Manuel Castillo Padilla, nació el 14 de mayo de 1911 en el Castillo de Locubín. Su padre Francisco Castillo Aguayo y su madre Petronila Padilla Rueda fomaron un matrimonio de castilleros que se habían establecido en Fuente Álamo. En una familia de agricultores, Manuel continuaría con la profesión, hasta que la Guerra Civil le hizo militar profesional con el grado de sargento. Sabía leer y escribir, de estatura 1,650 m, de pelo negro, barba poblada, cejas al pelo, color natural, ojos azules, siendo hombre de gran corpulencia. Casado con Catalina, una de las tres hijas de Pedro apodado “La Muerte” y de Dulcenombre, tristemente fallecida a consecuencia de la metralla que las bombas esparcieron por Fuente Álamo durante la Guerra Civil.
La
Guerra Civil le sorprendió con 25 años de edad y como un mozuelo ilusionado por
evitar la sublevación militar; pronto se integró en las milicias que hacían
guardias en Fuente Álamo, teniendo una participación bastante activa. Una vez
movilizada su quinta, se incorporó al 170 batallón denominado “Voluntarios de
Jaén”, que se integró en la 45ª Brigada Mixta con actividad en el Frente de
Madrid y en donde alcanzó como hemos dicho, el grado de sargento, con efectos
de 1 de junio de 1938, según nombramiento en Diario Oficial del Ministerio de
Defensa Nacional de 17 de septiembre 1938 núm. 240 PAG 1083-1084 que publicó los ascensos de
cabo primero a sargento, una relación donde se encuentra Manuel, por ascenso de
cabo primero.
El
26 de abril de 1939 se presenta denuncia contra Manuel Castillo ante la FET y
de la JONS por parte de D. Francisco Serrano, conocido en Fuente Álamo como Don
Paco. Cuando éste se disponía a entrar al establecimiento de Juan Muñoz
Jiménez, sito en Alcalá la Real se encontró con Manuel, a quien le preguntó si
sabía sobre lo acontecido en la Aldea de Fuente Álamo durante la Guerra Civil y
si conocía al Alcalde de Fuente Álamo, negando Manuel las preguntas. Ante lo
cual el Sr. Serrano supuso la mala intención de ocultar todo lo malo que había
ocurrido en la Aldea. Le preguntó además
que de dónde procedía el sombrero jipi
que llevaba, por no corresponder según el interpelante a la posición que tenía
Manuel antes de la guerra, contestando éste, que se lo habían dado por ahí, por
lo que D. Paco supuso que era robado. Continúa con el interrogatorio,
manifestando Manuel que fue voluntario de las milicias rojas desde el día 12 de
septiembre de 1936 hasta la finalización de la Guerra. No habiéndose presentado
a las autoridades hasta que hoy ha sido obligado a ello por los vecinos D.
Gregorio M. y D. Bartolomé L., miembros de la FET y de la JONS. Con esta
denuncia se inicia el Procedimiento Sumarísimo de Urgencia nº 44.810 contra Manuel
Castillo Padilla.
En
su declaración como testigo, A. P. R. manifiesta que amenazó con las armas a D.
Ángel Custodio y a su madre y les robó varias ovejas. Que marchó voluntario a
las milicias rojas, alcanzando el grado de Sargento.
En
la declaración de E. M. S., manifiesta que perteneció al partido socialista,
que se lanzó a la calle con una escopeta, que intervino en la destrucción de la
Iglesia y en la quema de Santos a los que emprendió a tiros, además de
participar en muchos robos y saqueos. Que amenazó a Ángel Custodio y a su madre
robándole ovejas. En el mismo sentido declara P. P. V.
I.
L. R. I. dijo que se presentó un día en su cortijo de Las Mimbres con una
escopeta y se llevó cabezas de ganado, algunas gallinas y un jamón,
amenazándola con matarla si gritaba.
En
su declaración en Alcalá la Real el 23 de febrero de 1940, manifiesta que antes
del 18 de julio perteneció a la UGT. Que es cierto que al venir la revolución
se lanzó a la calle, provisto de una escopeta haciendo guardias como miliciano.
Contesta que no es cierto que interviniera en la destrucción de la Iglesia y en
la quema de santos. Que tampoco intervino en los saqueos y robos de caballería
en los cortijos. Contesta que convirtieron la Iglesia en un granero. Contesta
que no es cierto que amenazase a Ángel Custodio, ni a su madre. Que no le
arrebató una escopeta, ni robó cabezas de ganado. Que sí es cierto que marchó
voluntario con las milicias, alcanzando el grado de Sargento.
El
13 de mayo de 1940, se dicta sentencia que considera como hechos probados: Que
el encartado, 28 años, socialista, cuando surgió la guerra tomó las armas a
favor de la causa roja, interviniendo en la destrucción de la Iglesia e
Imágenes sagradas. Amenazó de muerte al vecino Ángel Custodio, para obtener la
entrega de una pistola y a la madre de aquel con idénticas amenazas, logró
robarle cabezas de ganado, un jamón y gallinas. Ingresó voluntario en el Ejército
Rojo alcanzando la graduación de Sargento. Fallo: Que debemos condenar y
condenamos al procesado MANUEL CASTILLO PADILLA, a la pena de veinte años de
reclusión temporal como autor responsable de un delito de auxilio a la rebelión
militar con las agravantes apreciadas.
Estamos
ante otro de los procesos injustos contra personas de la Aldea por pensar de otra manera y por luchar por
unas ideas que creían más justas. Hay que tener en cuenta que los hechos que se
le imputan y por los que fue condenado se desarrollan en el contexto de una
guerra civil, y que el hecho más grave, aparte de ser socialista, pudo ser
robar con amenazas unas ovejas, unas gallinas y un jamón, que seguramente
fueron entregados a la Colectividad y consumidos por todas las familias de los
milicianos. También debemos tener en consideración a las otras víctimas de
aquella situación, caso de la familia de Isidora, que con tanto esfuerzo habían
criado aquellas ovejas y gallinas, pero la situación era el que era: una Guerra
Civil; y las necesidades de los pobres, muchas.
El procedimiento, como casi todos los procesos
abiertos contra los derrotados, este también está lleno de irregularidades,
desde la detención e interrogatorio inicial por un particular, como el no
recibirle declaración al principal perjudicado Ángel Custodio, la declaración
de testigos en base a indicios o comentarios y no por haber presenciado los
hechos que habían ocurrido tres años antes, ect…
Es
curioso que Manuel, finalizada la Guerra Civil, no huyó ni se ocultó, y un mal
día a los veintitantos de terminar la guerra se desplazó desde Fuente Álamo a
Alcalá la Real, por donde paseaba tranquilamente con su sombrero jipijapa, quizás queriendo aparentar una situación
social más alta y no levantar muchas sospechas (simulación que también pudo
delatarle), con la mala fortuna que se encontró con quien seguramente fue su
señorico antes de la guerra. Como si el antiguo “dominus” hubiera conservado la
potestad de enjuiciar los actos responsables de su esclavo, le sometió a un
interrogatorio sobre el transcurso de la Guerra Civil en Fuente Álamo y sobre
la actuación que tuvo su alcalde pedáneo, y como no le convencieron las
respuestas o no respondió lo que él
quería, presenta una denuncia formal ante la dirección de la Falange Española
Tradicionalista y de la JONS. Luego lo presentarían ante las autoridades
públicas, siendo inmediatamente detenido e ingresado en prisión, de la que no saldría
hasta bien mediados los años 40. Enfermó de tuberculosis, la cual acabó con su
vida pocos años después de salir del presidio, por lo que desde mi punto de
vista, puede considerarse otra víctima mortal de la represión franquista.
Hola Domingo :mentiría si dijese que no soy un lector avezado( tómese en el contexto de persona que gusta disfrutar de la lengua cervantina, pero también alejado de pedanterías como "traga libros"para demostrar lo que jamás conseguiré; escribir de forma tan solvente y didáctica como la que tu plasmas en cada episodio que nace del teclado,con la innegable ayudada de esas personas de las que emanan los recuerdos y vivencias que narras; luego, las plasmas magistralmente en el blog.
ResponderEliminarHe entrado en varias ocasiones en tus "annales" y no había noticias.Imaginaba que estarías tejiendo una alfombra para así volar y adentrarnos en esos relatos agrios en ocasiones, e irónicos-sarcásticos en otros.
Huelga decir que no conozco a los personajes que nos muestras, pero intento colarme en sus interiores y recrear esas vivencias que les llevaron a contar sus realidades para que mas tarde tu no las mostraras de forma hilvanada y cronológica.
Estaba esta noche sentado en el sofá, junto a un libro de poesía escrito por un amigo.La tecnología que nos atrae como un imán llamó y abrí el terminal móvil.Con un simple dedo apareció Fuentealamo. Solemne, con una Torre incitándome a otear lo que deseaba mostrarme. No pude resistirme y heme aqui, en lo alto de ella. Me encontré una historia sobre una sombrero valiente y altivo, pero al mismo tiempo humilde y comprensivo: la lectura no tenia ni rastro de aspavientos(creo que alguna vez he usado el termino "estilo Perez Galdos"); me adentré cada vez mas hasta llegar al final.No podía desengancharme de JIPIJAPA y la forma de narrar esa historia: Encaramado como si a un árbol estuviese, era imposible bajar o subir, extraño, algo inaudito que solo se consigue con el sombrero de Paco el Sargento: El Miliciano.Mágico como cuando lo lucia en el Frente de Jaén (igual que mi abuelo materno) y el biógrafo que lo recogió cuando un remolino de aire frió intentó llevárselo para siempre después de la tragedia fratricida y jamas hubiéramos conocido sus hazañas si no existiera este blog tan chivato . Un cordial Saludo. Antonio.
Buenas tardes Antonio, perdona el retraso en la contestación a tu exquisito comentario, perfectamente encauzado en su continente, aspectos externos que te han llevado a hacerlo, como la tecnología o el momento junto después de leer un libro de poesía, que pueden haber influido en que su contenido esté lleno, al menos, de prosa poética. Me alaga mucho que su lectura te haya enganchado hasta el final y que te haya traído es bonito recuerdo de tu abuelo materno. El sombrero de jipijapa fue unos de los muchos artilugios con los que se intentó engañar a la represión, pero la guadaña estaba muy afilada y no había manera de evitar la venganza por muchos disfraces que se utilizaran. Un saludo.
EliminarPosdata: Fuente Álamo y Manuel el Sargento.
Querido Domingo: no puedo rechazar los halagos que me brindas porque pecaría de vanidad viniendo ti,no obstante, te digo que no los merezco, de eso estoy seguro.
EliminarSinceramente huyo de todos de esos términos abstractos (intangibles y por lo que respecta en mi modesta y seguramente equivocada opinión pueden confundir al lector.)
La posdata (o postdata) me la merecía, me percaté cuando ya había publicado el comentario, pero para eso estas ahí, para ilustrarnos y corregir nuestros errores al meternos de lleno en esas historias. Manuel el Sargento; se merece su jipijapa con todos los honores, y al mismo tiempo izar la bandera para los muchos que como él esquivaron la guadaña traidora y carontica mientras pududieron en aquellos años ominosos.
Lo que si te pido por favor es que me aclares si Fuente Álamo se escribe junto o separado. Recibe un cordial abrazo.
Estimado Antonio, buenos días y gracias de nuevo por participar activamente en este blog con tus comentarios certeros. Sin duda alguna que Manuel era digno de llevar puesto aquel sombrero de jipijapa, y lucirlo como el más honrado ciudadano, y seguramente sus delatores envidiosos, no podían entender que una persona humilde, pudiera haber comprado un sombrero, y como era necesario acusar de algo, supusieron que lo había robado, cualquier escusa o pretexto eran válidos para inicial el proceso inquisitorio.
EliminarEn cuanto a lo de Fuente-Álamo, no te preocupes, lo importante no es cómo se escribe, sino su contenido (lo que hay que ver y visitar), yo tampoco he podido rectificar un lapsus “alagos”. Un saludo.