viernes, 20 de mayo de 2022

FIESTA DEL CABALLO DE FUENTE ÁLAMO 2022. 21 Y 22 DE MAYO

 


Durante la ocupación de España por las tropas francesas, las autoridades gabachas abrieron un Expediente para la Requisición de los caballos, yeguas de silla o aparejo, según la Orden dada por el Excmo. Sr. Duque de Dalmacia de 25 de mayo de 1810, comunicada por Don Manuel Echazarreta, Prefecto de la Provincia y Reino de Jaén, para que todo propietario de caballos o yeguas de silla o de trabajo, estuviese obligado a declararlos y a entregar nota de ello a las justicias de su pueblo dentro de los tres días después de la publicación de la orden.  Nadie podría  usar  caballos o yeguas de silla o de trabajo, salvo  que probase que tenía 50 reales de renta o que cultivaba al menos 50 fanegas de sembradura.


En el mes de julio de 1810 se presentó un Padrón de caballos en el que estaban los fuentealameños, según la referida orden publicada y fueron:

Hierro D.: Antonio Pareja, labrador del Cortijo de la Loma de Zalamea, un caballo alazano, pendiente de cabalgar y careto, de seis años y seis cuartos y media, herrado con uno como el del margen, lo tiene para labor del cortijo de 60 fanegas que tiene de tercio.

Hierro D.: Juan Antonio Aguilera, labrador a Casasola, un caballo castaño tresalbo  de siete cuartos menos dos dedos,  con espezabán en pie izquierdo cerrado y herrado con uno como el del margen, lo tiene para  labor del cortijo de 65 fanegas que tiene de tercio.

Hierro O.: José Cano, labrador del Cortijo de la Fuente de la Encina, un caballo castaño oscuro lucero lunanco de siete cuartos menos tres dedos y de seis años y herrado con uno como el del margen, lo tiene para ayudar a la labor del cortijo de 75 fanegas que tiene de tercio.

Hierro D.: Miguel Castillo, labrador a la Fuente del Álamo, pegujarero  corto, un caballo castaño oscuro, calzado, siete cuartos menos tres dedos  y cerrado y  herrado con uno como el del margen lo tiene para su corto pegujar.

Hierro H.: Jacinta Galán, viuda, labradora del Cortijo de las Heras de Valenzuela, un caballo tordo de seis cuartos, cerrado y herrado con uno como el del margen; otro castaño, pie cabalgar y mano de lanza y estrella de siete cuartos menos cuatro dedos, de siete años, herrado con uno como el del margen, lo tiene para ayudar a la labor del cortijo por no tener juntas suficientes y tiene de 60 fanegas de tercio.

Hierro +.: Mariana Martín, viuda,  labradora del Cortijo de la Fuente Ardales, un caballo castaño zaino de siete cuartos y cerrado con un espezabán y una nube en un ojo y herrado  con uno como el del margen lo conserva, aún viejo, para ayudar a la labor y trilla del cortijo que pasa de 60 fanegas

Hierro + y un corazón.: Juan Casiano López, labrador del Cortijo del Salao, un caballo castaño oscuro lucero cuatro arrobas, siete cuartos menos cuatro dedos y herrado con uno como el del margen; otro castaño pie de montar y estrella de siete cuartos menos cuatro dedos, herrado con uno como el de margen lo tiene para ayudar a la labor del cortijo de 50 fanegas que tiene de tercio.


Hierro R.: Francisco Ximénez, labrador al partido de Fuente Álamo y Cortijo del Hospital (Clavijo), un caballo castaño oscuro con una matadura en la espina de siete cuartos y tres dedos, cerrado y herrado con uno como el del margen lo tiene para ayudar a la labor del cortijo de 60 fanegas que tiene de tercio.

Hierro C y D.: Nicolás Castillo, labrador del Cortijo de Coscojar, un caballo castaño tresalbo, careto, de seis cuartos y media, cerrado y herrado con uno como el del margen, lo tiene para ayudar a la labor del cortijo de más de 60 fanegas que tiene de tercio anual.

Hierro O+.: José Arévalo, labrador del Cortijo de la Cornicabra, un caballo castaño oscuro, cuatralbo y estrella de seis cuartos y media y de cinco años y herrado con uno como el del margen, lo conserva para ayudar a la labor y trilla de sus mieses, pasando de 60 fanegas que tiene de tercio.

Hierro D.: Antonio Ramírez, labrador de la Fuente del Álamo, un caballo negro, calzado estrella,  de siete cuartos meno cuatro dedos, cerrado y herrado con uno como el del margen lo conserva para ayudar a la labor del cortijo de 60 fanegas que tiene de tercio y trillar la mieses.

Todos y cada uno de estos labradores que aparecen en esta lista son nuestros antepasados que habitaron Fuente Álamos y sus cortijos hace más de dos siglos. Seguramente si ellos y sus caballos hubieses pervivido, el próximo día 21 y 22 de mayo sería un gran día de convivencia con nuestros antepasados y sus caballos.

 

En el trabajo de investigación que estoy actualmente involucrado he conseguido identificarlos a todos ellos y a otras muchas familias que poblaron y formaron el partido de campo de Fuente Álamo, elaborando sus árboles genealógicos y  relacionándolos con las ramificaciones que llegan hasta nuestros días.

Nota.- Los hierros son símbolos parecidos a los que aparecen.

¡¡¡¡VIVA LA FIESTA DEL CABALLO

 FUENTE ÁLAMO 2022!!!!

 

jueves, 19 de mayo de 2022

PRIMERAS COMUNIONES EN FUENTE ÁLAMO. AÑO 1969, LA MÍA.

 

Los recuerdos del día de mi Primera Comunión pueden ser los mismos que los de aquellos trece niños y niñas que la hicimos el mismo día, aunque cada uno con sus propias sensaciones. Recuerdo aquel 13 de junio de 1969, día de San Antonio de Padua, como uno de los días más señalados en mi calendario vital y religioso. Habíamos sido preparados para el acto y para el devenir de nuestras vidas durante todo el curso de parvularios 1968-69 (6 años), llegando a aprender a leer en el propio librillo de catequesis o catecismo. Era en la misma escuela donde se impartía la catequesis, y el encargado solía ser  uno de los alumnos mayores más aventajados. En nuestro caso, para no interrumpir a los mayores, nos sacaban al pasillo central que dividía las dos alas del edificio de la escuela; y Juan Pedro Pareja nos acomodaba a los siete niños varones en una banqueta con listones de madera, y nos “daba catecismo”. Las niñas eran formadas o preparadas separadamente.

Fue un día de nervios y de ilusión a la vez, sin ser muy consciente de lo que significaba tal acto en sí, aunque muy concienciado de que ya no podía cometer pecados, pues a partir de entonces ya sí se penalizarían. No lo recuerdo como un día muy alegre, quizás por el temor que provocaba el no poder cometer ningún pecado en aquel mismo día y la obligación de portarse en lo sucesivo obligatoriamente bien. Pero como íbamos “a recibir por primera vez a Jesús”, era un día de ilusión,  empañado solamente por la tensión de que todo el acto saliera bien y no se me pegase en el cielo de la boca el Cuerpo de Cristo o la Hostia Sagrada. Incluso lo ensayamos días antes, y nos  aconsejaron  que si tal cosa ocurriese, no debíamos meternos el dedo en la boca.


No pensaba tanto en regalos, porque entonces no los había. Más bien, me acordaba de la taza de chocolate y dulce que nos tomaríamos en el local de la Escuela; aunque si bien es cierto que hacía cálculos mentales del dinero que podía recibir. Recuerdo que fue mi abuelo Matías y mi tío Nazario quienes más dinero me dieron: 20 duros de papel. Aunque creo que sólo llegué a verlos, porque fueron destinados a otras necesidades familiares, no recuerdo muy bien cuales, pues eran muchas. Hasta el traje era prestado, el de Antonio Expósito “Nenillo”, y encima me dejaron el pernil corto y las magas largas. Tampoco sé lo que Sánchez de Frailes cobraría por las cuatro fotos de recordatorio, ni lo que costaron las estampitas, que sí fueron bien amortizadas por las propinas que me dieron vecinos y familiares.


En cuanto a lo religioso, el miedo o temor a confesar los pecados era lo que más me preocupaba, pero ya teníamos aprendida la lección de los pecados a confesar que nos habían enseñado a decir de memoria los niños mayores. Con decir tres o cuatro pecados ya estaba bien, no fuera que nos pasásemos de malos, y tuviésemos que estar más rato rezando, en mi caso los tres Padres Nuestros, y  sin pensar en el secreto de confesión. Los pecados confesados por mí, y creo que por la mayoría, fueron: el de haberme peleado con mis hermanos, con mis amigos, y haber dicho palabrotas.


Entre los niños que me acompañaron estaban: Manuel Arévalo Pérez (Villafranca del Penedés-Barcelona), Rafael Cano Vera (tristemente fallecido), Gregorio Montes Montes (Alcalá la Real), Antonio Ramírez Peinado (Alcalá la Real), Romualdo Vera Pérez (Alcalá la Real), Pero Vega Padilla (Premiá de Mar), y entre las niñas: Natalia Gutiérrez Aguilera (Sileras-Almedinilla), Julia Valverde Pérez (-Barcelona), María Luisa González Ureña (Alcalá la Real), María Nieves Anguita Capilla (Pineda de Mar-Barcelona), María Rosa Martín López (Luena-Córdoba) y Rosa María Aguilera García (Marcilla-Navarra). Se me olvidaba yo Domingo Pérez Pérez (Granada). Los maestros D. Leovigildo López, y Dª Visitación. El cura D. Antonio Marín Sánchez (1966-1971).

Agradecer a Natalia Gutiérrez Aguilera de los “Floríos” su colaboración con el envío de fotos y recuerdos y recordar una vez más a Rafael Cano Vera “Rafalín”.