Su biografía está estrechamente ligada a la Segunda República, a la Guerra Civil y a la Posguerra, que vivió y padeció intensamente.
Nació en Fuente Álamo-Alcalá la Real el
3 de Abril de 1908, hijo de Amador Pérez Cano y Dorotea Lizana Bermúdez, siendo
el menor de los tres hijos varones concebidos en el matrimonio: José, Mateo y
él. Casado con Antonia Pérez Vera, fue padre de seis hijos: Mariana, José,
Dorotea, Matías, Antonio y Francisco.
Ejerció de agricultor como profesión
principal y como maestro de escuela no profesional o “garrotero”. El servicio
militar en África le concedió el grado de cabo primero, y la Guerra Civil se lo
consolidó.
Inició el periodo de instrucción
militar el 19 de Noviembre de 1929, para luego el 1 de junio de 1930 prestar servicio en el Regimiento de
Infantería África nº 68 dentro del Ejército de España en África (Marruecos). El
1 de julio de 1930 formaría parte de las Fuerzas Regulares Indígenas nº 5 Grupo de Alhucemas,
hasta el 19 de noviembre de 1933 en que se licenció, como hemos dicho, con el
grado de cabo primero. La proclamación de la II República el 14 de abril de
1931 le cogió alistado en el Ejército que fuera de Alfonso XIII. En la Guerra
Civil combatió en el bando republicano, primeramente como miliciano voluntario,
así pasa revista con la cartilla militar el 16 de noviembre de 1936 en la
Columna Peire, con base en Alcaudete y, posteriormente, en el mes de marzo de
1938, pasó a enrolarse en la 76ª Brigada Mixta con base en Alcaudete hasta el
final de la guerra.
Fue miembro desde el 1 de marzo de 1936 de
la Sociedad Obrera de Trabajadores de la
Tierra «La Espiga Floreciente» de Fuente Álamo, afiliada a la FNTT-UGT, ejerciendo su presidencia durante
16 meses hasta que su reemplazo fue movilizado en la Guerra Civil. Tomó
decisiones en el ejercicio de su cargo respecto las incautaciones de las
tierras y grano para la colectividad, así mismo, participó en los actos
anticlericales que se produjeron en la aldea con la quema de imágenes.
Fue socio fundador en 1959 de lo que sería “una
proyección” de aquella sociedad obrera, la Cooperativa Nuestra Sra. del Rosario de Fuente Álamo, ocupando cargos
directivos hasta su fallecimiento.
Finalizada la Guerra Civil, fue apresado como
militar integrante en la 76ª Brigada Mixta, y trasladado al Campo de Prisionero
de Zamora, donde permaneció hasta octubre de 1939, que es trasladado hasta
Alcalá la Real para recibirle declaración. Ingresaría en la Prisión de Jaén el
7 de noviembre de 1939 por defender los
valores de igualdad y libertad, las ideas republicanas y sindicales como
presidente de la Colectividad y combatir en el frente en el Bando Republicano.
Tras ser sometido a un Consejo de
Guerra en un proceso sumarísimo seguido en la Causa núm. 44.636, junto con su
hermano Mateo y Fernando Arjona, son condenados en sentencia de 20 de junio de
1940 por el Juzgado Militar núm. 1 de Jaén, a la pena de doce años y un día,
por el delito de Auxilio a la Rebelión. Ingresó el 7 de noviembre de 1939 en la
Prisión de Jaén, a los 31 años de edad, permaneciendo en dicha prisión hasta el
5 de febrero de 1941(25 de junio de 1941, en otros documentos), que fue trasladado
a la Prisión Central de Valdenoceda (Burgos), hasta el 17 de marzo de 1941 en
que fue de nuevo desplazado. Se incorporó el 23 de marzo de 1941 (en septiembre
en otros documentos) a la 3ª Agrupación de Colonias Penitenciarias
Militarizadas de Talavera de la Reina, entrando en la prisión de Toledo el 23
de septiembre de 1941, siendo excarcelado el 15 de diciembre de 1942 al haberle
concedido la libertad condicional tras haber cumplido la pena de 3 años, 1 mes
y 9 días.
A
la vez que él era apresado al terminar la Guerra Civil, los nacionales, pelaron
la cabeza, suministraron aceite de
resino y pasearon por la aldea a su
esposa Antonia Pérez Vera, junto con otras mujeres de la aldea, siendo acusada
sin pruebas, de haberse apropiado de enseres abandonados por los nacionales en
su huida de la aldea al estallar la guerra. Si bien, el motivo principal no era
otro que la vejación al ser su marido contrario a las ideas franquistas y ser
“rojo” señalado.
Una
vez puesto en libertad en el año 1943, tras pagar multa por los años que no
pasó revista militar en el bando ganador, se dedicó a sus tareas agrícolas y a
impartir clases como “maestro garrotero”, desplazándose a los cortijos y casas
particulares para enseñar a leer, escribir y “hacer cuentas”, a los niños que
no podían ir a la escuela. Colaboró muy activamente en la recogida de firmas
para el indulto de su hermano José Pérez Lizana, para quien el Ministerio
Fiscal solicitó pena de reclusión perpetua a muerte por haber servido de intérprete
con el sordomudo Leocadio Anguita López,
y fundamentalmente por ser hermano de “un rojo”.
La
posguerra no fue fácil, y las miradas vengadoras por el periodo como dirigente
republicano, no dejaban de señalarle a él y su familia. Recibió un soberbia
paliza de la Guardia Civil en la Taberna de Francisco “El Pelón”, en la parte alta
de la vivienda, acusado de que sus cochinos, cuidados por su hijo, habían
entrado en heredad ajena, de tal forma que le dijeron a su hijo menor Matías
que saliera fuera y hasta que no confesó, le estuvieron torturando por hechos
cometidos por animales. El trasfondo no era otro que darle un nuevo correctivo.
Todo ello tras la denuncia de un allegado. En otra ocasión fue en el cuartel de
la Guardia Civil de San José de la Rábita.
En estos tiempos trabajó
duramente en el campo, junto con la familia que fue formado, a quienes en su
afán protector por todo lo que había pasado, les fue inculcando estricta disciplina y un cierto racionamiento en el
reparto de alimentos; así se recuerda como anecdótico, como obligaba a sus
hijos, cuando subían a la cámara, a que permanecieran cantando o silbando
durante toda la visita, con el fin de evitar la tentación de degustar cualquier
producto allí alzado.
Se desplazó a Linares el 29 de agosto
de 1947 movido por su afición al toreo, para presenciar la corrida en la que se
produciría la muerte de Manolete, vendiendo unos pavos criados por la familia
para la adquisición de una entrada en la reventa que resultó ser falsa, por lo que no pudo tener acceso a la plaza de
toros y por tanto no pudo presenciar en
vivo el trágico desenlace del más grande de los toreros, pero sí pudo contar
que estuvo en Linares ese día, aunque solo le hacía falta de que le acusaran
también de la muerte de Manolete.
Fue “bautizado” con el apodo de “El
Borracho”, sin embargo, según cuentan, solamente se embriagó una vez, pero
seguramente de aquella manera. Ocurrió la noche anterior de marchare a la mili,
bebió tanto que no quería o no podía ni “incorporarse al llamamiento”, lo que
fue tema de comidilla en la Aldea, y se lo puso fácil al bautista, que al
tratarse de un apodo con tanta connotación, y dado su pasado “rojo”, no dejó de
apelarse sobre todo entre sus críticos.
Fue un gran trovador que recitaba o
cantaba coplillas populares en remates, pequeñas fiestas y tabernas, ahora
legado para este pueblo, entre ellas la “Copla al amigo Antonio Cano”.
Con su esfuerzo y el de su familia,
pudieron ahorrar lo suficiente para adquirir pequeñas parcelas de tierras de
labranza y de olivos llegando a tener un pequeño desahogo económico. Así que
cuando gozaba de cierta tranquilidad, la muerte le sorprendió a los 62 años de
edad, porque su corazón ya no pudo resistir más.
Antecedentes familiares:
Sus padres AMADOR PEREZ CANO (1868 ó 1869) hijo de Juan Manuel Pérez y María
Cano Giménez, casado con Dorotea Lizana Bermúdez y DOROTEA LIZANA BERMUDEZ,
(1866 ó 1867) hija de Vicente Lizana
Montañez y María Bermúdez Castillo,
casada con Amador Pérez Cano.
Amador y Dorotea tuvieron como hijos: José (1902): Antonia, (otra esposa apellido Mesa) y con Bernarda
López Nieto: Magdalena José, Dorotea, Consuelo y Rafaela; Mateo (1905): Antonia, Amador, Mateo, José y Manuel y Matías:(1908) Mariana, José, Dorotea,
Matías, Antonio y Francisco.