viernes, 27 de junio de 2014

INMIGRACION Y ACOGIDA EN FUENTE ÁLAMO. FRANCISCA CAPILLA RODRIGUEZ “DE ANSELMO”. DE FUENTE VAQUERO A FUENTE ÁLAMO.


                   

                 El estudio sobre las migraciones quedaría incompleto sin hacer referencia a Fuente Álamo como lugar de inmigración temporal, así como un pueblo de acogida o adopción, bien como consecuencia de uniones matrimoniales o bien por la llegada de familias que encontraron en Fuente Álamo otra forma de vida. Fueron o son ahora vecinos, que vinieron fundamentalmente de aldeas próximas (Sabariego, La Rábita, Las Grajeras, Mures, Sileras, Caicena…) y que se integraron perfectamente al casarse con fuentealameños o fuentealameñas. Con el paso del tiempo, el acogedor recibimiento, la llegada de los hijos y otros muchos factores, les hicieron sentirse como auténticos fuentealameños, sin que por ello tuviesen que renunciar a sus orígenes.
               En los años sesenta, las familias de etnia gitana llegaban para trabajar como temporeros en la recolección de la aceituna, alojándose en la Mina, en el Cortijo Cerro del Almendro o en la Casilla de Isabel (en centro del pueblo). Recordaremos apodos de las familias como “Pecholebrillo” o “Tirillas” o el niño Regaliz (aquel que le arrancó a Julito La Rosa, las tiras decorativas del gorro de la murga de Navidad).
El pueblo recibía la visita temporal de indigentes como Juan Rico Rosa, que acudía durante cortos periodos de tiempo en verano en busca de lo que él llamaba “algún trabajillo” como meter paja. Solía dormir debajo de la higuera de Casa de la Tórtola, o en la barbería de Manino.  El gusto al vino le traicionaba y por una “peseteja” cantaba aquella canción de: “Alcaudete es un pueblo no muy grande, pertenece a la provincia de…”;  eso sí,  si se le molestaba, te apedreaba.
               También para la recolección de la aceituna, llegaron en los años setenta familias procedentes de La Pedriza, Venta de los Agramaderos o de Fuente Grande, que se alojaban en la casa de José ó Manuel González “Cañuelos” o en el Baño de Ardales, siendo los últimos moradores de lo que en otros tiempo fue tan prestigioso balneario. ¿Quién no se acuerda de Palmira, Rafael y su familia? ¿Y de la familia de Vale León?, ¿Y de Triana y sus hijos Curro, Vale, El Cherif, Fabiola…? ¿Quién era Julepa? ¿Y la familia bautizada en Fuente Álamo como los Tarantos: Antonio y José de Fuente Grande?
               Otras familias  vinieron y estuvieron viviendo en Fuente Álamo durante un largo o corto periodo de tiempo; así recordaremos a la familia del carpintero Antonio Atienza, que vinieron de La Rábita y se instalaron en la casa que después sería de la Galla; la familia Rosales, que se criaron en el Cortijo de la Vega; la familia Montes, que estuvieron de “caseros” en la Casilla de Sierra; la familia de Notanfeo, que vivieron en la Casilla Magarzo, o de la familia de apodo Tambora que habitaron el Baño. También en los años 80 se instaló en Fuente Álamo, el conocido como “Vecino Manolo” de Priego con su prole: Juan Manuel, Dani, los mellizos…., que compraron una parcela de tierra en el Llano y vivían en la casilla que actualmente es de Antonio Expósito; y así algunas familias más, que sería largo recordar y que de alguna forma dejaron su huella entre nosotros.
                Actualmente, la inmigración, procedente de Marruecos, es también temporal y vienen para la recolección de la aceituna, alojándose en casas vacías de la aldea y en cortijos deshabitados.
               La llegada “turística” de familias inglesas, mayores de edad, se produjo a principio de este siglo XXI. Fueron reacondicionando viviendas que en la mayoría de los casos, los fuentealameños habían vendido para instalarse en Alcalá la Real. Actualmente, una docena de casas están habitadas por familias británicas. El idioma y la diferencia cultural hacen, salvo algunas excepciones, que les esté costando integrarse y sentirse como auténticos fuentealameños. Algo que quizás, tampoco  pretendan,  prefiriendo conservar su idiosincrasia y sus costumbres, que siempre debe ser respetado.
               Entre los apellidos que se han ido arraigando en Fuente Álamo aparecen los de Gomarín, Capilla, Callejas, Zafra, Moral, Olmo, De la Torre, León, Ochoa, Miranda, Zuheros, Osuna, Trujillo, ect…, y que se fueron fundiendo con los de Pérez, Aguilera, Cano, Fuentes, Vera, Jiménez o con un apellido que en otros tiempos fue bastante usual en Fuente Álamo: Moreno.
Hecha esta exposición, llegamos al personaje de nuestra historia, como ejemplo de integración y cuya biografía la dividiremos en dos partes por razones sistemáticas: una primera parte, dedicada a la etapa anterior a su llegada a Fuente Álamo y otra a partir de su adopción como fuentealameña, no resultándole fácil su adaptación, como después veremos.
 Francisca Capilla Rodríguez, nació en Fuente Vaqueros, pero el destino quiso que su vida estuviera unida a otro pueblo con nombre de fuente: Fuente Álamo.
Natural de Fuente Vaqueros, aunque nació en el Hospital de San Juan de Dios de Granada, el  8 de julio de 1939. Dada la fecha de nacimiento el nombre le vino dado, para recordar a su tío Francisco, hermano de su madre, al que mataron en la recién terminada Guerra Civil, sin que se hallara el cadáver. Hija de Anselmo y Nieves. Es la 5ª niña de seis hermanos: Carmen, Josefa, Encarnación, Nieves, ella y Miguel. Como hemos dicho, tiene el privilegio de haber nacido en el mismo pueblo que Federico García Lorca y además, en una calle cercana a la de la familia del poeta, llamada Ronda del Cuarto en el nº  14. Sus padres llegaron a conocer al poeta cuando era niño; recuerda que su madre le contaba que estuvo en la escuela con Federico, hasta que se marchó a estudiar a Almería y que era un niño muy bueno, que llegaba con ropa nueva y muy bonita y volvía a su casa sin ella porque se la había dado a un pobre que tenía frío. Cuando se marcharon del pueblo, la casa de los padres de Federico, fue comprada por su primo Paco Capilla.
 Estuvo en la escuela hasta segundo curso y aprendió a leer un poco con el libro “Hemos Visto al Señor”, pero como la maestra Sra. Carmen pedía una voluntaria para ir a comprarle pescado, ella iba tan contenta al mercado de abastos que estaba enfrente de la casa que tenían sus padres. No pudo aprender mucho, porque la escuela no le gustaba y estaba, más bien, de moza de la maestra. Su segunda maestra se llamaba Doña Pilar, pero con ésta no estuvo de sirviente. La Primera Comunión la hizo de corto porque sus padres no tenían dinero para un vestido largo.
A edad temprana dejó la escuela y se puso a servir en una casa, donde también cuidaba a una niña. Después comenzó a trabajar en la vega, en la remolacha, donde los tractores iban cortándola y sacándola y ellas la limpiaban con una hoz y la cargaban. Con unos 12 ó 15 años, recuerda que en los inviernos iba con sus sillillas, braserillos y unas enagüillas o faldillas a trabajar en el tabaco negro,  unas matas grandes, que eran cortadas por los hombres y se colgaban con ramales. Ellas se las acercaban y los hombres las ataban con unas cuerdas y hacían manillas o paquetes y durante todo el invierno se ponían a secar, después las mandaban al Centro a Málaga. Durante el verano trabajaba en el tabaco rubio. Su padre tenía dos secaderos de tabaco y 20 majales de tierra. También trabajó arrancando lino. Hecha ya una mozuela, dejó de desojar tabaco negro y rubio y se puso a bordar velos de tul y mantillas, con otras 4 ó 5 mozuelas del pueblo.
A quién sería su marido, Antonio Anguita Montañes, fuentealameño, lo conoció a través de un primo de él, llamado Francisco Pareja y apodado “El Zangano”, que también era primo de Librada, quien compró un bar y una casa en Fuente Vaqueros, al lado de la casa de sus padres. Su marido fue a ayudarle en una feria de ganado, y se conocieron. Recuerda que a Fuente Vaqueros iban gentes de todos partes, hasta de Sileras, y de un pozo que tenía su abuela paterna les daban de beber a los cochinos, todavía le recuerdan esto, algunos silereños. Recuerda que en Fuente Vaqueros hacían el Corpus Chico, una feria muy grande, que es poco parecida actualmente. Su marido fue en alguna ocasión en bicicleta desde Fuente Álamo para verla.
Se casó el 29 de octubre de 1960 en la misma iglesia de Fuente Vaqueros que había hecho la primera comunión, aunque renovada tras un derribo. El cura se llamaba Don Eduardo y era amigo de su abuela Carmen, pese a ello no quería casarla, y le decía a su abuela, que ella no debería consentir que se casara su nieta, pues sólo llevaban un año escaso conociéndose. Además, él era de otro sitio y le llevaba mucha edad (12 años), por lo que tenía que llevar un certificado de Jaén; el cual presentó su marido un día antes de la boda, con la firma su padre.

A partir de su boda cerraría una etapa de su vida en Fuente Vaqueros y abriría una nueva en Fuente Álamo, que llega hasta nuestros días, aunque nunca olvidará al pueblo que le vio nacer…   Continuará próximamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario