Nació en Fuente Álamo-Alcalá la Real el 14 de Agosto de 1900, hijo legítimo de Juan María Aguilera Leyba y Segunda Castillo Anguita según consta al Libro 72, tomo 64, pag. 431, del Registro Civil de Alcalá la Real. Casado con Dolores Cano Ruiz y padre de 6 hijos. Junto a sus otros 6 hermanos formó una de las sagas más prolífera de Fuente Álamo.
De estatura 1,675 m., cejas pobladas, ojos
morenos, barba cerrada, color sano y como señas particulares padecía una
invalidez, que le trajo consigo el alias “Cojo Pistolas”, sobrenombre que
heredó de su padre, aunque en el pueblo era conocido como Vicente “Pistolo”. Dicha
invalidez fue producida en el Servicio Militar, lo que le hizo gozar de una
pensión que le fue concedida por O.C. del Consejo Supremo de Guerra y Marina,
de 27 de enero de 1928 (D.O. nº 35.. ) teniendo el grado de Cabo de Infantería retirado
por inútil. Dicha pensión le fue suprimida tras el proceso seguido contra él
después de la Guerra Civil.
Tenía
como profesión principal la de cabrero. Antes de que se iniciase la Guerra
Civil trabajaba como guarda en las fincas del padre de Don Juan Sánchez-Cañete,
según declara Vicente Ramírez.

Ejerció el cargo de Alcalde pedáneo durante
dos periodos, el primero desde 1932 hasta 1934, en cuyo mandato se construyó la
caseta de la luz (1934), llegando la electricidad a Fuente Álamo; y el segundo,
desde las Elecciones Generales del 25 de febrero de 1936, (en las que fue Interventor
del PSOE), hasta la terminación de la Guerra Civil en abril de 1939, periodo en
el cual se produjo la colectivización de la tierra en Fuente Álamo. La pedanía
la simultaneó con el cargo de presidente del Comité del Frente Popular, durante
el periodo en que Matías Pérez Lizana, tras ser movilizado su reemplazo, se
incorporó al frente de batalla en marzo de 1938.
Finalizada
la Guerra Civil, se produjo su detención por haber desempeñado los referidos
cargos y acusado de: 1º. Destrucción de la Iglesia. 2º. Incautación de la
fábrica de D. Francisco Serrano del Mármol. 3º Incautación de los cortijos. 4º.
Altercado en San José en donde apuntó con arma de fuego a los presos y se trajo
25.000 pesetas y 5º. El caso de Leocadio Anguita. Acusaciones que en alguno de
los casos no fueron probadas y en otros estaban totalmente justificadas en
razón al cargo que ejercía, obedeciendo órdenes del Alcalde de Alcalá la Real o
en cumplimiento de las normas imperativas ordenadas por el Ministerio de
Agricultura de la República o en base a las necesidades del pueblo, pues se
llevaron a Alcaudete el trigo y el aceite que había en Fuente Álamo y él dejó “que fueran a los cortijos para que con lo
trajesen comieran los del Pueblo”. Pero no todas las órdenes recibidas las cumplió,
negándose a llevar a cabo lo ordenado en el Oficio procedente del Concejal
socialista del Ayuntamiento de Alcalá la Real D. Salvador Frías, en el que le
decía que había estallado el Movimiento y que se pusieran a las órdenes del
Gobierno de la República, recibiendo una lista para que encarcelara a
veinticinco personas de Fuente Álamo, hasta el punto de que no solo no las
detuvo, sino que llegó a proteger a los tres únicos detenidos por los
milicianos, tal y como reconoce uno de ellos (Juan Gutiérrez Pérez), quien
fue detenido en unión de su hijo Matías
y condenado a muerte: “…
se portó con nosotros y con todos los presos que había en dicha Aldea como un
perfecto caballero, exponiendo incluso
su vida por salvar la nuestra del furor marxista, y gracias a este interés
demostrado por las personas de orden, el que este aval suscribe y su hijo se
encuentran vivos en la actualidad”, asimismo dice que: “durante el tiempo que duró la prisión, que
lo fue de 3 meses, fueron librados de una muerte segura tanto él como su
referido hijo, escondiéndoles cuando el Vicente Aguilera veía que se hallaban
en inminente peligro y ofreciéndoles avisarles para que huyeran a la zona
nacional cuando viera que llegaba el momento de que iban a ser asesinados y él
no lo pudiera evitarlo”.

A
partir de su detención tuvo que soportar él y su familia una serie de
acusaciones, denuncias, vejaciones, encarcelación y posterior destierro, que,
sin duda alguna le marcaría para el resto su vida, y que continuarían
solapadamente hasta los años 60, teniendo que escuchar incluso después del
cumplimiento de su condena, palabras despectiva como: “Cojo, todavía no te has
muerto”, que siendo un niño su nieto Juan, tuvo que escuchar de un vengativo
apodado “El Tío de los Higos” y cuyo nombre y apellidos desconozco.
Estuvo aproximadamente tres
años en prisión y sufrió un destierro de otro periodo igual de tiempo en Lora
de Río, donde estuvo cultivando melones y realizando otras labores agrícolas. Cumplida la condena, volvió a Fuente
Álamo aproximadamente en el año 1945. Enfermo, fue acogido por su hermano
Ceferino en el cortijo de Clavijo.
Dedicó
el resto de su vida a trabajar en el campo pese a la invalidez que padecía, a
la vez que desde los años 50 hasta los 70, fue el cabrero de Fuente Álamo,
profesión que ya había ejercicio por cuenta ajena antes del inicio de la
Guerra. Mantuvo la explotación hasta tres o cuatro años antes de morirse,
(según cuenta su nieto Juan), que se cansó y vendió las cabras a Manuel
Palomino. Tenía un sistema particular para identificar a cada cabra, las
bautizaba, en femenino, con el apodo del dueño, quien se la había dejado para
cuidarla a cambio de que “se pillase” y así explotarla hasta que perdiesen la
leche. Las cuidaba por la leche, y cuando ya se quedaban sin ella, tenían que
recoger cada uno la suya. También tenía una libretilla para anotar cuando “se
pillaban” y poder llevar el control de cada cabra. Las cabras las encerraba en
los corrales de Pedro González. Su esposa hacía queso, con la ayuda de sus
hijas.
Según cuenta su hijo José, la pareja de
la Guardia Civil llamaba a su casa por la mañana para que se levantase su padre
y les hiciera las migas, y jugaba al dominó con ellos, por lo que le decían por
donde se tenía que meter con las cabras. Cree que todo esto lo hacía su padre
para evitar que le pudieran decir algo los señoricos, y no volver a pasar el calvario
de acusaciones que ya había sufrido y sobre todo por temor a lo
ya padecido al estar señalado en el pueblo.
En
una próxima entrega se hará un estudio completo del proceso seguido contra
Vicente desde las denuncias hasta la sentencia. Continuará….
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