Intentaré reflejar la
relación que a lo largo del tiempo ha mantenido Fuente Álamo con la ciudad a la
que pertenece administrativamente: Alcalá la Real, fundamentalmente en el
periodo que yo he conocido. Lo haré siempre desde mi punto de vista, que puede
coincidir o no con la percepción que cada uno tenga. Lejos de crear polémica,
mi intención es la de mejorar dichas relaciones, si es que es necesario, y
desterrar esa concepción asociada a los
fuentealameños de súbditos o ciudadanos
de segunda.
En tiempos ya históricos,
la Torre de Fuente Álamo, como las demás atalayas, cumplía la función de
vigilar y controlar las líneas fronterizas, para proteger a los habitantes de la
Fortaleza de la Mota (moros o cristianos según la época). En tiempos de paz,
con el dominio cristiano de la zona, dejó de tener esa función; y muy
posteriormente, ya a partir del siglo
XIX, al desaparecer el alcaide encargado del cuidado y mantenimiento, sumado a
la despreocupación de los organismos públicos (entre ellos, el Ayuntamiento de
Alcalá la Real), el abandono ha sido total.
Ni la declaración de Bien de Interés
Cultural por el Ministerio de
Cultura con la asignación del código de
registro R-I-51-0007862 del Registro General de Bienes de Interés Cultural, ni
la inclusión con la categoría de Monumento, en el Catálogo General del
Patrimonio Histórico Andaluz por la
Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía mediante Orden de 10 de marzo de
2003, han servido para que el Ayuntamiento de Alcalá la Real, titular del
declarado bien, dedique ni un solo real, peseta o euro, para su rehabilitación
y puesta en valor. Nadie recuerda en la Aldea que para mantenimiento,
rehabilitación o restauración se hayan destinado recursos materiales o humanos.
El dinero y recursos humanos van destinados al “Monumento de la Mota”, sin
tener en cuenta que La Torre forma parte de dicho monumento y que sin ella no
se puede entender el Conjunto Monumental de la Mota, en torno a la cual formaba parte de un cinturón protector.
Fueron muchos los factores
que influyeron en la desaparición de los Baños de Ardales, pero uno de los
principales fue las malas comunicaciones que conducían a ellos. Así en los
informes sobre los baños de Fuente Álamo en 1877,1878 y 1879 se reseñaba: “… pésimas condiciones de los caminos que
conducen al establecimiento…” “…necesita
en primer lugar una carretera que empalmara con la de Alcalá la Real, porque
los caminos que hoy conducen al establecimiento son pésimos y peligrosos”.
“…estos baños distan una legua larga
de Alcalá Real a cuyo partido judicial pertenecen, por un camino de herradura
de pésimas condiciones…” Como se puede ver, tenemos en el siglo XIX
un partido de campo de Fuente Álamo mal comunicado a través de caminos de
herradura mal acondicionados, y que distaba una legua larga de Alcalá la Real
de la que dependía.
El arrendamiento del
Cortijo de Clavijo, propiedad del Ayuntamiento de Alcalá la Real, se convirtió
en el principal objetivo de los movimientos obreros fuentealameños de la II
República. Desgraciadamente el intento quedó frustrado con el inicio de la
Guerra Civil, si bien, en ese periodo dicha propiedad fue incautada para ser
explotada por la Colectividad que se había creado en Fuente Álamo. Hasta
finales de los años 70 del siglo pasado no pudieron acceder 21 fuentealameños
en régimen de aparcería, por la que tenían que pagar una renta anual de 6.500
pesetas al Ayuntamiento de Alcalá la Real. Después, finales de los años 90,
pudieron acceder a la propiedad mediante compra.
Durante los tres años que
duró la Guerra Civil, o más exactamente, desde la toma de Alcalá la Real el 30
de septiembre de 1936 hasta el final de la Guerra, la ciudad y la aldea
quedaron separadas y en bandos contrarios. Hubo un periodo de tiempo, ya casi al
final de la Guerra, en que los órganos municipales republicanos (Comisión Gestora
Municipal) se instaron en La Rábita, desde donde era administrado civilmente
Fuente Álamo, mientras que la Zona Nacional era administrada desde Alcalá la
Real. Esto hizo que una vez concluida la
Guerra Civil se volviera a castigar a los “súbditos rebeldes” y la Guardia
Civil instalada en el cuartel de San José de la Rábita se encargase de ejecutar
la represión. Los súbditos continuaron solicitando el “perdón”, y las venganzas
se aplicaban unas veces de forma solapada
y otras de forma directa. Fuente Álamo,
desde mi punto de vista, al igual que las otras aldeas que habían quedado en
zona republicana, sufrió mayor castigo y marginación que las aldeas que
quedaron en zona nacional gobernada desde Alcalá.
En épocas más cercanas a
la actual, el olvido hacia la aldea continuaría, sobre todo durante las décadas
de los 60 y 70 e incluso de los 80 del pasado siglo. Aquella carretera de
piedras, por la que el autobús transitaba durante una hora hasta Alcalá; no fue
asfaltada hasta los años 70. El tiempo pasaba y todo permanecía igual, apenas
se producían cambios en las infraestructuras. Por poner algunos ejemplos, hay
que decir que los saneamientos y el agua corriente en las viviendas no se
instalaron hasta ya finalizados los setenta; se tardó en construir un campo de
fútbol una década (desde 1979), que después sería destruido para instalar
pistas deportivas en medio, y hasta 2008 no se construyó una buena carretera
que enlazara la aldea con la ciudad, cuyas obras estaban “proyectadas” desde
1991, tal y como cuenta el que por entonces era alcalde pedáneo D. Santiago
Cano. Veamos estas diferencias desde distintos campos.
En lo social, siempre ha habido cierta relación de vasallaje entre los “ciudadanos”
de Alcalá la Real y los “cortijeros” de Fuente Álamo, o al menos esta es la
sensación que uno tiene, a veces corroborada con hechos que se han ido
produciendo y prolongando a lo largo del tiempo. Los fuentealameños éramos los
cortijeros que acudíamos a la ciudad a por “mandaos” o al médico, aprovechando
un día de lluvia que impedía trabajar en el campo. Éramos los que de feria en
feria aparecíamos por la ciudad para ver alguna actuación de variedades, una
película de Manolo Escobar en los años 70, montarnos en alguna atracción,
retratarnos, comernos un pollo en el asador de la feria o pasear por la feria
de ganado viendo cambiar o comprar algún mulo u otro equino. Los que por El
Llanillo paseábamos, carpetilla de papeles bajo el brazo, con una mano metida
en el bolsillo y la otra balanceándola, o las mujeres con el bolso debajo del
brazo; nos reencontrábamos casi todos, una vez realizadas las gestiones
oportunas, en un lugar determinado, que en la década de los 60, 70, 80 y casi
90 era el “Bar Pireo”. Este era el lugar de encuentro cuando ya habíamos hecho
todos los mandados y las gestiones administrativas y donde se echaba la penúltima
copa antes de coger la combinación que nos permitiera regresar al pueblo, pues
a diferencia de otras aldeas no se disponía de línea de autobús. Era en las
tiendas y en los bares donde realmente nos trataban como verdaderos alcalaínos,
o incluso mejor. Sin embargo, en las administraciones la situación era bien
distinta
En lo económico, Fuente Álamo era un núcleo rural exclusivamente, por lo
que existía dependencia administrativa y comercial de Alcalá. La balanza
comercial no era equilibrada, y el dinero obtenido por la emigración y la
agricultura era gastado en la adquisición de productos elaborados y en la utilización
de servicios alcalaínos, cuyos beneficios no siempre eran revertidos a la aldea.
La relación entre pago de impuestos y la prestación de servicios públicos en
muchos casos no eran totalmente correspondida. En los años 80 llegó a decir un
político alcalaíno que la luz eléctrica que se consumía en Fuente Álamo para el
alumbrado público, costaba más que una calle principal en Alcalá la Real. ¿Qué
querría decir? El mantenimiento y el cobro de recibos del agua y alcantarillado
era gestionado directamente por una comisión de aguas de Fuente Álamo, de la
que formaba parte el Alcalde pedáneo D. Santiago Cano, el fontanero Marcelino
Pérez y el administrativo Teodoro Ibáñez hasta los años 90, en que el agua llegó
trasvasada desde la Rábita; y el
Ayuntamiento de Alcalá decidió gestionar un servicio que había funcionado
autónomamente y más barato.
En
lo político, al igual que ocurre en
las demás aldeas, el nombramiento de alcalde pedáneo viene impuesto por el
Alcalde de Alcalá la Real, ¿dónde está esa democracia directa de los
fuentealameños? Solo recuerdo dos votaciones populares para la designación de
alcalde pedáneo: en 1979, cuando el por entonces alcalde de Alcalá, D. José
Marañón, se vio obligado a ello, rectificando el intento de quitar a dedo al
pedáneo Santiago Cano, cosa que no fue aceptada por el pueblo, derivando en una
votación popular; y por último, en el año 2000, cuando se eligió por votación
popular al actual pedáneo. Además, en más de 40 años de democracia solo ha
habido un concejal originario y residente en Fuente Álamo, Pedro Pareja Anguita
en la corporación formada tras las primeras elecciones municipales de 1979. Es
más, los políticos alcalaínos, solo se
dejan ver por la Aldea cuando hay elecciones o cuando hay algún acto festivo.
En
lo lingüístico, nos diferencia el
habla seseante típica alcalaína y su entonación, pues estamos más cercanos a
los cordobeses. Siempre me he preguntado, si Fuente Álamo hubiese pertenecido a
la provincia de Córdoba, ¿Cómo nos hubiese ido?
En
lo cultural, nos diferencia todo; es
necesario que desde Alcalá se proyecte una mayor difusión del teatro, cine y
música en la aldea, pues hasta ahora nada de nada. No sería mala idea trae “alguna
vez” a la Aldea la banda municipal para dar algún concierto, alguna pequeña
actuación teatral, cine al aire libre, ect…
Pienso que de alguna forma
los poderes políticos consciente o inconscientemente, entre ellos el
Ayuntamiento de Alcalá la Real, intentaron ir cerrando y estrangulando a Fuente
Álamo. No se hacían carreteras ni se acondicionaban las existentes: hasta el
año 2008 la aldea no tuvo una buena carretera que enlazara con su ciudad. En
2010 se cerró la escuela por falta de niños, la gente prefería irse a vivir a
Alcalá para ser un ciudadano de primera. Se destruyó el campo de fútbol,
partiéndolo por la mitad para hacer una pista deportiva, porque no había
jugadores. Así, antes de que llegase el boom inmobiliario, se
desvalorizaron las casas en Fuente Álamo, mientras que se revalorizaban las
viviendas en Alcalá, o al menos así se creía; no interesaba hacer un plan
urbanístico como se hizo en aquellos años en La Rábita.
A finales de los años 90
del siglo pasado, se desmanteló el histórico pilar-abrevadero-fuente. Pese a
que hubo cierta oposición por los aldeanos, fue otra decisión en la que no se
contó con el pueblo para nada y que nunca se les perdonaría a los gobernantes
de Alcalá, pues dejaron sin seña de identidad a la aldea. Se alegó la pérdida
progresiva de agua en la aldea, pero nunca intentaron buscarla con nuevas
perforaciones, pues era un gasto más.
Nos
expoliaron la Villa Romana, sin saber dónde fueron a parar los objetos y los restos
de los cuerpos humanos aparecidos o qué
estudio se han realizado con ellos.
Se llevaron el molino de harina de
principios del siglo XX para restaurarlo y exhibirlo en el Museo Municipal de
Alcalá la Real, en la Sala de la Harina, si bien, podría haberse convertido en un
reclamo para los turistas que visitaban la aldea, o destinado al propio
disfrute de los fuentelameños.
En definitiva, nos han ido
lavando el cerebro de tal manera, que derribaron el histórico pilar porque no
había agua, sin llegar a buscarla; cerraron la escuela y destruyeron el campo
de fútbol porque no había niños, cuando previamente se habían llevados a sus
papás y posibles futuros papás; nos arrebataron el molino de la harina, porque
era más rentable su exhibición en la Ciudad; se llevaron los restos humanos y
arqueológicos de la Villa Romana, porque supieron expoliarlos para meterlos en
un cajón; se apropiaron de la
administración y mantenimiento del agua, para subirnos el precio; no nos hacían
carreteras y no nos decían que los gastos del alumbrado eléctrico eran más
caros que la principal calle de Alcalá. Todo ello, con el fin único de
concentrarnos en la Ciudad, para abaratar gastos y recaudar más impuestos. Por
llevarse, se llevaron hasta la pedanía a Alcalá. Eso sí, nos hicieron una
escombrera en la zona de Las Amoladeras para dejarnos la basura en el pueblo, (“la
mierda” no interesaba llevársela) y cargarse el medio ambiente en una zona de
retamales que tardará mucho tiempo en recuperarse. Y ahora van y nos dicen que no restauran la
Torre, porque no está en peligro de caerse, y
eso por muchos acontecimientos que pasen por su alrededor.
Por último y aquí con la
Iglesia hemos topado, ¿Dónde estarán restaurándose los cuadros de Melgar que
habían en la Iglesia de San Antonio?
Pienso que actualmente, los
poderes municipales se han dado cuenta de que algo hicieron mal y ahora que
desafortunadamente apenas queda gente en la Aldea y que todo está controlado y
que apenas hay oposición, más que esa dependencia jerárquica y de vasallaje,
afortunadamente existe una interrelación sumisa y no se sabe hasta qué punto da
una más que por la otra. Si bien es cierto, que muchos tuvimos que emigrar
porque necesitábamos abrirnos paso, no menos cierto es, que los poderes
públicos han hecho poco por evitarlo.
Quiero insistir, que todo
lo relatado aquí es visto desde mi punto de vista, si alguien tiene otra
opinión que la exprese libremente.
Hay que decir que se han
hecho muchas cosas buenas, entre ellas, un Centro Social, pero es necesario
dotarlo de medios para ser utilizado.