Este trabajo está dedicado a
todos los niños y niñas fuentealameñas nacidas en 1935 y especialmente a Justa
Aguilera Cano, en el día de su cumpleaños.
Durante
el año 1935, previo al inicio de la Guerra Civil, se fue confeccionando un padrón
municipal para Alcalá la Real y sus
Aldeas que se cerraría en diciembre de ese año, mandándose a publicar pocos
meses antes del inicio de la sublevación armada. Tras su publicación en Boletín
oficial para posibles reclamaciones, se aprobaría el 29 de abril de 1936.
Hay
que decir que en su estudio se han detectado algunos errores en nombres,
apellidos, sexo, y edad, pues no se tenía cuenta las certificaciones de
nacimiento (Aurora Vico Cortés por Aurora Burgos García…). El padrón se confeccionó
en base a datos de censos anteriores y en simples declaraciones del cabeza de
familia. Se omitió la inscripción de algunos vecinos, pues del estudio
comparativo del Padrón de 1930 y de 1940, observamos que figuran inscritos
personas que nunca habían abandonado la aldea y que aún no habían fallecido (no
aparece inscrito Sandalio Pérez Palomino, que siempre vivió en el Cortijo del
Peñón…). También se han detectado algunos errores, como dobles inscripciones (Francisco
González Moyano con su familia de cuatro miembros más, aparece también inscrito
como Francisco García Moyano…).
En
este padrón de 1935 aparecen registrados 924 habitantes, es decir, 220
habitantes más que cinco años atrás. Se trata de un aumento muy significativo, si
tenemos en cuenta que solo se habían producido aproximadamente unos 30
nacimientos por año, a lo que había que restarle las defunciones producidas. También
es cierto que durante este lustro aparece una cincuentena de nuevas familias,
en unos casos llegadas a la aldea desde otras localidades, y en otros, formadas
de la escisión de otras familias que habían decidido formar la propia.
Se
inicia, siguiendo un orden alfabético más riguroso que el padrón de 1930, con
el matrimonio formado por Cipriano Aguayo Palomino, Josefa Serrano Pérez;
además de su hijo Vicente Aguayo Serrano,
habitantes del Cortijo Fuente de la Encina. Se cierra con Araceli Zuheros Cano, y sus hijos Marcelino y Dolores Ramírez Zuheros, de 16 y 20 años respectivamente.
Para
Fuente Álamo, en este censo de 1935, se recogen
200 cabezas de familia, o lo que sería equivalente 200 casas o cortijos
habitados, de los que aproximadamente la mitad vivían en la Aldea y la otra
mitad en los cortijos. Las inscripciones nominales las encabeza el cabeza de
familia, valga la redundancia, seguido de esposa e hijos, nietos o abuelos que
convivan con él. Comprende la relación el número de miembros de la familia, de
este modo, el número de miembros de familia más elevado lo representaba la
familia de Rafael Sánchez Arenas
“Rafael del Coto” y Cirila con 12 hijos, seguida de una veintena de padres de
familia con más de 8 miembros, lo que suponía aproximadamente el 20 % del total
de la población. Con 11 miembros: Juan Antonio Villar Peinado y Margarita Moreno
Castellano; José Ariza Díaz y Concepción Peinado Vera; con 10: Antonio Aguilera Flores y Ana Valverde Pulido; Juan Muñoz
Sánchez y Dulcenombre Pérez Aguilera; con
9: Antonio Sánchez Salmerón y Antonia González Cano; Antonio Sánchez Viana y Petra Torres Santos; Antonio Díaz
Fuentes y Ana Ramírez Lozano; Antonio
Guerrero Martínez y Trinidad Morales Serrano; Francisco Ibáñez Castillo
y María Nieto López; Bernardo Heredia Carrillo y Soledad Cano Castillo; con 8: Antonio Aguilera Aguilera y
Francisca Calvo Sánchez; Pedro González Ruiz y Ventura Palomino Jiménez; Antonio
Jiménez Gutiérrez e Isabel Pérez Vera; Guillermo García Zamora y Dorotea Moya
Carrillo; Francisco Malagón López y Ana Ochoa Escribano; Benito Pareja Pérez y Josefa
Valverde Afán de Rivera; José Pulido Mesa y Mercedes Expósito; Antonio Quesada Castillo y Josefa Delgado
Arroyo; y José Rosales Peñalver y Antonia
Jaén Sánchez.
Durante
el año 1935 nacieron en Fuente Álamo aproximadamente 37 niños y niñas, que era
la media habitual en aquellos años previos a la Guerra Civil. Las edades se
reseñaban al redondeo, por lo que puede que algunos hubiesen nacido en el año
anterior:
Bibiana
Aguilera Montes, 1 Manuel y María
Urbana
Aguilera Pérez, 1 Juan y Asunción
Justa
Aguilera Cano, 1 Vicente y Dolores (25/03/1935)
Antonio
Aguilera Rey, 10M,
José Pedro y Elena
María
Aguilera La Rosa, 5M, Julián y María
Ventura
Arévalo Díaz, 1 Vicente y Benigna
Flora
Cano Nieto, 7 meses, Antonio y Flora (1934)
José
Carrillo Jiménez, 6 meses, José y Carmen
Manuel
Castillo Padilla, 1 Antonio y Francisca
Manuel
Díaz Romero, 1 Antonio y Ana
Dolores
Fuentes Vera, 6 meses, Benito y Antonia (10/11/1935)
Pablo
González García, 9 meses, Fernando y Sebastiana
Custodia
González Castillo, 1, Fermín y Natividad
Eleuteria
Haro Moyano, 8 m, Antonio y Rufina
Custodio
Jiménez Pérez, 1 mes, Antonio e Isabel
Guadalupe
Jiménez Funes, 11 meses, Antonio y Patrocinio
Manuela
Vera, 1 ---- y Josefa
Clementa
Muñoz Pérez, 7
meses, Juan y Dulcenombre
Josefa
Ortega Cano, 10 meses, Joselino y Carmen
Ana
María Palomino Sánchez, 1 Hilario y Antonia
Pedro
Pareja Anguita, 1, Juan y Ana (1934)
Rafael
Pérez Nieto, 1 Rafael y María
Josefa
Pérez González, 1 Julián
y Emilia
María
Pérez Pérez, 1, Juan y Eduviges
J.
Manuel Pérez Serrano, 9 meses, Luis y Elvira
Antonia
Pérez Bolívar, (13/06/1935) 8 meses, Mateo y Josefa
María
Pérez Coca, 1 Juan y Ana
Elisea
Pérez Aguilera, 8 meses, Custodio e Hipólita
Antonia
Pérez Aguilera, 10 meses, José y Mariana
Antonia
Pulido Expósito, 1 José y Mercedes
Ángeles
Ramírez Vera, 7 meses, Francisco y Ángeles
Pedro
Sánchez López, 1 Rafael y Cirila
Alicia
Serrano Fuentes, 1 Antonio y Adriana
José
Vera Villén, 1 Gumersindo y Araceli
Gregorio
Vera Ortega, 4 m, Vicente y Carmen
Escasamente se podía alcanzar los 80
años de edad, se cuentan con los dedos de una mano los que la superaban, así la
más anciana era María Santiaga López
Nieto con 88 años, y entre los hombres será Casimiro Bailón Gallardo con 84 años.
En cuanto a la profesión de los
varones, casi todos tenían el campo como sustento de vida, aunque el censo
distingue entre campo y labrador. Solamente Rufino Zamora Cano era recovero,
Juan Cano Serrano era ciego y
por tanto no podía trabajar, Casimiro
Castillo Palomino era el barbero, Juan
Cortes Heredia, de etnia gitana era esquilador, y Antonio Puche Martín, trabajaba en algo relacionado con la venta de
radio-transistores (ilegible). Antonio Cano Ruiz ya había dejado la panadería y
se dedicaba al campo, aunque hay constancia de que regentaba un establecimiento
de bebidas y Saturnino Díaz Ramírez figura sin profesión, pero seguía siendo guarda.
Como maestro de escuela no consta nadie censado, pero en esos años tuvo que
llegar de Sabiote (Jaén) Don Manuel
López Martín, pues el inicio de la Guerra Civil le sorprendió en Fuente Álamo.
En cuanto a
las mujeres, todas estaban dedicadas a sus labores, a excepción de Josefa Padilla Torres, que era sirvienta.
Solo dos familias eran de etnia
gitana: la de Bernardo Heredia Carrillo
y la de Juan Cortés Heredia, que como hemos dicho era el esquilador del pueblo.
Entre los nombre más raros aparece
entre la mujeres el de Petronila Padilla
Rueda, Expectación Montañés Carrillo, Tiburcia Muñoz Vera, Longina Jiménez Sánchez, Cirila López Carrillo, Petra Torres Santos, Otilia Vera Villén; y entre los varones:
Hermógenes Vera Castillo (Tío Monge) que hacía honor al
discípulo de Sócrates, pero que tuvo que cambiar por Rafael con la llegada del
Franquismo, Saturio Pérez
Castillo, Gumersindo Vera Lozano y Venancio
Villar Moreno.
Entre los apellidos venidos otros lugares
tenemos los de Pedro Freijoó Cebada.
….
Desde la perspectiva actual y
haciendo un estudio comparativo con el padrón de 1940, sabemos lo que la Guerra
Civil deparó a muchas de estas familias inscritas en este censo de 1935. Nos
podemos imaginar una sociedad fuentealameña que, tanto en la Aldea como en los
cortijos, llevaba una vida aparentemente
tranquila; una sociedad donde los que tenían pequeñas propiedades vivían con
cierto desahogo. Jamás hubieran podido imaginar que pocos meses después
tendrían que abandonar sus posesiones y ver cómo sus casas y cortijos iban a
ser asaltados. Fue el caso del Cortijo Fuente de la Encina donde vivía Cipriano
Aguayo con su esposa Josefa y su hijo menor Vicente, quienes no pudieron prever
que su cortijo sería saqueado en el año siguiente, ni que su yegua blanca acabaría
sirviendo a las guardias rojas. Antonio
y Francisca vivían cómodamente con sus seis hijos (José Pedro y Luis ya se
habían casado) en su casa céntrica, que sería desvalijada y su máquina de coser
desposeía, serviría a otra familia; eran ajenos al trágico desenlace que le
tenía deparado la Guerra Civil, con la pérdida en el frente de un hijo y sin
saber que con la victoria de los nacionales llegaría a ser Alcalde Pedáneo.
Matías “Candido” y Leocadia vivían en su
casa de la Fuente con sus cuatro hijos, sin saber que la tendrían que abandonar
y que después tendrían un gran protagonismo y llegaría también a ser Alcalde de
la aldea…
En los cortijos Manuel y María “Pacheque”,
vivían en el Bujeo, con sus tres hijos Antonio, Manuel y Bibiana, realizando
las tareas agrícolas y sus labores. Las familias numerosas de Antonio y Rafael Aguilera no paraban de traer
nuevos retoños, con los que luego habrían de abandonar sus añorados Floríos
y peregrinar, huyendo de las bombas…
Casi todos los fuentealameños eran
gente sencilla, hombres del campo, que cada día tenían que buscarse el pan,
algunos de forma autónoma en sus pequeñas propiedades y otros mediante peonadas
largas y mal pagadas. Los verdaderos terratenientes no vivían en la aldea. Los
obreros del campo, para protegerse y luchar contra el caciquismo, intentaban
colectivizar el Cortijo de Clavijo agrupándose en la Sociedad Obrera de Trabajadores de la
Tierra “La Espiga Floreciente”, la cual asumió un protagonismo clave en el año
entrante.
Eran familias que en aquellos años
republicanos habían mejorado sus expectativas de vida. Vidas que quedaron truncadas
por el enfrentamiento fratricida. Muchos de los vecinos reflejados en este
padrón, ya no aparecen en el padrón de 1940 o aparecen como ausentes, pues la
Guerra Civil los borraría, para inscribirlos en los libros de defunción o en la
mayoría de los casos, en ningún otro registro, como a Fernando Vera Aguilera,
Antonio Puche Martín, Emilio Cano
Delgado, Vicente Vera Moreno, Marcelino Ortega Moyano, Antonio Aguilera Calvo, Domingo
Cervera Sánchez,(Valverde), Juan Calisto Expósito
Ávila, Tiburcia Muñoz Vera, Francisco Alba Serrano, Miguel Ávila
Muñoz… Dulcenombre
García Bermúdez y Manuel Moreno Pérez acabarían sepultados a merced de una bomba. José Ortega
Moyano, su verdadero nombre era Lino, murió meses después de finalizar la
Guerra de erisipela de la caza, enfermedad que seguramente evitó su ingreso en
prisión, pero no el destino final. Otros como Vicente Arévalo Castillo o Marcos
Moreno Montes se exiliarían a Francia, el segundo de ellos tendría que pasar
por los campos de concentración nazis. Otros, como Domingo Ortega Serrano e
Hilario Castillo Pérez, se enrolarían en
la División Azul, si bien afortunadamente regresaron de nuevo. A otros
muchos la Guerra Civil les depararía tortura e ingresos en prisión. Vicente
Aguilera Castillo, quien ejercía de Alcalde Pedáneo en aquel año, desconocía
los avatares que la Guerra Civil le iba a deparar: su presidio y destierro. La
familia Pérez Lizana, los tres hermanos Mateo, Matías y José, daría con sus
huesos en las cárceles franquistas…
Un
nuevo agradecimiento a D. Francisco Rosales Martín por su colaboración.