Introducción
Domingo Pérez
Pérez aborda en este libro la Guerra Civil Española desde la óptica local de
Fuente Álamo, una pequeña aldea jienense que experimentó en carne propia los
estragos del conflicto y la represión de la posguerra. El autor destaca la
importancia de recuperar la memoria histórica, especialmente cuando los
testigos directos han desaparecido y los documentos oficiales son escasos. La
obra busca rendir homenaje a todas las víctimas, sin importar su bando, y
ofrecer un relato fiel de los hechos que permita a las nuevas generaciones
aprender del pasado y evitar la repetición de errores. El autor reconoce la
dificultad de mantener la equidistancia emocional, dado el sufrimiento y las
injusticias vividas por muchos vecinos.
Contexto histórico y social previo a la
guerra
A inicios del
siglo XX, Fuente Álamo era un reflejo de las profundas desigualdades rurales
que caracterizaban a la provincia de Jaén. La economía local se sustentaba en
la agricultura, controlada por unos pocos terratenientes, mientras la mayoría
de la población era jornalera, viviendo al borde de la subsistencia. La
instauración de la Segunda República en 1931 encendió las esperanzas de los más
desfavorecidos. Se fundó la Sociedad Obrera de Trabajadores de la Tierra
"La Espiga Floreciente", que promovía la colectivización de tierras y
defendía mejores condiciones laborales. Sin embargo, las reformas agrarias
avanzaron lentamente y la frustración social creció. Las tensiones entre
jornaleros y propietarios se intensificaron, generando un clima de
confrontación que estallaría con el golpe militar de 1936.
Fases del conflicto en Fuente Álamo
1. Revolución y terror templado (Verano de 1936)
Tras el alzamiento
militar, Fuente Álamo permaneció en la zona leal a la República. Se produjeron
incautaciones de tierras, ocupación de cortijos y confiscación de bienes
pertenecientes a familias identificadas con el bando nacional. La iglesia local
fue saqueada y convertida en almacén y cárcel improvisada. Algunos actos de
venganza personal se ampararon en la vorágine revolucionaria, aunque el control
político evitó excesos mayores. Las diferencias entre vecinos, a menudo basadas
en antiguas rencillas más que en ideología política, salieron a la luz.
Mientras unos celebraban la colectivización de la tierra, otros huían a zonas
controladas por los sublevados para evitar represalias.
2. Éxodo, militarización y vida en la retaguardia (Otoño de 1936 -
Primavera de 1938)
Con la toma de
Alcalá la Real por los sublevados, Fuente Álamo quedó próxima a la línea del
frente. La tensión aumentó, provocando la evacuación de familias enteras que
buscaron refugio en las sierras cercanas o en aldeas de la retaguardia
republicana. La vida en la aldea se militarizó con la llegada de la 76ª Brigada
Mixta republicana. Los jornaleros, ahora convertidos en milicianos, custodiaban
el frente mientras se mantenía la actividad agrícola colectivizada. La
comunidad se adaptó a la escasez, reutilizando lo poco que quedaba y viviendo
con la constante amenaza de bombardeos y enfrentamientos armados. El miedo y la
incertidumbre dominaron el día a día, mientras la esperanza de una pronta
resolución se desvanecía con el paso de los meses.
3. La Batalla de la Cornicabra (Marzo de 1938)
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La Batalla de
la Cornicabra, el episodio bélico más importante para Fuente Álamo, se libró en
marzo de 1938. La posición era estratégica, y ambos bandos lucharon con
ferocidad. La población civil, ya diezmada por la huida previa, se refugió en
cuevas y zonas remotas para escapar de la violencia. Los combates dejaron un
rastro de destrucción: viviendas arrasadas, campos quemados y cadáveres que
tardaron semanas en ser enterrados. La 76ª Brigada Mixta logró contener el avance
sublevado, permitiendo una frágil estabilización de la línea del frente. Sin
embargo, la batalla dejó cicatrices imborrables en la comunidad. Se narran
episodios de heroicidad, pero también de horror, como las ejecuciones sumarias
y los actos de brutalidad por ambas partes.
4. El final de la guerra y la entrada de las tropas franquistas (1939)
La ofensiva
final franquista en la primavera de 1939 provocó la rendición de las fuerzas
republicanas. Fuente Álamo fue ocupada sin apenas resistencia, pues la mayoría
de los combatientes republicanos habían huido o se habían rendido. La llegada
de las tropas nacionales desató la represión: se elaboraron listas de presuntos
"rojos" y se sucedieron las detenciones. Antiguos vecinos colaboraron
en las delaciones, motivados por el miedo o la venganza. El ambiente se llenó
de terror. Familias enteras fueron desalojadas, y muchas propiedades fueron
requisadas en nombre del "nuevo orden". El retorno de los vencedores
fue celebrado con desfiles y actos de afirmación del régimen, mientras los
perdedores eran humillados públicamente.
5. Posguerra: Represión, humillación y miseria (1939-1950)
La posguerra
trajo consigo una represión sistemática. Los consejos de guerra se sucedieron,
muchas veces sin pruebas ni defensas mínimas. Las penas iban desde trabajos
forzados hasta la muerte. Las mujeres vinculadas a la República fueron rapadas,
obligadas a desfilar por el pueblo y expuestas a la burla general. La
humillación pública buscaba doblegar la moral de los vencidos. La economía
local, devastada por la guerra, apenas ofrecía sustento. Se instauraron
cartillas de racionamiento, pero el hambre era generalizado. Las tierras
expropiadas fueron devueltas a los antiguos propietarios, que a menudo
explotaban aún más a los jornaleros para recuperar las pérdidas. La educación y
la cultura sufrieron un retroceso, y cualquier vestigio de la época republicana
fue erradicado. La represión política se prolongó durante la década de 1940,
con visitas periódicas de la Guardia Civil para recordar a la población quién
ostentaba el poder.
Testimonios y fuentes orales
El autor da
voz a los recuerdos de los supervivientes, muchos de los cuales prefirieron
guardar silencio durante décadas. Historias de familias divididas, hermanos
luchando en bandos opuestos, madres buscando a sus hijos desaparecidos y
hombres que regresaron mutilados del frente pueblan las páginas del libro. El
relato de Mercedes Ramírez, cuyo abuelo fue fusilado sin juicio, ejemplifica el
dolor silencioso de muchas familias. Se recogen también testimonios de quienes
optaron por la neutralidad, intentando sobrevivir sin involucrarse, aunque
incluso estos sufrieron las consecuencias de un conflicto que no perdonaba la
indiferencia. La voz de las mujeres es especialmente destacada, visibilizando
su papel en la resistencia, el sostenimiento de la vida cotidiana y la
superación de las humillaciones posbélicas.
La Transición y la recuperación de la
memoria (1975-1982)
La muerte de
Franco en 1975 y la llegada de la democracia no borraron de inmediato las
heridas abiertas. Fuente Álamo vivió la Transición con cautela. La Ley de
Amnistía de 1977 permitió la liberación de algunos presos políticos, pero
también supuso el cierre de muchas causas pendientes. El silencio seguía siendo
la norma en muchas casas, donde se evitaba hablar del pasado por temor a las
represalias. Sin embargo, a partir de la década de 1980 comenzaron a
organizarse actos de homenaje a las víctimas republicanas y se inició la
localización de fosas comunes. Las nuevas generaciones, ajenas al miedo de sus
padres y abuelos, impulsaron la recuperación de la memoria. Se colocaron placas
conmemorativas y se realizaron entrevistas a los ancianos del lugar. El proceso
no estuvo exento de polémica, con sectores que consideraban que "remover
el pasado" era innecesario.
Conclusión
Guerra
Civil en Fuente Álamo. La Batalla de la Cornicabra es un testimonio
imprescindible para entender cómo un conflicto nacional puede desgarrar el
tejido de una comunidad. El libro muestra que la guerra no solo se libró en los
frentes, sino también en los corazones y las conciencias de quienes tuvieron
que elegir entre la lealtad a sus ideales o la supervivencia. Domingo Pérez
Pérez logra retratar la complejidad del conflicto, evitando caer en simplificaciones.
El dolor de las víctimas, la crudeza de la represión y la necesidad de
reconciliación son los pilares de una obra que invita a la reflexión. Recuperar
la memoria no es abrir heridas, sino cicatrizarlas con la verdad.
Epílogo
El autor cierra la obra con una
reflexión personal sobre la dificultad de relatar hechos tan cercanos y
dolorosos. Subraya que su objetivo no es juzgar, sino comprender. Agradece a
quienes compartieron sus historias y pide respeto para todas las víctimas.
Insiste en que la historia debe ser conocida para que las futuras generaciones
valoren la democracia, la paz y la libertad. La última frase del libro resume
su espíritu: "Recordar es resistir al olvido; y resistir al olvido es honrar la
vida de quienes la perdieron injustamente".