lunes, 20 de julio de 2015

COMERCIO Y LOCALES COMERCIALES EN FUENTE ÁLAMO

       

      El comercio en una economía rural como la de Fuente Álamo apenas prosperó. El autoconsumo era, y en parte sigue siendo, la base fundamental de su economía; y cuando no era posible el autoconsumo, entraba en juego el trueque como práctica comercial. En la panadería se entregaban vales intercambiables por pan previo depósito de trigo. Se intercambiaban productos del campo, animales de corral o de carga “a los pelos”, y cualquier prestación de servicios o trabajos se hacían “a las tornas”. Por poner algún ejemplo, Marcelino Pérez, a principios de los años 60, cambió al apodado “Don Din”, taxista que alquiló la vivienda de Mateo Pérez Lizana, dos cochinos y una cabra por una moto vieja marca Lambretta, con sus correspondientes multas. Finalmente el trato no acabó siendo redondo pues le duró la Lambretta menos que los cochinos a “Don Din”.
               No han sido los fuentealameños, salvo excepciones, muy avispados o espabilados para el comercio, y prueba de ello lo tenemos en Modesto González, que según se cuenta, vendía a peseta cadejos de hilo que le costaban a él cinco reales; aunque perdía, decía que lo hacía para que el trapicheo no parase. Antonio Anguita “Braguetas”, que en competencia con otro pescadero que vino de Alcalá la Real, llegaron a regalar, no sólo el pescado, sino también la harina para freírlo. Antonio Pérez “Nono”, cuando era niño, fue a hacer negocio con Brígido por medio de la venta de almendras rebuscadas, quien las compraba el kilo a duro, negándose Antonio rotundamente a vendérsela a menos de 18 reales.
               Nuestro querido Pedro Cervera Ortega, quien era conocido entre nosotros con el sobrenombre de “Pedro Trasperlista”, intentó ya en los años setenta y ochenta, haciendo gala a su apodo, establecer una línea de comercio por encargo desde Ceuta. Muchos de los radiocasetes que sonaban en Fuente Álamo, relojes y mi primera máquina de escribir “Olimpetti”,  vinieron en su hatillo. Ganar no ganaba mucho, pero de paso visitaba a su hermano Próspero que vivía en Algeciras, en donde hacía escala.
               La venta de vinagre que en los años cuarenta había establecida en la actual casa de Mercedes Ramírez por parte de Leonardo Zamora, se fue a pique, pues se le murió el burro que lo acarreaba, y los niños aprovecharon la canción popular para cantársela:


Ya se murió el borrico 
que acarreaba vinagre, 
ya se lo llevó Dios 
de esta vida miserable. 

     La tranquilidad para los negocios la representaba en Fuente Álamo, Francisco Pérez González, pues si le iba mal algún negocio, decía: “A mí, que me pasa con eso, vendo una cabra y ya está”. Eso sí, de broma.


               La prestación de servicios y ventas ambulantes eran los pilares del comercio, así tenemos que llegaban a Fuente Álamo: el lañador, para arreglar cántaros o lebrillos con la técnica de las lañas y reparar los paraguas; el “afilador azurronado” de Alcaudete, con su puro en la boca, que sólo dejaba de chupar para soplar la armónica con la que reclamaba a la clientela, y aceptando como pago al arreglo un puro de las bodas; los pescaderos Antonio Anguita, el pescadero de San José, llamado Julico con su Renault furgón y otros como Matías Pérez; el chatarrero Arcadio “La Parrala” con su burro y perro, intercambiaba pellejos de conejo, trapos viejos, hierros viejos y cartones, por porrones y alcancías de  barro. Cuentan que Manolillo Fuentes “Huertas” le gastó la broma de echarle a la burra moscas de mulo, reaccionando el asno con pingos y saltos, lo que provocó que se rompieran los cantaros y alcancías que llevaba para intercambiar y sin saber el chatarrero el motivo de la extraña reacción del animal.
               Algunos probaron suerte con muchos negocios, como es el caso de  Antonio Anguita, pescadero, tendero, tabernero y taxista. Llegó incluso a explotar una cantera de arena, demostrando firmemente un buen carácter emprendedor.
               Hubo casos del tabernero o tendero listillo, que hizo “negocio”, bien añadiéndole un poco de agua al vino, bien manipulando el peso, alzando una de las patas a la balanza de aguja que hacía que ésta estuviese un poco avanzada y pesase unos gramos de menos. También se hizo negocio con la retirada de productos a cuenta o al fiado, pues en los años 50 y 60, el tendero iba apuntando todos productos retirados de su establecimiento y una vez que los familiares volvían de la emigración y traían dinero fresco, se liquidaba, pero el control de esa liquidación la tenía en tendero, que en la mayoría de los casos sería la real, pero en otros había grandes divergencias.
               En los años 70, con una población de cerca de 500 habitantes, había en Fuente Álamo: tres bares, tres o cuatro tiendas, una panadería, dos molinos de aceite, una barbería, una zapatería, una fontanería y algunos maestros en albañilería.
               A los locales de ocio y bares ya dedicamos un amplio estudio, solo recodaremos: Bar Royal, propiedad de unos vecinos de La Rabita, hermano de Capitines, situado en la parte alta de la fuente, bajando las Escalerillas, también era tienda;  Antonio Cano “Taberna La Arenca”;  la taberna y hospedería Francisco Jiménez “El Pelón”, de Brígido Ruiz, que después alquiló Crescencio “El Chofer”,  y la taberna de Domingo Aguilera; local provisional de los años 50 y 60 para fiestas y bar, Irene del Guardilla, situado en la subida hacia el Cerro, en la casa que actualmente es de Feliciano Ibáñez, en donde se celebraban bailes amenizados por Los Guardillas y otros amigos, o casa de Encarnación Martos “La Perejila” amenizado por sus hijos Mateo al Clarinete y Angel a la batería; Antonio Arenas “Taberna El Porruo”, Antonio Anguita alquiló a Puche  “Bar Braguetas” que mantuvo el negocio en tres lugares diferentes, en la Casa de la Galla, y en la zona de la Cantera, José Ramírez “Bar-discoteca Charraga”, Bar Paco, y el “Agujero”,  Bar Chivani,  el Bar Paco, fue vendido a una familia anglosajona: “Mauricio”. En el Centro Social, se ha establecido actualmente el “Bar Padi” y en 2015 se ha producido la reapertura del antiguo Bar Paco por una familia anglosajona.

               Tiendas de comestibles y ultramarinos.  La venta de vinagre y otros productos de Leonardo Zamora; Domingo Aguilera, con productos hortofrutícolas frescos del Higuerón; Antonio Montes, de ropa y mercería que después continuaría Mariana Cobo, Antonio Anguita, Antonia Aguilera, Marcelino Pérez, José Ramírez y después su hija Manuela Ramírez; y por último, la tienda de Antonia Aguilera regentada por la referida familia inglesa. Actualmente no existe ninguna tienda abierta al público y ha vuelto a ser la venta ambulante de pan y otros productos alimenticios el comercio principal, volviendo a los inicios.
               Dicen que José Ramírez compró unas pinzas para coger las tortas y entregar a los clientes, pero una vez que ya las tenía pinzadas, volvía a coger las tortas con la otra mano para entregarlas al comprador. Como ya he dicho al principio,  no hemos sido muy finos en Fuente Álamo para los negocios.
               Nota importante: Todos los comentarios que aparecen en este artículo están escritos en clave de humor, nunca de manera despectiva, por lo que nadie se debería sentir ofendido. Con total seguridad, también hubo buenos comerciantes en el pueblo, tal vez sus herederos, en otros lugares del mundo mundial.

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