Hasta finales de los años 60, pienso que no existió una verdadera afición al fútbol en Fuente Álamo. Era muy difícil hacerse con un balón o pelota. Pero, por suerte para unos y desgracia para otros, en el año 1967 apareció uno de los primeros balones de goma en Fuente Álamo. Fue casualmente cuando unos niños ricos de Alcalá la Real, de la familia Sres. De Córdoba, propietarios por aquel entonces del cortijo “La Sangradera”, paseaban jugando distraídamente cerca del recinto cerrado de La Torre, y en un descuido lanzaron la referida pelota por encima de la muralla. El no poder acceder al interior provocó el correspondiente disgusto y llanto de aquellos niños, que fue acallado con la promesa de comprarle otra. Tal infortunio fue observado por unos niños fuentealameños que merodeaban por las inmediaciones, y una vez que se hubieron marchado los desafortunados niños con sus correspondientes enfados y frustraciones, aprovecharon la flaqueza, la pequeña estatura y la agilidad de un niño aldeano de unos cinco años de edad, que no era otro que este que les relata. Pese a mi oposición, que de nada sirvió, dos niños mayores, uno de ellos Luis, el hijo del alcalde José Pedro, y otro mi hermano Antonio, me ayudaron a introducirme por el único hueco que había debajo del portón de acceso al referido recinto. Una vez en su interior, localicé debajo de un granado la deseada pelota de goma con unos recuadros dibujados que reflejaba escenas infantiles y que serviría durante una buena temporada para la práctica de todo tipo de juegos de pelota en Fuente Álamo.
A la falta de balones había que añadirle la
orografía del terreno, que hacía que las zonas para practicar juegos de pelota
fueran escasas por lo pendientes y pedregosas que eran. Esto hacía que los
niños prefirieran otros juegos como los aros, el trompo, la tita, los cartones,
el escondite, policías y ladrones, la lata, el burro montado, etc… Por otra
parte, los jóvenes adolescentes estaban ocupados en faenas agrícolas y
ocupaciones familiares y apenas tenían tiempo para la diversión, y menos para
la práctica deportiva. A todo esto hay que añadir el cambio de ubicación del
campo de fútbol según la época del año, dependiendo también de la recolección
de las cosechas. A finales de los años 60 era habitual que después de la siega
y hasta la nueva preparación del terreno para la siembra, se improvisase un
campo de fútbol junto al álamo que había
en el Terrero. Este campo provisional era simultaneado desde la siembra hasta
la trilla, con la era de Clavijo, que a pesar de estar confeccionada en su
mayor parte de pequeña piedra, característica de una era de trilla, la hierba
que brotaba entre ellas no siempre amortiguaba las caídas, por lo que los
esguinces de tobillo eran frecuentes, siendo una de las lesiones que padecí
como jugador del equipo de Fuente Álamo (3 de abril de 1979). En este
improvisado campo, las porterías eran dos grandes piedras o con suerte, dos
vigas verticales que los hijos de Justo habían instalado, sirviendo de
travesaño una soga, que se alzaba o bajaba según la altura que pasara el balón
y dependiendo del equipo que iba a marcar. Allí se jugaron los tradicionales partidos
del torneo de Viernes Santo, o aquel
contra Las Grajeras en el verano de 1974, con empate a 1 gol, donde José
Antonio “Chivani” falló aquel penalti a causa de que la hierba retuvo la
velocidad del balón, o después contra La Rábita, Las Caserías, con goleada
incluida y Sileras. Nuestra equipación era camiseta blanca, pantalón azul.
La carretera que da acceso
a la Torre, a la altura del antiguo molino de aceite, fue el escenario
futbolístico durante mucho tiempo, sobre todo a finales de los 60 y principios
de los 70. Allí se produjeron
lesiones de gravedad como la sufrida por José Aguilera Cervera “Cholo”,
fractura de tibia y peroné, caudada fortuitamente por Luis Valverde “Popeye”. También
era habitual ver como el balón golpeaba el cableado de electricidad de alta
tensión que conducía hacia la caseta de la luz y como se desprendían chispas,
con el riesgo que aquello suponía. El partido se detenía solamente cuando el
balón saltaba a los olivos o cuando pasaban los mulos de Lore, la burra de Marce, la mula de Custodio Zuheros, las cabras de
Manuel Palomino o los escasos vehículos a motor, entre ellos la moto de Matías
“El Correo”, pero nunca a causa de las faltas, córneres o fueras de juego, pues
no estaban contemplados en nuestro reglamento.
El traslado de los niños a
los Colegios Nacionales Comarcales “El Coto” de Alcalá la Real en el curso
1969-70, donde había pistas deportivas y balones, y una rivalidad incipiente
entre aldeas, hizo despertar verdadera pasión de los niños por el fútbol, por
los equipos de primera y por la selección española de Kubala, llegando a
coleccionar los cromos que venían en el interior de la bolsa de pipas, aunque Pelé
nunca salía y así poder conseguir como premio una pelota.
Hubo un tiempo a mediados de
los 70, que el campo de fútbol, con sus intermitencias, se asentó junto dónde posteriormente se
edificaría el depósito de agua, en una clara de olivos de propiedad de la
familia Ramírez “Cornicabras”. Éramos los propios jugadores los que modelabamos
el campo con la retirada de piedras e hierbas y pisando el terreno para
aplastar los terrones y rellenar los surcos del arado y poniendo dos vigas
verticales como porterías; jugándose partidos de rivalidad local y algún
partido contra La Rábita, donde jugué de portero. En esa época de mediados de los años 70 se
crearon en Fuente Álamo tres equipos de fútbol, La Piquera, La Fuente y El
Cerro, aunque este último sólo se mantuvo una temporada. Cuando se araba el
anterior campo, la era de Manolito González se acondicionaba para el fútbol,
pero el balón estaba más en la Mina y en la Fuente que en la circunferencia de
la era. También en la era de Brígido se disputaban partidos
veraniegos hasta que el anochecer impedía ver el balón. En la era de la Casilla
de Sierra, se jugó un partido entre Fuente Álamo y la Dehesa, que se hizo
eterno pues Justillo miraba al sol y decía que todavía quedaban dos dedos.
El acondicionamiento de la
explanada frente de la Escuela a principio de los años 70, hizo que fuera durante mucho tiempo el lugar
de entrenamiento y de celebración de partidos locales. Sus reducidas
dimensiones, favorecieron la práctica de lo que hoy se llama fútbol-sala y que el regate
corto y las “paredes” fuesen la especialidad de los jugadores de Fuente Álamo.
Durante las décadas de los
70 y 80, el equipo de Fuente Álamo se enfrentó en numerosos partidos fuera de
casa, siendo el primero de ellos en la temporada de 1972 contra La Laguna, que
se jugó en San José de la Rábita en la era de Los Martínez; otros, contra
Las Caserías en el campo de Las Mojas, trayecto que se hizo a pie desde
Fuente Álamo; contra Sileras, en un campo que distaba más de 2 kms. de la
población, distancia a la que había que sumar los 5 ó 6 kms. que separa ambas
aldeas y que los jugadores hacía a pie, cruzando montes y barrancos; y contra
Las Grajeras, que se jugó en un campo improvisado entre olivos, donde los
jaramagos retenían al balón por lo que los jugadores fuentelameños siempre
tuvieron la excusa de que el equipo “Los Pernacos” de Las Grajeras sólo sabían
jugar en turrunteras y estaban mejor adaptados a las dificultades del terreno.
En la temporada de 1977,
el partido jugado en campo de Sileras se perdió 5 a 4, con tres goles de Domingo “Mingui” y uno de José Antonio
“Chivani”. El equipo estaba formado en la portería con Benito Vera, en la
defensa José “El Chino”, Lin, Francis “Padilla”, en la media con Paco “Huesa”,
Manolo “Barrullo” y José Luis “Calonge”, y la delantera por José Antonio
“Chivani” y Mingui. Siempre se excusó la pérdida del partido al gran esfuerzo
que supuso la larga caminata que los jugadores tuvieron que realizar antes del
partido y que los jugadores locales no tuvieron que hacer.
En la temporada 1978, en
el partido disputado en campo Las Mojas de las Casería de San Isidro, se
produjo un empate a 3 goles, siendo el portero Francis “Padilla”, defensas José
Luis, Lin, Paco “Huesa”, en la media José “Chino”, Manolo “Barullo” (1),
Antonio “Rubio”, y en la delantera Mingui (1) y José Antonio “Chivani” (1).
(goles).
En la temporada 1979, en
campo de La Rábita, en un “campo de fútbol de verdad”, se jugó contra Las
Grajeras, ganando por 3 a 1, con la siguiente alineación: en la portería
Valverde, defensas José Luis “Calonge”, Manuel Escribano (1), Feliciano “Siano”,
en la media Juan Ibáñez, Benito Vera y Manolo “Barullo” y como delanteros José
Antonio “Chivani” y Mingui (2).
La clasificación de
goleadores en la década de los 70: Domingo “Mingui” 16 goles, José Antonio
“Chivani” 14, Benito Vera 10, Paco 3, Isidoro, 2, Vicente 2, y Pedri 1.
En el campo de Alcalá la
Real se jugó contra Ermita Nueva formado equipo mixto entre Fuente Álamo y
Grajeras.
En el año 1981, se jugó un partido de torneo
oficial con el At. Alcalá donde se perdió por 8 goles a 1, gol marcado por
Juanito Ibáñez, siendo la alineación: Valverde en la portería, en la defensa
Francis “Padilla”, Benito Vera, Manolo “Pistolas”, Juanito Ibáñez, en el
centro, Feliciano, Antonio “El Rubio”, Eduardo, y en la delantera Paco “Huesa”,
Mingui y Manolo II “Barullo”. En ese mismo año se jugó en Almedinilla contra
Sileras, se ganó 6 a 2 y formaron alineación en la portería Valverde, en la
defensa José “Cholo”, Benito Vera, Francis “Padilla” y Feliciano, en la media
Antonio “El Rubio”, Eduardo y Jesús Aguilera y en la delantera Mingui, Vicente
“Vizorras” y José Luis “Calonge”.
Como hemos contado ya alguna vez, en
las primeras elecciones municipales de 1979 se prometió a la juventud
fuentelameña la construcción de un campo de fútbol, promesa que se hizo en el
bar Charraga y que se anotó por los políticos en una servilleta de papel del
bar, por lo que acabaría borrándose, pues tardó más de una década en terminarse
y reacondicionarse. Sería la colaboración de los propios jóvenes en el nivelado
y en la instalación, con el traslado de las porterías y dos sacos de yeso desde
Alcalá en el camión de Juan Aguilera “Juani”, donde iban dos jugadores montados
sujetando las porterías, la que hizo posible practicar fútbol. El campo de
fútbol tenía un pavimento de tierra y una superficie de 35 m. de ancho por 45
m. de largo.
Después de tanta lucha, e incluso con la oposición de los jugadores, no se sabe porqué motivo se construyó en medio una pista polideportiva que tiene una superficie de hormigón con tratamiento superficial de 20 m. de ancho por 39,2 m. de largo y que dividió el campo en dos partes. Los políticos lo achacaron a que la disminución de la población juvenil hacía imposible el mantenimiento de dicho campo. Dicha pista que aún está sin acondicionar cuenta con dos torres de iluminación, y en ella dijeron que se podrían practicar el fútbol sala, baloncesto, tenis, etc…, Hoy solamente sirve de escenario para la celebración de las fiestas populares.
La construcción de aquel
campo de fútbol hizo que la sede fuera fija en los años 80 y en él se jugaron
tanto los partidos locales, como contra Las Caserías, Las Grajeras, La Rábita.
Contra este último equipo se jugaría, mediados los años 80, uno de los últimos
partidos de las dos décadas gloriosas. Fue un partido de fútbol épico y
decepcionante a la vez, pues después de lograr el empate a 4 goles, una mala
cesión de “Mingui” al portero Valverde, provocó que en el último minuto el
equipo de La Rabita por medio de Pepe Padilla se adelantase en el marcador.
Pero la decepción más grande la sufrió el equipo de La Rábita, que por un error
en la entrega de premios, recibió el trofeo de consolación.
Después de tanta lucha, e incluso con la oposición de los jugadores, no se sabe porqué motivo se construyó en medio una pista polideportiva que tiene una superficie de hormigón con tratamiento superficial de 20 m. de ancho por 39,2 m. de largo y que dividió el campo en dos partes. Los políticos lo achacaron a que la disminución de la población juvenil hacía imposible el mantenimiento de dicho campo. Dicha pista que aún está sin acondicionar cuenta con dos torres de iluminación, y en ella dijeron que se podrían practicar el fútbol sala, baloncesto, tenis, etc…, Hoy solamente sirve de escenario para la celebración de las fiestas populares.
Muchas gracias, Mingui, por rescatar la memoria viva de Fuente Álamo, por poner en valor su historia, sus imágenes desde diferentes perspectivas.
ResponderEliminarNos ha alegrado el corazón leer y ver esta histórica villa romana, cuna de nuestros sueños infantiles en internet.
Sigue adelante: esto solo es el comienzo para seguir ahondando en el legado cultural de nuestra querida patria natal, Fuente Álamo.
Ceferino Aguilera Ochoa. Écija, 2012.
Muchas gracias... Mingui que sorpreson, porque no lo habias dicho antes es magnifico.
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