Hoy, después de un año que lleva abierto el
blog, que como dice su título es para reconstruir la historia de una aldea
olvidada, o mejor como alguien en sus comentarios ha dicho de un PUEBLO, y con mayúsculas,
tengo que dar las gracias a todas las personas que lo han seguido,
especialmente a todos los que se reflejan en el mismo y que sin ellos no
hubiese sido posible su composición. Mi agradecimiento a los más de 4.000
visitantes que lo ha seguido en este año, al apoyo que con sus comentarios he
recibido y animando a que todos lo sigan haciendo, pues entre todos podremos
completar la historia de una aldea que ha quedado un poco olvidada y que con los temas
expuestos intentaremos recordar, no escribir, porque la historia se escribe
sola, y la hemos ido haciendo entre todos los fuentealameños presentes y los
pasados y la seguirán haciendo los que vienen, a los que quedará en legado el
presente blog.
Animo
a todo el que quiera publicar cualquier cosa relacionada con el pueblo, su
familia, su historia, a que lo haga, a que manden fotos antiguas, u objetos
antiguos fotografiados, cualquier noticia relacionada con Fuente Álamo, que
quiera que se publique, para que entre todos sigamos haciendo la historia. Para
ello sólo tienen que mandar un correo electrónico a la siguiente dirección: fuentealamodperez@hotmail.com.
GRACIAS A TODOS Y FELICES FIESTAS Y PRÓSPERO AÑO NUEVO 2.013.
La llegada de los años
setenta supuso la incorporación de la mujer fuentealameña al mundo laboral
plenamente, debido a la emigración a zonas costeras de Cataluña, pues
anteriormente la mujer se quedaba en Fuente Álamo, y sólo participaba en las
labores agrícolas locales o de bordado; así como en trabajos de servicio, sin
remuneración. Y es que anteriormente sólo se reclamaban para la emigración a
varones porque los trabajos eran especialmente duros y más apropiados para el
hombre, de tal forma que sería la hostelería la que atrajo y abrió los caminos,
en todos los sentidos, a la mujer fuentealameña. Al tiempo que la sociedad
española iba avanzando y a medida que las necesidades de las familias fueron
aumentando, se vieron obligadas a aportar con su trabajo remunerado los
ingresos necesarios para cubrirlas o complementarlas.
La emigración de las
jóvenes en los años setenta, fue difícil de
asimilar para algunas familias, hasta tal punto, que algunas madres no
consideraban apropiado que sus hijas se fueran a trabajar a esas zonas con
costumbres tan liberales y modernas, que el turismo extranjero estaba
aportando, unido a los cambios que en España se estaban produciendo. Las críticas
infundadas a las jóvenes eran las propias de la sociedad rural y atrasada, en
que estaba sumida la aldea.
Este hecho supuso la
importación de nueva modas y tendencias
a la aldea, como la minifalda, la maxifalda, el pantalón ancho, ect… Aunque la
primera costó en asimilarse debido a los prejuicios que aún había, y sólo se
disfrutaba de ella cuando se encontraban en las zonas de emigración.
Posteriormente
con la emigración a Francia o a la Mancha a trabajar en la vendimia, en igualdad
de condiciones que el hombre, se revalorizó a la mujer como persona en forma de
reivindicación, pues en Fuente Álamo en la recogida de aceitunas el trabajo no
era igualitario y los sueldos fueron distintos para hombres y para mujeres, hasta
que la Constitución prohibió la discriminación en el trabajo por razón de sexo.
La mujer fuentealameña
estaba y está más comprometida con la Iglesia, es la que básicamente ha
mantenido la Hermandad Ntra. Sra. del Rosario y la que por lo general acude a
misa de domingo, o mejor dicho de
viernes. Los hombres suelen acudir sólo a misa de difuntos o en las fiestas
patronales. De hecho la Hermandad de la Virgen del Rosario hasta los setenta
estaba formada sólo por mujeres, que nombraban a sus hermanas mayores cada año.
Mediados
los setenta a las jóvenes se le dejaba cierta libertad y a las madres se les
impedía de forma indirecta la entrada a los bailes celebrados en Discoteca
“Charraga” de Pepe Ramírez, que fue el
local destinado para los bailes desde finales de los setenta hasta principios
de los ochenta, no sin alguna que otra incidencia, a veces provocadas por los propios padres de
las jóvenes, que con la excusa de entrar a tomar algo, de paso vigilaban o
controlaban a sus hijas a pesar de la poca luminosidad que en las discotecas
modernas se establecía. Las incidencias eran sobretodo con los jóvenes que venían
de otras aldeas próximas; en cierta ocasión hasta se abrió una leñera para
suministrar material bélico.
A partir de los años
noventa comenzó a participar de forma muy activa en las actividades culturales,
deportivas y festivas, sobre todo a partir de la creación del Centro Social;
siendo dirigida y gestionada la Asociación de Vecinos ”La Torre”, prácticamente
en su totalidad por mujeres. En otros actos religiosos y culturales, como en
representaciones navideñas, a veces sólo participaban ellas, hasta el punto de
que San José y los Reyes Magos tenían que ser mujeres disfrazadas. Se ha pasado
de una sociedad patriarcal a una sociedad matriarcal.
La
apertura a otras zonas de España y la obtención del carnet de conducir liberó a
las jóvenes de la atadura de conocer sólo a jóvenes de la aldea, poder salir a
otros salones de fiestas como Mures, La Rábita, Las Caserías, ect… y así cada
vez eran menos las que elegían como pareja a un fuentealameño y preferían
jóvenes de aldeas próximas, o de Cataluña, pero no catalanes autóctonos, o
extranjeros.
La
tradición de “pedir la mano” o de “romper la teja” estuvo bastante arraigada en
otras épocas. Con los nuevos cambios liberales todas estas tradiciones se
perdieron y los compromisos fueron menos formales y más libres.
Comenzaron
a estudiar obteniendo licenciaturas en Filosofía y Letras, en Derecho,
Magisterio, Odontología, Graduado Social y otras diplomaturas, superando a los
jóvenes en número de estudiantes y ocupando puestos administrativos en Alcalá la Real o teniendo que marcharse a
otras poblaciones para desarrollar su trabajo. Las que no pudieron o no
quisieron estudiar, tienen su trabajo y son madres entregadas enteramente a sus
hijos, sin remuneración, y sin esperar recompensa. Viviendo en Fuente Álamo, en cualquier parte
de España o en el extranjero, pero siempre llevando dentro aquello de que “mi
patria es mi infancia”.
La
mili, con la Ley de 1940 se fue haciendo más justa y a principios de los años
50, pasados los miedos de la guerra, se fue suavizando poco a poco. Así los
hijos de viuda o los que sustentaban a la familia quedaban exentos, tenemos
varios casos en Fuente Álamo y no por ello, dejaron de hacerse hombres, pues ya
eran hombres desde niños, caso de José Antonio Serrano, Manuel Escribano, ect… Los
estudiantes podíamos pedir prórrogas, lo que nos ocasionaba hacer la mili casi
con 28 años de edad, como en mi caso, o podían elegir la Milicia Universitaria
o de Complemento, yo también me iba a presentar a dichas pruebas, pero en los
entrenamientos previos, un mal salto en el potro largo, hizo que cayese en mala
posición y se me produjese un esguince de tobillo, que me impidió presentarme a
las pruebas definitivas, convocadas para la semana siguiente.
En los años 60 se promulgó la Ley 55/1968, Ley General del Servicio Militar, con
esta ley, “La Blanca” se cogía a los 18 meses, si eras de reemplazo, sin
embargo, te podías ir voluntario antes de la edad establecida, firmando 20
meses, tenías la ventaja de elegir destino.
Con la llegada de la Democracia y
la aprobación de la Constitución, resurgieron los movimientos pacifistas y de
insumisos y se fueron promulgando leyes de exención, como la Ley de Objeción de
Conciencia de 1983, Prestación Social sustitutoria, etc... y así hasta el 31 de
Diciembre de 2001 en que se suspendió la mili, pero no se suprimió, siendo reemplazada
progresivamente por el actual Ejército Profesional.
Hecha esta introducción para conocer como
era la prestación del servicio militar a partir de los años sesenta,
continuaremos con ejemplos de soldados fuentealameños:
MATIAS
PEREZ PEREZ.- Se incorporó a filas
en enero de 1966 y se licenció en abril
1967, prestó el servicio en Compañía Automovilista de Madrid en Retamares,
División Acorazada Brunete, nº 1, como conductor de un REO. Durante tres meses,
a la vez que prestaba el servicio militar, trabajó como extra en el rodaje de
la película inglesa basada en al Segunda Guerra Mundial, “La Batalla de
Inglaterra”, cobrando hasta 500 pesetas diarias. Para ello y por azar la
matrícula de su camión salió afortunada en el sorteo y fue elegido a primeros
del 1967, para ser trasladado en tren, junto con otros 80 camiones, hasta un destacamento
en Loyola. La película fue rodada en Zarautz, Pasajes y Fuenterrabía, se les obligaba
mover los labios y no mirar a las cámaras, los camiones fueron pintados y
decorados como los de la Alemania Nazi. Cuenta que en el transporte de ida en tren, se olvidaron los mandos, de proporcionar
la comida para los conductores. En el rodaje de la película querían que los
extras trabajasen como militares a las órdenes de otros mandos que participaban
en el rodaje, siendo llamados por su jefe de Madrid para que sólo realizaran
las labores propias del rodaje y no sometidos a la disciplina militar de otros
mandos.
ANTONIO PÉREZ PÉREZ.- A mediados de 1977
se incorporó como recluta al campamento de Cerro Muriano-Córdoba, después de la
instrucción continuó el servicio militar en el Cuerpo de Artillería nº 14 en
Sevilla, el referéndum para la aprobar de la Constitución de 1978, retrasó unos
días su licenciamiento definitivo, a expensas de que no se produjese ningún
incidente. El día que cambiaría el devenir de España, le cogió prestando el
servicio militar.
En la mili la paga mensual era ínfima, a
veces ni llegaba o cuando llegaba ya te habías licenciado, sin embargo Juan
Rafael Aguilera, trajo de la mili “limpias de polvo y paja”, 1.000 pesetas, lo
que contaba a los amigos como una proeza
y de hecho lo fue, creo, que más grande que haber ganado una batalla militar.
Otro día que pudo cambiar la historia de España
fue el 23 de febrero de 1981 con el
fallido golpe de estado de Tejero. Por pura casualidad, la mañana de ese mismo día, fue llamada para afiliarle al Ayuntamiento
de Alcalá la Real, la quinta del 83, con 19 años, entre ellos Benito Vera
Pérez, José Antonio Serrano Cano, Antonio Ramírez Peinado, Vicente Martín
Arévalo, y Domingo Pérez Pérez.
Este
último, tras 8 prórrogas se incorporó a filas el 31 de mayo de 1.990 al CIR
Centro, campamento “Santa Ana” en Cáceres. Después de tres meses de instrucción
y por estar casado fue trasladado a Granada, a la Unidad de Ingenieros de
Telecomunicaciones, en concreto a la custodia de la antena de
telecomunicaciones ubicada en el Cerro San Miguel, donde prestó servicio dos
meses de soldado, dos meses de cabo y seis
meses de cabo primero.
Como dijimos al principio cada
fuentealameño tiene su propia historia de la mili y pese a dejar sin sorpresa a
mis futuros nietos, esta es la mía: Mi reemplazo era el 3º del año 1.990,
asignándome núm. 217 de recluta, en el CIR Centro, Campamento Santa Ana en Cáceres,
y quién me iba a decir a mí, a mis veintiocho años, que fuera yo, quien “ganara
la guerra”.
Era un día del caluroso mes de julio de
1990, cuando se habían programado unas maniobras militares a practicar en los
bosques extremeños de alcornoques y encinas a unos 20 kms a pie del campamento
de Santa Ana en Cáceres.
En
las maniobras se practicaban estrategias de ataque y defensa, es decir, “se
jugaba a la guerra”, de tal suerte, que fue elegido junto a cuatro soldados, para
atacar al grueso de la tropa que se encontraba en la parte alta del monte. Mientras
que la tropa subía a la cumbre, los cinco elegidos nos dispersamos en la parte
baja, para iniciar el camuflaje y sin ser detectados poder infiltrarnos en las
tropas enemigas para atacarlas. Mis compañeros pronto fueron “apresados”, pero
yo, aprovechando que pasaba una escuadrilla de reconocimiento por la zona en
que me encontraba, me coloqué justo detrás del último soldado y dada mi
estatura encaje perfectamente, sin que el cabo de la escuadra, ni nadie, se
percatase de mi presencia. De esta forma me subieron hasta donde estaba
posicionada el resto de su tropa. Una vez allí, me posicioné al lado del
teniente Margallo para que pudiera ver mi presencia, llegando incluso a intercambiar
alguna palabra y con la idea de que no hubiera dudas de mi “hazaña”, sin que se
percatase. Una vez cumplida mi misión, pero sin llegar a matar a nadie, baje
hasta el punto de partida. Finalizado el
juego de estrategias, faltando sólo un soldado en la batalla, que era yo, y
todos comenzaron a buscarme dando voces por aquellos bosques extremeños y
llamándome por mi nombre, quedando yo preocupado al oírles, sobre todo por el
arresto que me podían caer, pues pensaba en que creerían que me había perdido.
Cuando bajaron me encontraron, le explique mi táctica al Cabo 1º Belisario,
que fue el que me había elegido, ordenando el teniente Margallo, al cabo de la
escuadra en la que me había camuflado, que diera un paso al frente.
Recibí la felicitación del cabo primero
Belisario, con las palabras: ¡Chaval,
has ganado la guerra!, mientras que
el teniente Margallo decía al cabo de la escuadra: ¡Nos podía haber aniquilado a todos!
Con esta batalla se da por terminada la
historia de la mili en Fuente Álamo y queda abierta la entrada para que cada
fuentealameño a través de sus comentarios pueda contar la suya.