Hoy por fin se me acaban las “vacaciones” del Covid; diferentes y adaptadas a la nueva situación. Tengo el triste récord de no haber visitado ningún bar de copas (ni el de Fuente Álamo, que ya es decir), y menos aún los restaurantes. Tengo el triste récord de no haber hecho ningún viaje a otros lugares. Tengo el récord de no haber visitado a familiares y amigos del pueblo, aunque he tenido que romperlo en lo estrictamente necesario para ver a mi madre y hermanos, y para hacer las faenas necesarias en el campo (varetas, suelos…). Me hubiese gustado acompañar a mis paisanos en la actuación de Mélody Lorca el 26 de agosto; de haber estado el sábado 12 de septiembre en la reinauguración del bar en el Centro Social, bajo la nueva dirección de José González. Me hubiese gustado acompañar a mis amigos Juan José, Mari Carmen y Elena en la despedida de su padre José Carrillo Jiménez; de mi pariente Juan en la despedida de su madre Guadalupe Jiménez Funes; así como de nuestro querido Marcelo Bermúdez, cuya noticia nos dejó a todos con ese frío en la piel y sin poder haber abrazado a Paqui, a sus hijos y hermanos.
Pero
no todo ha sido negativo, aunque sí condicionado por el virus. Mi vínculo con
Almería, me ha permitido expandirme unos días, buscar “zonas libres” de virus y
pasear por la playa con mascarilla. He podido, aunque con mascarilla también,
pasear en bicicleta, y volver enmascarillado a la Alcazaba de Almería, siguiendo
la ruta marcada.
He visto procesional a San Antonio de Padua por las calles de Fuente Álamo, a quien le hemos pedido, lo que ya todos sabéis y he podido contemplar en silencio y nocturnidad a Fuente Álamo desde el Barranco Muriano.
He seguido trabajando en las publicaciones
sobre Fuente Álamo, preparando nuevas entregas.
He mandado algún relato corto a concursos locales,
sobre el consabido tema, teniendo como referencia a nuestra aldea.