lunes, 20 de enero de 2014

OCIOS Y DIVERSIONES EN FUENTE ÁLAMO. TURISMO EXTERNO


    

   Consideramos turismo externo las salidas de los fuentealameños a otros lugares y con ocasión de cualquier motivo o evento festivo.

Las romerías

               La concurrencia a la romería celebrada en honor a San Isidro, alrededor de su ermita rodeada de olivos en el término de las Caserías (que toman el nombre del referido Santo), así como a las romerías del Cerro de la Mesa en la Hoya de Salobral y  la del  Cerro del Cabezo, ambas  en honor a la Virgen de la Cabeza, han sido y son citas tradicionales en los meses de abril y mayo para los fuentealameños.
               La llegada a la aldea de los primeros vehículos a motor hizo que los más devotos y los más romeros se desplazasen tantos kilómetros para celebrar el “Día del Cerro”, en honor de la Virgen de la Cabeza. En los años 70, se acudía en grupos de jóvenes montados en el remolque del camión de Juani Aguilera; también en alguna ocasión, en aquel camión que Antonio Anguita compró para explotar la cantera de arena; o en mi caso, en el año 1974 en aquel Seat 850 color rojo de mi padre, junto con mi madre, mi abuela Antonia y Grigo (un vecino que vivía en el Cerro de Fuente Álamo). Recuerdo un día y una noche de lluvia y frío; los cinco metidos en aquel “utilitario”, nunca mejor dicho; “durmiendo”, eso sí, cuando el vecino del Cerro, dejaba de toser. Al día siguiente, procesional, mi padre me colgó sobre los hombros una manta ruana y todo el mundo me miraba creyendo que estaba de penitencia o que había hecho alguna promesa. Grigo se despidió lamentándose de que ya no podría volver más, yo no me despedí, pero no he vuelto. ¿Volveré? En la mañana del día siguiente, la caña de azúcar y los pitos de Sierra Morena se saboreaban y se pitaban por los niños en todo el pueblo.
                La romería a la Hoya de Frailes era otra alternativa, más cercana, para la celebración del día de la Virgen de la Cabeza o para visitar al Santo Custodio, o en mi caso para recaudar fondos para el viaje de estudios de 8º de EGB, en 1977. Aquel año, los estudiantes del Colegio Nacional Comarcal nº 3 “El Coto”  instalamos un chiringuito en plena Hoya y a pleno sol, que sin sombraje alguno, hizo que cogiera la insolación más grande de mi vida. La segunda y última vez, sería en el año 1980 con un grupo de fuentealameños en el Land Rover de mi vecino Jesús; recuerdo que “colaboré” en el chiringuito con venta de bebidas que había instalado el grupo de viaje de estudios de 3º de BUP del Instituto “Alfonso XI” de Alcalá la Real, pero yo no fui al viaje.
               La participación en el concurso de carrozas de la Romería de San Isidro desde finales de los años 80 continúa hasta el día de hoy, y en cada una de las ediciones que se han celebrado, siempre se ha obtenido algún premio. Aún recordamos a Juan Antonio Ávila Serrano “El Zorrero” y su Paula, participando sin la necesidad de ataviarse con el traje de época, pues en los años 80, todavía calzaba albarcas y se cinchaba con cinturón de tomiza.
En otro día de romería se convertía el Día del Señor, entorno al Santo Manuel en los Chopos. Tenía bastantes fieles seguidores en Fuente Álamo. Mi abuela Antonia dejó de serlo al impactarle en la frente un caramelo “bendecido”, que arrojó el Santo Manuel desde su balcón a la multitud de fieles que esperaban para verle. Los más “afortunados” conseguían empaparse en agua lanzada en bolsas que explotaban en un tejadillo. Mi abuela, con una brecha en la frente, sólo dijo las siguientes palabras cariñosas: “¡Chad, el egollante, que me ha escalabrao!”. No sé si volvió más.

La Feria de Alcalá la Real

Otra cita obligatoria para los fuentealameños era y es la feria de Alcalá la Real, tanto la de verano en honor de San Antonio de Padua, como la Feria de San Mateo (fundamentalmente el día 22 de septiembre que según los alcalaínos era el día de los cortijeros, y que a los niños nos solían recibir con aquello de: “Cortijero, huevo duro, vete a tomar por…”). Se estaba todo el año esperando que llegase para comprar ropa nueva y, según las épocas y el dinero disponible, era de obligado cumplimiento el fotografiarse en el caballo de cartón, ir al teatro Martínez Montañés para ver la nueva película de Manolo Escobar, subirse en los caballicos y, como segundo plato, comerse entre toda la familia un pollo asado o invitarse a unos refrescos y unas raciones en el “Bar Pireo”.
Menos usual y sólo para algunos privilegiados era el acudir a algún espectáculo de teatro de Manolita Che, alguna actuación musical, o alguna corrida de toros. Esto último con anterioridad a 1957, cuando tuvo lugar el trágico suceso de la plaza de toros portátil situada en la Magdalena, junto a la Carretera de Granada, que en cuestión de segundos se abrió como un abanico atrapando a cientos de alcalaínos en su interior, con el resultado de seis muertos y un centenar de heridos. Entre ellos resultó gravemente lesionado el fuentealameño Antonio Pérez López,  “El Compaíllo”.

Otras fiestas o ferias de concurrencia general son la feria de la Almedinilla, la de Priego de Córdoba, o la de Alcaudete, y las fiestas de Sileras (lo del mulo cargado de melones, es un mito), San José de la Rábita, La Rábita, Las Grajeras, (lo de Cali que me ahogo, es otro mito) ect… Otra fiesta no tan señalada por su concurrencia habitual, pero sí excepcionalmente por los efectos producidos y la repercusión que tuvo en aquel verano año 1979, fue la fiesta en Las Maquinas o Monte Lope Álvarez, en la aldea de Martos. A ella acudió una representación de jóvenes fuentealameños a bordo de un “Simca 1000”, y su no regreso al día siguiente debido a “problemas mecánicos” desató las alarmas en la Aldea, provocando la búsqueda por parte de familiares e incluso por el alcalde pedáneo, que por aquel entonces era Antonio Pérez Pérez, “Nono”. Todo quedó en anécdota y susto para los familiares, y en defensa de los “perdidos” hay que decir que no se habían inventado todavía los teléfonos móviles. Yo no pude ir, pese a que aquella noche estaba invitado, pero fueron en representación de la aldea: Antonio Luis Aguilera, Juanillo Valverde, Juan Rafael Aguilera, Francisco Ángel Aguilera, Antonio Expósito y algún otro que ahora no recuerdo, y que estaba aquella noche en el “Bar Charraga”.

Viajes de placer

Sería la incorporación a filas y la obligada emigración la que proporcionaría a los fuentealameños el conocimiento de otras partes de España y del extranjero, si bien, esto no se puede considerar precisamente viajes de placer.
El viaje de novios entre los años 60 y 70 se solía realizar mediante una visita a la Alhambra, a las costas andaluzas o a algún familiar que viviese en la geografía andaluza. Sin embargo, hay bastantes fuentealameños que nunca han visitado el Castillo de la Mota de Alcalá la Real.
Muchos viajaron por primera vez en los años 80 a las Costas Catalanas para hacer una visita a los hijos que se encontraban trabajando en la hostelería.
Actualmente, gracias a las asociaciones y al Imserso se están organizando muchos viajes tanto culturales (visita a la Mezquita, a la Alhambra, etc) como de tipo lúdico recreativo, por las costas andaluzas. 

Pese a que tenemos en Fuente Álamo el dicho “Viajas más que Amalia”, no se debió precisamente a viajes de placer, sino todo lo contrario y arriesgando mucho su vida. Cada día, Amalia caminaba varios kilómetros, como enlace, para llevar a su marido, que se encontraba huido en la sierra, los alimentos y ropas necesarias para la supervivencia.

miércoles, 8 de enero de 2014

GENTE DE FUENTE ÁLAMO POR EL MUNDO. JOSÉ IBÁÑEZ NIETO. “PEPE DEL PRAILLO”


        
        En la entrada dedicada a la emigración hicimos referencia a la salida de los fuentealameños para incorporarse en el cuerpo de la Guardia Civil, como otra alternativa. Como dijimos, a aquellas “emigraciones forzosas” habría que sumar las  originadas por el gran número de jóvenes fuentealameños que fueron nombrados guardias civiles. Lo que supuso el salir de la agricultura o “cultura del terrón” aportando nuevos ingresos procedentes del Estado, que sirvieron de alivio para la economía familiar, (siendo los sueldos no demasiado altos). Poníamos algunos ejemplos como Custodio Pérez Aguilera, Daniel Aranda, José Vega Ávila, Francisco Jiménez Pérez, Eusebio Fuentes Vera, Francisco Arenas Aguilera, José Escribano Moyano, Antonio Castillo Padilla, Perálvarez “Campiñas”, Custodio Sánchez González, Francisco Ibáñez Nieto o José Ibáñez Nieto, quien será el protagonista de esta entrada.
Los que le conocen de la infancia o de la juventud solo tienen buenos recuerdos de él y cuando voy a Fuente Álamo, siempre me los dan para que se los transmita. Hombre tranquilo, educado, disciplinado, exquisito y cuidadoso con las expresiones. Puedo destacar de primera mano, su carácter formal, amigo de sus paisanos, por los que se interesa y está siempre disponible para charlar de su pueblo de nacimiento. De allí salió cuando tenía 26 años, (además de los 5 años en la Guerra Civil y los 16 meses de mili).
Pepe, el de El Praillo, como le conocen sus amigos de Fuente Álamo, nació el 27 en agosto de 1934 en su casa de El Praillo, un cortijo anejo de Fuente Álamo. Es el séptimo de 8 hermanos, 5 varones y 3 mujeres, nacidos todos en Fuente Álamo. Su padre, Francisco Ibáñez Castillo, tenía solo una  hermana que murió joven dejando dos hijas: Crescencia y Feliciana, a quienes crió su abuelo materno que vivía en la casa de al lado de su padre. Por la línea paterna eran de Fuente Álamo, por parte de su madre, María Nieto López, remanecían de Alcaudete y  de las Pilas de Fuente Soto, por parte del apellido Nieto.
      Tenía dos años cuando estalló la Guerra Civil, de la que no recuerda prácticamente nada, tan solo lo que le contaron sus padres. Con esa edad tuvo que marcharse de Fuente Álamo con toda su familia, excepto sus abuelos paternos y su hermano Pedro, regresando cinco años después. Se marcharon a Baena, ya que a su padre, juntos con otros nacionales, cada día les cogían los milicianos, les formaba y después les decían que se podían marchar, por lo que temía qué podrían hacer con él cualquier día.  Consiguió a través de su cuñado Joaquín Pérez, que tenía relación con los de izquierdas, que le dejaran y decidió marcharse. Para ello cogió un mulo, cuatro mantas y las cosas imprescindibles, pasando la primera noche en un cortijo cerca del río de Almedinilla, en casa de un amigo. Después a los dos días siguientes continuaron hasta Baena, donde encontró trabajó en un cortijo, pasando allí la guerra y dos años de posguerra.
En Fuente Álamo, su padre (antes de marcharse), tenía, además de algunas propiedades, dos mulos, de los cuales uno fue requisado por los milicianos, dejándole el otro para que pudiera marcharse. En 1941 regresaron de Baena, recuperando su padre el otro mulo en Alcaudete. Las tierras también las recuperaron, pero los troces de trigo que habían dejado llenas, estaban vacías, pues habían sido gastadas por los milicianos en los años de la guerra.
 No recuerda cuando hizo la primera comunión. Sería a partir de 1941 cuando tiene sus  recuerdos de Fuente Álamo. Recuerda que estuvo un solo año en la escuela con D. Manuel,  pues con corta edad dejó la escuela para guardar ganado, fundamentalmente ovejas y cabras, que  tenía su padre. Las careaba por las Azuelas y las carreteras. Aprendió a leer y escribir en su casa del Praillo a la luz de un candil pues nunca tuvo maestro salvo aquel año. Su hermano Isidro, el mayor de ellos, le ayudaba apoyándose en un solo libro, donde estaba la geografía, lengua, ortografía dudosa, matemáticas y a base de machacar con dictados. Nunca emigró, si bien después de la mili, tuvo la opción de irse a Alemania, a Cataluña, o al País Vasco, pero optó por la guardia civil.
 Es de la quinta del 55, compañero de Pedro Pareja, quien fue excedente de cupo y no se fue. Fueron los dos a Jaén, Pedro volvió y él se quedó allí. Pedro es primo segundo de él. Le tocó a Jerez de la Frontera en  artillería antiaérea donde estuvo 16 meses desde el día 14 de marzo de 1956 y hasta que se licenció en julio del 1957. Recuerda que tres día después de incorporarse,  el día de San José, su santo, estuvo todo el día lloviendo, y él se lo tiró cosiendo botones de la ropa que le habían entregado. El campamento lo hizo en San Fernando, fue cabo instructor y volvió dos veces al dicho campamento como cabo instructor, cabo furriel, ordenando las imaginarias. El brigada Iborra, le animó a hacer el curso de cabo primero, pero si lo hacía tenía que renunciar al permiso de volver a casa, por lo que no quiso hacerlo. Confiesa que le tiraba el ejército y eso luego le influyó para su incorporación a la Guardia Civil.

Cuando regresó del ejército, estuvo trabajando en los campos de Fuente Álamo. Trabajaba siempre con su padre, y cuando terminaba sus aceitunas, alguna vez cogía aceitunas al destajo en el Coscojal. El campo no le tiraba y pensaba cambiar, mientras estuviera soltero estaba bien, pero vio la necesidad de independizarse. Las salidas eran arrendar un cortijo, o trabajar como jornalero, cosa que no le gustaba y decidió prepararse las pruebas para la Guardia Civil. Se exigían las cuatro reglas, un problema, un dictado sin muchas faltas, teniendo siempre en cuenta la caligrafía.
 Cuando decidió echar los papeles para  la Guardia Civil, la primera vez le caducaron los antecedentes penales porque no estaba seguro de irse, pero para él, el campo no era una salida. No le hizo falta ayuda ni recomendaciones de nada, aprobó por su propio valer y el 14 enero de 1961 entró en la academia. Después de tres meses en la academia, en mayo se incorporó a la Comandancia Móvil de Barcelona. Allí eran todos solteros, pero a los dos años se casó y lo echaron a Almería, donde le gustó tanto el clima que allí se ha quedado. En esta provincia estuvo  dos años en un puesto en la playa en el El Ejido en Punta Entinas, Puesto Príncipe Alfonso, situado antes de llegar Guardia Viejas, donde prestaban servicio 6 guardias y un cabo, haciendo guardias  a orillas de la playa para evitar el contrabando de tabaco, donde pocos años de él llegar habían cogido un contrabando y en Adra otro, donde estaban implicado unos guardias civiles y que fueron a la cárcel. Hacía el servicio por la playa. Recuerda que en el año 1963, cuando mataron a Kennedy, unos soldados americanos que hacían maniobrar en dicha playa, le pidieron que se hiciera una foto con ellos.

Después fue destinado a un pueblo de Gádor (Almería), al obtener destino con carácter preferente en noviembre de 1965, donde estuvo 8 años hasta junio 73, pasando 1 año al Grupo de Información de Adra, y por último después de 16 años y donde se jubiló en la Comandancia de la Guardia Civil de Almería, en la unidad de Informes.
En Adra, con motivo de su actuación en las tormentas de 1973 le felicitaron en el boletín oficial del cuerpo.
Fue premiado en 1986 con condecoración medalla y una placa por la emisión del mejor informe del año. En merito al más destacado de los servicios de información del año.
 Recuerda que uno de los peores momentos fue cuando su hijo con 20 años se fue a la Guardia Civil en unos años de que tenía muchas posibilidades de marcharse al País Vasco.
Ahora jubilado, con tres hijos, aunque no les tiene cerca, el disfrute de ellos y de sus nietos, es lo que más le gusta. Su mayor afición es la pesca, donde cogió el gusto a la misma en el puesto de la Guardia Civil de Punta Entinas, así mismo le gusta andar por la playa, pero no se olvida de la tierra que le vio nacer y sobre todo los veranos siempre vuelve a la vecina aldea de Santa Ana en Alcalá la Real, de donde es su esposa, y desde donde, si puede, hace una visita a su Fuente Álamo.