sábado, 1 de agosto de 2015

NOMBRAJOS O APODOS DEL PASADO, DEL PRESENTE Y PARA EL FUTURO EN FUENTE ALAMO.- I PARTE



         Antes de nada, decir que “Los Pernacos” son oriundos de Las Grajeras y nunca lo fueron de Fuente Álamo. Pues, pese a que nuestros vecinos grajereños, con mucha habilidad han querido atribuirnos dicho gentilicio, ellos bien saben que Percano existió y vivió en Las Grajeras.
En Fuente Álamo como en otros muchos pueblos rurales, los apodos, motes, alías, nombrajos, seudónimo o sobrenombres se utilizaron y utilizan con mucha frecuencia. Nuestro querido Antonio Anguita Montañés, siempre prefirió el de alias y que su nombre de pila y apellidos fuesen seguidos de alias: “Braguetas”. El alias se utilizó mucho en los expedientes iniciados después de la Guerra Civil donde aparece el nombre seguido de su alias: “Pistolas”, “Tabolo”, “Pescuezo”, “Alameas”, “Pipo”, ect…
 La mayoría de las veces los apodos son utilizados para distinguir a las personas, y las menos con carácter ofensivo o despectivo. Normalmente suelen ser sobrenombres heredados, pero su origen primitivo viene dado por muchos y variados factores que vamos a intentar descifrar o analizar.
 Antes de nada con este trabajo no quiero que nadie se sienta ofendido o menospreciado en su persona, ni en la de su familia y si alguien se sintiera como tal, con el simple hecho de comunicármelo inmediatamente, se rectificaría la publicación. Quiero insistir que todas las personas que se reflejan en esta publicación tienen para mí el máximo respeto y el hecho que se le llame por el apodo a alguien, es para mí un trato de cariño y no de ofensa. Quien me conoce sabe que no me gusta utilizar este recurso y cuando lo he hecho ha sido con la sana intención de distinguir. Los apodos son nuestras sombras, forman parte de nuestra historia y nuestra identidad, perdurando incluso después de nuestra muerte, pues también se heredan. Llevan intrínseco las características o cualidades generales de una estirpe, así como los prejuicios y los estereotipos de ella, como sí todos los que se apodan “Torres” o “Borrachos” fueran iguales, para lo bueno y para lo malo.
Como no sería de otra manera comenzaré por los propios, así por herencia familiar materna me viene el de “Borracho”. Matías Pérez Lizana, mi abuelo, fue “bautizado” con este apodo, sin embargo según cuentan solamente se embriagó una vez pero seguramente de aquella manera y fue la noche anterior de marchare a la mili, bebió tanto que no quería o no podía ni “incorporarse al llamamiento”, lo que fue tema de comidilla en la Aldea, y se lo puso fácil al bautizador. Por línea paterna heredé “Torres”, que desconozco el origen, pero que seguramente por su estatura no le vendría; mi bisabuelo Manuel Pérez Pérez “Torres”, ya lo llevaba, sin embargo como se puede ver, tampoco tiene que ver con su apellido doble, que se ha repetido en varias generaciones. Mi primo Antonio, me dice: “Eres un Torres legítimo”, pero yo no sé si eso es bueno o malo, pues el apodo como hemos dicho nos encasilla y nos hace que los demás nos vean como una representación del mismo. Ahora todo el mundo comprenderá mi interés por la Torre de Fuente Álamo y los lazos que me unen a ella. Por lo que si te interesa esta publicación y deseas seguir leyéndola, firma la petición.
 Continuamos con mi bisabuela paterna, la madre de mi abuela Dolores, llamada María Sánchez Cano, apodada “Pocarrisa”, creo que se puede entender fácilmente el origen del apodo. Por parte de mi padre Marcelino, apodado “Manino” nos viene lo de “Maninillos”, apodo que mi padre nunca supo su origen, pero seguramente fue una derivación familiar de Marcelino. En mi casa, entre mis hermanos, de pequeños y con el fin de hacernos rabiar nos moteábamos: “Papueca” “Pasta” “Pepino”, y yo me quedé con: “Capitines”, “Quevedo”, “Profe”, “Peque”, “Trapecio”, “Rollito Mingri”, “Pericanas” y alguno otro que no me habré enterado. “Capitines”, por mi abuela Lola, “Quevedo”, por mis hermanos, “Profe”, por mis alumnos de la escuela de verano, “Peque”, por los panaderos, “Trapecio” por el “Cali”, “Rollito Mingri”, por el “Whisky”, y “Pericanas”, de pequeñillo, por derivación de Pérez, y de parte de mis tíos.
Entre la familia de mi abuelo Matías, sus dos hermanos fueron apodados, José Pérez Lizana como “Tabolo”, alias que se reflejó en la causa seguida contra él después de la Guerra Civil, desconozco su origen, pero seguramente viene de la fusión entre el verbo “estar” y el sustantivo “bolo”. Mateo Pérez Lizana “Cigarrica”, siempre se buscaba que el mote fuera en consonancia con la persona en sí, Mateo, a diferencia de sus hermanos que eran hormiguitas, siempre representó el papel de cigarra, sin preocuparse muchas veces del invierno, pero ello no quiere decir que fuera mejor, ni peor, fue incluso más generoso y vivió la vida de otra manera. A los hijos de estos le llegaron otros apodos, unos heredados y otros adquiridos: “Tamarón”, “Cantares”, “Mangui”, “Cabezas” “Canalla” “Grillo”, que curiosamente este último no le viene del insecto, sino de su primer aparato audífono, que le pitaba como un grillo.
Hechas estas consideraciones, comenzaremos diciendo que por lo general las mujeres no suelen ser apodadas, sino que solían heredar los del marido, pero en femenino: “Manina”, “Borracha”, “Caeja”, “Pacheca” “Baguetosa”, “Tamarona”, “Maturrona”, “Galla”, “Carpintera”, “Mista”, ect… otras sí tenían los propios como “Perejila”, “Berejena” “Pincha” “Bocaabierta”, “Chata”, “Paquera”, “Romera”, “Olivia”, “Bollolla”, “Tijereta”, “Malita”, “Ramalilla”, “Churrimpla” ect…
Los hijos suelen heredar el del padre pero en diminutivo, así de “Caniles” le viene a José Pareja el de “Canilillos” Algunos no solo heredaron el apodo, sino que adquirieron uno propio y se juntaron con dos, así Antonio Aguilera Valverde “Chopo” ya poseía por herencia “Gazpachillo”. Es curioso que otros fueron heredados sin tener nada que ver las familias, simplemente por similitud o parecido es el caso de Ángel Moreno “Perote” y Carlos Anguita, “Chochetas” quien heredó de aquel el apodo de “Kubala”.
Algunos fuimos rebautizados varias veces, acumulando varios apodos: “Aniti” y “Boliche”, Cagachín” y “Cabecinegro”, “Periquín y Follones” o “Nenillo” y “Quince”, que le viene a Antonio Expósito, por su generosidad: “¡Cómo te voy a dar un cigarro, si me quedan menos de quince!” Otros acumularon hasta tres o cuatro: “Granaino”, “Coscuo” y  “Agüelica” o “Titaníos”, “Gordito” y Chato, o “Seco”, “Cañuelos” y “Raboardiendo” o “Bombi”, “Apargatilla”, “Botija” y “Coneja” tal y como es conocido por sus amigos, nuestro buen vecino Vicente Padilla. De José Antonio Serrano casi nadie sabe que antes de ser “Chivani” fue “Sony Pruit”, que le vino por su afición a aquella serie de camioneros. Por cierto, lo de “Chivani”, le viene como anillo al dedo, un tío echao pa lante, como el torero, dicho sea de paso a quien tanto aprecio tengo.
En alguna ocasión se utilizaron los motes para hacer dichos populares y que ha quedado para la historia “Jamás hubieron en Fuente Álamo otros niños tan traviesos como Capullo el de Sancha, Charraga y Macarrón”, que pudo ser debido a la veracidad del hecho o a  la resonancia acústicas de la elle y la erre y al juego de palabras.
En otras ocasiones se repetía la patente como el caso de “Mandurria” y para distinguirlos había que añadirle si era el nuestro o el otro, refiriéndose a Juan Vera Ramírez, “Calandría” que era de Fuente Álamo, como el nuestro y a Manuel Callejas “Guitarrón”, que vino de las Pilas de Fuente Soto, como el otro. O la de “Verraquete” con la del “Verraquete de la Dehesa” que nada tienen que ver.
Otros fueron muy hábiles y aprovecharon un descuido para atribuir a otro fuentealameño que le acompañaba, un apodo que estaba destinado para él, así Juan Aguilera Cano “Cascorro” atribuyó el de “Ciriaco” a su amigo Crescencio, diciendo a los cuatro viento: ¡Mira, mira, lo que le han dicho: Ciriaco! Siempre ha habido algunos aficionados a bautizar, y siempre que pueden llaman por el mote, los hay otros que no quiere que se les llame por el nombrajo, pero la gente es tan injusta, que basta que se te dé algo, para insistir sobre ello. Ha habido muy buenos “curas” en Fuente Álamo, ahora se me viene a la memoria el bueno de Pedro Pareja, “Periquín” quien siempre tenía uno adecuado para cada uno.
A veces los nombrajos van degenerando y de un cariñoso “Agüeito”, como Juan Aguilera llamaba a su abuelo Vicente, ha quedado en “Agüelajo”, o de Vicente a “Vizorras”, Matas a “Maturrones”, Támara a “Tamarón”, de Pepín a “Pepines”, Manolín a “Tirolín”, Feliciano a “Siano”, Manuel a “Manes”, Porras a “Porruo”, Vicentillo a “Tillo”, Ceferino a “Perino”, Pedro a “Pedraco”, Pedro a “Perete”, Pedro a “Periquín”, Pedro a “Perote”, Pedro a “Petri”, Gutiérrez a “Pierres”, Aurelio a “Macario”, Julio a “Braulio”, Valverde a “Chiverde”,  Juan  Rafael a “Juanrifle”, Manolín a “Lin” o “Lindo”, Terreras a “Terreriras”, Custodio a “Costorillo”, Cano a “Caniche”, de Pancho Villa a “Panchova”, o Padilla a “Pailla”, que curiosamente no viene por ser su apellido, sin embargo el de “Candio” si bien de Cándido que era el padre de Matías. Pero el de “Cali”, que tampoco le viene del cáliz de la misa, sino de una deformación de cabestro, cuando siendo un niño Antonio Jiménez, le pedía a Manolillo “Huertas”, el “calistro” en vez de cabestro del mulo. “Titaníos” viene de una deformación de quita nidos, cuando Daniel Fuentes, “Gordito”, que también lo era de pequeño, acusaba a un amigo suyo de que le había quitado un nido de pájaro. El de “Chempo”, se le atribuyó a José Pérez, al invertir el orden de las sílabas, cuando tenía la Tabernilla, si no querías ponche, te daba “Chempo”. “Todito” viene de una necesaria reforma de la cooperativa de todo, todito. Algunos hasta de doble degeneración, como Burrali, que debería de venir de burra, pero viene de ciclomotor lento. Aniti, de llamar de pequeño a su hermana Ana. Macarrón, no viene de la pasta, sino de travieso o macarra.
Si digo Juan Ibáñez Sánchez, seguro que casi nadie le conocería, pero si digo…       
CONTINUARÁ…. En la segunda parte creo que no quedará títere con cabeza, y la primera en caer, seguramente, será la mía, pero aprenderemos a llevar de una forma más divertida la convivencia. Por cierto ¿quién será el que canta? En la próxima entrega descifraremos su origen.
Posdata: Por fin he dado a conocer a todo el mundo de donde viene mi interés por La Torre de Fuente Álamo.

5 comentarios:

  1. Mi familia, son de la Ravita y de San José, y sus motes eran, cachernas y folletas,

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tus comentarios y por tu información, sin duda alguna son unos apodos muy originales, pero el trabajo está orientado para la aldea de Fuente Álamo, aunque seguramente tu familia tendrían parientes en esta aldea.

      Eliminar
  2. Mi familia, son de la Ravita y de San José, y sus motes eran, cachernas y folletas,

    ResponderEliminar
  3. Mis abuelos maternos eran de Fuente Alamo y eran Pedro 14 y Eugenia y eran los Sacritanes de la Iglesia y mis otros abuelos eran de la Rabita y eran Juanaco Escopeta y yo soy el mayor de la Cayetana el Manolin



    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tu comentario y me alegro de conocerte a través de estos medios. He oído hablar de vosotros, de tu madre, pero tengo vagos recuerdos. De tus abuelos sí que me acuerdo muy bien. Me alegra de que te gusten estas historias de los apodos en forma de humor. Como otros muchos tu familia forma parte de la historia de este pueblo, pese a que por alguna circunstancia tuvieron que emigrar.

      Eliminar