lunes, 28 de marzo de 2016

SEMANA SANTA 2016 EN FUENTE ÁLAMO




       La Semana Santa 2016 en Fuente Álamo ha trascurrido como en años anteriores, quizás con menos gente. Por lo que aquí os dejo el enlace. http://historiadefuentealamo-jaen.blogspot.com.es/2015/04/semana-santa-en-fuente-alamo.html












    Durante la mañana del Viernes Santo tuve la suerte de hacer con mi familia un “vía crucis” particular, por las calles de la Aldea, recorriendo los barrios más típicos, que casualmente coincidió con las 15 estaciones de penitencia: Piquera, Centro Social, Cantera, Cortijillo, Calle Sacristán, Cerro, Era de Lázaro, Era de Manolito, Zona de la Mina, Escalerilla, Casa de Pedro, Fuente, Iglesia, Escuela y Casa de Mariana (mi madre). Por unas calles casi desiertas, nos acompañaron en el recorrido algunos perros que con sus ladridos, nos recordaron que éramos forasteros. La primera estación la hicimos en casa de mi hermana Loli, en la Piquera, donde pudimos degustar unos ricos pestiños. Continuamos nuestro viaje y nos encontramos con unos vecinos británicos: Kevin y Sue, preparando el remolque de caballos, y nuestra vecina Mercedes “La Correa” a quien su hija Ángeles la estaba peinando para la ocasión, cerca del Centro Social, donde hicimos otra estación, para leer algunos de los carteles antiguos fijados en su tablón de anuncios, así como para contemplar las preciosas vistas en dirección a La Rábita. Llegamos a la zona de la antigua Cantera, donde hay instalado un panel indicativo con el letrero de “FUENTE ÁLAMO”, que reluce flamantemente, y que nos recuerda dónde nos encontrábamos. Llamamos a nuestra vecina Paquita, pero no respondió a nuestro requerimiento, seguramente estaba de viaje con sus hijos. Continuamos nuestro especial recorrido, ahora acompañados del perro de Juan y Feliciana, que no sé cómo se llama pero que fue muy amable y nada peligroso. Al subir camino del Cortijillo, decidió abandonar el recorrido, pero nosotros seguimos hasta coronar la zona donde Expectación vivió, pudiendo observar las preciosas vistas dirección a Las Grajeras, así como algunas gallinas y gallos, seguramente sucesoras de aquellas gallinas de Expecta que antaño camparon libremente y a sus anchas por El Cortijillo. Bajando nos encontramos con una jauría de perros que decidieron ladrarnos al compás,  como si quisieran hacernos un acompañamiento musical al paso. Llegamos al final de la Calle Sacristán y subimos dirección al Cerro, donde conversamos con nuestros vecinos Quisco “Richar”, Sergio y Javier de Mandurria, asimismo pudimos disfrutar de las vistas hacía las Aldeas de Priego de Córdoba... Hicimos una nueva parada estacional casa de mis tíos Nono y Filo, donde de nuevo degustamos unas tapas típicas de Semana Santa, aquello del bacalao y los crustáceos. Pero no pudimos aprovisionarnos mucho, porque nos quedaba bastante recorrido. Así que llegamos a la Era de Lázaro, con sus magníficas vistas a las Chozas de Vizcántar; luego bajamos hasta encontrarnos la casa de Feliciano y Manuel, con quienes charlamos unos momentos y les dimos las felicitaciones para su hija y nieta Estefanía. El camino continuó hasta llegar a la Era de Manolito, hoy de Antonio Carrillo, donde hicimos una parada para descansar, al mismo tiempo que escuchábamos una especie de saeta canina interpretada por los perros de Carrillo. Habíamos llegado casi a la Zona de la Mina desde donde se observan unas vistas magníficas de la Hortichuela y otra más cercada de La Torre. Nos quedaba el pronunciado descenso de calvario por las Escalerillas. No estaban los vecinos Luis y Consuelo, ni Antonio Carrillo y Conchi,  pero sí a un vecinillo llamado Dani, quien nos informó de su paradero. Llegamos a la Casa de Pedro Vega, hoy abandonada, pero en la que aún permanecen restos de antiguas lámparas de luz eléctrica pública. Descendimos hasta La Fuente, donde quisimos refrescarnos y aliviar nuestras penas, pero no pudimos, pues apenas tenía agua. Así que continuamos hasta la Iglesia de San Antonio de Padua, llegando por fin a la Casa del Señor, donde recordamos el día que estábamos viviendo. Continuamos hasta la antigua Escuela, y subimos por el callejón hasta la Casa Mariana, quien nos estuvo enseñando sus flores y nos ofreció cobijo y comida.



    El Viernes Santo, después de la degustación de los platos típicos tradicionales, sobre las 17 horas se hizo el verdadero Vía Crucis en la propia Iglesia de San Antonio, con el recorrido de  las 15 estaciones interiores, además de la participación de algunas mujeres de fuentealameñas y la colaboración especial de dos hermanas religiosas de Cristo Rey. 
    Por la tarde, gracias a una escapada recordé lugares que no había visitado desde que era un niño. Aunque perteneciente al término de San José de la Rábita, lo vemos tan cerca de frente, que siempre tiene uno la tentación de visitarlo; se trata del Cerro de Juan Cano, donde quedan restos de trincheras de la Guerra Civil y de la Casa Encantanda. Numerosas historias nos contaron sobre ella, como aquella de la Vieja de los Higos con la llueca. La búsqueda de espárragos no fue muy fructuosa, solo encontré 10 ó 12 muy endebles y un olivo acebuche, que espero que rebrote en mi maceta. Coroné el cerro y disfruté de sus pinares y de las vistas en circunferencia, sobre todo dirección a Fuente Álamo. Aparte de las plantas autóctonas, pude ver un gazapillo, unas palomas torcaces, un nido enorme, y un ave rapaz que no llegué a identificar, así como un mochuelo.
   El resto de la tarde la dediqué a charlar con mis amigos en el Bar Padi. Con José y Kevin, jugué un chinchón y perdí.  Con Vicente Martín tomé un gintonic y charlé con Feliciano Ibáñez, quien cuenta con 92 años de edad, y su mujer Justa, ambos celebrando el cumpleaños de ésta, el octogésimo creo recordar. También compartí unas cuantas horas con otros muchos vecinos y amigos: Vicente Padilla, Quisco Aguilera, Daniel Fuentes, Lee e Irene Young, Vicente Cervera, Vicente Ibáñez, Juan Aguilera Viana…

Conforme la tarde caía, aproveché para visitar a mis familiares cercanos, especialmente a mi tío Pepe…

lunes, 14 de marzo de 2016

RELACION ENTRE ÁLCALA LA REAL Y FUENTE ÁLAMO





Intentaré reflejar la relación que a lo largo del tiempo ha mantenido Fuente Álamo con la ciudad a la que pertenece administrativamente: Alcalá la Real, fundamentalmente en el periodo que yo he conocido. Lo haré siempre desde mi punto de vista, que puede coincidir o no con la percepción que cada uno tenga. Lejos de crear polémica, mi intención es la de mejorar dichas relaciones, si es que es necesario, y desterrar esa concepción  asociada a los fuentealameños de  súbditos o ciudadanos de segunda.
En tiempos ya históricos, la Torre de Fuente Álamo, como las demás atalayas, cumplía la función de vigilar y controlar las líneas fronterizas, para proteger a los habitantes de la Fortaleza de la Mota (moros o cristianos según la época). En tiempos de paz, con el dominio cristiano de la zona, dejó de tener esa función; y muy posteriormente, ya a partir  del siglo XIX, al desaparecer el alcaide encargado del cuidado y mantenimiento, sumado a la despreocupación de los organismos públicos (entre ellos, el Ayuntamiento de Alcalá la Real), el abandono ha sido total.
 Ni la declaración de Bien de Interés Cultural  por el Ministerio de Cultura  con la asignación del código de registro R-I-51-0007862 del Registro General de Bienes de Interés Cultural, ni la inclusión con la categoría de Monumento, en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz  por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía mediante Orden de 10 de marzo de 2003, han servido para que el Ayuntamiento de Alcalá la Real, titular del declarado bien, dedique ni un solo real, peseta o euro, para su rehabilitación y puesta en valor. Nadie recuerda en la Aldea que para mantenimiento, rehabilitación o restauración se hayan destinado recursos materiales o humanos. El dinero y recursos humanos van destinados al “Monumento de la Mota”, sin tener en cuenta que La Torre forma parte de dicho monumento y que sin ella no se puede entender el Conjunto Monumental de la Mota, en torno a la cual  formaba parte de un cinturón protector.
Fueron muchos los factores que influyeron en la desaparición de los Baños de Ardales, pero uno de los principales fue las malas comunicaciones que conducían a ellos. Así en los informes sobre los baños de Fuente Álamo en 1877,1878 y 1879 se reseñaba: “… pésimas condiciones de los caminos que conducen al establecimiento…” “…necesita en primer lugar una carretera que empalmara con la de Alcalá la Real, porque los caminos que hoy conducen al establecimiento son pésimos y peligrosos”. “…estos baños distan una legua larga de Alcalá Real a cuyo partido judicial pertenecen, por un camino de herradura de pésimas condiciones…” Como se puede ver, tenemos en el siglo XIX un partido de campo de Fuente Álamo mal comunicado a través de caminos de herradura mal acondicionados, y que distaba una legua larga de Alcalá la Real de la que dependía.
El arrendamiento del Cortijo de Clavijo, propiedad del Ayuntamiento de Alcalá la Real, se convirtió en el principal objetivo de los movimientos obreros fuentealameños de la II República. Desgraciadamente el intento quedó frustrado con el inicio de la Guerra Civil, si bien, en ese periodo dicha propiedad fue incautada para ser explotada por la Colectividad que se había creado en Fuente Álamo. Hasta finales de los años 70 del siglo pasado no pudieron acceder 21 fuentealameños en régimen de aparcería, por la que tenían que pagar una renta anual de 6.500 pesetas al Ayuntamiento de Alcalá la Real. Después, finales de los años 90, pudieron acceder a la propiedad mediante compra.
Durante los tres años que duró la Guerra Civil, o más exactamente, desde la toma de Alcalá la Real el 30 de septiembre de 1936 hasta el final de la Guerra, la ciudad y la aldea quedaron separadas y en bandos contrarios. Hubo un periodo de tiempo, ya casi al final de la Guerra, en que los órganos municipales republicanos (Comisión Gestora Municipal) se instaron en La Rábita, desde donde era administrado civilmente Fuente Álamo, mientras que la Zona Nacional era administrada desde Alcalá la Real.  Esto hizo que una vez concluida la Guerra Civil se volviera a castigar a los “súbditos rebeldes” y la Guardia Civil instalada en el cuartel de San José de la Rábita se encargase de ejecutar la represión. Los súbditos continuaron solicitando el “perdón”, y las venganzas se  aplicaban unas veces de forma solapada y otras de forma directa.  Fuente Álamo, desde mi punto de vista, al igual que las otras aldeas que habían quedado en zona republicana, sufrió mayor castigo y marginación que las aldeas que quedaron en zona nacional gobernada desde Alcalá.
En épocas más cercanas a la actual, el olvido hacia la aldea continuaría, sobre todo durante las décadas de los 60 y 70 e incluso de los 80 del pasado siglo. Aquella carretera de piedras, por la que el autobús transitaba durante una hora hasta Alcalá; no fue asfaltada hasta los años 70. El tiempo pasaba y todo permanecía igual, apenas se producían cambios en las infraestructuras. Por poner algunos ejemplos, hay que decir que los saneamientos y el agua corriente en las viviendas no se instalaron hasta ya finalizados los setenta; se tardó en construir un campo de fútbol una década (desde 1979), que después sería destruido para instalar pistas deportivas en medio, y hasta 2008 no se construyó una buena carretera que enlazara la aldea con la ciudad, cuyas obras estaban “proyectadas” desde 1991, tal y como cuenta el que por entonces era alcalde pedáneo D. Santiago Cano. Veamos estas diferencias desde distintos campos.
En lo social, siempre ha habido cierta relación de vasallaje entre los “ciudadanos” de Alcalá la Real y los “cortijeros” de Fuente Álamo, o al menos esta es la sensación que uno tiene, a veces corroborada con hechos que se han ido produciendo y prolongando a lo largo del tiempo. Los fuentealameños éramos los cortijeros que acudíamos a la ciudad a por “mandaos” o al médico, aprovechando un día de lluvia que impedía trabajar en el campo. Éramos los que de feria en feria aparecíamos por la ciudad para ver alguna actuación de variedades, una película de Manolo Escobar en los años 70, montarnos en alguna atracción, retratarnos, comernos un pollo en el asador de la feria o pasear por la feria de ganado viendo cambiar o comprar algún mulo u otro equino. Los que por El Llanillo paseábamos, carpetilla de papeles bajo el brazo, con una mano metida en el bolsillo y la otra balanceándola, o las mujeres con el bolso debajo del brazo; nos reencontrábamos casi todos, una vez realizadas las gestiones oportunas, en un lugar determinado, que en la década de los 60, 70, 80 y casi 90 era el “Bar Pireo”. Este era el lugar de encuentro cuando ya habíamos hecho todos los mandados y las gestiones administrativas y donde se echaba la penúltima copa antes de coger la combinación que nos permitiera regresar al pueblo, pues a diferencia de otras aldeas no se disponía de línea de autobús. Era en las tiendas y en los bares donde realmente nos trataban como verdaderos alcalaínos, o incluso mejor. Sin embargo, en las administraciones la situación era bien distinta
En lo económico, Fuente Álamo era un núcleo rural exclusivamente, por lo que existía dependencia administrativa y comercial de Alcalá. La balanza comercial no era equilibrada, y el dinero obtenido por la emigración y la agricultura era gastado en la adquisición de productos elaborados y en la utilización de servicios alcalaínos, cuyos beneficios no siempre eran revertidos a la aldea. La relación entre pago de impuestos y la prestación de servicios públicos en muchos casos no eran totalmente correspondida. En los años 80 llegó a decir un político alcalaíno que la luz eléctrica que se consumía en Fuente Álamo para el alumbrado público, costaba más que una calle principal en Alcalá la Real. ¿Qué querría decir? El mantenimiento y el cobro de recibos del agua y alcantarillado era gestionado directamente por una comisión de aguas de Fuente Álamo, de la que formaba parte el Alcalde pedáneo D. Santiago Cano, el fontanero Marcelino Pérez y el administrativo Teodoro Ibáñez hasta los años 90, en que el agua llegó  trasvasada desde la Rábita; y el Ayuntamiento de Alcalá decidió gestionar un servicio que había funcionado autónomamente y más barato.
            En lo político, al igual que ocurre en las demás aldeas, el nombramiento de alcalde pedáneo viene impuesto por el Alcalde de Alcalá la Real, ¿dónde está esa democracia directa de los fuentealameños? Solo recuerdo dos votaciones populares para la designación de alcalde pedáneo: en 1979, cuando el por entonces alcalde de Alcalá, D. José Marañón, se vio obligado a ello, rectificando el intento de quitar a dedo al pedáneo Santiago Cano, cosa que no fue aceptada por el pueblo, derivando en una votación popular; y por último, en el año 2000, cuando se eligió por votación popular al actual pedáneo. Además, en más de 40 años de democracia solo ha habido un concejal originario y residente en Fuente Álamo, Pedro Pareja Anguita en la corporación formada tras las primeras elecciones municipales de 1979. Es más, los políticos alcalaínos,  solo se dejan ver por la Aldea cuando hay elecciones o cuando hay algún acto festivo.
            En lo lingüístico, nos diferencia el habla seseante típica alcalaína y su entonación, pues estamos más cercanos a los cordobeses. Siempre me he preguntado, si Fuente Álamo hubiese pertenecido a la provincia de Córdoba, ¿Cómo nos hubiese ido?
            En lo cultural, nos diferencia todo; es necesario que desde Alcalá se proyecte una mayor difusión del teatro, cine y música en la aldea, pues hasta ahora nada de nada. No sería mala idea trae “alguna vez” a la Aldea la banda municipal para dar algún concierto, alguna pequeña actuación teatral, cine al aire libre, ect…
Pienso que de alguna forma los poderes políticos consciente o inconscientemente, entre ellos el Ayuntamiento de Alcalá la Real, intentaron ir cerrando y estrangulando a Fuente Álamo. No se hacían carreteras ni se acondicionaban las existentes: hasta el año 2008 la aldea no tuvo una buena carretera que enlazara con su ciudad. En 2010 se cerró la escuela por falta de niños, la gente prefería irse a vivir a Alcalá para ser un ciudadano de primera. Se destruyó el campo de fútbol, partiéndolo por la mitad para hacer una pista deportiva, porque no había jugadores.  Así, antes de que  llegase el boom inmobiliario, se desvalorizaron las casas en Fuente Álamo, mientras que se revalorizaban las viviendas en Alcalá, o al menos así se creía; no interesaba hacer un plan urbanístico como se hizo en aquellos años en La Rábita.
A finales de los años 90 del siglo pasado, se desmanteló el histórico pilar-abrevadero-fuente. Pese a que hubo cierta oposición por los aldeanos, fue otra decisión en la que no se contó con el pueblo para nada y que nunca se les perdonaría a los gobernantes de Alcalá, pues dejaron sin seña de identidad a la aldea. Se alegó la pérdida progresiva de agua en la aldea, pero nunca intentaron buscarla con nuevas perforaciones, pues era un gasto más.
 Nos expoliaron la Villa Romana, sin saber dónde fueron a parar los objetos y los restos de  los cuerpos humanos aparecidos o qué estudio se han realizado con ellos.
Se llevaron el molino de harina de principios del siglo XX para restaurarlo y exhibirlo en el Museo Municipal de Alcalá la Real, en la Sala de la Harina, si bien, podría haberse convertido en un reclamo para los turistas que visitaban la aldea, o destinado al propio disfrute de los fuentelameños.
En definitiva, nos han ido lavando el cerebro de tal manera, que derribaron el histórico pilar porque no había agua, sin llegar a buscarla; cerraron la escuela y destruyeron el campo de fútbol porque no había niños, cuando previamente se habían llevados a sus papás y posibles futuros papás; nos arrebataron el molino de la harina, porque era más rentable su exhibición en la Ciudad; se llevaron los restos humanos y arqueológicos de la Villa Romana, porque supieron expoliarlos para meterlos en un cajón; se apropiaron de  la administración y mantenimiento del agua, para subirnos el precio; no nos hacían carreteras y no nos decían que los gastos del alumbrado eléctrico eran más caros que la principal calle de Alcalá. Todo ello, con el fin único de concentrarnos en la Ciudad, para abaratar gastos y recaudar más impuestos. Por llevarse, se llevaron hasta la pedanía a Alcalá. Eso sí, nos hicieron una escombrera en la zona de Las Amoladeras para dejarnos la basura en el pueblo, (“la mierda” no interesaba llevársela) y cargarse el medio ambiente en una zona de retamales que tardará mucho tiempo en recuperarse.  Y ahora van y nos dicen que no restauran la Torre, porque no está en peligro de caerse, y  eso por muchos acontecimientos que pasen por su alrededor.
Por último y aquí con la Iglesia hemos topado, ¿Dónde estarán restaurándose los cuadros de Melgar que habían en la Iglesia de San Antonio?
Pienso que actualmente, los poderes municipales se han dado cuenta de que algo hicieron mal y ahora que desafortunadamente apenas queda gente en la Aldea y que todo está controlado y que apenas hay oposición, más que esa dependencia jerárquica y de vasallaje, afortunadamente existe una interrelación sumisa y no se sabe hasta qué punto da una más que por la otra. Si bien es cierto, que muchos tuvimos que emigrar porque necesitábamos abrirnos paso, no menos cierto es, que los poderes públicos han hecho poco por evitarlo.
Quiero insistir, que todo lo relatado aquí es visto desde mi punto de vista, si alguien tiene otra opinión que la exprese libremente.

Hay que decir que se han hecho muchas cosas buenas, entre ellas, un Centro Social, pero es necesario dotarlo de medios para ser utilizado.