Antes de
nada, decir que “Los Pernacos” son oriundos de Las Grajeras y nunca lo fueron
de Fuente Álamo. Pues, pese a que nuestros vecinos grajereños, con mucha
habilidad han querido atribuirnos dicho gentilicio, ellos bien saben que
Percano existió y vivió en Las Grajeras.
En Fuente
Álamo como en otros muchos pueblos rurales, los apodos, motes, alías,
nombrajos, seudónimo o sobrenombres se utilizaron y utilizan con mucha
frecuencia. Nuestro querido Antonio Anguita Montañés, siempre prefirió el de
alias y que su nombre de pila y apellidos fuesen seguidos de alias:
“Braguetas”. El alias se utilizó mucho en los expedientes iniciados después de
la Guerra Civil donde aparece el nombre seguido de su alias: “Pistolas”,
“Tabolo”, “Pescuezo”, “Alameas”, “Pipo”, ect…
La mayoría de las veces los apodos son
utilizados para distinguir a las personas, y las menos con carácter ofensivo o
despectivo. Normalmente suelen ser sobrenombres heredados, pero su origen
primitivo viene dado por muchos y variados factores que vamos a intentar
descifrar o analizar.
Antes de nada con este trabajo no quiero que
nadie se sienta ofendido o menospreciado en su persona, ni en la de su familia
y si alguien se sintiera como tal, con el simple hecho de comunicármelo
inmediatamente, se rectificaría la publicación. Quiero insistir que todas las
personas que se reflejan en esta publicación tienen para mí el máximo respeto y
el hecho que se le llame por el apodo a alguien, es para mí un trato de cariño
y no de ofensa. Quien me conoce sabe que no me gusta utilizar este recurso y
cuando lo he hecho ha sido con la sana intención de distinguir. Los apodos son
nuestras sombras, forman parte de nuestra historia y nuestra identidad,
perdurando incluso después de nuestra muerte, pues también se heredan. Llevan
intrínseco las características o cualidades generales de una estirpe, así como
los prejuicios y los estereotipos de ella, como sí todos los que se apodan
“Torres” o “Borrachos” fueran iguales, para lo bueno y para lo malo.
Como no
sería de otra manera comenzaré por los propios, así por herencia familiar
materna me viene el de “Borracho”. Matías Pérez Lizana, mi abuelo, fue “bautizado”
con este apodo, sin embargo según cuentan solamente se embriagó una vez pero
seguramente de aquella manera y fue la noche anterior de marchare a la mili,
bebió tanto que no quería o no podía ni “incorporarse al llamamiento”, lo que
fue tema de comidilla en la Aldea, y se lo puso fácil al bautizador. Por línea
paterna heredé “Torres”, que desconozco el origen, pero que seguramente por su estatura
no le vendría; mi bisabuelo Manuel Pérez Pérez “Torres”, ya lo llevaba, sin
embargo como se puede ver, tampoco tiene que ver con su apellido doble, que se
ha repetido en varias generaciones. Mi primo Antonio, me dice: “Eres un Torres
legítimo”, pero yo no sé si eso es bueno o malo, pues el apodo como hemos dicho
nos encasilla y nos hace que los demás nos vean como una representación del
mismo. Ahora todo el mundo comprenderá mi interés por la Torre de Fuente Álamo
y los lazos que me unen a ella. Por lo que si te interesa esta publicación y
deseas seguir leyéndola, firma la petición.
Continuamos con mi bisabuela paterna, la madre
de mi abuela Dolores, llamada María Sánchez Cano, apodada “Pocarrisa”, creo que
se puede entender fácilmente el origen del apodo. Por parte de mi padre
Marcelino, apodado “Manino” nos viene lo de “Maninillos”, apodo que mi padre
nunca supo su origen, pero seguramente fue una derivación familiar de
Marcelino. En mi casa, entre mis hermanos, de pequeños y con el fin de hacernos
rabiar nos moteábamos: “Papueca” “Pasta” “Pepino”, y yo me quedé con:
“Capitines”, “Quevedo”, “Profe”, “Peque”, “Trapecio”, “Rollito Mingri”,
“Pericanas” y alguno otro que no me habré enterado. “Capitines”, por mi abuela
Lola, “Quevedo”, por mis hermanos, “Profe”, por mis alumnos de la escuela de
verano, “Peque”, por los panaderos, “Trapecio” por el “Cali”, “Rollito Mingri”,
por el “Whisky”, y “Pericanas”, de pequeñillo, por derivación de Pérez, y de
parte de mis tíos.
Entre la
familia de mi abuelo Matías, sus dos hermanos fueron apodados, José Pérez
Lizana como “Tabolo”, alias que se reflejó en la causa seguida contra él
después de la Guerra Civil, desconozco su origen, pero seguramente viene de la
fusión entre el verbo “estar” y el sustantivo “bolo”. Mateo Pérez Lizana
“Cigarrica”, siempre se buscaba que el mote fuera en consonancia con la persona
en sí, Mateo, a diferencia de sus hermanos que eran hormiguitas, siempre
representó el papel de cigarra, sin preocuparse muchas veces del invierno, pero
ello no quiere decir que fuera mejor, ni peor, fue incluso más generoso y vivió
la vida de otra manera. A los hijos de estos le llegaron otros apodos, unos
heredados y otros adquiridos: “Tamarón”, “Cantares”, “Mangui”, “Cabezas”
“Canalla” “Grillo”, que curiosamente este último no le viene del insecto, sino
de su primer aparato audífono, que le pitaba como un grillo.
Hechas
estas consideraciones, comenzaremos diciendo que por lo general las mujeres no
suelen ser apodadas, sino que solían heredar los del marido, pero en femenino:
“Manina”, “Borracha”, “Caeja”, “Pacheca” “Baguetosa”, “Tamarona”, “Maturrona”, “Galla”,
“Carpintera”, “Mista”, ect… otras sí tenían los propios como “Perejila”,
“Berejena” “Pincha” “Bocaabierta”, “Chata”, “Paquera”, “Romera”, “Olivia”,
“Bollolla”, “Tijereta”, “Malita”, “Ramalilla”, “Churrimpla” ect…
Los hijos
suelen heredar el del padre pero en diminutivo, así de “Caniles” le viene a
José Pareja el de “Canilillos” Algunos no solo heredaron el apodo, sino que
adquirieron uno propio y se juntaron con dos, así Antonio Aguilera Valverde
“Chopo” ya poseía por herencia “Gazpachillo”. Es curioso que otros fueron
heredados sin tener nada que ver las familias, simplemente por similitud o
parecido es el caso de Ángel Moreno “Perote” y Carlos Anguita, “Chochetas”
quien heredó de aquel el apodo de “Kubala”.
Algunos
fuimos rebautizados varias veces, acumulando varios apodos: “Aniti” y
“Boliche”, “Cagachín” y
“Cabecinegro”, “Periquín y Follones” o “Nenillo” y “Quince”, que le viene a
Antonio Expósito, por su generosidad: “¡Cómo te voy a dar un cigarro, si me
quedan menos de quince!” Otros acumularon hasta tres o cuatro: “Granaino”,
“Coscuo” y “Agüelica” o “Titaníos”,
“Gordito” y Chato, o “Seco”, “Cañuelos” y “Raboardiendo” o “Bombi”,
“Apargatilla”, “Botija” y “Coneja” tal y como es conocido por sus amigos,
nuestro buen vecino Vicente Padilla. De José Antonio Serrano casi nadie sabe
que antes de ser “Chivani” fue “Sony Pruit”, que le vino por su afición a
aquella serie de camioneros. Por cierto, lo de “Chivani”, le viene como anillo
al dedo, un tío echao pa lante, como el torero, dicho sea de paso a quien tanto
aprecio tengo.
En alguna
ocasión se utilizaron los motes para hacer dichos populares y que ha quedado
para la historia “Jamás hubieron en Fuente Álamo otros niños tan traviesos como
Capullo el de Sancha, Charraga y Macarrón”, que pudo ser debido a la veracidad
del hecho o a la resonancia acústicas de
la elle y la erre y al juego de palabras.
En otras
ocasiones se repetía la patente como el caso de “Mandurria” y para
distinguirlos había que añadirle si era el nuestro o el otro, refiriéndose a
Juan Vera Ramírez, “Calandría” que era de Fuente Álamo, como el nuestro y a
Manuel Callejas “Guitarrón”, que vino de las Pilas de Fuente Soto, como el
otro. O la de “Verraquete” con la del “Verraquete de la Dehesa” que nada tienen
que ver.
Otros
fueron muy hábiles y aprovecharon un descuido para atribuir a otro
fuentealameño que le acompañaba, un apodo que estaba destinado para él, así
Juan Aguilera Cano “Cascorro” atribuyó el de “Ciriaco” a su amigo Crescencio,
diciendo a los cuatro viento: ¡Mira, mira, lo que le han dicho: Ciriaco!
Siempre ha habido algunos aficionados a bautizar, y siempre que pueden llaman por
el mote, los hay otros que no quiere que se les llame por el nombrajo, pero la
gente es tan injusta, que basta que se te dé algo, para insistir sobre ello. Ha
habido muy buenos “curas” en Fuente Álamo, ahora se me viene a la memoria el
bueno de Pedro Pareja, “Periquín” quien siempre tenía uno adecuado para cada
uno.
A veces
los nombrajos van degenerando y de un cariñoso “Agüeito”, como Juan Aguilera
llamaba a su abuelo Vicente, ha quedado en “Agüelajo”, o de Vicente a
“Vizorras”, Matas a “Maturrones”, Támara a “Tamarón”, de Pepín a “Pepines”,
Manolín a “Tirolín”, Feliciano a “Siano”, Manuel a “Manes”, Porras a “Porruo”,
Vicentillo a “Tillo”, Ceferino a “Perino”, Pedro a “Pedraco”, Pedro a “Perete”,
Pedro a “Periquín”, Pedro a “Perote”, Pedro a “Petri”, Gutiérrez a “Pierres”,
Aurelio a “Macario”, Julio a “Braulio”, Valverde a “Chiverde”, Juan
Rafael a “Juanrifle”, Manolín a “Lin” o “Lindo”, Terreras a “Terreriras”,
Custodio a “Costorillo”, Cano a “Caniche”, de Pancho Villa a “Panchova”, o
Padilla a “Pailla”, que curiosamente no viene por ser su apellido, sin embargo
el de “Candio” si bien de Cándido que era el padre de Matías. Pero el de
“Cali”, que tampoco le viene del cáliz de la misa, sino de una deformación de
cabestro, cuando siendo un niño Antonio Jiménez, le pedía a Manolillo
“Huertas”, el “calistro” en vez de cabestro del mulo. “Titaníos” viene de una
deformación de quita nidos, cuando Daniel Fuentes, “Gordito”, que también lo
era de pequeño, acusaba a un amigo suyo de que le había quitado un nido de
pájaro. El de “Chempo”, se le atribuyó a José Pérez, al invertir el orden de
las sílabas, cuando tenía la Tabernilla, si no querías ponche, te daba
“Chempo”. “Todito” viene de una necesaria reforma de la cooperativa de todo,
todito. Algunos hasta de doble degeneración, como Burrali, que debería de venir
de burra, pero viene de ciclomotor lento. Aniti, de llamar de pequeño a su
hermana Ana. Macarrón, no viene de la pasta, sino de travieso o macarra.
Si digo
Juan Ibáñez Sánchez, seguro que casi nadie le conocería, pero si digo…
CONTINUARÁ….
En la segunda parte creo que no quedará títere con cabeza, y la primera en caer,
seguramente, será la mía, pero aprenderemos a llevar de una forma más divertida
la convivencia. Por cierto ¿quién será el que canta? En la próxima entrega descifraremos
su origen.
Posdata: Por
fin he dado a conocer a todo el mundo de donde viene mi interés por La Torre de
Fuente Álamo.
Mi familia, son de la Ravita y de San José, y sus motes eran, cachernas y folletas,
ResponderEliminarGracias por tus comentarios y por tu información, sin duda alguna son unos apodos muy originales, pero el trabajo está orientado para la aldea de Fuente Álamo, aunque seguramente tu familia tendrían parientes en esta aldea.
EliminarMi familia, son de la Ravita y de San José, y sus motes eran, cachernas y folletas,
ResponderEliminarMis abuelos maternos eran de Fuente Alamo y eran Pedro 14 y Eugenia y eran los Sacritanes de la Iglesia y mis otros abuelos eran de la Rabita y eran Juanaco Escopeta y yo soy el mayor de la Cayetana el Manolin
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario y me alegro de conocerte a través de estos medios. He oído hablar de vosotros, de tu madre, pero tengo vagos recuerdos. De tus abuelos sí que me acuerdo muy bien. Me alegra de que te gusten estas historias de los apodos en forma de humor. Como otros muchos tu familia forma parte de la historia de este pueblo, pese a que por alguna circunstancia tuvieron que emigrar.
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