El tema de la emigración
ha ido unido a Fuente Álamo, al igual que a otros muchos pueblos de Andalucía; sin
embargo, tanto los destinos donde fueron llegando cada uno de nuestros
paisanos, como las circunstancias por la que tuvieron que pasar, son
particulares y singulares. En el caso de
Pepe tenemos una de esas singularidades, aunque con él siempre coincidieron diferentes
grupos de paisanos, familiares o hermanos. Sería uno de los muchos ejemplos de
fuentealameños que podríamos tomar, pero su caso es uno de los más
significativos, pues ha trabajado como emigrante en todo cuanto hemos reflejado
en los temas dedicados a la emigración en Fuente Álamo, a excepción del trabajo
relacionado con la hostelería. Centramos
su estudio casi exclusivamente en el aspecto relacionado con la emigración,
aunque es difícil separarlo de su vida personal, de la persona como emigrante,
porque están solapadas y han caminado unidas durante casi 50 años.
Nació en Fuente Álamo-Alcalá
la Real, meses antes del inicio de la Guerra Civil, en concreto el 27 de abril
de 1936. Hijo de Matías y de Antonia, es el segundo de seis hermanos y el
primero de los varones, con lo que ello suponía en la época en que le tocó
vivir. Su éxodo personal comenzó con poco menos de año de edad teniendo que
huir de la Guerra Civil y refugiarse junto con su familia en las aldeas vecinas
de La Rábita y Las Grajeras. Su padre estuvo
en prisión por motivos políticos, cuando él tenía la corta edad de cinco años,
por lo que hasta cumplidos los ocho fue el hombre de la casa. Tuvo que trabajar
desde niño guardando cochinos y pavos, y en labores propias del campo en Fuente
Álamo.
Hecha esta introducción para conocer
brevemente “su infancia”, podemos comenzar diciendo que con la edad de
diecisiete años emigró por primera vez a la provincia de Burgos, trabajando en la
plantación y reforestación de pinos, ganando 12,50 pesetas diarias. Recuerda
que entre los que le acompañaban, estaban sus primos Juanito y Manolo Jiménez y
otros fuentealameños. Su otro primo Antonio Jiménez y Feliciano Pérez Vera, llegaron
el segundo año, recién licenciados, dado que estos son de la quinta del 54, por
lo que sería el año 1955. Emigraría tres o cuatro temporadas “a los pinos”
hasta que fue llamado para incorporarse a filas en abril del 1958, pues es de
la quinta 57, sirviendo diecisiete meses
en Madrid en la Base Militar “El Goloso”, en infantería motorizada. No
desaprovechó el tiempo, y fue seleccionado juntos a otros militares para
trabajar como extra en el rodaje de la película “Salomón y la Reina de Saba”
que se estrenó en 1959, donde recuerda que les pintaban de rojo, les vestían
con unos uniformes ceñidos al cuerpo y les hacían correr detrás de unos
ejércitos a caballo. Esto también se puede considerar trabajo fuera de su pueblo,
o emigración forzosa.
Después del Servicio
Militar, soltó el petate e hizo de nuevo las maletas, marchándose junto con su
hermano Matías a La Coronela (Burgos) a segar pastizales, donde estuvo otras 2 ó 3
temporadas, entre los años 1960 a 1963.
Cambiaría de provincia a
mediados de los sesenta y se marcharía a Seu d’Urgell (Lérida) a limpiar montes
de pinos, trabajando en la serrería “Formesa” cortando madera de los pinos
limpiados y donde también el dueño tenía
una vaquería, estando allí otras 2 ó 3 temporadas.
Se casó en Fuente Álamo el
14 de octubre de 1967 con Mercedes Ramírez con la que tiene 2 hijos, que fueron
concebidos en los periodos no migratorios, o mejor dicho aprovechando unas
pequeñas vacaciones del trabajo en Alemania. Por esto digo, que la vida
personal y familiar estuvo muy ligada a la vida emigratoria.
En 1968 volvería a la
provincia de Burgos una temporada, trabajando en la construcción y acondicionamiento
de carreteras. Este sería un nuevo trabajo, que dejaría para retomar en 1972,
después de un paréntesis en Alemania.
A Alemania llegó en el año
1969 en concreto a Colonia, desde donde distribuyeron
a todos los emigrantes a sus destinos. A él, junto con su hermano Matías y
otros compañeros, lo destinaron a una fábrica
de “uralita” <<Vohwink>> en Vohwinkel,
donde trabajó dos años, hasta 1971. Pese a la dificultad del idioma, se adaptó
mejor que su hermano Matías, y consiguió articular algunas palabras en aquel
extraño idioma. De él aprendí a contar hasta diez en alemán.
En 1972 retomaría destino
al “Norte” de España en concreto a las provincias de Burgos, Santander, Logroño
y de nuevo al arreglo y acondicionamiento de carreteras, hasta 1976. Viajaba en
el autobús del trágico accidente ya relatado de 1973, donde por suerte sólo
sufrió pequeños cortes producidos por la multitud de cristales que se desprendieron.
Mediados los años setenta,
ya junto con su esposa Mercedes Ramírez, sus hermanas Mariana, Dorotea y
cuñados, además de sus dos hijos de corta edad, pues no tenían con quien quedarse
en el pueblo, fueron a conocer el país vecino de Francia, donde en sus “tiempos
libres” recolectaron fresa y manzanas durante 4 ó 5 temporadas. Es otro ejemplo
de que su vida familiar estuvo unida a la emigración.
Después de escasos
intervalos no migratorios, se dirigió a La Mancha, a la vendimia; en concreto a
la Puebla de Almuradiel (Toledo). Fueron otras 3 ó 4 temporadas, acompañado ya de sus dos
hijos, que también comenzaron a aprender a “hacer las maletas”. Heredando o
cogiendo el camino que le marcaba “Papito”.
Después
de la vendimia aprendió la recolección bajo tierra del espárrago en Gurrea de
Gallegó en la provincia de Huesca donde volvió 2 ó 3 temporadas, junto con su
esposa y su hijo José Antonio.
Se
cortó la “coleta migratoria” en Lucena (Córdoba) en los años 90 en la
recolección de aceituna.
Para
concluir con todos estos destinos y datos, debemos sumar las temporadas de
siega y de aceituna en Fuente Álamo, que fueron desde niño hasta su jubilación,
y sin contar las faenas agrícolas en las propiedades familiares, quedándole pensión
de jubilación de España, Francia y Alemania. En todos los lugares por los que
ha pasado, que como se puede ver han sido muchos, ha sido reconocido como un
excelente trabajador y apreciado tanto por sus patronos, como por sus
compañeros de trabajo.
Debido a problemas con sus
tímpanos desde joven, perdió agudeza auditiva y se vale de un aparato audífono,
que debido a los pitidos que emitía,
hizo que le sobrenombraran cariñosamente en Fuente Álamo como “Grillo”. Así
que, si Pepito Grillo era el personaje
de Pinocho que representa la conciencia del muñeco de madera, Pepe “El Grillo”,
representa la conciencia del emigrante fuentealameño.
De él podría decir muchas
cosas como persona, pero si se pudiera destacar alguna, es la paciencia y
serenidad para tratar las cosas en general y ahí también va incluido la
laboriosidad y el cuidado en el trabajo realizado, aunque a veces, cuando algo
no encajaba se le escapaba algún que otro “me cago en la hordiga”.
Como anécdota se podía
contar que tenía un método infalible para aliviar el dolor de barriga de sus
hijos pequeños. Así, cuando se encontraban en el campo y no había otros
remedios o pastillas, solía recomendarles que parasen de trabajar, se tumbasen
panza arriba y se colocaran un terrón grande de tierra encima de la barriga;
curar no curaba, pero aliviaba un montón. ¡Eso del efecto psicológico! ¿Eh
Joselillo?
Buen aficionado al toreo,
le gusta la vida tranquila y ahora más por obligación, debido a las
limitaciones físicas producidas por una parálisis parcial.
El 23 de julio de 2017, no dijo adiós, después de ocho años de padecimientos. Siempre estarás en la memoria de este pueblo que te vino nacer y todo lo aquí contando. Descansa en paz
El 23 de julio de 2017, no dijo adiós, después de ocho años de padecimientos. Siempre estarás en la memoria de este pueblo que te vino nacer y todo lo aquí contando. Descansa en paz