viernes, 31 de mayo de 2013

HISTORIAS DE LOS CORTIJOS DE FUENTE ÁLAMO (Revisada el 18 de febrero de 2017)


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sábado, 4 de mayo de 2013

PRIMERAS COMUNIONES EN FUENTE ÁLAMO



       Durante este mes de mayo, tradicionalmente vienen celebrándose las primeras comuniones; sin embargo, esto no siempre ha sido así en Fuente Álamo. Tal evento ha ido celebrándose, dependiendo de las circunstancias,  en tres épocas del año; que eran: el propio mes de Mayo, coincidiendo con un fin de semana; el día de San Antonio, cuando era considerada fiesta mayor de la aldea y por último, el día de la Virgen del Rosario. Esto podía deberse fundamentalmente al fenómeno de la emigración temporal de los padres (a lo que ya dedicamos una entrada), aunque a veces, podía deberse a causa individuales o personales, como una enfermedad, u otros motivos, tal y como ocurrió  el 6 de junio de 1976,  una de las celebraciones más grandes por el número de comulgantes.
Las Primeras Comuniones en Fuente Álamo a primeros de los años 40, con el triunfo de los nacionales y la declaración de la religión católica, apostólica y romana como única del estado, eran multitudinarias. Ello era debido al intento de “recuperarlos para el catolicismo”, haciendo comulgar por primera vez a todos aquellos niños que en los años de la Segunda Republica, no lo habían hecho, al haberse declarado la aconfesionalidad del estado y al haberse producido un paréntesis religioso durante la Guerra Civil en Fuente Álamo, que durante toda la contienda se mantuvo en Zona Republicana, en la misma línea del frente. Se celebraban con cierta solemnidad, en el sentido que era Doña Casilda Sierra Montanez quien invitaba a los niños a una merienda consistente en un hornazo, que era un pan con un huevo cocido duro dentro, y una taza de chocolate, que se solía tomar en la antigua escuela.  El edificio tenía dos plantas, la superior estaba destinada a la enseñaza y la parte de abajo  era la casa del maestro de Manuel.

 A primeros de los años 50, para algunas familias pobres y no muy convencidas católicamente, las primeras comuniones eran poco solemnes e improvisadas en algunas ocasiones. Es el caso de Matías Pérez, que en el día de su primera comunión estaba guardando cochinos y tuvo que ser relevado por sus hermanos para ir a tomarla, o el caso de Antonio Pérez “Nono”, que reclamaba insistentemente al maestro don Manuel, que se habían olvidado de darle la primera comunión cuando todos ya la había tomado.  El maestro  entonces acudió al cura y le dijo: “Este niño no ha tomado la primera comunión”, a lo que respondió el cura: “Bueno, que no se preocupe, ahora mismo se la damos. ¿Cuantos pecados tienes?, ¿Te has peleado con tus hermanos?  Y se la dio.
La tradición de entregar una estampita de recuerdo se fue generalizando en Fuente Álamo a partir de mediados los años 50, conservando alguna de 1955, aunque  la tradición venía de atrás. Como recuerdo de la Primera Comunión celebrada el 21 de mayo de 1966 se emitió una estampita colectiva de los niños y niñas de las Escuelas SA-FA.
   Entre los años 50 y 60 se solían celebrar, como hemos dicho anteriormente, en tres épocas del año, y por poner algunos ejemplos, tenemos durante el mes de Mayo, los años 1955, 1962, 1963, 1966, 1967; el día de San Antonio  los años 1957,1958, 1969, 1970 y menos habitual el día de la Virgen del Rosario que se celebraron algunas en 1958,  debido a la emigración de los padres que impedía a los niños, celebrarla con sus compañeros. Por esa razón, la celebraran en solitario una vez que regresaba el padre.
Eran comuniones muy sencillas, en las que, continuando con la tradición, se daba una taza de chocolate y un bollo en la escuela, llegando a formarse grupos de 15 a 20 comulgantes primerizos.

En los años 70 la primera comunión era el segundo acto social religioso en las familias de Fuente Álamo después de las bodas, y se le daba gran importancia. Suponía un gran día de ilusión para el niño, que en algunos casos, al hacerse con la edad de 6 a 7 años, se tenía que aprender a leer en el catecismo. Una vez confesados todos los pecados, (aquellos típicos: me he peleado con mi hermano, no he obedecido a mis padres, he dicho palabrotas…), que ya todos teníamos aprendido antes de confesarnos, le seguía una taza de chocolate y un bollo en la escuela.  Tras la merendola, cada familia se marchaba a su casa, donde los familiares más cercanos eran invitados a la comida. La estampita se entregaba a los familiares o amigos, quienes a cambio daban dinero, pero nada de regalos. Recuerdo que el 13 de Junio de 1969, fue el día de mi primera comunión. Habíamos sido preparados para ello durante el curso de parvularios, llegando a aprender a leer en el propio catecismo, siendo en la misma escuela donde se impartía la catequesis, y solía darla uno de los alumnos mayores más aventajados. En nuestro caso, nos sacaban al pasillo central que dividía las dos alas de la escuela y Juan Pedro Pareja, en una banqueta con listones de madera, nos sentaba a los 7 niños varones y nos daba catecismo. Las niñas eran formadas o preparadas separadamente.
    Era un día de nervios y de ilusión a la vez, sin ser muy consciente de lo que significaba en sí tal acto, aunque muy concienciado de que ya no podía cometer pecados. No lo recuerdo muy alegre por la tensión que provocaba el miedo a poder cometer algún pecado y a tener que portarse obligatoriamente bien, pero como íbamos a recibir por primera vez a Jesús, era un día de ilusión. No se pensaba tanto en regalos, más bien en la taza de chocolate y dulce que nos tomaríamos en la escuela, aunque  también en el dinero que podíamos recibir.  Recuerdo que fue mi abuelo y mi tío Nazario quienes más dinero me dieron: 20 duros de papel. Aunque creo que sólo llegué a verlos, porque fueron destinados a otras necesidades familiares, no se muy bien cuales; pues, hasta el traje era prestado de Antonio Expósito “Nenillo”, y encima me dejaron el pernil corto y las magas largas; no sé lo que Fotos Sánchez de Frailes cobraría por  las cuatro fotos de recordatorio. En cuanto a lo religioso, el miedo o temor a confesar los pecados era lo que más me preocupaba, pero como ya teníamos aprendida la lección de los pecados a confesar que nos habían enseñado los niños mayores. Con decir tres o cuatro pecados ya estaba bien (no fuera que nos pasáramos de malos, sin pensar en el secreto de confesión), y fueron el de haberme peleado con mis hermanos, con mis amigos, y haber dicho palabrotas.
  A partir de los años 70, por poner algunos ejemplos, se celebraron durante el mes de Mayo, en los años 1975, 1976, 1992, 1995, 2000; el día de San Antonio en los años 1970, 1990  y lo que sí se generalizó, fue el día de la Virgen del Rosario en los años  1976, 1977, 1979, 1982,1983, 1985, 1995.
En Fuente Álamo, imagino que al igual que en otros lugares, se iba a misa ese día, y disimulando poco a poco, durante el mes siguiente, se iba dejando de acudir. Algunos sólo fueron a misa ese día.
 A partir de los años 80, llegaron las primeras comuniones con sus grandes regalos y su celebración en salones o restaurantes. Se invitaba a familiares y amigos, donde la comunión del niño era el pretexto, y siendo los padres los que tenían que hacer un gran sacrificio económico. Se cambió el diseño de la estampita de recuerdo, donde en el reverso ya no se imprimía ningún tipo de
recordatorio y era en el anverso dónde se ponía tanto el dibujo gráfico o una foto como el recordatorio. En estos años hay que destacar la labor desinteresadas de las catequistas, que eran las propias jóvenes de la aldea; posteriormente se hicieron cargo de esta formación un grupo de mujeres desinteresadas, en colaboración con las religiosas que venían de La Rábita.
En los años noventa se generalizó el mes de mayo como día de las primeras comuniones, siendo la preparación, la ceremonia y la invitación similares a las actuales.
Esta entrada queda abierta, como todas, a que cada fuentealameño que lo desee pueda contar alguno recuerdo del día de su primera comunión y si quiere puede mandar su foto para ser publicada en esta u otra entrada.
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