo “El
Andaluz” todos sabemos de quien se trata. Apodo que le viene de cuando estuvo
trabajando en la provincia de Burgos, en Agüera de Montija, con una cuadrilla
de Ávila, y al ser el único andaluz se lo puso fácil al capataz, siendo Falito
“Pandehigo” y otros, los encargados de difundirlo. La mayoría de los
sobrenombres suelen venir de sus orígenes o de referencias geográficas:
“Tajos”, “Cornicabras” “Terreras” “Floríos”, “Cañuelos” “Arroyo”, “Canales”,
“Calonge” “Coscuo”, “Granaino”, “Campiñas”, “Caniles”, “Coruña”, ”Castillero”,
“Praillero” o “Bañero”, aunque pienso
que este último más bien le venía a Antonio Vega de sus antepasados bañeros que
cuidaban a los bañistas en los Baños de Ardales. El de “Coruña” no le viene a
Manuel Jiménez por la ciudad, sino del equipo de fútbol. Por cierto a José
Aguilera Cervera le viene lo de “Cholo”, por un antiguo jugador del Deportivo
de la Coruña. A Rafael Aguilera, le viene lo de “Coscuo” por haber vivido en el
Coscojar y lo de “Granaino” por haber nacido en Granada, lugar donde tuvo que
ser trasladada su madre debido a un parto difícil.
Hay apodos
que han dando nombre a una calle en Fuente Álamo “Sacristán”, y su origen puedo
ser debido a una relación que alguna antepasada de Luis Valverde Díaz mantuvo con
algún miembro de la iglesia, según refiere algún descendiente. Sin embargo
Pedro Castillo, quien sí fue sacristán en Fuente Álamo, se le puso nombre papal
y fue bautizado como “Pedro Catorce (XIV)”. Desde entonces se dijo que en
Fuente Álamo, dormían quince en una cama: “Pedro Catorce y su mujer Eugenia,
quince”
Foto de la familia Padilla Vera |
Entre los
más curiosos podemos encontrar el de “Domagatos” y “Rompecaenas”, que fueron
atribuidos a Andrés Vera Ochoa por su vecino original, Justo Gutiérrez, “El Tío
Bicho”, apodo que le viene por la utilización de esa expresión o calificativo
para denominar a sus amigos, con aquella tranquilidad pasmosa como lo decía.
Algunos
como José Aguilera “Macarrón”, dice tener el honor de haber bautizado con el
apodo de “Gargajito” al maestro del pueblo de los años 50, D. Manuel, pues
escupía en el suelo y antes de que el sol secara la saliva tenían que estar
allí todos los alumnos.
“Jarrilla”
surgió, estando trabajando en el acondicionamiento de las carreteras en el
Norte, cuando mi tocayo, como le gustaba llamarme, Domingo Martín le dijo a mi
vecino, Antonio Moyano “Seco”: “Moyano, por qué no te pagas ya, una jarrilla de
estas”, pues a Antonio le costaba sacar el monedero del bolsillo. Siendo
rebautizado, Domingo, pues ya poseías el de “Celtas” o “Celtíbero”.
El de “Carrilano”, se lo pusieron a Ceferino
Aguilera en 1959, la primera vez que se fue a trabaja a las patatas, a un
pueblo de Burgos, Espinosa de los Monteros, donde había buenas combinación en
el tren de vía estrecha y se marchaba cada vez que podía a Balmaseda casa de su
hermana Urbana, circunstancia que aprovecharon Antonio Jiménez “Añillos” y Manuel
“Arévalo”, y comenzaron a decir que siempre estaba de carrileo y de ahí que se
hiciera famosa la canción “Carrileo”, que la cantaba con Rafalillo “Perote”:
“Si vamos al carrileo, turululuululu esto sí
que son fideos, turulurulu echadnos unos cuantos, lo que hemos ganao en la
Renfe se ha quedao, tururlu, que turululu, que turulu cuatro patatas cuatro
monchetas las mañicas no tienen tetas. Turululu, turululu”
Estando
en La Rábita, en una verbena, el amigo Esteban González, ligó, y Juan Aguilera
“Agüelajo”, le bautizó. Le puso “Tuno”, por su habilidad para conquistar las chicas. Una noche de frío y haciendo
mérito a su apodo, estando en el “Bar la Patata Brava”, Esteban, le dijo a su
amigo Andrés Vera “Domagatos”, y antes de salir con la moto hacia Fuente Álamo:
“Andrés porque no nos comemos una patata brava y nos la llevamos calentica en
la barriga”. ¡¡Hay que “Tuno”!! Quién no
se acuerda del baile de la Yenka, pues en Fuente Álamo, quedó representado por
Rafael Aguilera “Yenkas”, y buen bailarín que era.
En unos
tiempos que todo el mundo era colega, el bueno de Juan Gomarín se quedó como
“Colega” de toda la vida y para toda la vida. Curiosamente,
Custodio González Gutiérrez, se ganó a pulso el sobrenombre de “Bodeguero”, por
el buen vino que hacía, pese a no ser Fuente Álamo zona de viñedos.
Juan Vera, en una desavenencia familiar,
siendo un niño se ocultó en el pajar de su cortijo, “De ahí lo de Niñoperdido y
hallado…”.
En la
primera parte dijimos que por regla general las mujeres solían heredar el apodo
del marido, sin embargo hay casos que suelen ser al contrario, así Lorenzo
Pérez, se le conoce como Lore “El Misto”, por herencia de parte de su mujer o a
Pedro “El Bañero” como Pedro “Corneto”, por parte de su mujer de Las Grajeras.
Ahora me surge una duda si es “Misto” ó
“Mixto”. Todavía quedan muchas cosas que aprender la historia continuará…
Cada día nos sorprendes más, que gran trabajo estas haciendo.
ResponderEliminarLa bombi que gran hombre ��
Gracias Maria del Mar por tu comentario, que en la primera parte del mismo tendrás alguna razón, pero en la segunda la tienes toda. ¡Qué buena gente es ese Vicente!
EliminarDebería usted saber antes de nombrar a personas con nombre y apellidos que el apodado " El Bodeguero" ha sido y es una persona que, si ha elaborado su propio vino es porque desde siempre ha cultivado una parcela de tierra con su viñedos. De ello doy fe porque me he criado recolectando todos los años las uvas. Asi que no debería hacer esas insinuaciones ni ensuciar el nombre de una persona a la que, nisiquiera se ha acercado usted a documentarse antes de escribir su articulo. Señor Domingo, publica usted un articulo interesante pero debería informarse un poquito mejor y no escribir charladurías de pueblo. Mi más sincera opinión.
ResponderEliminarMuchas gracias por su opinión, el artículo está hecho en clave de humor, en este momento procedo a rectificarlo tal y como dije desde el principio. En ningún momento ha sido mi intención en poner en duda la honorabilidad de Custodio,y menos aún ensuciar su nombre y quizás me he dejado llevar por la información que tenía sobre el origen de su apodo, que no era otra que la de hacer vino, por lo que informado sí que estoy. La verdad es que no sé la cantidad de vides o hectáreas que se necesita para hacer vino y no sabía que en Fuente Álamo hubiera viñedos, por lo que siento mi falta de información y en concreto que Custodio los tuviese en grandes proporciones y a eso es a lo que me refiero cuando digo: “con qué haría el vino”, sin tener el trasfondo que usted quiere darle a mi opinión y siempre con un toquecillo de humor que es lo que hace falta hoy. Gracias por la información, ahora ya estoy mejor informado y ya sé el origen de su apodo, y que no es otro de que elaboraba su propio vino con su propios viñedos y usted se ha criado recolectando todos los años las uvas. Espero haberle aclarado mi intención, que en ningún caso está basada en las charladurías de pueblo, sino en las sabidurías de pueblo y que en ningún momento como explico en los artículos es mi intención el menospreciar a nadie y menos aún ofender. Mi más sincero respeto y disculpas a mi amigo Custodio.
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