domingo, 21 de octubre de 2012

LINAJES EN FUENTE ÁLAMO. SANDALIO PÉREZ PALOMINO

 


SANDALIO PÉREZ PALOMINO. Nació en Fuente Álamo, el día 3 de septiembre de 1872, hijo de Gabino Pérez García y María Palomino Mesa, casado con Antonia Vera Castillo, padre de seis hembras y un varón. Nieto por línea paterna de José Pérez y de Ana García y por línea materna de Félix Palomino y María Mesa.
Su nombre tan exótico y andante, fue debido a que el día de su nacimiento coincidió con el santoral de San Sandalio de Córdoba, y por tanto se lo puso fácil a sus padres, cosa corriente de la época en que nació.
            Nació durante el reinado de Amadeo I, época de gran inestabilidad política, meses antes de que naciera Sandalio, hubo un intento de asesinar al rey, en concreto el 19 de julio de 1872. La situación política en España se fue agravando con el estallido de la Tercera Guerra Carlista y la Guerra de los Diez Años en Cuba, si bien, en partidos rurales como Fuente Álamo, apenas se dejaban notar estas circunstancias. 
    El  11 de febrero de 1873 al rey Amadeo I, le comunicaron que tenía que dejar el trono y renunció, Sandalio había cumplido 5 meses.
            Con esta breve reseña histórica lo que se pretende es simplemente situar el nacimiento de un fuentealameño que durante el siglo XX, extendió uno de los linajes más grandes en Fuente Álamo.
No aprendió a leer, ni a escribir en una sociedad rural atrasada, en donde las cultura estaba reservada para unos pocos y el trabajo del campo para muchos.

Hijo y nieto de campesinos, nació en el campo y murió en el campo, pues se crió y vivió en un cortijo propiedad de su padre en la parte baja del Peñón, posteriormente heredaría una parcela en la parte alta del Peñón, donde hizo la vivienda, junto a un pozo y unas higueras, si bien el agua era llevada desde el pozo que había en parte baja del Peñón, casado con Antonia Vera, dos años mayor que él y de quien quedó viudo en 1954. 

Como hombre de campo, heredó la referida parcela que utilizaba para sembrar grano, poseyendo una mula, también tenía parcelas destinadas a la plantación de olivos, en la zona de La Marchena y en la parte baja de la carretera en el Peñón, aceituna que llevaba para que se moliese en el molino de Don Paco, a quien regalaba unos pavos, y aquel le entregaba a cambio unas cántaras de aceite.
Se puede decir que nunca pasó dificultades, si bien, dado que la familia era tan extensa, rara era la vez que no recibía la visita obligada de algún nieto o hijo, o ambos a la vez; en los tiempos de grandes faltas y hambres como era la Posguerra, él y su esposa Antonia siempre les acogían temporalmente, hasta que podían buscarles otra vivienda o hasta que pasaban las dificultades.
En la Guerra Civil el frente se estableció en la zona del Peñón y la Cornicabra, de tal manera que permaneció así hasta el final de la guerra y la rendición de los republicanos. En sus antiguas tierras hasta hace poco se podían ver las trincheras, y su casa estuvo dentro de la zona republicana muy cerca del frente, él con su familia permaneciendo en ella, pese a las propuestas  de su vecino de la Cornicabra, Antonio Ramírez, “Andanas”, pues  una noche llegó a casa de Sandalio y le propuso se que cambiarse de bando y marcharse al bando nacional que estaba en Alcalá la Real, respondiendo Sandalio que él no se marchaba y que fuera lo que Dios quisiera.
Sus propiedades las repartió entre sus hijos, José se quedó con una pequeña vivienda que se hizo en la parte trasera de la vivienda y donde nacieron sus hijos, y heredó una parcela, junto con Antonia cerca de la casa. La finca de la Marchena la heredó Isabel, en la parte baja de la carretera del Peñón, heredó Asunción. A su nieta Dorotea, hija de Isidora, se le intentó desheredar porque pensó que iba a dilapidar la suerte de tierra que le correspondía a su madre, finalmente fue compensada al reclamar su herencia.
Murió a mediados los años cincuenta, siendo cuidado por su hijo José, hasta los últimos días de su vida, en base al derecho de mejora que heredó.
Como hemos dicho anteriormente fue el patriarca de un gran linaje en su línea descendente, establecido en Fuente Álamo, pues fue padre de siete hijos: Isabel, Paula, Isidora, José, Antonia, Teodora y Asunción y  de 37 nietos que sobrevivieron. Seis de los siete hijos después de casarse se quedaron a vivir en Fuente Álamo, sólo su hija Paula, que se casó con un vecino de Puertollano y se marchó a la vecina Aldea de la Concepción de Priego, donde nacieron sus 6 hijos y vivieron, y otra hija llamada Isidora,  que murió joven en circunstancias extrañas, que sólo tuvo una hija, que emigró al País Vasco, los demás se casaron y vivieron en Fuente Álamo, así tenemos  que Isabel,  quién fue criada por su abuela Angela, tuvo 8 hijos:  Encarna, Juan, Josefa, José, Antonio, Manuel, Custodio y Francisco; José, tuvo otros 8 hijos: Antonio, Paula, Antonia, Custodio, José, Sandalio, Segunda y María;  Antonia, tuvo 6 hijos: Mariana, José, Dorotea, Matías, Antonio y Francisco; Teodora, tuvo a Matías y Asunción, tuvo a 8 hijos: María, Urbana, Ceferino, Juan, José, Antonia, Antonio y Dolores. De estos 32 nietos todos nacidos en Fuente Álamo, 11 emigraron definitivamente a otros lugares de España y al extranjero, hecho que ya se reflejó en la entrada sobre la emigración.
 CUADRO CON CUATRO GENERACIONES DE SANDALIO
 Por no seguir contando a los biznietos pues la lista sería muy larga, sólo reflejaremos como dato significativo que actualmente las casas o viviendas que han sido de un hijo, nieto o biznieto de Sandalio, tenemos en Fuente Álamo  que más de un 20 % son o ha sido de algún miembro de esta familia, por lo que puede representar el mismo porcentaje en su población y que es difícil de concretar dada la fluctuación emigrante en esta familia a lo largo del siglo XX.
Para enlazar la familia lo que supondría el aumento del porcentaje de habitantes en Fuente Álamo, miembros su linaje, hay que decir que Sandalio tuvo otros cuatro hermanos que vivieron en Fuente Álamo, en concreto por la zona del Peñón Bajo.
    Cualquiera que se considere parte de este linaje puede con su comentario enriquecer la historia.
            En su partida de nacimiento aparece inscrito con el  número 1043 de ese año y transcrita  dice:
               En la Ciudad de Alcalá la Real y siendo las diez de la mañana del día cuatro de septiembre de mil ochocientos setenta y dos, ante Don Pedro Utrilla, Juez municipal de ella y don Antonio Cristino Oria,  Secretario, compareció Gabino Pérez García, natural de esta Ciudad, mayor de edad, casado, del campo, domiciliado en la misma, al partido rural de Fuente Álamo, presentado con objeto de inscribir en el registro civil, un niño y al efecto como padre del mismo.
               Que dicho niño nació en la casa que habitan sus padres a las nueve de la mañana del día de ayer.
               Que es hijo legítimo del presente y de su mujer María Palomino Mesa, natural de esta ciudad, mayor de edad y domiciliada en el de su marido.
               Que es nieto por línea paterna de José Pérez y de Ana García, naturales de esta Ciudad, mayores de edad, casados y domiciliados en la misma, al partido rural de Fuente Álamo; y por la materna de Félix Palomino, y María Mesa, naturales de esta Ciudad, mayores de edad, casados, y domiciliados en la misma al partido rural de Fuente Álamo.
               Y que al expresado niño se le puso por nombre - Sandalio
               Fueron testigos presenciales José Cano Cano y Francisco Cano, naturales de esta Ciudad, mayores de edad, casados, del campo, domiciliados en la misma, al partido rural de Las Caserías.
               Leída íntegramente esta acta e invitadas las personas que deben suscribirla--  por si mismas -- conocimiento ----el sello del juzgado – firma del Señor Juez, no el declarante, ni los testigos por que dicen no saber, lo que hace Don Enrique … de esta vecindad de todo ello certifico.

sábado, 13 de octubre de 2012

UN DIA DE FAENA EN EL CAMPO EN LOS AÑOS 60 EN FUENTE ÁLAMO. I PARTE

Manopla de madera para segar

UN DIA DE SIEMBRA


  Preparado el terreno con la quema del  rastrojo a finales de agosto, el cual había servido para el carear mulos, que eran trabados para evitar su huída, piara de cabras y pavos y en algunos casos para improvisar campos de fútbol, como en el Terrero, con la llegada de las primeras lluvias del otoño y la tierra en buenas condiciones, comenzaba el día con el aparejado de los mulos, colocación de serones, carga del arado, rabero con sus lavijas, abono, grano y capacha de esparto, que contenía una hortera repleta de torreznos y demás pringues, acompañada de una bota de vino. Continuaba con la tarea de uncir la yunta con el ubio y sus costillas, habiéndoles colocado previamente a cada mulo los anterrollos y demás mecanismos de enganche. Lo normal es que esta tarea se hiciese ya en la besana. 
  Después de la descarga de los aperos y la colocación de la capacha y la bota de vino, a la sombra y fuera del alcance del perro, se iniciaba el surcado, abriendo la besana con un arado de doble reja, arrastrado por la yunta formada por la mula “Española” y el mulo “Chato”, conducida detrás por un joven yuntero fuentealameño y a veces, montando un niño que podía ser yo mismo, en el travesaño que une los dos mandos del arado o cuando el niño estaba en la escuela se cargada una piedra para hacer peso y hundir mejor el arado haciendo “buena labor”. El grano se repartía por otro sembrador o sembradora fuentealameña, que caminaba por el surco detrás de la yunta y repartía un puñado de cereales o un puñado de habas a la vez que otro de abono súper, un puñado de mezcla de yeros o verza con abono súper. Si se volvía la vista atrás, se podía ver como las “pajaritas de la nieve” comían insectos y lombrices que levantaba  el arado o los gorriones, los granos de trigo que quedaban sin enterrar.
  Cuenta que en alguna ocasión a Leonardo, hombre de la aldea que tenía una tienda y vendía vinagre y otros productos,  le enganchaban de pareja con una mula y el yuntero para corregirle le pegaba con el látigo y Leonardo le decía que a él le dijera “Lonardo pa arriba o Lonardo pa abajo”, pero que no le pegara, como a la otra mula.

  UN DIA DE SIEGA
                                                                      
     Cuando el grano estaba maduro para ser recolectado, una cuadrilla de hombres, mujeres y menores con hoces en la cintura, como la canción “Los segadores” de Jarcha, se desplazaban al corte y colocados por el manijero, cada uno tenía que llevar su tajo hacia adelante. Con dediles de cuero, en algunos casos manopla de madera en los dedos o manos izquierdas y empuñando la hoz o colocándose calcetines recios en mano derecha, según se tratase de cereales o de leguminosas, se procedía a la siega del cereal o arrancado de garbanzos, yeros o habas, colocando los manojos de forma que se pudiera formar haces o gavillas, que eran atados, para ser cargado con la horca en el mulo, que ataviado con las angarillas acabadas en pincho se procedía a barcinar los haces de mies hasta la era más cercana.
     Dicen que estando segando un padre y un hijo fuentealameños, y como era de mala educación que el hijo ventoseara al lado del padre, pero no al contrario, pues una vez que ventoseó de forma sonora el padre, el hijo aprovechó para hacerlo de forma sorda, quedando extrañado el padre diciendo: “Redios, Redios, ni los propios”
  Cuentan que Dolores Aguilera apodada siempre con carriño “La Chata”, estando segando, se levantó y con las manos en jarras, preguntó a Blas Zamora, el manijero, “Blas, ¿crees qué terminaremos hoy?”,  y estando los dos de pie frente a frente, el manijero le respondió “con las ganas que yo  tengo y las tuyas, creo que no” o dicho de otra manera con el trabajo del manijero y el trabajo del segador con la rabadilla levantada no se acaba la faena.
     Dicen que Antonio Aguilera, segaba con una pelliza, para tener más fresco interior. Él, siempre lo negó y dijo que era otro.

UN DIA DE TRILLA
  Era ritual habitual el proceder a la limpieza y preparación de la era al inicio de la temporada de cosecha, quitando pequeñas hierbas, chinillos, etc... y ello para evitar que se mezclasen con el grano. Una vez los haces o gavillas en la era, se repartían con la horca y se colocaban para ser pisados por los mulos sin enganche de trillo, que eran conducidos en forma circular con  cabestros en mano por el mulero colocado en el centro de la era. Posteriormente se enganchaba del tiro al  trillo que era tirado por la collera de mulos, que daban vueltas hasta que el grano era separado de la paja. El trillo fue evolucionando en esos años pese a que quedaban trillos rudimentarios que consistían en una tabla de madera con incrustaciones de piedra de pedernal con filos cortantes, así los trillos con la tabla que tenía una fijación en forma de ángulo para poner el pie, pues el trillador montaba de pie y con ruedas de hierro dentadas enlazadas con unos ejes,  posteriormente el trillo evolucionó y las ruedas eran más grandes y más dentadas, incorporando un asiento para mayor comodidad de la persona que trillaba.
     El cabestro para conducir a los mulos de reata o en la trilla  nos gustaba tanto a los niños, hasta el punto de que uno que era tan pequeño que ni sabía pronunciarlo, decía: “Manolillo, déjame el calistro del mulo”, y como para los apodos los fuentealameños somos especiales, pues éste se lo ganó a pulso. ¿A qué sí, Antonio"?
      De vez en cuando con la bielga o el bielgo o con la horca se daba la vuelta a la parva y se continuaba hasta separar totalmente el grano de la paja. Posteriormente se juntaba la parva con una biga de madera que era arrastrada por la yunta y se barría con el escobón de escobonera o escoba de cabezuelas (Mantilsaca salmantica), para que tanto paja como grano quedaran amontonados.
   Se cuenta que Manolito González cuando trillaba cantaba aquello de “A lo locoooo, a lo locoooo,…” pero sin entonación alguna.

 

viernes, 5 de octubre de 2012

AGRICULTURA, GANADERÍA Y MINERÍA EN FUENTE ALAMO. SEGUNDA PARTE



SEGUNDA PARTE

          La plantación de olivar de la variedad nevado o picual se fue introduciendo paulatinamente, a la vez que se fue abandonando la siembra de cereal y legumbres, debido a la bajada del precio del grano y la orografía del terreno de Fuente Álamo, que elevaba los costes y dificultaba la mecanización, no siendo rentable la obtención de la cosecha de forma manual, con hoz, trillo y pala de madera.

       






La constitución en los años sesenta de la Cooperativa Ntra. Sra. del Rosario, tras desaparición de un pequeño molino de aceite de la familia González Palomino (ésta vendió el local para su construcción), cuya actividad principal era la extracción de aceite de oliva, supuso la reordenación de pequeños agricultores frente al monopolio del molino de aceinte de D. Francisco Serrano del Mármol “Don Paco”, que fue vendido después a D. Rafael Jiménez. Supuso también, dar un impulso hacia la plantación de olivar, que ya nunca se iba a detener hasta el punto, que hoy en día prácticamente no queda en Fuente Álamo, ni una cuartilla de tierra sin olivos.


        La parte baja de la aldea, el Ruedo, que hasta los años setenta estaba destinada a la producción de grano, se plantó de olivar y parte del Coscojar Alto, en concreto la Haza Granada, que era de tierra calma se plantó de cerezos.  Posteriormente en los años ochenta con la parcelación de Clavijo, tierras que habían sido de encina y destinadas a la siembra de cereales y legumbres, se plantaron de olivos o de cerezos. Asimismo todas parcelas que pudieron adaptarse, se plantaron de olivos, como El Ruedo, los llanos de Enfrente o Barrollal, Rocastro, u otras pequeñas parcelas  que habían estado destinadas a producción de grano y que servían para cumplimentar la economía familiar, como era el intercambio de trigo por pan, habas y yeros para las cabras, habas para comerlas crudas o fritas, y que tantas hambres quitaron en la posguerra y algunas palizas también dieron.
                

 












   

 
 El almendro se intentó plantar en alguna ocasión como alternativa y complemento del olivo, o simplemente se dejó que continuara su supervivencia, eso sí, siempre en zonas y tierras de mala calidad, de difícil acceso, o en lindes y pedregales, como La Coronilla, donde dio nombre a un cortijo “El Almendro”, en zonas de alrededor de La Mina, en el Barranco de Santi, también hubo verdaderas plantaciones en la zona de las Eras de la Torre, en los Eriales, el Rocastro, ect…, de tal forma que la variedad de racimal y marcona se fue injertando y comercializando, pues coincidía con la temporada de finales del verano y no impedía que las familias al completo se reunieran entorno a unos sacos, para proceder a mondarlas manualmente. Fueron muchos los factores que hicieron que se abandonara el cultivo del almendro, el principal la bajada de precios, el coste de la recolección, las plagas, pues es un árbol que requiere muchos cuidados, su adaptación al clima de Fuente Álamo, y en definitiva la plantación de olivar que le fue sustituyendo.
               Hasta finales de los setenta los jóvenes y niños, en los almendros abandonados o difíciles de recoger o “fuertes”, rebuscaban las almendras que quedaban atrás y las vendían o cambiaban por chocolate, en la tiendas o puntos de compra, como eran Casa Brígido, Antonio Anguita,  José Ramírez, ect…      Cuentan que Antonio Pérez “Nono” cuando era niño, fue a vender almendras “fuertes” a Brígido, quien las compraba a duro el kilo, negándose “El Nono” a vendérsela a menos de 18 reales. Así que para rebuscar eran muy buenos, pero para los negocios no tanto.
               En esos años en el campo no quedaba nada, todo se recogía.


Además de la mención hecha a la plantación de cerezos y la  continuidad del almendro, hubo un intento en los años noventa de un cultivo complementario, la plantación de lo que los fuentealameños llamaron alcaparroneras, planta silvestre, que se plantó sobre todo en las “tierras recias” de más baja calidad, en lindes o  entremedio de olivos y almendros y se mantuvo una década, perdiéndose debido a los costes de tiempo y mano de obra que se empleaba en su recolección, a pesar de que se hacía con la familia y sobre todo a la bajada de precios.

               La constitución a mediados de los noventa de dos comunidades de riego, apodadas “La Cubetilla” o “ De la Muerte” que traen el agua de la Sierra de las Grajeras, hizo que el sistema de riego por goteo se convirtiera en el sistema general de cultivo, con unas 300 fanegas de olivos regados por este sistema.
               Visto los datos aportados podemos concluir que los fuentealameños han dependido fundamentalmente del campo, bien como jornaleros, bien como pequeños propietarios agrícolas, que explotaban las tierras que fueron heredando o adquiriendo tras la parcelación de los latifundios y la enajenación de las tierras propiedad del Ayuntamiento de Alcalá la Real.
               La dependencia del campo de los fuentealameños se podrían llevar a su extremo pues, aparte de los ingresos procedentes de los jornales y la obtención de los rendimientos de la actividades agrícolas, existió hasta los años ochenta una microeconomía muy fuerte, y que ayudó muy mucho a las familias fuentealameñas, y que en épocas de crisis como la actual, podría ponerse en funcionamiento y ayudaría sin duda alguna a  paliarla. Así tenemos la “rebusca” de aceitunas una vez que se terminaba la recolección,  las familias al completo, se desplegaban por los olivares a recoger las pocas aceitunas que en aquellas épocas quedaban atrás; y no sólo esto, sino que antes que llegara el “nuevo cultivo” se araba profundamente, salían cantidades de raíces de olivo, que servían para calentar las casas, que se lo digan a Emilio Malagón que le quedó  el apodo cariñoso de “El Tórtolo”, por rejuntar tantas raíces de olivo para calentarse en el invierno. Otras pequeñas aportaciones a la economía familiar era la obtención del picón ó carbón de olivo, o la leña después de la tala era aprovechada toda, el ramón para la cabra y la “leña recia” para la lumbre de chimenea. El olivo no sólo daba aceitunas para echar en agua o aceitunas para la obtención de aceite, de él, se aprovechaba todo, desde la raíz hasta el ramón.