Se
podrían poner muchos ejemplos de mujeres, todas y cada una de las
fuentealameñas, sin embargo, esta entrada, la vamos a dedicar a cuatro mujeres que representan el periodo que abarca el
trabajo dedicado a su homenaje, y sin perjuicio de dejar la lista abierta e ir ampliándola.
DOROTEA
LIZANA BERMÚDEZ.- Nació en Fuente
Álamo, entorno a 1866 y murió en los años de inicio de la Guerra Civil, hija de
Vicente Lizana Montañez y María Bermúdez Castillo, casada con Amador Pérez
Cano, y madre de tres hijos varones, José, Matías y Mateo.
Vivió
en el Cortijo Vereas y en la casa que ha sido de la familia en la zona de la
Haza de los Huertos, por una de las subidas al Cerro.
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Manuscrito de su puño y letra. |


El
linaje de sus tres hijos: José: Antonia,
Magdalena, Consuelo, Dorotea, José, y Rafaela; Matías: Mariana, José, Dorotea, Matías, Antonio y Francisco; Mateo: Antonia, Amador, Mateo, José y Manuel.
Donó parte de sus propiedades agrícolas a
la SAFA y según se dice, dejó dicho que era para que niños del pueblo pudieran
estudiar carreras, así entre otros, costeó los estudios de teología a José
Zamora, hijo de Blas, actualmente catedrático en Sevilla, o Antonio Ceballos
Atienza, quien, cuando acompañaba a Dª Casilda, en muchas ocasiones en
representación de la dueña, daba las gracias por los productos del campo
regalados por los niños o era quien tenía que decir, que ya no había nada para
repartir.
Fue enterrada en la Iglesia de Santa
María la Mayor (Consolación) de Alcalá la Real, junto con su esposo D.
Francisco Serrano del Mármol, donde una
placa de mármol hace homenaje a sus figuras.

Fue tan injustamente tratada, que para
ella, fue con Felipe González, cuando se comenzó a hacerle “justicia”, con la
bonificación de un millón de las antiguas pesetas por los tres años que estuvo
privada de marido. No pudo pedir ningún tipo de resarcimiento moral, ni
económico, por la vejaciones que tuvo que sufrir al finalizar la Guerra Civil,
entre ellas el pelado y el aceite de resino que le suministraron, ya relatadas
en otras entradas, pues las indemnizaciones fueron aprobada después de su
muerte y de lo que ella siempre sintió más vergüenza ajena, que propia, pues
nunca se tapó de contarlo y señalar a sus verdugos.
Pudo declararse libre y abiertamente como
socialista con la llegada de la Democracia, así en cualquiera de las elecciones
convocadas, siempre pedía a sus hijos o nietos que le preparasen el sobre con
la papeleta de los del “puño y la rosa”.
Como de niña no pudo aprender a leer ni
escribir, lo intentó por la noche, en la escuela de mayores, donde solamente
aprendió hacer su firma, abandonando pronto, con una frase que ha quedado para
siempre “Yo, ya sé, pa mi apaño”, y
de la que se pueden sacar muchas conclusiones relacionadas con la sociedad
fuentealameña de su época.

Recuerda
que cuando era pequeña, con unos cinco años de edad, tuvo que venirse, junto
con su madre, desde el cortijo que sus abuelos tenían en el Peñón, hasta Fuente
Álamo, cruzando por el campo de batalla en plena Guerra Civil, escondidas entre
los troncos de olivos, que al ser detectadas por los milicianos en la zona de
la Olla de Vázquez, fueron reprendidas o regañadas, advirtiéndoles, que la
próxima vez que cruzaran lo indicaran con trapos blancos.
Recuerda
como de niña y para paliar el hambre, llevaba a Dª Casilda Sierra, productos
buscados en el campo como espárragos, a cambio de pan, y como en ocasiones se quedaba esperando la
recompensa, si la Señorica, no tenía nada
a cambio, le preguntaba que “si de verdad se lo daban de todo corazón”,
respondiendo Mariana que sí, y se marchaba con el consiguiente disgusto y el
estómago vacío, y sin recibir nada.
Aprendió
a leer y escribir con D. Manuel López Martín, eso sí, en los ratos que le
dejaba libre y no le mandaba tareas particulares de su campo o de su casa;
asimismo con las enseñanzas recibidas de su padre. Recuerda que para no ir a la
escuela se escondía en un arcón, siendo encubierta por sus amigas Encarna y
Aurora, y tardando tiempo en encontrarla.


Toda
su vida estuvo dedicada a las labores de campo, segando y recogiendo aceitunas
en la cuadrilla, primero de su padre y cuando se casó como pareja de su esposo,
pues antes cada mujer tenía llevar como pareja a un hombre. Las tareas
agrícolas las compatibilizaba con cuidado de cinco hijos y llevar adelante la
casa.
Como
casi todas las mujeres fuentealameñas en los años setenta, en concreto en 1974,
emigró temporalmente a la Costa del Maresme, para trabajar en la hostelería y a
Francia en la recolección de la fresa en 1979.
En
sus ratos libres se dedica, pues era y es muy aficionada, a la jardinería, a
plantar y trasplantar flores en sus macetas o pequeño jardín.
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Representa
la mujer tipo, en una sociedad machista y donde el patriarcado era lo que
imperaba, así fue educada en su casa y en la sociedad.
Siempre
ha participado de forma activa en todos los eventos o actos culturales y
lúdicos celebrados en la aldea, y en donde se le ha requerido su presencia.