sábado, 29 de marzo de 2014

GENTE DE FUENTE ÁLAMO EN CATALUÑA. ANTONIA PÉREZ BOLÍVAR.



           En la entrada dedicada a la emigración, hicimos referencia entre otras muchas familias fuentealameñas, a la familia de Mateo Pérez Lizana. Dedicaremos ésta, especialmente, a la hija mayor y en ella reflejaremos un aspecto más de los fuentealameños que en los años sesenta se vieron obligados a emigrar a Cataluña, muy a pesar suyo, como veremos.
Después de más de 50 años aún tiene los recuerdos intactos del Fuente Álamo de su infancia, de su adolescencia y de parte de su madurez; sobretodo no olvida a sus amigas, ni a sus familiares (primos fundamentalmente), que aún le quedan en el pueblo, a quienes llama a menudo, interesándose por su estado. Pese a ello, después de marcharse con 27 años de edad, sólo ha podido volver en dos ocasiones a su Fuente Álamo. La primera vez a los diez años de haber emigrado, llevando con ella a dos hijos. La segunda con su hermano Manolo. Recuerda a la perfección como fue su visita, le llevaron al Cerro y cuando subía, tenía que pasar por casa de su amiga Justi, que al no reconocerla no quería abrirle la puerta. Antonia le recordó que en una fiesta se habían puesto un vestido idéntico y un lazo rojo que sujetaba la cola de caballo, y ya se echaron a reír y la reconoció. Su prima Mariana, que tenía los pies a remojo en aguasal, tampoco la reconoció y le dijo: “como no te conozco, no me da vergüenza como me has pillado”.
Amable, generosa, intranquila por si pudiera decir algo que pudiera molestar a alguien, se puede considerar un ejemplo de superación de dificultades y de las desgracias familiares, pues ha visto como se le ha ido su padre (a los 5 años de llegar a Barcelona), su madre y tres de sus hermanos, dos de ellos a edades tempranas.
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Antonia Pérez Bolívar, nació en Fuente Álamo el 13 de Junio de 1936, y como no podía ser de otra manera, le puso fácil a sus padres el nombre, haciendo honor al Santo Patrón de la aldea. Como hemos dicho es la mayor de cinco hermanos (Amador, Mateo, José y Manuel), hija de Mateo y Josefa, él fuentealameño y ella de La Pedriza.
 Nació un mes antes del inicio de la Guerra Civil, quedándose “huérfana de padre” con tres años de edad, pues su padre fue encarcelado por motivos políticos después de la Guerra Civil al ocupar el cargo de secretario de la Sociedad Obrera de Trabajadores de la Tierra «La Espiga Floreciente», afiliada a la  FNTT-UGT o del comité local del Frente Popular. Fue acusado de participar en la
colectivización del campo, incautar tierras y grano a terratenientes y llevar a cabo actos anticlericales. Enfermo, lo pasó tan mal en el presidio de Astorga y después de Madrid, donde fue trasladado para hacer la prisión nueva, que les escribió una carta diciéndoles que “si Dios no lo remediaba, le iba hacer una visita a su madre”. Antonia, ante este mensaje, hizo una promesa a San Antonio, que parece ser que la escuchó, y no fue vengativo por los sucesos ocurridos con su anterior Imagen en el pilar. No cree que su padre participara en la quema de las Imágenes durante la Guerra Civil, aunque en una ocasión que no quería su padre que fuera a un baile organizado por los jóvenes en Casa de Encarna Martos (donde tocaba el acordeón Caejo), como la habían invitado, ella fue y en un enfado su padre le rompió el libro de la misa, por lo que puede que fuera verdad que no creyese en nada. Sin embargo, su abuela Dorotea era la encargada de lavar la ropa de los santos, los manteles de los altares y vestir a la virgen.
Con 8 años hizo la primera comunión, con un vestidillo remendado que le arreglaron, en esa época cada uno iba con la ropa que tenía. Recuerda que en los años del hambre, iba al cortijo de la Solana donde daban comidas para los niños pobres, un día iba ella y otro día, su hermano Amador, hacían una buena caldera de garbanzos y daban un bollo de pan que les decían que había que guardarlo para los hermanos que quedaban en casa, pero algunos se lo comían. También iban a pedir por los cortijos donde le daban pan de maíz. Doña Casilda sólo daba a cuatro o cinco niños de comer. Tiene muchas anécdotas relacionadas con los años del hambre en Fuente Álamo, recuerda como un día de Viernes Santo fueron a buscar espárragos ella y su prima Mariana y se los ofrecieron a Dª Casilda, esperando recibir la recompensa de un trozo de pan, y la señorita les dijo: “Gracias, por dármelo de corazón”.
De niña era muy buena en los estudios, hasta el punto de que la Señora Casilda, a instancia del maestro Don Manuel, la propuso para costearle los estudios (como a José de Encarna), negándose sus padres, alegando que no tenían más que a una hija y la necesitaban para “llevar adelante las faenas de la casa”. Recuerda que Encarna de Blas quiso proponer, para sustituirla, a su hija Encarna apodada “La Rubia”, pero Don Manuel dijo que dos niños de la misma casa no podía ser. Cree que fue una faena de sus padres, y que ahora que ya no están no puede hablar mal de ellos. Por lo que con diez años comenzó a trabajar en el Cortijo de la Solana, en la aceituna a los kilos, y por la noche tenía que poner la ropa secar en la lumbre hecha de ramuchos de olivo, impregnándose de humo y desprendiendo un fuerte olor. Así que Asunción de Sandalio le dijo que si su madre la hubiese dejado que estudiara, no olería tan mal, lo que le provocó un fuerte llanto, a la vez que pensaba en que se hubiese quitado del frío y de las malas condiciones del trabajo en el campo. También le contó su madre que en la Guerra, un capitán se la pidió para acogerla en adopción, pero su madre no quiso darla. Piensa que hizo bien su madre, pero que también le hubiese podido cambiar la vida.
Recuerda que cuando trabajaba en Fuente Álamo, cuando terminaba en el Coscojar Bajo, se iba al Coscojar Alto, para ganar dinero extra para poder comprarse unos zapatos y un vestido para el carnaval, pues lo que ganaba de la temporada lo entregaba en la casa, que se destinaba para poder pagar lo que debían en las tiendas, pues le daban fiado y luego lo pagaban después de las aceitunas. El encargado del Coscojar era el alcalde José Pedro y le decían que si se iba al otro Coscojar el año siguiente no iba a trabajar, pero a ella le daba igual.
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Recuerda perfectamente el día que salió de Fuente Álamo, que fue el 19 de Agosto de 1963, en un autocar de Contreras que partió desde Alcalá la Real. Ese año iba a ser hermana mayor de la Virgen del Rosario, junto con Francisca Ibáñez, pero como tuvo que  marcharse, fue sustituida por Mercedes Ramírez. Dejó muy buenas amigas en Fuente Álamo, por nombrar algunas: Justi y su hermana Dolores Aguilera, Mercedes, Cayetana, Aniquilla, Iluminada…y su prima Mariana.  Recuerda que cuando se marchó le escribió un amigo de Fuente Álamo, diciéndole que le había dado vergüenza decirle algo.
Ella no era partidaria de marcharse, ni participó en dicha decisión, pero lo hizo para no darle disgusto a su madre, quien les dijo que entre todos lo habían arreglado y que ya estaba decidido. Su hermano Amador (antes de marcharse trabajaba de cagarrache en la Cooperativa de Fuente Álamo) fue quien decidió emigrar a Barcelona, en vez de a Burgos como lo hacía  antes, diciéndole a su padre que si encontraba alguna casa que le conviniera se marcharían todos, y así fue, en la calle Campreciós, de Verdún, una barriada de Barcelona, formada fundamentalmente de emigrantes andaluces. Sus padres vendieron la tierra y la casa, aunque ellos tampoco eran muy partidarios de marcharse, porque ya eran mayores.
Cuando llegó a Verdún, le dieron casas para limpiar en la calle Bailen, Montaner, Paseo de Gracia… recorría toda Barcelona sin haber salido nunca de Fuente Álamo, excepto a Alcalá la Real. Se puso a trabajar a los dos días de llegar, después se colocó en la Damm, donde estuvo tres meses, hasta que se encontró con un señor de Fuentevaqueros, llamado Daniel, quien le dio un papel de recomendación con una dirección en la Plaza Rovira, para trabajar en un taller de costura de ropa interior de mujer. Le dijeron que le pagarían 800 pesetas a la semana, aunque el primer sobre sólo llevaba 700 pesetas, por lo que fue a reclamar a la Sra. Magdalena, y le dijo que todavía no sacaba faena, (se trabajaba con máquinas industriales y ella tenía la máquina de coser que se había traído de Fuente Álamo, que aún la conserva), pero a la semana siguiente ya le pagó las 800 pesetas. Entregaba la mitad para la casa. Tuvo que dejar este trabajo a los dos años, pues su padre murió el 9 de Febrero de 1968, y su marido le dijo que las mujeres de los Fernández no trabajaban, criaban sus hijos y hacían las labores de la casa y fue su marido a pedir la cuenta para casarse. Se casó con un utrerano, rubio y con los ojos azules como a ella le gustaban, que se lo presentó su hermano Manuel.
Recuerda que cuando llegaron había mucha demanda de trabajo y dos de sus hermanos Amador y Mateo, se colocaron en la SEAT, José en una  fábrica de mosaicos, y Manolo de aprendiz.
Su casa se convirtió en una especie de posada donde paraban todos los familiares que iban a buscar trabajo e incluso gente de Sileras. Recibían mucha correspondencia, diciéndole el correo, que si tuviese que llevar a todas las casas la misma correspondencia, tendría que alquilar un burro. También recibió fotos de casada de sus amigas de Fuente Álamo, recuerda que una le dijo que tenía que devolvérsela pues no tenía fotos para toda la familia.
Después de 18 años en Verdún, se fueron a vivir (ella y sus hermanos Amador y Manuel) a una barriada donde una señora había donado el terreno para pobres, en concreto a la calle Menorca, en Badía del Valles, que es donde vive actualmente.
 Cuando se le pregunta que opina de la actual situación de Cataluña, es tajante en su respuesta: “A mí, no me separan de España”.  Si puede decir que no, votará en este sentido. “A mí no me van a hacer catalana porque sí”.
Sus tres hijos son catalanes, y están totalmente integrados, una hija  trabaja en el Ayuntamiento de Tarrasa, como profesora de Educación Especial, sus otros dos hijos tiene su propia empresa en el sector de electricidad, gas y agua. Tiene 5 nietos maravillosos.
Entre sus pasiones están el cante andaluz, en concreto la copla, y sus artistas favoritas son Marifé de Triana, Manolo Escobar, Rocío Jurado… Antes salía a bailar, pero ahora ya no sale.
Actualmente se encuentra muy bien, pese a que no tiene ningún tipo de ayuda pues no le ha quedado pensión, al ser alta la de su marido.

Si hace unos años le hubieran dado la opción de volver a Fuente Álamo, a lo mejor se hubiese venido, pero ahora ya tiene su vida hecha allí, con sus hijos y sus nietos. Fue una decisión que tomaron en su día, como ya ha explicado, pues no había trabajo en Fuente Álamo y ya está.

viernes, 21 de marzo de 2014

TURISMO RECEPTIVO EN FUENTE ÁLAMO.



              Fuente Álamo, como atractivo turístico, no se ha dado a conocer lo suficiente a lo largo del tiempo, a excepción, de la época de auge de los Baños de Ardales sobre la segunda mitad del siglo XIX, y muy  levemente en los años noventa del siglo pasado, con el llamado turismo rural.
El turismo receptivo está constituido, básicamente, por los fuentealameños emigrantes que con la visita a sus familiares, aprovechan para traer a su memoria los recuerdos de aquellos años de su infancia, dando a conocer, de paso, a sus hijos, su aldea natal. Esporádicamente, encontramos visitantes ocasionales, como maestros, párrocos, trabajadores del campo, ect…, que alguna etapa de su vida la pasaron en Fuente Álamo, y que regresan para recordar viejos tiempos.
Dicho esto, la aldea presenta un variado atractivo turístico tanto desde el punto de vista paisajístico-natural, como histórico-monumental.
Desde el Cerro se divisa una extensa depresión de olivares que proporciona unas vistas, (en forma semicircular),  inmensas tanto en amplitud como en belleza, que van chocando con los cerros de la Hortichuela (Cerro de la Zarza), de Brácana, la Sierra de Vizcantar, la Tiñosa, las sierras de las aldeas de Priego de Córdoba, la Sierra del Esparragal “La Alcaide” o  la más cercana Sierra de San Pedro, dirección a La Rábita. Pueden visitarse una serie de enclaves que tienen cierto encanto tanto por sus vistas, como por lo que entrañan en sí: es el caso de la zona de la Mina, La Coronilla, La Era de Lore, El Peñón, La Cornicabra, el Barranco Muriano, la Cruz de Clavijo, La Fuente de la Encina,  ect… La visita quedaría casi completa con una ruta por los vestigios que quedan de los cortijos que fueron reflejados por Pascual Madoz en 1842 en el Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar, (Loma de Zalamea, Suárez, el Palio, Casa-sola, Coscojar Alto y Bajo, Cornicabra, Gallardo, Valenzuela, Fuente de la Encina Alta y Baja, Clavijo, La Cuesta y Árdales) que por supuesto también forman parte de nuestra historia. Finalmente, la ruta se completaría con una visita a la moderna almazara de la Cooperativa Nuestra Sra. del Rosario y así poder degustar nuestro excelente aceite picual  y obtener alguna noción de lo que fue la antigua almazara de empriedro, prensas y capachos.

  En cuanto al atractivo desde el punto de vista histórico-munumental, qué decir de la Villa Romana; si bien sus grandes muros de sillares, columnas, y otros  departamentos de uso directamente productivos como balsas, cisternas, almacenes, etcétera, no soportaron el devenir del tiempo, sí podemos apreciar una superposición y reutilización de elementos ya desde el siglo I de nuestra era, quedándonos las bases o cimientos para conocer una parte importante de historia de Fuente Álamo. Su Torre Almenara Atalaya, por su tipología se adscribiría a los siglos XIII y XIV, época bajomedieval, que pese a estar dentro de un recinto privado, no se puede olvidar que está declarada Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz. Es por eso que debería ser más cuidada y convertirse en un buen reclamo turístico. A estos monumentos se puede unir otros más modernos como la Iglesia de San Antonio de Padua del siglo XVIII, la Escuela de la Sagrada Familia, reconstruida en 1948 y restaurada en tejado en nuestros tiempos.
Como dijimos, el turismo de balneario medicinal se desarrolló de forma no regular en los Baños de Ardales durante prácticamente tres cuartos de siglo y que ya ha sido objeto de amplio estudio, dedicando el presente trabajo al aspecto turístico. Fue un negocio que se inició con la construcción en 1831 de la casa-hospedería y que haría que llegasen a Fuente Álamo, enfermos de todas las procedencias sociales cuyas dolencias esperaban corregir con un tratamiento intensivo de terapia a base de aguas minero-medicinales. Si bien, en la mayoría de los casos eran pobres, en otros, eran acomodados labradores que pagaban hasta 20 reales cada día. La afluencia de bañistas nos sirve para ver los altibajos que sufrieron hasta su total declive o abandono, que fue progresivo. Dicha concurrencia dependía en gran medida de la presencia o no de un director-médico, o de los años buenos, cuando los pobres labradores recogían cosechas regulares. Los primeros datos que tenemos son del año 1846 en el que el número de concurrentes se regula de 150 a 200 en la temporada. Cada enfermo permanecía en los baños de 15 a 25 días y la temporada se extendía desde el 1 de junio hasta el 30 de septiembre. Según el Tratado completo de las fuentes minerales de España, escrito por Pedro María Rubio en 1853, el precio de cada baño era de medio real. Constaba de 21 habitaciones de diferente capacidad. El precio de las viviendas era desde 3 a 12 reales diarios. Se establece una concurrencia anual calculada por un quinquenio de 60 a 80 personas, cuyo número disminuyó. Componían la mayoría de concurrentes, las mujeres de labradores poco acomodados. El numerario que quedaba anualmente en el país por todos conceptos podía valuarse en 12 ó 14.000 reales.
En 1866 hubo una concurrencia de 209 bañistas, de los cuales, 6 personas, lo hicieron por gusto y no por enfermedad. En años anteriores sólo venían  80 ó 100, debido a que ese año hubo médico-director. Había 25 habitaciones de diferentes capacidades para ser ocupadas por los bañistas, pagando por ellas desde 3 hasta 8 reales dependiendo de la capacidad de las salas. Contiguo al establecimiento pero unido a él, se construyó y estrenó esa temporada un departamento donde podían estar 15 ó 20 pobres muy cómodamente y sin que tuvieran que pagar nada por habitarlo.
En  tratado “Aguas minerales. Tratado de hidrología médica: con La guía del bañista y El mapa balneario de  España” escrito por Anastasio García López de 1869, se indica que en el establecimiento había unas 30 habitaciones para alojamiento de los bañistas, que se alquilaban desde 3 hasta 12 reales diarios. Los baños se tomaban en pilas cuadradas pagándose por ellos una módica retribución, pues sólo se abonaba medio o un real.
  En la década de los 70,  debido a que el número de acomodados que concurrían era bajo y eran pocos los que pagaban 20 reales, el mantenimiento resultaba imposible. En concreto, en las temporadas de 1877, 1878 y 1879 su médico-director D. Luis Ramón Trinidad Gómez de Torres, en sus informes, se dedica a hacer constar el estado de abandono del establecimiento, mostrando su malestar con una serie lamentaciones por ocupar los últimos lugares del escalafón balneario. Exponía la falta de condiciones de este balneario para figurar en la lista oficial, pues no tenía aguas, instalación, albergue, ni bañistas. Si bien esto podía ser verdad, no era más cierto que los médicos estaban sometidos por la incompatibilidad y por la obligación de residir forzosamente en establecimientos y tener que ocupar una plaza de oposición donde obtenían escasos ingresos. En 1877 la concurrencia fue de 119 bañistas y según la estadística de la temporada 1878, hubo 34 bañistas, 12 de Alcaudete, 8 de Priego de Córdoba, 11 de Alcalá la Real y 3 del Castillo de Locubín de ellos 22 pobres y 12 acomodados. Unos podían pagar diez reales y algunos pagan veinte. Estos eran los menos. La procedencia de bañistas en la temporada 1879 fue: 13 de Carcabuey, 21 de Alcaudete, 18 de Luque, 11 de Almedinilla, 10 de Priego, 10 de Alcalá la Real, 14 de Fuente Tójar y 14 de Zamoranos, en total 109.
               Desde principios de siglo XXI fue llegando a Fuente Álamo, como en otros lugares, otro tipo de “turismo sanitario”: el turismo anglosajón y cuyo asentamiento definitivo ayudó a inflar la burbuja inmobiliaria, produciendo la revalorización de las viviendas, que siempre estuvieron depreciadas. Todo ello provocó que una veintena de fuentealameños hicieran el “negocio del siglo”, comprando otra vivienda más cara en Alcalá la Real. Hoy, tras desinflarse la burbuja inmobiliaria, la situación se está normalizando, muchos de los “ingleses” se están marchando, dejando como legado las casas remodeladas pero deshabitadas y en venta.
               En los años 90 con el boom de la economía española, también llegó a Fuente Álamo, el turismo rural. Fueron varias las casas que se rehabilitaron y se acondicionaron para atraer a los amantes de la naturaleza y del paisaje de olivar. La casa de Emilio Malagón “La Tórtola”, la casa de Feliciano Pérez en el Cerro y algún cortijo, se solían alquilar durante los puentes, en Semana Santa o en el verano.
               El llamado “turismo familiar”, es el procedente de la emigración definitiva y se produce sobre todo en días de vacaciones de navidad y veranos, que se suelen utilizar para visitar a sus familiares que aún les quedan en la aldea. Aquellos que en otros tiempos se llamaron cariñosamente “limpiaorzas”.

En estos últimos años se han realizado visitas turísticas guiadas a la almazara de la Cooperativa Nuestra Sra. del Rosario; o rutas rurales para visitar la Torre, la  Villa Romana, y demás cortijos de Fuente Álamo; así como actos festivos para recordar las tradiciones, como la celebración del día del Arremate.